El libro De Urantia
DOCUMENTO 16
LOS SIETE ESPÍRITUS MAYORES
184§1
16:0.1
Los
siete Espíritus Mayores del Paraíso son las personalidades primarias del Espíritu Infinito. En esta
acción creadora séptupla de autoduplicación, el Espíritu Infinito agotó las
posibilidades vinculativas matemáticamente inherentes a la existencia del hecho de las tres
personas de la Deidad. Si hubiese sido posible producir un número mayor de Espíritus Mayores, éstos habrían sido
creados, pero tan sólo existían siete posibilidades vinculativas, y sólo siete,
inherentes en las tres Deidades. Y esto explica por qué el universo se opera en siete
grandes divisiones, y por qué el número siete es básicamente fundamental en su organización y administración.
184§2
16:0.2
Los Siete Espíritus Mayores se originan en las siguientes siete semejanzas, y derivan sus características individuales
de ellas:
184§3
| 1. |
El Padre Universal.
|
184§4
| 2. |
El Hijo Eterno.
|
184§5
| 3. |
El Espíritu Infinito.
|
184§6
| 4. |
El Padre y el Hijo.
|
184§7
| 5. |
El Padre y el Espíritu.
|
184§8
| 6. |
El Hijo y el Espíritu.
|
184§9
| 7. |
El Padre, el Hijo y el Espíritu.
|
184§10
16:0.3
Muy poco sabemos sobre la acción del Padre y del Hijo en la creación de los Espíritus Mayores. Aparentemente éstos
fueron traídos a la existencia por la acción personal del Espíritu Infinito,
pero se nos ha instruido claramente que tanto el Padre como el Hijo participaron en su origen.
184§11
16:0.4
En carácter y naturaleza espirituales, estos Siete Espíritus del Paraíso son como uno solo, en todos los demás aspectos
de la identidad ellos son muy diferentes, y los resultados de sus funciones en los
suprauniversos son tales que las diferencias individuales de cada uno son
obviamente discernibles. Todos los planes ulteriores de los siete segmentos del gran universo y —aun los segmentos
correlativos del espacio exterior — han sido condicionados por la diversidad distinta de la diversidad espiritual de estos Siete
Espíritus Mayores de supervisión suprema y última.
184§12
16:0.5
Los Espíritus Mayores tienen muchas funciones, pero en este momento su ámbito específico es la supervisión central de
los siete suprauniversos. Cada Espíritu Mayor mantiene una enorme sede central enfocadora de la fuerza, que circula lentamente
alrededor de la periferia del Paraíso, manteniendo siempre una posición
opuesta al suprauniverso de su inmediata supervisión y en el punto focal en el
Paraíso de su control especializado de poder y distribución segmental de la energía. Los rayos que limitan cada uno de
los suprauniversos efectivamente convergen en la sede central en el Paraíso del Espíritu Mayor supervisor.
1. LA RELACIÓN CON LA DEIDAD TRIUNA
185§1
16:1.1
El Creador Conjunto, el Espíritu Infinito, es necesario para completar la personalización triuna de la Deidad no
dividida. Esta personalización triple de la Deidad es inherentemente séptupla en posibilidad de expresión individual y
vinculativa; de aquí que el plan subsiguiente de crear universos habitados por seres inteligentes y potencialmente espirituales,
debidamente expresivos del Padre, el Hijo y el Espíritu, hiciera inevitable la personalización de los
Siete Espíritus Mayores. Nos referimos a la personalización triple de la Deidad
como la inevitabilidad absoluta, mientras que nos referimos a la aparición de los Siete Espíritus Mayores como una
inevitabilidad subabsoluta.
185§2
16:1.2
Aunque los Siete Espíritus Mayores apenas son expresivos de la Deidad triple, son el retrato eterno de la Deidad
séptupla, las funciones activas y vinculativas de las tres personas por siempre
existentes de la Deidad. Por medio de estos Siete Espíritus, en ellos y a través de
ellos, el Padre Universal, el Hijo Eterno o el Espíritu Infinito, o cualquier vinculación dual, pueden funcionar
como tal. Cuando el Padre, el Hijo y el Espíritu actúan juntos, pueden funcionar a
través del Espíritu Mayor Número Siete, y así lo hacen, pero no como la Trinidad.
Los Espíritus Mayores representan singular y colectivamente cada una y todas las funciones posibles de la Deidad, únicas
y varias, pero no colectivas, no las de la Trinidad. El Espíritu Mayor Número Siete no funciona personalmente con respecto a la
Trinidad del Paraíso, y es por esto que puede funcionar en forma personal para el Ser Supremo.
185§3
16:1.3
Pero cuando los Siete Espíritus Mayores abandonan sus sedes individuales de poder personal y autoridad del suprauniverso
y se congregan alrededor del Actor Conjunto en la presencia triuna de la Deidad del Paraíso, allí y en ese momento ellos
representan colectivamente el poder funcional, la sabiduría y la autoridad de la Deidad no dividida —la Trinidad — ante los
universos en evolución y en ellos. Dicha unión paradisiaca de la expresión séptupla
primordial de la Deidad verdaderamente comprende, literalmente abraza, todos
y cada uno de los atributos y actitudes de las tres Deidades eternas en la Supremacía y en la Ultimidad. Para todo
propósito práctico los Siete Espíritus Mayores comprenden, allí y en ese momento,
el ámbito funcional del Supremo-Último en el universo matriz y para el mismo.
185§4
16:1.4
Por lo que podemos discernir, estos Siete Espíritus están vinculados con las actividades divinas de las tres personas
eternas de la Deidad; no detectamos prueba alguna de una vinculación directa con
las presencias funcionales de las tres fases eternas de lo Absoluto. Los
Espíritus Mayores, cuando se vinculan, representan las Deidades del Paraíso en lo que puede concebirse groseramente
como el ámbito finito de acción. Podría comprender mucho de lo que es último, pero no de lo absoluto.
2. LA RELACIÓN CON EL ESPÍRITU INFINITO
185§5
16:2.1
Así como el Hijo Eterno y Original se revela a través de las personas de número en constante aumento de los Hijos
divinos, del mismo modo, el Espíritu Infinito y Divino se revela a través de
los canales de los Siete Espíritus Mayores y de sus grupos espirituales vinculados.
En el centro de los centros, el Espíritu Infinito es alcanzable, pero no todos los que llegan al Paraíso son
inmediatamente capaces de discernir su personalidad y presencia diferenciada; pero
todos los que logran el universo central pueden comunicarse inmediatamente con
uno de los Siete Espíritus Mayores, y así lo hacen, precisamente el que preside el suprauniverso del cual
proviene el recién llegado peregrino del espacio.
186§1
16:2.2
El Padre del Paraíso habla al universo de los universos sólo a través de su Hijo, mientras que él y el Hijo conjuntamente
actúan sólo a través del Espíritu Infinito. Fuera del Paraíso y de Havona
el Espíritu Infinito habla sólo mediante las voces de los Siete Espíritus Mayores.
186§2
16:2.3
El Espíritu Infinito ejerce una influencia de presencia personal dentro de los confines del sistema Paraíso-Havona;
en otros lugares su presencia espiritual personal se ejerce mediante uno de los
Siete Espíritus Mayores y a través de él. Por lo tanto, la naturaleza singular del
Espíritu Mayor supervisor de ese segmento de la creación condiciona la presencia espiritual en el suprauniverso de la
Tercera Fuente y Centro en cualquier mundo o en cualquier individuo.
Viceversa, las líneas combinadas de la fuerza espiritual e inteligencia pasan hacia adentro dirigiéndose a la Tercera
Persona de la Deidad a través de los Siete Espíritus Mayores.
186§3
16:2.4
Los Siete Espíritus Mayores están dotados colectivamente de atributos supremos-últimos de la Tercera Fuente y Centro.
Aunque cada uno de ellos comparte individualmente de esta dotación, tan sólo
colectivamente revelan los atributos de omnipotencia, omnisciencia y
omnipresencia. Ninguno de ellos puede funcionar así universalmente; como individuos y en el ejercicio de estos
poderes de supremacía y ultimidad, cada uno está limitado personalmente al
suprauniverso de supervisión inmediata.
186§4
16:2.5
Todo lo que se os ha dicho sobre la divinidad y personalidad del Actor Conjunto se aplica en igual forma y plenamente a
los Siete Espíritus Mayores, que tan eficazmente distribuyen el Espíritu Infinito a los siete segmentos del gran universo de
acuerdo con su dotación divina y en la manera de sus naturalezas distintas y
individualmente únicas. Por lo tanto puede ser apropiado aplicar al grupo colectivo de
los siete cualquiera y todos los nombres del Espíritu Infinito. Colectivamente, en todos los niveles subabsolutos, son uno
con el Creador Conjunto.
3. LA IDENTIDAD Y DIVERSIDAD DE LOS ESPÍRITUS MAYORES
186§5
16:3.1
Los Siete Espíritus Mayores son seres indescriptibles, pero ellos son clara y definitivamente personales. Tienen
nombres, pero nosotros elegimos presentarlos por número. Como personalizaciones
primarias del Espíritu Infinito, son semejantes, pero como expresiones
primarias de las siete vinculaciones posibles de la Deidad Triuna, ellos son esencialmente distintos en su naturaleza,
y esta diversidad de naturaleza determina su diferencial de conducta del
suprauniverso. Estos Siete Espíritus Mayores se pueden describir como sigue:
186§6
16:3.2
Espíritu Mayor Número Uno. En una forma muy especial este Espíritu es la representación directa del Padre del Paraíso.
Es una manifestación peculiar y eficaz del poder, el amor y la sabiduría del Padre Universal. Es el colaborador estrecho y
asesor excelso del jefe de los Preceptores Misteriosos, es el ser que preside el
Colegio de Ajustadores Personalizados en Divinintón. En todas las vinculaciones
de los Siete Espíritus Mayores, siempre es el Espíritu Mayor
Número Uno quien habla por el Padre Universal.
186§7
16:3.3
Este Espíritu preside el primer suprauniverso y, aunque exhiba infaliblemente la naturaleza divina de la
personalización primaria del Espíritu Infinito, parece asemejarse más específicamente al
Padre Universal en su carácter. El está siempre en enlace personal con los
siete Espíritus Reflexivos de la sede central del primer suprauniverso.
187§1
16:3.4
Espíritu Mayor Número Dos. Este Espíritu retrata adecuadamente la naturaleza incomparable y el carácter
encantador del Hijo Eterno, el primogénito de toda la creación.
Siempre está en vinculación estrecha con todas las órdenes
de los Hijos de Dios en cualquier momento donde éstos puedan estar en el
universo residencial como individuos o en los agradables cónclaves. En todas las asambleas de los Siete Espíritus
Mayores, éste siempre habla por el Hijo Eterno y en nombre de él.
187§2
16:3.5
Este Espíritu dirige los destinos del suprauniverso número dos y gobierna este vasto dominio tal como lo haría el Hijo
Eterno y siempre está en enlace con los Siete Espíritus Reflexivos ubicados en la capital del segundo suprauniverso.
187§3
16:3.6
Espíritu Mayor Número Tres. Se asemeja particularmente al Espíritu Infinito, y dirige los movimientos y tareas de
muchas de las personalidades elevadas del Espíritu Infinito. Preside sus
asambleas y se vincula estrechamente con todas las personalidades que se
originan exclusivamente en la Tercera Fuente y Centro. Cuando los Siete Espíritus Mayores están en concilio, es el
Espíritu Mayor Número Tres quien siempre habla por el Espíritu Infinito.
187§4
16:3.7
Este Espíritu está a cargo del suprauniverso número tres, y administra los asuntos de este segmento tal como lo haría el
Espíritu Infinito. Está siempre en enlace con los Espíritus Reflexivos en la sede central del tercer suprauniverso.
187§5
16:3.8
Espíritu Mayor Número Cuatro. Al compartir las naturalezas combinadas del Padre y del Hijo, este Espíritu Mayor es la
influencia determinante respecto de las directivas y procedimientos del
Padre-Hijo en los concilios de los Siete Espíritus Mayores. Este Espíritu es el
dicontrolador en jefe y asesor de aquellos seres ascendentes que han logrado el Espíritu Infinito y que por lo tanto son
candidatos para ver al Hijo y al Padre. Fomenta ese enorme grupo de
personalidades que se originan en el Padre y el Hijo. Cuando se hace necesario
representar al Padre y al Hijo en la vinculación de los Siete Espíritus Mayores, él es siempre el Espíritu Mayor que habla.
187§6
16:3.9
Este Espíritu patrocina el cuarto segmento del gran universo de acuerdo con su vinculación peculiar de los atributos del
Padre Universal y del Hijo Eterno. Está siempre en enlace personal con los
Espíritus Reflexivos de la sede central del cuarto suprauniverso.
187§7
16:3.10
Espíritu Mayor Número Cinco. Esta personalidad divina que combina tan exquisitamente el carácter del Padre Universal y
del Espíritu Infinito es el asesor de ese enorme grupo de seres conocidos
como los dicontroladores del poder, centros del poder y controladores físicos.
Este Espíritu también patrocina todas las personalidades que se originan en el Padre y el Actor Conjunto. En los
concilios de los Siete Espíritus Mayores, cuando se habla de la actitud del Padre-
Espíritu, es siempre el Espíritu Mayor Número Cinco quien habla.
187§8
16:3.11
Este Espíritu dirige el bienestar del quinto suprauniverso de una manera que sugiere la acción combinada del Padre
Universal y del Espíritu Infinito. Está siempre en enlace con los Espíritus
Reflexivos en la sede central del quinto suprauniverso.
187§9
16:3.12
Espíritu Mayor Número Seis. Este ser divino parece retratar el carácter combinado del Hijo Eterno y del Espíritu
Infinito. Siempre y cuando se congregan en el universo central las criaturas
creadas conjuntamente por el Hijo y el Espíritu, es este Espíritu Mayor quien los
asesora; y siempre que, en los concilios de los Siete Espíritus Mayores sea necesario hablar conjuntamente por el
Hijo Eterno y el Espíritu Infinito, es el Espíritu Mayor Número Seis quien responde.
188§1
16:3.13
Este Espíritu dirige los asuntos del sexto suprauniverso tal como lo harían el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito. Está
siempre en enlace con los Espíritus Reflexivos en la sede central del sexto suprauniverso.
188§2
16:3.14
Espíritu Mayor Número Siete. El Espíritu que preside el séptimo suprauniverso es un retrato singularmente preciso
del Padre Universal, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito. El séptimo Espíritu,
el asesor y fomentador de todos los seres de origen triuno, también es el asesor y
dicontrolador de todos los peregrinos ascendentes de Havona, aquellos seres bajos que han logrado las cortes de la gloria
a través del ministerio combinado del Padre, el Hijo y el Espíritu.
188§3
16:3.15
El Séptimo Espíritu Mayor no es orgánicamente representativo de la Trinidad del Paraíso; pero es un hecho conocido que su
naturaleza personal y espiritual es el retrato del Actor Conjunto en
proporciones iguales de las tres personas infinitas cuya unión de Deidad es la
Trinidad del Paraíso, cuya función como tal es la fuente de la naturaleza personal y espiritual de Dios Supremo. Por
eso, el Séptimo Espíritu Mayor revela una relación personal y orgánica con
la persona espiritual del Supremo en evolución. Por lo tanto, en los altos
concilios de los Espíritus Mayores, cuando es necesario votar por la actitud personal combinada del Padre, el Hijo y
el Espíritu o describir la actitud espiritual del Ser Supremo, es el Espíritu Mayor
Número Siete quien actúa. De esta manera, se vuelve inherentemente el jefe y
presidente del concilio en el Paraíso de los Siete Espíritus Mayores.
188§4
16:3.16
Ninguno de los Siete Espíritus es representativo orgánicamente de la Trinidad del Paraíso, pero cuando se
unen como Deidad Séptupla, esta unión es en un sentido de deidad —no en un sentido
personal — equivalente al nivel funcional vinculable con las funciones de la Trinidad.
En este sentido el «Espíritu Séptuplo» es funcionalmente vinculable con la Trinidad del Paraíso.
También en este sentido es que el Espíritu Mayor Número Siete a veces habla en confirmación de las actitudes de la
Trinidad o, más bien, actúa como portavoz de la actitud de la unión del Espíritu
Séptuplo sobre la actitud de la unión de la Deidad Triple, la actitud de la Trinidad del Paraíso.
188§5
16:3.17
Las funciones múltiples del Séptimo Espíritu Mayor van por lo tanto desde un retrato combinado de las naturalezas
personales del Padre, el Hijo y el Espíritu, a través de una representación de la
actitud personal de Dios Supremo, hasta una revelación de la actitud de la
deidad de la Trinidad del Paraíso. Y en ciertos aspectos este Espíritu presidente manifiesta las actitudes del Último
y del Supremo-Último.
188§6
16:3.18
Es el Espíritu Mayor Número Siete quien, en sus múltiples funciones, patrocina personalmente el progreso de los
candidatos para la ascensión desde los mundos del tiempo en sus esfuerzos por
lograr la comprensión de la Deidad no dividida de la Supremacía. Dicha
comprensión implica el entendimiento de la soberanía existencial de la Trinidad de la Supremacía en tal forma
coordinada con un concepto de la soberanía vivencial en crecimiento del Ser
Supremo que constituye el entendimiento de la criatura de la unidad de la
Supremacía. La comprensión por parte de la criatura de estos tres factores iguala la comprensión havonaica de la realidad
Trinitaria y dota a los peregrinos del tiempo con la capacidad para
penetrar finalmente en la Trinidad, para descubrir las tres personas infinitas de la Deidad.
188§7
16:3.19
La incapacidad de los peregrinos de Havona para encontrar plenamente a Dios Supremo se compensa mediante el Séptimo
Espíritu Mayor, cuya naturaleza triuna es, de una manera peculiar,
reveladora de la persona espiritual del Ser Supremo. Durante la actual era
universal de imposibilidad de contacto con la persona del Supremo, el Espíritu Mayor Número Siete actúa en el lugar
del Dios de las criaturas ascendentes en lo que concierne las relaciones
personales. El es el único ser espiritual elevado que todos los seres ascendentes
reconocerán con seguridad, y hasta cierto punto comprenderán, cuando alcancen los centros de la gloria.
189§1
16:3.20
Este Espíritu Mayor está siempre en enlace con los Espíritus Reflexivos de Uversa, la sede central del séptimo
suprauniverso, nuestro propio segmento de la creación. Su administración de
Orvontón revela la maravillosa simetría de la combinación en paridad de las
naturalezas divinas del Padre, el Hijo y el Espíritu.
4. LOS ATRIBUTOS Y FUNCIONES DE LOS ESPÍRITUS MAYORES
189§2
16:4.1
Los Siete Espíritus Mayores son la representación plena del Espíritu Infinito ante los universos evolutivos. Ellos
representan la Tercera Fuente y Centro en las relaciones de energía, mente y
espíritu. Aunque actúan como jefes coordinadores del control administrativo
universal del Actor Conjunto, no olvidéis que se originaron en las acciones creadoras de las Deidades del Paraíso. Es
literalmente verdad que estos Siete Espíritus son el poder físico personalizado,
la mente cósmica, y la presencia espiritual de la Deidad triuna, «los Siete
Espíritus de Dios enviados a todo el universo».
189§3
16:4.2
Los Espíritus Mayores son singulares en el sentido de que actúan en todos los niveles universales de la realidad, a
excepción del absoluto. Son, por lo tanto, supervisores eficaces y perfectos de
todas las fases de los asuntos administrativos en todos los niveles de las actividades
del suprauniverso. Es difícil para la mente mortal comprender mucho de los Espíritus Mayores porque la tarea de
éstos es tan altamente especializada y sin embargo lo comprende todo, tan
excepcionalmente material y al mismo tiempo tan exquisitamente espiritual. Estos
creadores versátiles de la mente cósmica son los antepasados
de los Dicontroladores del Poder Universales y son, ellos mismos,
dicontroladores supremos de la vasta y extensa creación de las criaturas espirituales.
189§4
16:4.3
Los Siete Espíritus Mayores son los creadores de los Dicontroladores del Poder Universal y de sus colaboradores,
entidades que son indispensables para la organización, control y regulación de
las energías físicas del gran universo. Estos mismos Espíritus Mayores
ayudan muy materialmente a los Hijos Creadores en la tarea de formar y organizar los universos locales.
189§5
16:4.4
No hemos podido hallar una relación personal entre la tarea de los Espíritus Mayores en cuanto a la energía cósmica y
las funciones del Absoluto No Modificado que conciernen la fuerza. Se dirigen
todas las manifestaciones de la energía bajo la jurisdicción de los Espíritus
Mayores desde la periferia del Paraíso; no parecen estar vinculadas de ninguna forma directa con los fenómenos de la
fuerza identificados con la superficie inferior del Paraíso.
189§6
16:4.5
Incuestionablemente, cuando nos encontramos con las actividades funcionales de los distintos Supervisores del
Poder Morontial, nos enfrentamos con algunas de las actividades no reveladas de
los Espíritus Mayores; ¿Quién, aparte de estos antepasados de los
controladores físicos y de los ministros espirituales, podría haber conseguido combinar de tal modo y vincular las
energías materiales y espirituales como para producir una fase hasta ese momento
inexistente de la realidad universal —la sustancia morontial y la mente morontial?—.
189§7
16:4.6
Mucha de la realidad de los mundos espirituales es de orden morontial, una fase de la realidad universal totalmente
desconocida en Urantia. La meta de la existencia de la personalidad es
espiritual, pero las creaciones morontiales siempre intervienen, salvando el
obstáculo entre los ámbitos materiales de origen mortal y las esferas del suprauniverso de estado espiritual en
avance. Es en este ámbito que los Espíritus Mayores hacen su contribución más importante al plan de la ascensión del
hombre al Paraíso.
190§1
16:4.7
Los Siete Espíritus Mayores tienen representantes personales que funcionan en todo el gran universo; pero puesto que una
gran mayoría de estos seres de menor rango no se ocupan directamente del
esquema ascendente de la progresión mortal en el camino hacia la
perfección del Paraíso, poco o nada se ha revelado sobre ellos. Muchísima de la actividad de los Siete Espíritus
Mayores permanece oculta a la comprensión humana porque nada tiene que ver
directamente con vuestro problema de ascender al Paraíso.
190§2
16:4.8
Es altamente probable, aunque no podemos ofrecer una prueba clara, que el Espíritu Mayor de Orvontón ejerce una
influencia decidida sobre las siguientes esferas de actividad:
190§3
16:4.9
| 1. |
Los procedimientos para la iniciación de la vida por los Portadores de Vida del universo local.
|
190§4
16:4.10
| 2. |
Las activaciones de la vida de los espíritus ayudantes de la mente que el Espíritu Creativo del universo local dona a los
mundos.
|
190§5
16:4.11
| 3. |
Las fluctuaciones de las manifestaciones de energía exhibidas por las unidades de materia organizada que
responden a la gravedad lineal.
|
190§6
16:4.12
| 4. |
La conducta de la energía emergente cuando se libera plenamente de la atracción del Absoluto No Modificado,
volviéndose de esta manera reactiva a la influencia directa de la gravedad
lineal y a las manipulaciones de los Dicontroladores del Poder Universal y de sus colaboradores.
|
190§7
16:4.13
| 5. |
La dotación del espíritu de ministerio de un Espíritu Creativo del universo local, conocido en Urantia como el
Espíritu Santo.
|
190§8
16:4.14
| 6. |
La dotación subsiguiente del espíritu de los Hijos de autootorgamiento; conocidos en Urantia como el Consuelo o el
Espíritu de la Verdad.
|
190§9
16:4.15
| 7. |
El mecanismo de reflexividad de los universos locales y del suprauniverso. Muchas características relacionadas con este
fenómeno extraordinario no se pueden explicar razonablemente o
comprender racionalmente, sin postular la actividad de los Espíritus Mayores en
colaboración con el Actor Conjunto y con el Ser Supremo.
|
190§10
16:4.16
A pesar de que no podamos comprender adecuadamente la actuación múltiple de los Siete Espíritus Mayores, estamos
seguros de que hay dos ámbitos en la gama enorme de actividades universales con
los cuales ellos no tienen nada que ver: la concesión y el ministerio de los
Ajustadores del Pensamiento y las funciones inescrutables del Absoluto No Modificado.
5. LA RELACIÓN CON LAS CRIATURAS
190§11
16:5.1
Cada segmento del gran universo, cada universo y cada mundo, disfruta de los beneficios del asesoramiento y sabiduría
unidas de los Siete Espíritus Mayores, pero recibe la atención y cuidado
personal de uno solo. Mas la naturaleza personal de cada Espíritu Mayor satura
enteramente y condiciona en forma singular su propio suprauniverso.
190§12
16:5.2
A través de esta influencia personal de los Siete Espíritus Mayores cada criatura de cada orden de seres inteligentes,
fuera del Paraíso y de Havona, debe llevar la marca característica de
individualidad que indica la naturaleza ancestral de uno de estos Siete Espíritus Paradisiacos.
En lo que se refiere a los siete suprauniversos, cada criatura nativa, hombre o ángel, llevará por siempre esta
marca de identificación natal.
191§1
16:5.3
Los Siete Espíritus Mayores no invaden directamente las mentes materiales de las criaturas de los mundos evolutivos
del espacio. Los mortales de Urantia no experimentan la presencia personal de
la influencia mente-espíritu del Espíritu Mayor de Orvontón. Si este
Espíritu Mayor obtiene algún tipo de contacto con la mente mortal individual durante las primitivas edades evolutivas
de un mundo habitado, esto debe ocurrir a través del ministerio del
Espíritu Creativo del universo local, la consorte y colaboradora del Hijo Creador de
Dios que preside los destinos de cada creación local. Pero este mismo Espíritu Creativo Materno es, en su naturaleza y
carácter, muy parecido al Espíritu Mayor de Orvontón.
191§2
16:5.4
La marca física de un Espíritu Mayor es una parte del origen material del hombre. La entera andadura morontial se vive
bajo la influencia continuada de este mismo Espíritu Mayor. No es extraño que
la subsiguiente andadura espiritual de dicho mortal ascendente no
desarraigue jamás totalmente la marca característica de este mismo Espíritu supervisor. La huella de un Espíritu Mayor es
básica para la existencia misma de toda etapa pre-Havona de ascensión mortal.
191§3
16:5.5
Las tendencias claras de la personalidad exhibidas en la experiencia vital de los mortales evolutivos, que son
características de cada suprauniverso, y que son expresivas directamente de la
naturaleza del Espíritu Mayor dominante, no se borran nunca completamente, ni
siquiera después de que dichos seres ascendentes hayan sido sometidos a la prolongada capacitación y a la disciplina
unificadora que se encuentran en mil millones de esferas educacionales de
Havona. Aun la subsiguiente cultura intensiva en el Paraíso no alcanza para
desarraigar las marcas del origen del suprauniverso. A lo largo de toda la eternidad, un mortal ascendente mostrará
rasgos que indican el Espíritu que dirige el suprauniverso de natalidad. Aun en el
Cuerpo de Finalidad, cuando se desea llegar a un retrato completo de la
relación de la Trinidad con la creación evolutiva, siempre se congrega un grupo de siete finalizadores, uno de cada
suprauniverso.
6. LA MENTE CÓSMICA
191§4
16:6.1
Los Espíritus Mayores son la fuente séptupla de la mente cósmica, el potencial intelectual del gran universo. Esta
mente cósmica es una manifestación subabsoluta de la mente de la Tercera Fuente y
Centro, y de ciertas maneras, se relaciona funcionalmente con la mente del Ser Supremo en evolución.
191§5
16:6.2
En un mundo tal como Urantia no encontramos una influencia directa de los Siete Espíritus Mayores en los asuntos de las
razas humanas. Vivís bajo la influencia inmediata del Espíritu Creativo de
Nebadón. Sin embargo estos mismos Espíritus Mayores dominan las
reacciones básicas de toda mente de criatura porque ellos son las fuentes auténticas de los potenciales intelectuales
y espirituales que han sido especializados en los universos locales para funcionar
en la vida de aquellos individuos que habitan los mundos evolutivos del tiempo y del espacio.
191§6
16:6.3
El hecho de la mente cósmica explica la similitud de varios tipos de mentes humanas y sobrehumanas. No sólo hay
atracción entre los espíritus semejantes, sino que las mentes semejantes también
son muy fraternales y se inclinan a la cooperación las unas con las otras. Se
han observado algunas mentes humanas que funcionan en canales de sorprendente similitud y en un acuerdo
inexplicable.
191§7
16:6.4
En todas las vinculaciones de personalidades de la mente cósmica existe una cualidad que podría denominarse la
«reacción a la realidad». Es esta dotación cósmica universal de las criaturas
volitivas la que las salva de volverse víctimas desvalidas de las suposiciones a priori
implícitas de la ciencia, la filosofía y la religión. Esta sensibilidad a la realidad de la mente cósmica responde a
ciertas fases de la realidad del mismo modo en que la materia y la energía responden a la
gravedad. Sería aún más correcto decir que estas realidades supramateriales responden a la mente del cosmos.
192§1
16:6.5
La mente cósmica responde sin falla (reconoce la respuesta) en tres niveles de la realidad universal. Estas reacciones
son autoevidentes para las mentes de razonamiento claro y pensamiento
profundo. Estos niveles de la realidad son:
192§2
16:6.6
| 1. |
Causación: el ámbito de la realidad de los sentidos físicos, los ámbitos científicos de la uniformidad lógica, la
diferenciación de lo factual y de lo no factual, las conclusiones reflexivas basadas en
la reacción cósmica. Esta es la forma matemática de la discriminación cósmica.
|
192§3
16:6.7
| 2. |
Deber: el ámbito de la realidad de la moral y del reino filosófico, el campo de la razón, el reconocimiento del bien
y del mal relativos. Esta es la fórmula judicial de la discriminación cósmica.
|
192§4
16:6.8
| 3. |
Adoración: el ámbito espiritual de la realidad de la experiencia religiosa, la comprensión personal de la
fraternidad divina, el reconocimiento de los valores espirituales, la seguridad de
la supervivencia eterna, la ascensión del estado de siervos de Dios al de
regocijo y libertad de los hijos de Dios. Este es el discernimiento más elevado de la mente cósmica, la forma
reverencial y adoradora de la discriminación cósmica.
|
192§5
16:6.9
Estos discernimientos científicos, morales y espirituales, estas reacciones cósmicas, son innatas en la mente cósmica,
que dota a todas las criaturas volitivas. La experiencia del vivir no deja nunca
de desarrollar estas tres intuiciones cósmicas; ellas constituyen la
autoconciencia del pensamiento reflexivo. Pero es triste registrar que tan pocas personas en Urantia se regocijan en
cultivar estas cualidades de pensamiento cósmico valiente e independiente.
192§6
16:6.10
En las dotaciones de mente a los universos locales, estos tres discernimientos de la mente cósmica constituyen las
premisas a priori que posibilitan que el hombre funcione como una personalidad
racional y autoconsciente en los ámbitos de la ciencia, la filosofía y la religión.
Dicho de otra manera, el reconocimiento de la realidad de estas tres manifestaciones del Infinito es mediante una
técnica cósmica de autorrevelación. La materia-energía se reconocen por la
lógica matemática de los sentidos; la mente-razón intuitivamente conoce su deber
moral; la fe-espíritu (la adoración) es la religión de la realidad de la experiencia espiritual. Estos tres factores
básicos en el pensamiento reflexivo pueden unificarse y coordinarse en el desarrollo
de la personalidad, o se pueden volver desproporcionados y virtualmente no
relacionados en sus funciones respectivas. Pero cuando se unifican, producen un carácter fuerte que
consiste en la correlación de una ciencia factual, una filosofía moral, y una
experiencia religiosa genuina. Y son estas tres intuiciones cósmicas las que prestan validez objetiva, realidad, a la
experiencia humana en y con las cosas, los significados y los valores.
192§7
16:6.11
Es propósito de la enseñanza desarrollar y agudizar estas dotaciones innatas de la mente humana; de la civilización,
expresarlas; de la experiencia de vida, comprenderlas; de la religión,
ennoblecerlas; y de la personalidad, unificarlas.
7. LA MORAL, LA VIRTUD Y LA PERSONALIDAD
192§8
16:7.1
La inteligencia por sí sola no puede explicar la naturaleza moral. La moralidad, la virtud, son indígenas a la
personalidad humana. La intuición moral, la comprensión del deber, es un componente
de la dotación mental humana que está vinculada con otros elementos
inalienables de la naturaleza humana: la curiosidad científica y el discernimiento espiritual. La mentalidad del
hombre trasciende en mucho la de sus primos animales, pero es su naturaleza moral
y religiosa la que le distingue del mundo animal.
193§1
16:7.2
La respuesta selectiva de un animal se limita al nivel motor de conducta. El supuesto discernimiento de los animales más
elevados está en un nivel motor y generalmente aparece tan sólo después de la
experiencia motora de prueba y error. El hombre es capaz de ejercer
discernimiento científico, moral y espiritual antes de toda exploración o experimentación.
193§2
16:7.3
Tan sólo una personalidad puede reconocer lo que hace antes
de hacerlo; tan sólo personalidades poseen el discernimiento antes de la
experiencia. Una personalidad puede observar antes de saltar y por lo tanto puede aprender de la observación así como de
la acción de saltar. Un animal sin personalidad generalmente aprende sólo saltando.
193§3
16:7.4
Como resultado de la experiencia, un animal puede examinar las diferentes formas de conseguir una meta y de seleccionar
un enfoque basado en la experiencia acumulada. Pero una personalidad
también puede examinar la meta misma y juzgar su importancia, su valor. La
inteligencia por sí sola puede discriminar en cuanto a la mejor manera de conseguir fines indiscriminados, pero un ser
moral posee el discernimiento que le permite discriminar entre los fines,
así como también los medios. Y un ser moral al seleccionar la virtud es sin
embargo inteligente. El sabe lo que hace, por qué lo hace, adónde está yendo, y cómo llegará allí.
193§4
16:7.5
Cuando el hombre no consigue discriminar los objetivos de sus luchas mortales, se encuentra funcionando en el nivel
animal de la existencia. No ha conseguido aprovechar sus ventajas
superiores de esa agudeza material, discriminación moral, y discernimiento
espiritual que son parte integral de su dotación de mente- cósmica como ser personal.
193§5
16:7.6
La virtud es rectitud: conformidad con el cosmos. Nombrar las virtudes no quiere decir definirlas, pero vivirlas es
conocerlas. La virtud no es mero conocimiento ni aún sabiduría, sino más bien la
realidad de la experiencia progresiva en el logro de los niveles ascendentes de
alcance cósmico. En la vida diaria del hombre mortal, la virtud se realiza como la elección uniforme del bien sobre
el mal, y dicha capacidad de elección es prueba de la posesión de una naturaleza moral.
193§6
16:7.7
La elección del hombre entre el bien y el mal está influida, no solamente por la agudeza de su naturaleza moral, sino
también por influencias tales como la ignorancia, la inmadurez, y la
ilusión. Un sentido de proporción también tiene parte en el ejercicio de la virtud
porque el mal se puede realizar cuando se elige el menor en vez del mayor como resultado de la distorsión o del engaño.
El arte de una estimación relativa o de una medida comparativa entra en la
práctica de las virtudes del ámbito moral.
193§7
16:7.8
La naturaleza moral del hombre sería impotente sin el arte de la medición, la discriminación incorporada en su
capacidad de estudiar los significados. Del mismo modo, la elección moral sería inútil
sin el discernimiento cósmico que produce la conciencia de los valores
espirituales. Desde el punto de vista de la inteligencia, el hombre asciende al nivel de un ser moral porque está dotado
de personalidad.
193§8
16:7.9
La moralidad nunca se puede promover ni por ley ni fuerza. Es un asunto personal de libre albedrío que debe diseminarse
mediante el contagio por contacto de las personas moralmente atrayentes
con aquellas que responden menos moralmente, pero que también tienen en
cierta medida el deseo de hacer la voluntad del Padre.
193§9
16:7.10
Las acciones morales son aquellas realizaciones humanas que se caracterizan por la inteligencia más elevada, dirigidas
por una discriminación selectiva en la elección de los fines superiores, así como también en la selección de los medios
morales para conseguir esos fines. Dicha conducta es virtuosa. La virtud suprema, por lo tanto, es elegir de todo corazón
hacer la voluntad del Padre en los cielos.
8. LA PERSONALIDAD URANTIANA
194§1
16:8.1
El Padre Universal dona personalidad a las numerosas órdenes de seres a medida que funcionan en los distintos niveles de
la realidad universal. Los seres humanos de Urantia están dotados de
personalidad del tipo finito mortal, funcional en el nivel de los hijos ascendentes de Dios.
194§2
16:8.2
Aunque difícilmente podemos tratar de definir la personalidad, podemos intentar narrar nuestra comprensión de
los factores conocidos que contribuyen a constituir el conjunto de energías
materiales, mentales y espirituales cuya intervinculación constituye el mecanismo por
el cual y en el cual y a través del cual el Padre Universal hace que funcione la personalidad donada.
194§3
16:8.3
La personalidad es una dotación única de naturaleza original cuya existencia es independiente de la dotación del
Ajustador del Pensamiento y antecedente a la misma. Sin embargo, la
presencia del Ajustador aumenta la manifestación cualitativa de la personalidad.
Los Ajustadores del Pensamiento, cuando provienen del Padre,
son idénticos en su naturaleza, pero la personalidad es distinta, original y
exclusiva; y la manifestación de la personalidad está
ulteriormente modificada y condicionada por la naturaleza y cualidades de las
energías vinculadas de carácter material, mental y espiritual que constituyen el vehículo orgánico para la
manifestación de la personalidad.
194§4
16:8.4
Las personalidades pueden asemejarse, pero no son nunca idénticas. Las personas de una serie, tipo, orden o modelo
original específicos pueden asemejarse unas a otras y efectivamente se asemejan,
pero no son nunca idénticas. La personalidad es esa característica de un
individuo que conocemos, y que nos permite identificar a dicho ser en algún momento futuro sea cual fuere la
naturaleza y grado de los cambios de forma, mente, o estado espiritual. La
personalidad es esa parte de todo individuo que nos permite reconocer e identificar
positivamente a esa persona como la que hemos conocido
anteriormente, aunque haya cambiado mucho debido a la modificación del
vehículo de expresión y manifestación de su personalidad.
194§5
16:8.5
La personalidad de la criatura se distingue por dos fenómenos automanifestantes y característicos de conducta
reactiva mortal: la autoconciencia y el relativo libre albedrío vinculado.
194§6
16:8.6
La autoconciencia consiste en la conciencia intelectual de la realidad de la personalidad; incluye la habilidad de
reconocer la realidad de otras personalidades. Indica la capacidad para experiencia
individualizada en las realidades cósmicas y con ellas, equivalentes al logro del
estado de identidad en las relaciones de la personalidad en
el universo. La autoconciencia connota el reconocimiento de
la realidad de la ministración de la mente y la comprensión de la
independencia relativa del libre albedrío creador y determinador.
194§7
16:8.7
El relativo libre albedrío que caracteriza la autoconciencia de la personalidad humana se ocupa de:
194§8
| 1. |
Decisión moral, sabiduría superior.
|
194§9
| 2. |
Elección espiritual, discernimiento de la verdad.
|
194§10
| 3. |
Amor altruista, servicio de hermandad.
|
194§11
| 4. |
Cooperación con propósito, lealtad de grupo.
|
194§12
| 5. |
Discernimiento cósmico, la comprensión de los significados universales.
|
194§13
| 6. |
Dedicación de la personalidad, devoción incondicional a hacer la voluntad del Padre.
|
195§1
| 7. |
Adoración, la búsqueda sincera de los valores divinos y el amor de todo corazón del Dador divino de valores.
|
195§2
16:8.8
El tipo urantiano de personalidad humana puede ser considerado como funcionando en un mecanismo físico que
consiste en la modificación planetaria del tipo nebadónico del organismo,
que pertenece a la orden electroquímica de activación de la vida y está dotado
de la orden nebadónica de la serie de mente cósmica orvontónica del modelo original de reproducción. La dotación
del don divino de la personalidad en tal mecanismo mortal dotado de mente
confiere la dignidad de la ciudadanía cósmica y permite que dicha criatura mortal
se torne reactiva al reconocimiento constitutivo de las tres
realidades mentales básicas del cosmos:
195§3
| 1. |
El reconocimiento matemático o lógico de la uniformidad de la causación física.
|
195§4
| 2. |
El reconocimiento razonado de la obligación de la conducta moral.
|
195§5
| 3. |
La comprensión por la fe de la adoración fraternal de la Deidad, vinculada con el servicio amante a la humanidad.
|
195§6
16:8.9
La plena función de dicha dotación de la personalidad es la comprensión inicial del parentesco con la Deidad. Dicho yo,
morado por un fragmento prepersonal de Dios Padre, es en efecto y de hecho
un hijo espiritual de Dios. Dicha criatura no sólo revela la capacidad de
recibir el don de la presencia divina sino que también exhibe la respuesta reactiva al circuito de la gravedad de
personalidad del Padre Paradisiaco de todas las personalidades.
9. LA REALIDAD DE LA CONCIENCIA HUMANA
195§7
16:9.1
La criatura personal dotada de mente cósmica, morada por el Ajustador, posee habilidad innata para reconocer y
comprender la realidad de la energía, la realidad mental, y la realidad espiritual.
La criatura volitiva está por lo tanto equipada para discernir el hecho, la ley, y el
amor de Dios. Aparte de estas tres prerrogativas inalienables de la conciencia humana, toda experiencia
humana es en realidad subjetiva, excepto que la comprensión intuitiva de la validez permita
la validez se une a la unificación de estas tres respuestas de realidad universal
de reconocimiento cósmico.
195§8
16:9.2
El mortal que discierne a Dios es capaz de sentir el valor de unificación de estas tres cualidades cósmicas en la
evolución del alma que sobrevive, la empresa suprema del hombre en el tabernáculo
físico en el que la mente moral colabora con el espíritu divino residente para
dualizar el alma inmortal. Desde sus comienzos más tempranos
el alma es real; tiene cualidades cósmicas de supervivencia.
195§9
16:9.3
Si el hombre mortal no sobrevive la muerte natural, los verdaderos valores espirituales de su experiencia humana
sobreviven como porción de la experiencia continuada del Ajustador del
Pensamiento. Los valores de la personalidad de ese ser no superviviente persisten
como factores en la personalidad del Ser Supremo en
actualización. Estas cualidades persistentes de la personalidad están privadas de
identidad, pero no de los valores vivenciales acumulados
durante la vida mortal en la carne. La supervivencia de la identidad depende de
la supervivencia del alma inmortal de estado morontial y de
valor divino en constante aumento. La identidad de la personalidad sobrevive
mediante la supervivencia del alma y en ella.
195§10
16:9.4
La autoconciencia humana implica el reconocimiento de la
realidad de los yo distintos del yo consciente e implica ulteriormente que
dicho reconocimiento es mutuo; que el yo sea conocido tal
como él conoce. Esto se ilustra en una forma puramente humana en la vida
social del hombre. Pero no puedes estar tan absolutamente
seguro de la realidad de otro ser como lo puedes estar de la realidad de la
presencia de Dios que vive dentro de ti. La conciencia social no es inalienable como la conciencia de Dios; es un
desarrollo cultural y depende del conocimiento, de los símbolos y de las
contribuciones y de las dotes constitutivas del hombre: ciencia, moralidad y religión.
Esos dones cósmicos, socializados, constituyen la civilización.
196§1
16:9.5
Las civilizaciones no son estables, porque no son cósmicas; no son innatas en
los individuos de las razas. Deben ser alimentadas por las
contribuciones combinadas de los factores constitutivos del hombre ciencia,
moralidad y religión. Las civilizaciones aparecen y desaparecen, pero la ciencia, la moralidad y la religión
siempre sobreviven la destrucción.
196§2
16:9.6
Jesús no sólo reveló Dios al hombre, sino que también hizo una nueva revelación del hombre a sí mismo y a los otros
hombres. En la vida de Jesús vosotros veis al hombre en su mejor aspecto. El
hombre se vuelve así tan hermosamente real, porque Jesús tenía tanto de Dios en
su vida, y la comprensión (reconocimiento) de Dios es inalienable y constitutiva en todos los hombres.
196§3
16:9.7
El altruismo, aparte del instinto paterno, no es totalmente natural; el prójimo no se ama naturalmente ni si se lo sirve
socialmente. Se requiere el discernimiento de la razón, la moralidad y el
impulso de la religión, el conocimiento de Dios, para generar un orden social
altruista y sin egoísmo. La conciencia de la propia personalidad del hombre, la autoconciencia, es también
directamente dependiente de este mismo hecho de la conciencia innata de otros, esta
habilidad innata para reconocer y comprender la realidad de otras personalidades,
desde lo humano hasta lo divino.
196§4
16:9.8
La conciencia social altruista debe ser, de base, una conciencia religiosa si ha de ser objetiva; si no lo es, es
una abstracción filosófica puramente subjetiva y por lo tanto carente de amor. Sólo el
individuo que conoce a Dios puede amar a otra persona como se ama a sí mismo.
196§5
16:9.9
La autoconciencia es en esencia conciencia comunal: Dios y el hombre, Padre e hijo,
Creador y criatura. En la autoconciencia humana existen cuatro comprensiones latentes e inherentes de la realidad
universal:
196§6
| 1. |
La búsqueda del conocimiento, la lógica de la ciencia.
|
196§7
| 2. |
La búsqueda de los valores morales, el sentido del deber.
|
196§8
| 3. |
La búsqueda de los valores espirituales, la experiencia religiosa.
|
196§9
| 4. |
La búsqueda de los valores de la personalidad, la habilidad de reconocer la realidad de Dios como personalidad y la
comprensión paralela de nuestra relación fraternal con las demás personalidades.
|
196§10
16:9.10
Tomáis conciencia del hombre como vuestro hermano-criatura porque ya estáis conscientes de Dios como vuestro Padre
Creador. La paternidad es la relación de la cual deducimos el reconocimiento de la hermandad. La paternidad se vuelve, o
puede volverse una realidad universal para todas las criaturas morales porque el Padre
mismo ha dotado de personalidad a todos aquellos seres y los ha incluido en su
circuito, dentro de la atracción del circuito universal de personalidad. Adoramos a Dios, primero, porque él es, luego,
porque él está en nosotros, y por último, porque nosotros estamos en él.
196§11
16:9.11
¿Es acaso extraño que la mente cósmica esté autoconscientemente consciente de su propia fuente, la mente
infinita del Espíritu Infinito, y, al mismo tiempo, esté consciente de la realidad física de
los vastos universos, de la realidad espiritual del Hijo Eterno, y de la realidad de
la personalidad del Padre Universal?
196§12
16:9.12 |
[Auspiciado por un Censor Universal proveniente de Uversa.]
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