DOCUMENTO 62
LAS RAZAS PROTOHUMANAS
DEL HOMBRE PRIMITIVO
703§1
62:0.1
Hace
alrededor de un millón de años los antepasados inmediatos del género humano aparecieron por primera vez mediante tres
mutaciones sucesivas y repentinas, siendo el resultado de la raza primitiva del tipo de lémur de los mamíferos placentarios.
Los factores dominantes de estos primeros lémures se derivaron del grupo occidental, o anteriormente americano, de plasma
vital que venía evolucionando. Pero antes de establecerse la línea directa de la descendencia humana, las aportaciones de la
implantación central de vida, que había evolucionado en África, reforzaron esta raza. El grupo oriental de vida casi no
contribuyó nada a la producción de hecho de la especie humana.
705§5
62:3.6
Comparados con la especie atávica, los mamíferos intermedios representaron una mejora en todo sentido. Hasta el potencial
de su vida media aumentó a veinticinco años. Varios rasgos humanos rudimentarios aparecieron en esta especie nueva.
Además de las propensiones innatas que habían exhibido sus antepasados, estos mamíferos intermedios eran capaces de
manifestar asco en ciertas situaciones repugnantes. Además, contaban con un instinto de acaparamiento bien definido;
escondían comida para el consumo subsiguiente y eran muy propensos a juntar guijarros lisos y redondos y ciertos tipos de
piedra redonda que sirvieran para municiones defensivas y ofensivas.
705§8
62:3.9
No os podéis imaginar lo cerca que llegaron vuestros antepasados prehumanos a la extinción de cuando en cuando. De haber
alcanzado cinco centímetros menos al saltar, en cierta ocasión, la rana atávica de todo el género humano, el entero curso de la
evolución habría cambiado marcadamente. La progenitora inmediata de la especie de mamíferos protohumanos, que era
similar al lémur, se escapó de la muerte por un tris más de cinco veces antes de parir al progenitor del orden nuevo y superior
de los mamíferos. Pero el peligro mayor, que evadió por un tris, fue al caer un rayo sobre el árbol donde dormía la futura
progenitora de los primates gemelos. Ambos padres de este grupo de mamíferos intermedios padecieron severos
traumatismos y graves quemaduras; tres de sus siete crías murieron fulminados por este relámpago de los cielos. A estos
animales, que iban evolucionando, les faltaba poco para ser supersticiosos. Esta pareja, sobre cuyo refugio en la copa del
árbol había caído el rayo, eran en realidad los caudillos del grupo más adelantado de la especie de los mamíferos intermedios;
y siguiéndole el ejemplo, más de la mitad de la tribu, adhiriéndose a las familias más inteligentes, se mudó a unos tres
kilómetros de esta localidad empezando a construir estas nuevas moradas en las copas de los árboles y nuevos refugios
subterráneos: sus retiros transitorios en momentos de peligro repentino.
706§2
62:3.11
Contemporáneamente con el nacimiento de estos primates gemelos, otra pareja un macho y una hembra particularmente
retrasados de la tribu de los mamíferos intermedios, una pareja que era mental y físicamente inferior también parieron
gemelos. Estos gemelos, un macho y una hembra, eran indiferentes a la conquista; sólo se ocupaban de la consecución de
sustento y, puesto que no comían carne, al poco tiempo perdieron todo interés en la caza. Estos gemelos retrasados fueron los
fundadores de las tribus símicas modernas. Sus descendientes buscaron las regiones meridionales más calurosas con sus
climas benignos y abundancia de frutas tropicales, en donde han continuado hasta la fecha en forma muy parecida a aquellos
días, excepto aquellas ramas que se emparejaron con los tipos anteriores de gibones y monos, deteriorándose
considerablemente como consecuencia.
706§5
62:4.1
Volviendo al nacimiento de los gemelos superiores, un macho y una hembra, a los dos destacados miembros de la tribu de los
mamíferos intermedios: estas crías fueron de una índole insólita; tenían aún menos pelos en el cuerpo que sus padres y, de
muy pequeños, ya insistían en caminar erguidos. Sus antepasados siempre aprendían a caminar sobre las patas traseras, pero
estos primates gemelos se irguieron desde el principio. Alcanzaron a medir más de un metro y medio de altura, y sus cabezas
crecieron más en comparación con las de los demás de la tribu. Aunque aprendieron, a temprana edad, a comunicarse el uno
con el otro por medio de señas y sonidos, nunca pudieron hacer que su pueblo entendiera estos símbolos nuevos.
707§2
62:4.3
Así los primates llegaron a ocupar una región en la costa occidental de la península mesopotámica que, en aquellos tiempos,
se proyectaba en el mar meridional; en tanto que las tribus menos inteligentes y estrechamente emparentadas habitaban en la
punta de la península y a lo largo de su costa oriental.
707§6
62:4.7
De este modo, los mamíferos protohumanos, descendientes del tipo norteamericano de lémur, dieron origen a los mamíferos
intermedios, y estos mamíferos intermedios, a su vez, produjeron a los primates superiores, que fueron los antepasados
directos de la raza humana primitiva. Las tribus de los primates fueron el último eslabón vital en la evolución del hombre, pero
en menos de cinco mil años no quedaría un solo individuo de estas tribus extraordinarias.
707§7
62:5.1
Desde 1934 D.C., retrocediendo al nacimiento de los primeros seres humanos, han pasado 993.419 años.
709§2
62:6.1
Nosotros, los Portadores de Vida en Urantia, habíamos pasado por la larga vigilia, aguardando atentos, desde el día en que
plantamos por primera vez el plasma vital en las aguas planetarias, y naturalmente la aparición de los primeros seres
realmente inteligentes y volitivos nos trajo gran júbilo y suprema satisfacción.
709§8
62:7.1
No tuvimos que aguardar mucho tiempo. Al mediodía del día después de la huida de los gemelos, aconteció el ensayo inicial
de la transmisión de las señales del circuito universal hacia el foco receptivo planetario en Urantia. Estábamos todos, desde
luego, emocionadísimos al darnos cuenta de que el gran suceso era inminente; pero como este mundo era una estación
experimental de vida, no teníamos la menor idea de cómo se nos informaría del reconocimiento de la vida inteligente en el
planeta. Pero no duramos mucho tiempo en la incertidumbre. A los tres días de la huida de los gemelos, y antes de que el
cuerpo de los Portadores de Vida partiera, arribó el arcángel de Nebadón del establecimiento inicial de circuitos planetarios.
703§2
62:1.1
Los lémures primitivos relacionados con la descendencia de la especie humana no estaban directamente emparentados con
las tribus preexistentes de gibones y monos que vivían entonces en Eurasia y África del norte, y cuya progenie ha sobrevivido
hasta el presente. Tampoco fueron la prole del tipo moderno de lémur, aunque que ambos descendieron del mismo
antepasado que ya llevaba mucho tiempo en extinción.
703§3
62:1.2
Aunque estos primeros lémures evolucionaron en el hemisferio occidental, el establecimiento de la descendencia mamífera
directa del género humano tuvo lugar en el sudoeste de Asia, en la zona original de la implantación central de vida, pero en las
fronteras de las regiones orientales. Hacía varios millones de años que el tipo norteamericano de lémur había emigrado hacia
el oeste por el puente terrestre de Bering y había ido avanzando poco a poco hacia el sudoeste a lo largo de la costa asiática.
Estas tribus migratorias finalmente alcanzaron la salubre región situada entre el Mediterráneo, que se hallaba expandido en
aquel momento, y las regiones montañosas de la península de la India, que se iban elevando en ese entonces. En estas tierras,
al oeste de la India, se unieron con otras razas favorables, estableciendo así la descendencia de la raza humana.
703§4
62:1.3
Con el paso del tiempo el litoral de la India, al sudoeste de las montañas, se sumergió de manera gradual, aislando por
completo la fauna de esta región. No hubo ninguna vía por donde acercarse a esta península mesopotámica o pérsica, ni por
donde escaparse de ella, salvo por la ruta del norte, que se cortó en repetidas ocasiones debido a las invasiones hacia el sur
de los glaciares. Así, pues, en esta zona, entonces casi un paraíso, a partir de los descendientes superiores de este tipo de
lémur mamífero que nacieron dos grandes grupos, las tribus símicas de los tiempos modernos y la especie humana actual.
703§5
62:2.1
Hace un poco más de un millón de años aparecieron repentinamente los mamíferos protohumanos mesopotámicos, los
descendientes directos del tipo de lémur norteamericano de los mamíferos placentarios. Eran criaturitas activas, que medían
cerca de un metro de altura; y aunque no solían andar sobre las patas traseras, podían ponerse erguidos con facilidad. Eran
peludos y ágiles y balbuceaban al estilo monesco; pero, a diferencia de las tribus símicas, eran carnívoros. Tenían un primitivo
pulgar oponible, así como también dedos gordos del pie sumamente útiles para asir. Desde este momento en adelante, la
especie prehumana desarrolló cada vez más los pulgares oponibles, perdiendo de manera progresiva la facultad de asir con los
dedos gordos del pie. Las tribus posteriores de monos retuvieron la facultad de asir con los dedos gordos, pero nunca llegaron
a desarrollar el tipo humano de pulgar.
704§1
62:2.2
Estos mamíferos protohumanos llegaban a su pleno desarrollo a los tres o cuatro años de edad, y tenían una vida media
potencial de veinte años. Por lo general tenían una sola cría por vez, aunque, ocasionalmente, se daban gemelos.
704§2
62:2.3
Los miembros de esta nueva especie disponían de cerebros más grandes para su tamaño, de todos los animales que, hasta
entonces, habían existido en la tierra. Experimentaban gran parte de las emociones y compartían numerosos instintos que
posteriormente caracterizarían al hombre primitivo, siendo sumamente curiosos y exhibiendo gran dicha al lograr éxito en una
empresa. El hambre de alimento y el deseo sexual quedaron bien desarrollados, y se manifestaba una selección sexual
definida en una forma tosca de cortejo y en la elección de la pareja. Eran capaces de pelear ferozmente para defender a su
clan y eran tiernos en sus relaciones familiares, con un sentido de abnegación rayando en la vergüenza y el remordimiento.
Eran muy cariñosos y enternecedoramente leales a su pareja, pero si las circunstancias los separaban, elegían una nueva
pareja.
704§3
62:2.4
Como eran de estatura diminuta pero de mente aguda, se percataron de los peligros de su ambiente boscoso, desarrollando
así un temor extraordinario que condujo a aquellas prudentes medidas de precaución que tanto contribuyeron a la
supervivencia, tales como la construcción de refugios toscos en lo alto de los árboles, lo cual eliminaba muchos de los peligros
de la vida en el suelo. El comienzo de las tendencias de la humanidad al temor data, con más exactitud, de esos días.
704§4
62:2.5
Estos mamíferos protohumanos desarrollaron un espíritu tribal que no se había conocido hasta ese entonces. Eran, en efecto,
altamente gregarios; mas, no obstante, sobremanera beligerantes cuando, al seguir el régimen ordinario de su vida rutinaria,
se les perturbaba de algún modo; y acusaban un temperamento fogoso cuando se estimulaba su ira. Su naturaleza belicosa,
sin embargo, sirvió bien para el caso; pues, los grupos superiores no dudaban en hacerles la guerra a sus vecinos inferiores; y
así, mediante la supervivencia selectiva, la especie fue mejorando progresivamente. Al poco tiempo llegaron a dominar la vida
de las criaturas más pequeñas de esta región, y muy pocas de las tribus de monos más antiguas y no carnívoras
sobrevivieron.
704§5
62:2.6
Estos pequeños animales agresivos se multiplicaron y propagaron por la península de Mesopotamia durante más de mil años,
constantemente mejorándose el tipo físico y la inteligencia general. Y solamente setenta generaciones después de haberse
originado esta nueva tribu a partir del tipo superior de lémur predecesor, ocurrió el siguiente acontecimiento que hizo época: la
diferenciación repentina de los antepasados correspondientes al paso vital siguiente en la evolución de los seres humanos en
Urantia.
704§6
62:3.1
Ya tempranamente en la andadura de los mamíferos protohumanos, moraba una pareja superior de estas ágiles criaturas,
encaramada en la copa de un árbol, y ahí nacieron gemelos, un macho y una hembra. En comparación con sus antepasados,
eran criaturitas verdaderamente hermosas. Tenían pocos pelos en el cuerpo, pero esto no constituyó una desventaja, pues
vivían en un clima cálido y estable.
705§1
62:3.2
Estas crías alcanzaron a medir un poco más de un metro y veinte centímetros. En todos los aspectos, eran más grandes que
sus progenitores, contando con piernas más largas y brazos más cortos. Tenían dedos pulgares oponibles de funcionamiento
casi perfecto, casi tan eficiente como el pulgar de los humanos actuales para adaptarse a diversas tareas. Caminaban
erguidos, disponiendo de pies casi tan bien adaptados para andar como los de las razas humanas posteriores.
705§2
62:3.3
Sus cerebros eran inferiores a los de los seres humanos y más pequeños, pero muy superiores a los de sus antepasados y,
comparativamente, mucho más grandes. Los gemelos exhibieron desde temprana edad, una inteligencia superior y al poco
tiempo, fueron reconocidos como jefes de la entera tribu de los mamíferos protohumanos, instituyendo en rigor una forma
primitiva de organización social y un rudimento de división del trabajo. Estos hermanos se emparejaron y, al poco tiempo,
gozaron de la compañía de veintiún hijos, muy similares a sí mismos, todos de más de un metro y veinte centímetros de altura
y, en todos los aspectos, superiores a la especie atávica. Este grupo formó el núcleo de los mamíferos intermedios.
705§3
62:3.4
Cuando creció en números este grupo nuevo y superior, estalló una guerra sin tregua; y al terminar la atroz lucha, no quedó
vivo ni un solo individuo de la raza atávica y preexistente de los mamíferos protohumanos. La descendencia menos numerosa
pero más poderosa e inteligente de la especie había sobrevivido a costa de sus antepasados.
705§4
62:3.5
Ahora bien, durante casi quince mil años (seiscientas generaciones), estas criaturas se convirtieron en el terror de esta parte
del mundo. Todos los animales grandes y feroces de épocas pasadas habían perecido. Las bestias grandes oriundas de estas
regiones no eran carnívoras, y las especies más grandes de la familia felina, leones y tigres, aún no habían invadido este
rincón particularmente protegido de la superficie de la tierra. Así pues, estos mamíferos intermedios se envalentonaron y
subyugaron todo su rincón de la creación.
705§6
62:3.7
Estos mamíferos intermedios fueron los primeros en exhibir una clara propensión a la construcción, tal como se evidencia en
su rivalidad al construir viviendas tanto en las copas de los árboles como en retiros subterráneos de múltiples túneles; fueron la
primera especie de mamíferos en proveer seguridad en refugios arbóreos y subterráneos. De gran parte, abandonaron los
árboles como lugar de morada, viviendo sobre la tierra durante el día y subiendo a las copas de los árboles para dormir por la
noche.
705§7
62:3.8
Al correr del tiempo, el aumento natural en número terminó por originar gran competencia por el sustento y gran rivalidad
sexual, todo lo cual culminó en una serie de batallas recíprocamente destructivas que casi aniquilaron toda la especie. Estas
luchas continuaron hasta que tan sólo quedó vivo un grupo de menos de cien individuos. Pero luego volvió a prevalecer la paz,
y esta solitaria tribu superviviente volvió a construir su sitio para dormir en las copas de los árboles y reanudó su existencia
normal y semipacífica.
706§1
62:3.10
Poco tiempo después de terminar de construir su casa, esta pareja, veteranos de tantas luchas, llegaron a ser los orgullosos
padres de gemelos, los animales más interesantes e importantes que jamás hubieran nacido en el mundo hasta entonces,
pues eran los primeros de la especie nueva de los primates, el próximo paso vital en la evolución prehumana.
706§3
62:3.12
De este modo se ve fácilmente que el hombre y el mono están emparentados sólo porque los dos descendieron de los
mamíferos intermedios, una tribu en la cual ocurrieron los nacimientos contemporáneos y la subsiguiente segregación de dos
parejas de gemelos: la pareja inferior destinada a producir los tipos modernos de mono, babuino, chimpancé, y gorila; la pareja
superior destinada a continuar la línea de ascenso que llegó a ser, por evolución, el hombre mismo.
706§4
62:3.13
El hombre moderno y los simios, en efecto, descendieron de la misma tribu y especie, pero no de los mismos progenitores. Los
antepasados del hombre descendieron de los especímenes superiores de lo más selectivo que quedó de esta tribu de los
mamíferos intermedios, mientras que los simios modernos (con excepción de ciertos tipos preexistentes de lémures, gibones, y
otras criaturas monescas) son los descendientes de la pareja ínfima de este grupo de mamíferos intermedios, una pareja que
sólo sobrevivió por haberse escondido en un retiro subterráneo, depósito de alimentos, por más de dos semanas durante la
última batalla enconada de su tribu, sin salir hasta después de haber cesado completamente las hostilidades.
707§1
62:4.2
Como a los catorce años de edad, huyeron de la tribu, hacia el oeste para criar su familia y establecer la nueva especie de los
primates. Y estas criaturas nuevas se denominan muy propiamente primates, ya que fueron los antepasados animales directos
e inmediatos de la familia humana misma.
707§3
62:4.4
Los primates eran más humanos y menos animales que sus predecesores del grupo mamífero intermedio. Las dimensiones
del esqueleto de esta especie nueva eran muy similares a las de las razas humanas primitivas. El tipo humano de mano y pie
había llegado a su pleno desarrollo, y estas criaturas sabían caminar y hasta correr tan bien como cualquiera de sus
descendientes humanos posteriores. Abandonaron, por lo general, el medio arbóreo, si bien continuaron recurriendo a las
copas de los árboles como medida de seguridad por la noche, pues, lo mismo que sus antepasados precedentes, eran muy
sensibles al temor. El mayor uso de las manos contribuyó mucho al desarrollo de su capacidad cerebral inherente, pero aún no
contaban con mentes que se pudieran llamar en verdad humanas.
707§4
62:4.5
Aunque los primates diferían poco de sus predecesores en cuanto a su naturaleza emocional, exhibían una tendencia más
humana en todas sus propensiones. Fueron, efectivamente, animales espléndidos y superiores, que alcanzaban la madurez a
los diez años de edad y cuya vida natural máxima era de unos cuarenta años. Es decir, podrían haber vivido cuarenta años si
hubieran expirado por muerte natural, pero en aquellos días primitivos muy pocos animales morían de muerte natural; la lucha
por subsistir era demasiado intensa.
707§5
62:4.6
Ahora pues, tras casi novecientas generaciones de desarrollo, abarcando alrededor de veintiún mil años desde el origen de los
mamíferos protohumanos, los primates, súbitamente, dieron a luz a dos asombrosas criaturas, los primeros verdaderos seres
humanos.
707§8
62:5.2
Estas dos notables criaturas fueron verdaderos seres humanos. Contaban con dedos pulgares perfectamente humanos, como
los habían tenido muchos de sus antepasados, y tenían los pies tan perfectos como los de las razas humanas presentes.
Caminaban y corrían, no trepaban; la función de asir con el dedo gordo del pie había desaparecido completamente. Cuando el
peligro les inducía a subirse a las copas de los árboles, trepaban tal como lo harían los humanos de hoy en día. Trepaban al
tronco del árbol a manera de oso y no como lo haría un chimpancé o gorila, columpiándose de rama en rama.
708§1
62:5.3
Estos primeros seres humanos (y sus descendientes) alcanzaban la plena madurez a los doce años de edad y tenían una vida
media potencial de unos setenta y cinco años.
708§2
62:5.4
Muchas emociones nuevas aparecieron tempranamente en estos gemelos humanos. Manifestaban admiración tanto por los
objetos como por otros seres y exhibían considerable vanidad. Pero el adelanto más extraordinario en el desarrollo emocional
fue la aparición repentina de un grupo de sentimientos nuevos que eran realmente humanos: el grupo dado a la adoración, que
comprendía el pavor, la reverencia, la humildad, e incluso una forma primitiva de gratitud. El temor, junto con el
desconocimiento de los fenómenos naturales, está a punto de dar a luz la religión primitiva.
708§3
62:5.5
No sólo se manifestaban tales sentimientos humanos en estos humanos primitivos, sino que también estaban presentes en
forma rudimentaria muchos otros sentimientos altamente evolucionados. Conocían escasamente la compasión, la vergüenza,
el reproche y tenían aguda conciencia del amor, el odio, y la venganza, siendo susceptibles, además, a marcados sentimientos
de celos.
708§4
62:5.6
Estos dos primeros humanos —los gemelos— fueron una gran tribulación para sus padres primates. Como eran tan curiosos y
aventureros, estuvieron a punto de perder la vida en numerosas ocasiones, antes de cumplir los ocho años de edad. Así y todo,
para los doce años de edad ya habían quedado bastante marcados con cicatrices.
708§5
62:5.7
Muy pronto aprendieron a practicar la comunicación verbal; a los diez años ya habían inventado y mejorado un lenguaje de
señas y palabras de casi cincuenta ideas y habían mejorado y expandido considerablemente la torpe técnica de comunicación
de sus antepasados. Pero por más que se esforzaran, no lograron enseñarles a sus padres sino unas pocos signos y símbolos
nuevos.
708§6
62:5.8
Cuando contaban unos nueve años de edad, se fueron de viaje río abajo en un día claro y sostuvieron una conferencia de
trascendental importancia. Todos los entes inteligentes celestiales estacionados en Urantia, yo inclusive, estábamos presentes
en calidad de observadores de las transacciones de esta cita del mediodía. En este día significativo llegaron a convenir en que
vivirían el uno con el otro y el uno por el otro, y éste fue el primero de una serie de tales convenios que, por fin, culminaron en
la decisión de huir de sus compañeros animales inferiores y emprender un viaje hacia el norte, poco conociendo que, así,
habrían de fundar la raza humana.
708§7
62:5.9
Aunque preocupados por lo que estos dos salvajes estaban proyectando, no teníamos el poder para controlar el
funcionamiento de sus mentes; no influimos, ni podíamos influir, de forma arbitraria, sobre sus decisiones. Pero dentro de los
límites permisibles de la función planetaria, nosotros, los Portadores de Vida, junto con nuestros colaboradores, todos
conspiramos para guiar a los gemelos humanos hacia el norte, lejos de su pueblo peludo que moraba parcialmente en los
árboles. De este modo, en virtud de su propia elección inteligente, los gemelos, en efecto, emigraron, y a causa de nuestra
supervisión, emigraron hacia el norte a una región aislada donde escaparon la posibilidad de una degradación biológica
mediante el cruce con sus parientes inferiores de las tribus de los primates.
708§8
62:5.10
Poco tiempo antes de su partida de su bosque natal, perdieron a su madre en un ataque de los gibones. Aunque no contó ella
con la misma inteligencia que ellos, tenía por su prole un alto grado de afecto mamífero de orden superior; e impávidamente
dio su vida para salvar a la pareja maravillosa. Tampoco fue en balde su sacrificio, pues resistió al enemigo hasta que llegó el
padre con refuerzos y puso en fuga a los invasores.
709§1
62:5.11
Poco después de que esta pareja joven abandonara a sus compañeros para fundar la raza humana, se desconsoló su padre
primate estaba acongojadísimo. Se negó a comer, aun cuando sus otros hijos le llevaban la comida. Habiendo perdido a la
brillante pareja, ya no le pareció que mereciera la pena vivir entre sus semejantes ordinarios; de modo que se fue a vagar al
azar por el bosque, y fue atacado por gibones hostiles que lo mataron a golpes.
709§3
62:6.2
Veníamos siguiendo el desarrollo mental de los gemelos mediante nuestra observación del funcionamiento de los siete
espíritus ayudantes de la mente asignados a Urantia al tiempo de nuestra llegada al planeta. A través del largo desarrollo
evolutivo de la vida planetaria, estos incansables ministros de la mente registraban constantemente su creciente habilidad de
ponerse en contacto con las capacidades cerebrales sucesivamente en expansión de las criaturas animales progresivamente
superiores.
709§4
62:6.3
En un principio únicamente el espíritu de intuición pudo funcionar en el comportamiento instintivo y reflejo de la vida animal
primordial. Con la diferenciación de los tipos superiores, el espíritu de la comprensión pudo dotar a tales criaturas del don de la
asociación espontánea de ideas. Más adelante observamos al espíritu de la valentía en funcionamiento; los animales en trance
de evolucionar desarrollaron en rigor una forma simple de autoconciencia de protección. Posteriormente a la aparición de los
grupos de los mamíferos, observamos el espíritu del conocimiento manifestarse en creciente medida. La evolución de los
mamíferos superiores trajo la función del espíritu del consejo, con el consecuente desarrollo del instinto gregario y los
principios del desarrollo social primitivo.
709§5
62:6.4
A través de los tiempos de los mamíferos protohumanos, los mamíferos intermedios, y los primates, veníamos observando,
más y más, el servicio incrementado de los cinco primeros ayudantes. Pero nunca habían podido funcionar los dos restantes,
los ministros superiores de la mente, en el tipo urantiano de mente evolutiva.
709§6
62:6.5
Imaginaos nuestro regocijo un día —cuando los gemelos tenían unos diez años— en que el espíritu de adoración hizo su
primer contacto con la mente de la gemela y, poco tiempo después de esto, con la del gemelo. Sabíamos que algo muy
semejante a la mente humana se acercaba a su culminación; y cuando, al año, resolvieron finalmente, como resultado de un
pensamiento meditativo y de una decisión basada en un propósito, huir de la querencia y viajar al norte, entonces comenzó a
funcionar el espíritu de la sabiduría en Urantia y en estas dos mentes ya reconocidas como humanas.
709§7
62:6.6
Hubo una movilización inmediata y nueva de los siete espíritus ayudantes de la mente. Estábamos rebosantes de expectación;
nos percatamos de que el momento que veníamos esperando desde hacía tanto tiempo se acercaba; sabíamos que
estábamos en el umbral de la realización de nuestro dilatado esfuerzo para desarrollar criaturas volitivas en Urantia.
710§1
62:7.2
Fue un día dichoso y significativo en Urantia cuando se reunió nuestro pequeño grupo en torno al polo planetario de
comunicación espacial y recibió el primer mensaje de Salvintón mediante el recién establecido circuito planetario de mente.
Este primer mensaje, dictado por el jefe del cuerpo de arcángeles, decía:
710§2
62:7.3
«A los Portadores de Vida en Urantia: ¡Saludos! Comunicamos la afirmación del gran gusto en Salvintón, Edentia, y Jerusem
en honor del registro, en la sede central de Nebadón, de la señal de la existencia en Urantia de la mente volitiva. Se ha notado
la decisión ex profeso de los gemelos de huir hacia el norte y de segregar su prole de sus antepasados inferiores. Esta es la
primera decisión de la mente —del tipo humano de mente— en Urantia y automáticamente establece el circuito de
comunicación por el cual este mensaje inicial de reconocimiento se está transmitiendo.»
710§3
62:7.4
A continuación, por este nuevo circuito pasaron los saludos de los Altísimos de Edentia, que contenían las instrucciones para
los Portadores de Vida residentes prohibiéndonos interferir en el modelo de vida que habíamos establecido. Se nos exhortó a
no intervenir en los asuntos del progreso humano. No debe deducirse, de ahí, que los Portadores de Vida se entrometen
arbitraria y mecánicamente con el despliegue natural de los planes evolutivos de un planeta, pues no lo hacemos. Pero hasta
este momento se nos había permitido manipular el medio ambiente y escudar el plasma vital de manera particular; y esta
supervisión extraordinaria, pero del todo natural, habría de discontinuarse.
710§4
62:7.5
En cuanto dejaron de hablar los Altísimos, el bello mensaje de Lucifer, que en aquel entonces era el soberano del sistema de
Satania, comenzó a planetizar. En este momento los Portadores de Vida oyeron las palabras de bienvenida de su jefe y
recibieron su permiso para volver a Jerusem. Este mensaje de Lucifer englobó la aceptación oficial del trabajo de los
Portadores de Vida en Urantia y nos absolvió de toda crítica posterior a cualquiera de nuestros esfuerzos para mejorar los
modelos de vida de Nebadón como se habían establecido en el sistema de Satania.
710§5
62:7.6
Estos mensajes de Salvintón, Edentia, y Jerusem formalmente marcaron la terminación de la supervisión secular del planeta
por los Portadores de Vida. Llevábamos muchísimas épocas de servicio, asistidos únicamente por los siete espíritus ayudantes
de la mente y por los Rectores Físicos Mayores. Ahora bien, habiendo aparecido en las criaturas evolutivas del planeta la
voluntad, el poder de optar por adorar y ascender, nos dimos cuenta de que se había terminado nuestro trabajo, y nuestro
grupo se preparó a partir. Siendo Urantia un mundo de modificación de vida, se otorgó permiso para dejar atrás a dos
Portadores de Vida veteranos con doce asistentes, y a mí me seleccionaron como uno de este grupo y desde entonces he
permanecido en Urantia.
710§6
62:7.7
Hace sólo 993.408 años (contando hasta el año 1934 d. de J.C.) que Urantia se reconoció formalmente como planeta de
habitación humana en el universo de Nebadón. La evolución biológica nuevamente había conseguido los niveles humanos de
dignidad volitiva; el hombre ya había llegado al planeta 606 de Satania.
710§7
62:7.8
[Patrocinado por un Portador de Vida de Nebadón residente en Urantia.]