DOCUMENTO 188
EL PERIODO EN LA TUMBA
2012§1
188:0.1
El
día y medio que yació el cuerpo mortal de Jesús en la tumba de José, el período entre su muerte en la cruz y su
resurrección, constituye un capítulo de la andadura terrenal de Miguel del cual poco sabemos. Podemos narrar la
sepultura del Hijo del Hombre y poner en este registro los acontecimientos vinculados con su resurrección, pero no
podemos proporcionar mucha información de naturaleza auténtica sobre lo que realmente ocurrió durante este
período de aproximadamente treinta y seis horas, desde las tres de la tarde del viernes hasta las tres de la mañana
del domingo. Este período de la andadura del Maestro comenzó poco antes de que los soldados romanos lo
bajaran de la cruz. Colgó de la cruz aproximadamente una hora después de su muerte. Hubiera sido bajado antes
pero hubo demora en acabar con los dos bandidos.
2012§4
188:1.1
Cuando José y Nicodemo llegaron al Gólgota, encontraron que los soldados estaban bajando a Jesús de la cruz y
los representantes del sanedrín estaban de pie cerca para asegurarse de que ninguno de los seguidores de Jesús
impidiera que su cadáver fuera llevado a las fosas comunes de los criminales. Al presentar José al centurión la
orden de Pilato de que le entregara el cadáver del Maestro, los judíos levantaron un tumulto y clamaron por su
posesión. En su ira intentaron apoderarse del cuerpo por la fuerza; ante esta acción, el centurión llamó junto a él a
cuatro de sus soldados que, desenvainando las espadas, protegieron el cuerpo del Maestro que yacía sobre el
suelo. El centurión ordenó que los otros soldados dejaran a los dos ladrones y controlaran a la multitud airada de
judíos enfurecidos. Cuando se hubo restaurado el orden, el centurión leyó a los judíos el permiso de Pilato y,
haciéndose a un lado, dijo a José: «Este cuerpo es tuyo para que hagas lo que creas conveniente. Yo y mis
soldados permaneceremos aquí para asegurarnos de que nadie interfiera».
2014§1
188:2.1
Aunque los seguidores de Jesús no hicieron caso de su promesa de resucitar de la tumba el tercer día, sus
enemigos sí la recordaron. Los altos sacerdotes, los fariseos y los saduceos recordaban que habían recibido
informes según los cuales el había dicho que resucitaría de entre los muertos.
2014§4
188:3.1
Durante todo este sábado los discípulos y los apóstoles permanecieron ocultos, mientras todo Jerusalén hablaba
de la muerte de Jesús en la cruz. Había casi un millón y medio de judíos presentes en Jerusalén en ese momento,
que provenían de todas partes del imperio romano y de Mesopotamia. Era este el comienzo de la semana de
Pascua, y todos estos peregrinos que estaban en la ciudad se enterarían de la resurrección de Jesús y llevarían la
nueva a sus sitios de origen.
2014§7
188:3.4
No podemos explicar con exactitud qué le ocurrió a Jesús de Nazaret durante el transcurso de ese día y medio en
que supuestamente estuvo reposando en la nueva tumba de José de Arimatea. Aparentemente murió la misma
muerte natural en la cruz que hubiese sufrido cualquier otro mortal en las mismas circunstancias. Le oímos decir:
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».
No comprendemos plenamente el significado de esa declaración puesto que su
Modelador del Pensamiento había sido personalizado con mucha anterioridad, y por consiguiente sostenía una
existencia por separado del ser mortal de Jesús. El Modelador Personalizado del Maestro no podía de ninguna
manera ser afectado por su muerte física en la cruz. Lo que Jesús puso por ese momento en manos del Padre
debe haber sido la contraparte espiritual del trabajo temprano del Modelador al espiritizar la mente mortal para
permitir la transferencia de la transcripción de la experiencia humana a los mundos de morada. Debe haber habido
cierta realidad espiritual en la experiencia de Jesús análoga a la naturaleza del espíritu, o alma, de los mortales de
fe creciente en las esferas. Pero esto es simplemente nuestra opinión: no sabemos en verdad qué fue lo que Jesús
encomendó a su Padre.
2015§6
188:3.10
Y esto es casi todo lo que podemos afirmar sobre el estado de Jesús durante este período en la tumba. Existe una
cantidad de hechos correlacionados a los que podemos aludir, aunque apenas si tenemos la suficiente capacidad
para atrevernos a interpretarlos.
2016§6
188:4.1
A pesar de que Jesús no murió esta muerte en la cruz para expiar la culpa racial del hombre mortal ni para
proporcionar algún tipo de acercamiento eficaz a un Dios, que en otro caso, se sentiría ofendido y que no
perdonaría; aunque el Hijo del Hombre no se ofreció como sacrificio para apaciguar la ira de Dios y para abrir el
camino para que el hombre pecador obtuviera la salvación; a pesar de que estas ideas de expiación y propiciación
son erróneas, existen sin embargo significados en esta muerte de Jesús en la cruz que no deben ser pasados por
alto. Es un hecho que Urantia se conoce entre otros planetas vecinos habitados como «el mundo de la cruz».
2016§8
188:4.3
El hombre mortal no fue nunca propiedad de los grandes embusteros. Jesús no murió para rescatar al hombre de
las garras de los gobernantes apóstatas y de los príncipes caídos de las esferas. El Padre en el cielo nunca
concibió una injusticia tan burda como la de condenar un alma mortal por las malas acciones de sus antepasados.
Tampoco fue la muerte del Maestro en la cruz un sacrificio consistente en pagarle a Dios una deuda que la raza
humana le debía.
2017§9
188:5.1
La cruz de Jesús retrata la medida plena de la devoción suprema del verdadero pastor aun por los miembros de su
rebaño que no la merecen. Coloca para siempre todas las relaciones entre Dios y el hombre sobre la base de
familia. Dios es el Padre; el hombre es su hijo. El amor, el amor de un padre por su hijo, se torna en la verdad
central de las relaciones universales del Creador con la criatura: no la justicia de un rey que busca satisfacción en
el sufrimiento y en el castigo de sus súbditos malvados.
2018§3
188:5.4
Los sufrimientos de Jesús no se limitaron a su crucifixión. En realidad, Jesús de Nazaret pasó más de veinticinco
años en la cruz de la existencia mortal real e intensa. El verdadero valor de la cruz consiste en el hecho de que fue
la expresión suprema y final de su amor, la revelación completa y plena de su misericordia.
2018§4
188:5.5
En millones de mundos habitados, incontables billones de criaturas evolutivas que podían haber sido tentadas a
abandonar la lucha moral y la buena lucha de la fe, han visto nuevamente a Jesús en la cruz y entonces han
procedido hacia adelante, inspirados por la vista de un Dios que da su vida encarnada devotamente al servicio
altruista del hombre.
2019§2
188:5.9
La cruz es el símbolo elevado del servicio sagrado, la dedicación de la propia vida al bienestar y salvación de los
semejantes. La cruz no es el símbolo del sacrificio del Hijo de Dios inocente en sustitución de los pecadores
culpables, ni para apaciguar la ira de un Dios ofendido, pero permanece para siempre en la tierra y en todo el vasto
universo, como símbolo sagrado de los buenos que se efunden sobre los malos y que, al hacer así, los salvan
mediante esta misma devoción de amor. La cruz es el símbolo de la forma más alta de servicio altruista, la
devoción suprema de la concesión plena de una vida recta en el servicio de un ministerio incondicionado, aun en la
muerte, la muerte en la cruz. La presencia misma de este gran símbolo de la vida de efusión de Jesús nos inspira
verdaderamente a todos nosotros a ir y hacer lo mismo.
2019§5
188:5.12
Si el hombre no puede de otra manera apreciar a Jesús y comprender el significado de su efusión en la tierra, por
lo menos puede comprender el compañerismo de sus sufrimientos mortales. Ningún hombre debe temer nunca
que el Creador no sepa la naturaleza o grado de sus aflicciones temporales.
2012§2
188:0.2
Los líderes de los judíos habían planeado que el cuerpo de Jesús fuera arrojado en las fosas abiertas de Gehena,
al sur de la ciudad; así se acostumbraba disponer de las víctimas de la crucifixión. Si se hubiera cumplido este
plan, el cuerpo del Maestro habría estado expuesto a las bestias.
2012§3
188:0.3
Mientras tanto, José de Arimatea, acompañado de Nicodemo, había ido ante Pilato pidiendo que les fuera
entregado el cuerpo de Jesús para darle sepultura adecuada. No era infrecuente que los amigos de los crucificados
sobornaran a las autoridades romanas para obtener el privilegio de disponer de los restos. José fue ante Pilato con
una gran suma de dinero, en caso de que fuera necesario pagar por el permiso de trasladar el cuerpo de Jesús a
un sepulcro privado. Pero Pilato no quiso aceptar dinero por esto. En cuanto oyó la solicitud, en seguida firmó la
orden que autorizaba a José a ir al Gólgota y tomar posesión inmediata y plena de los restos del Maestro. Mientras
tanto, habiendo amainado considerablemente la tormenta de arena, un grupo de judíos que representaban al
sanedrín fue al Gólgota con el propósito de asegurarse de que el cadáver de Jesús fuera arrojado junto con los de
los bandidos a la fosa pública abierta.
2013§1
188:1.2
Una persona crucificada no podía ser enterrada en un cementerio Judío; existía una ley estricta contra este
procedimiento. José y Nicodemo conocían esta ley, y saliendo del Gólgota decidieron enterrar a Jesús en el nuevo
sepulcro de la familia de José, forjado en roca sólida, ubicado a corta distancia al norte del Gólgota, del otro lado
del camino que conducía a Samaria. Nadie yacía aún en este sepulcro, y pensaron que era apropiado que allí
reposara el Maestro. José realmente creía que Jesús resucitaría de entre los muertos, pero Nicodemo tenía
muchas dudas. Estos ex miembros del sanedrín habían mantenido su fe en Jesús más o menos en secreto,
aunque sus consanedristas tenían sospechas desde hacía mucho tiempo, aun antes de que ellos se retiraran del
concilio. De aquí en adelante, se convirtieron en los discípulos más francos de Jesús en todo Jerusalén.
2013§2
188:1.3
A eso de las cuatro y media la procesión fúnebre de Jesús de Nazaret partió del Gólgota en dirección al sepulcro
de José, del otro lado de la carretera. El cuerpo estaba envuelto en un sudario de lino y lo llevaban cuatro
hombres, seguidos por las fieles mujeres de Galilea. Los mortales que llevaron el cuerpo material de Jesús a la
tumba fueron: José, Nicodemo, Juan y el centurión romano.
2013§3
188:1.4
Transportaron los restos hasta el sepulcro, una cámara de unos tres metros cuadrados, y allí rápidamente lo
prepararon para la sepultura. Los judíos en realidad no sepultaban a sus muertos; los embalsamaban. José y
Nicodemo habían traído grandes cantidades de mirra y aloe, y procedieron a envolver el cuerpo con vendajes
saturados en estas soluciones. Cuando terminaron el proceso de embalsamamiento, ataron un paño alrededor de
la cara, envolvieron el cuerpo en un sudario de lino, y con reverencia lo depositaron en un anaquel de la tumba.
2013§4
188:1.5
Una vez que estuvieron los restos en la tumba, el centurión señaló a sus soldados que ayudaran a hacer rodar la
piedra que sellaba la entrada del sepulcro. Después los soldados procedieron a Gehena con los cadáveres de los
bandidos, mientras los demás volvían a Jerusalén, acongojados, para cumplir con la Pascua según las leyes de
Moisés.
2013§5
188:1.6
El entierro de Jesús se hizo de prisa y con apuro, porque era la vigilia del sábado. Los hombres se apresuraron de
vuelta a la ciudad, pero las mujeres permanecieron junto a la tumba hasta que se hizo muy de noche.
2013§6
188:1.7
Mientras ocurría todo esto, las mujeres estaban escondidas allí cerca, de modo que vieron todo y observaron
adonde había sido sepultado el Maestro. Lo hicieron así, porque no les estaba permitido a las mujeres relacionarse
con los hombres en momentos como éste. Estas mujeres pensaban que Jesús no había sido preparado en forma
adecuada para el entierro, y acordaron entre ellas regresar a la casa de José, descansar el sábado, preparar
especias y ungüentos, y retornar el domingo por la mañana para preparar los restos del Maestro en forma
adecuada para el reposo de la muerte. Las mujeres que así permanecieron junto a la tumba este viernes por la
noche fueron: María Magdalena; María la mujer de Clopas; Marta, otra hermana de la madre de Jesús, y Rebeca
de Séforis.
2013§7
188:1.8
Aparte de David Zebedeo y José de Arimatea, muy pocos de los discípulos de Jesús comprendían ni lo creían
realmente que él resucitaría de la tumba el tercer día.
2014§2
188:2.2
Este viernes por la noche, después de la cena pascual, alrededor de la media noche, un grupo de líderes judíos se
reunió en la casa de Caifás, y allí discutieron sus temores sobre las afirmaciones del Maestro de que resucitaría de
entre los muertos al tercer día. Esta reunión finalizó con el nombramiento de un comité de sanedristas con la
misión de apersonarse ante Pilato temprano al día siguiente, llevando la solicitud oficial del sanedrín de que se
apostara una guardia romana ante la tumba de Jesús para impedir que sus amigos la tocaran. El portavoz de este
comité dijo a Pilato: «Señor, recordamos que este engañador, Jesús de Nazaret, dijo, cuando estaba vivo:
'Resucitaré al cabo de tres días'. Por lo tanto nos presentamos ante ti para solicitar que emitas órdenes para
asegurar el sepulcro contra sus seguidores, por lo menos hasta después del tercer día. Mucho tememos que los
discípulos vayan y se roben el cuerpo durante la noche afirmando luego ante el pueblo que él resucitó de entre los
muertos. Si permitimos que esto suceda, este error podría ser mucho peor de lo que hubiera sido permitirle que
siguiera viviendo».
2014§3
188:2.3
Cuando Pilato oyó esta solicitud de los sanedristas, dijo: «Os daré una guardia de diez soldados. Id por vuestro
camino y aseguraos de que la tumba esté a salvo». Volvieron al templo, juntaron a diez de sus propios guardianes,
y se marcharon a la tumba de José, aunque era sábado por la mañana, con estos diez guardianes judíos y diez
soldados romanos, para colocarlos de centinela ante la tumba. Estos hombres hicieron rodar una piedra más ante
la tumba y colocaron el sello de Pilato alrededor de estas piedras y sobre ellas, para asegurarse de que nadie las
moviese sin el conocimiento de ellos. Y estos veinte hombres permanecieron en vigilia hasta la hora de la
resurrección, los judíos les traían alimentos y bebidas.
2014§5
188:3.2
Ya avanzada la noche del sábado, Juan Marcos convocó en secreto a los once apóstoles para que fueran a la casa
de su padre, donde, poco antes de la medianoche, se reunieron en el mismo aposento superior donde dos noches
antes habían compartido la Última Cena con su Maestro.
2014§6
188:3.3
María la madre de Jesús, junto con Rut y Judá, volvió a Betania para reunirse con su familia este sábado por la
tarde poco antes de la puesta del sol. David Zebedeo se quedó en la casa de Nicodemo, pues había hecho arreglos
para que sus mensajeros se reuniesen allí temprano la mañana del domingo. Las mujeres de Galilea, que habían
preparado especias para embalsamar mejor el cadáver de Jesús, estaban aún en la casa de José de Arimatea.
2015§1
188:3.5
Sabemos que la forma física del Maestro reposó allí en la tumba de José hasta las tres de la mañana del domingo
aproximadamente, pero estamos totalmente inciertos con respecto al estado de la personalidad de Jesús durante
ese período de treinta y seis horas. En algunas ocasiones nos hemos atrevido a explicarnos a nosotros mismos
estas cosas más o menos como sigue:
2015§2
188:3.6
1.
La conciencia de Creador de Miguel debe haber estado separada y totalmente libre de su mente mortal vinculada a
la encarnación física.
2015§3
188:3.7
2.
Sabemos que el ex Modelador del Pensamiento de Jesús estuvo presente en la tierra durante este período y al
mando personal de las huestes celestiales reunidas.
2015§4
188:3.8
3.
La identidad espiritual adquirida del hombre de Nazaret, que se fue desarrollando durante su vida en la carne,
primero, mediante los esfuerzos directos de su Modelador del Pensamiento, y más tarde, mediante su perfecta
adaptación personal a las necesidades físicas y a los requisitos espirituales de la existencia mortal ideal, llevado a
cabo a través de su constante decisión de cumplir la voluntad del Padre, debe haber sido confiada a la custodia del
Padre en el Paraíso. No sabemos si esta realidad espiritual verdaderamente volvió para formar parte de la
personalidad resucitada, pero creemos que sí. Pero existen en el universo los que sostienen que esta identidad de
alma de Jesús reposa ahora en el «seno del Padre», y será después liberada para asumir el liderazgo del Cuerpo
de Finalidad de Nebadón en su destino desconocido en relación con los universos aun no creados de los reinos sin
organizar del espacio exterior.
2015§5
188:3.9
4.
Creemos que la conciencia humana o mortal de Jesús durmió durante estas treinta y seis horas. Tenemos motivo
para creer que el Jesús humano nada supo de lo ocurrido en el universo durante este período. Para la conciencia
mortal no existió ese lapso; la resurrección de la vida siguió al sueño de la muerte como si fuera el mismo instante.
2015§7
188:3.11
En el gran patio de las salas de resurrección del primer mundo de morada de Satania, se puede observar
actualmente una magnífica estructura material-morontial conocida con el nombre de «Monumento conmemorativo
de Miguel», que ahora lleva el sello de Gabriel. Este monumento fue creado poco después de la partida de Miguel
de este mundo, y lleva esta inscripción: «En memoria del paso mortal de Jesús de Nazaret de Urantia».
2016§1
188:3.12
Existen registros que muestran que durante este período el concilio supremo de Salvintón, constituido por cien
miembros, celebró una reunión ejecutiva en Urantia bajo la presidencia de Gabriel. También hay registros que
muestran que los Ancianos de Días de Uversa se comunicaron con Miguel sobre el estado del universo de
Nebadón durante este período.
2016§2
188:3.13
Sabemos que por lo menos se transmitió un mensaje entre Miguel y Emanuel de Salvintón mientras el cuerpo del
Maestro yacía en la tumba.
2016§3
188:3.14
Existen muy buenos motivos para que creamos que alguna personalidad se sentó en el trono de Caligastia en el
concilio del sistema de los Príncipes Planetarios en Jerusém que se reunió mientras el cuerpo de Jesús reposaba
en la tumba.
2016§4
188:3.15
Los registros de Edentia indican que el Padre de la Constelación de Norlatiadec estaba en Urantia, y que recibió
instrucciones de Miguel durante este período de permanencia en la tumba.
2016§5
188:3.16
También existen muchas otras pruebas que indican que no toda la personalidad de Jesús estaba dormida e
inconsciente durante este período de muerte física aparente.
2016§7
188:4.2
Jesús quiso vivir una vida mortal plena en la carne en Urantia. La muerte es, ordinariamente, parte de la vida. La
muerte es el último acto del drama mortal. En vuestros esfuerzos bien intencionados para escapar a los errores
supersticiosos de la falsa interpretación del significado de la muerte en la cruz, debéis evitar el grave error de no
percibir el auténtico significado y la verdadera importancia de la muerte del Maestro.
2016§9
188:4.4
Antes de que Jesús viviese en la tierra, tal vez podríais haber estado justificados en creer en un Dios semejante,
pero no podéis pensar así desde que el Maestro vivió y murió entre vuestros semejantes mortales. Moisés enseñó
la dignidad y la justicia de un Dios Creador; pero Jesús representó el amor y la misericordia de un Padre celestial.
2016§10
188:4.5
La naturaleza animal —la tendencia al mal— puede ser hereditaria, pero el pecado no se transmite de padre a hijo.
El pecado es el acto deliberado y consciente de rebeldía contra la voluntad del Padre y las leyes de los Hijos
cometido por una criatura volitiva.
2017§1
188:4.6
Jesús vivió y murió para todo un universo, no solamente para las razas de este mundo. Aunque los mortales de los
reinos tenían salvación aun antes de que Jesús viviese y muriese en Urantia, es sin embargo un hecho que su
efusión en este mundo iluminó grandemente el camino de la salvación; su muerte mucho hizo por aclarar para
siempre la certeza de la supervivencia mortal después de la muerte en la carne.
2017§2
188:4.7
Aunque no sea adecuado hablar de Jesús como de uno que se sacrifica, un rescatador, o un redentor, es
totalmente correcto referirse a él como un salvador. El hizo para siempre más claro y seguro el camino de la
salvación (supervivencia); mostró mejor y más certeramente el camino de la salvación para todos los mortales de
todos los mundos del universo de Nebadón.
2017§3
188:4.8
Una vez que captéis la idea de Dios como Padre verdadero y amante, el único concepto que Jesús enseñó, para
ser consistentes debéis de ahí en adelante, abandonar completamente todos esos conceptos primitivos sobre Dios
como monarca ofendido, gobernante rígido y todopoderoso cuyo mayor deleite consiste en sorprender a sus
súbditos en el error y en asegurarse de que sean castigados debidamente, a menos que otro ser casi igual a él
mismo ofrezca sufrir por ellos, morir como substituto y en su lugar. Toda la idea del rescate y de la expiación es
incompatible con el concepto de Dios tal como lo enseñó y ejemplificó Jesús de Nazaret. El amor infinito de Dios
no es secundario a nada en la naturaleza divina.
2017§4
188:4.9
Este concepto de expiación y salvación a base de sacrificios está arraigado y anclado en el egoísmo. Jesús enseñó
que el servicio al prójimo es el concepto más alto de la hermandad de los creyentes espirituales. La salvación debe
darse por sentado por los que creen en la paternidad de Dios. La mayor preocupación del creyente no debe ser el
deseo egoísta de la salvación personal sino más bien el impulso altruista al amor, y por lo tanto al servicio del
prójimo así como Jesús amó y sirvió a los hombres mortales.
2017§5
188:4.10
Tampoco han de preocuparse mucho los creyentes genuinos por el futuro castigo del pecado. El verdadero
creyente tan sólo se preocupa por su separación actual de Dios. Es verdad que los padres sabios pueden castigar
a sus hijos, pero lo hacen por amor y con fines correctivos. No castigan porque estén airados, tampoco castigan
como retribución.
2017§6
188:4.11
Aunque fuera Dios monarca rígido y legal de un universo en que gobernara supremamente la justicia, con certeza
no estaría satisfecho con el esquema infantil de sustituir a un sufriente inocente por un ofensor culpable.
2017§7
188:4.12
Lo extraordinario de la muerte de Jesús, tal como se relaciona con el enriquecimiento de la experiencia humana y
la expansión del camino de la salvación, no es el hecho de su muerte sino más bien la manera superior y el
espíritu incomparable con que se enfrentó a su muerte.
2017§8
188:4.13
Toda esta idea del rescate de la expiación coloca la salvación en un plano de irrealidad; tal concepto es puramente
filosófico. La salvación humana es real; está basada en dos realidades que pueden ser captadas por la fe de la
criatura e incorporarse de esa manera a la experiencia humana de cada individuo: el hecho de la paternidad de
Dios y su verdad correlacionada, la hermandad del hombre. Es verdad, después de todo, que se os «perdonarán
vuestras deudas, aun como vosotros perdonáis a vuestros deudores».
2018§1
188:5.2
La cruz por siempre muestra que la actitud de Jesús hacia los pecadores no fue ni de condenar ni de condonar,
sino más bien de salvación eterna y amante. Jesús es en verdad un salvador en el sentido de que su vida y su
muerte atraen a los hombres a la bondad y a la supervivencia recta. Jesús ama tanto a los hombres que este amor
despierta la respuesta amorosa en el corazón humano. El amor es verdaderamente contagioso y eternamente
creativo. La muerte de Jesús en la cruz ejemplifica un amor que es lo suficientemente fuerte y divino como para
perdonar el pecado y absorber toda maldad. Jesús reveló a este mundo una calidad más alta de rectitud que la
justicia: el mero concepto técnico del bien y del mal. El amor divino no solamente perdona las faltas; las absorbe y
realmente las destruye. El perdón del amor trasciende enteramente el perdón de la misericordia. La misericordia
pone a un lado la culpa del mal; pero el amor destruye para siempre el pecado y toda debilidad que de él resulte.
Jesús trajo a Urantia un nuevo método de vivir. Nos enseñó a no resistir al mal sino a encontrar a través de él la
bondad que destruye al mal eficazmente. El perdón de Jesús no es condonar; es la salvación de la condenación.
La salvación no le resta importancia a la falta; la enmienda. El verdadero amor no transige con el odio ni lo
condena, sino lo destruye. El amor de Jesús no está nunca satisfecho con el simple perdón. El amor del Maestro
implica rehabilitación, supervivencia eterna. Es totalmente propio hablar de salvación como redención, si con eso
significáis esta rehabilitación eterna.
2018§2
188:5.3
Jesús, por el poder de su amor personal por los hombres, pudo romper la garra del pecado y del mal. De esa
manera liberó al hombre para que éste pudiera elegir los mejores caminos del vivir. Jesús ilustró una liberación del
pasado que en sí misma prometía el triunfo del futuro. El perdón proveyó asé la salvación. La belleza del amor
divino, una vez que entra plenamente en el corazón humano, destruye para siempre el encanto del pecado y el
poder del mal.
2018§5
188:5.6
El triunfo de la muerte en la cruz queda resumido en el espíritu de la actitud de Jesús hacia los que lo
atormentaban. Convirtió la cruz en el símbolo eterno del triunfo del amor sobre el odio y de la victoria de la verdad
sobre el mal al orar:
«Padre, perdónalos, porque no saben qué están haciendo».
Esa devoción de amor fue contagiosa en todo un vasto universo; los discípulos se
contagiaron de su Maestro. El primer maestro de este evangelio que tuvo que poner su vida al servicio del
evangelio, dijo, mientras lo apedreaban a muerte: «No cargues este pecado a su cuenta».
2018§6
188:5.7
La cruz hace el llamado supremo a lo mejor que hay en el hombre porque nos revela a aquél que estuvo dispuesto
a ofrendar su vida al servicio de sus semejantes. El hombre no puede tener mayor amor que éste: estar dispuesto
a dar la vida por sus amigos: y Jesús tenía tal amor que estaba dispuesto a dar la vida por sus enemigos, el más
grande amor que se había conocido hasta ese momento en la tierra.
2019§1
188:5.8
Este sublime espectáculo de la muerte de Jesús humano en la cruz del Gólgota ha sobrecogido las emociones de
los mortales, tanto en Urantia como en otros mundos, y ha produciendo al mismo tiempo una mayor devoción de
los ángeles.
2019§3
188:5.10
Cuando los hombres y mujeres pensantes contemplan a Jesús ofreciendo su vida en la cruz, ya no se atreverán a
quejarse nuevamente ni siquiera por los sufrimientos más grandes de la vida, y mucho menos por las pequeñas
dificultades o por sus muchas penas puramente ficticias. Su vida fue tan gloriosa y su muerte tan triunfal que todos
nos sentimos atraídos a querer compartir ambas. Hay un verdadero poder de atracción en toda la efusión de
Miguel, desde los días de su juventud hasta el espectáculo sobrecogedor de su muerte en la cruz.
2019§4
188:5.11
Aseguraos pues de que cuando contempléis la cruz como revelación de Dios, no miréis con los ojos del hombre
primitivo ni con el punto de vista del bárbaro posterior, pues ambos consideraban a Dios como un Soberano severo
de dura justicia y rígida ley. Más bien aseguraos de que veáis en la cruz la manifestación final del amor y de la
devoción de Jesús a su misión de vida en efusión sobre las razas mortales de su vasto universo. Ved en la muerte
del Hijo del Hombre la cumbre del amor divino del Padre por sus hijos en las esferas mortales. La cruz retrata así
la devoción del afecto voluntarioso y la concesión de salvación voluntaria sobre los que están dispuestos a recibir
estos dones y esta devoción. No hubo nada en la cruz que el Padre solicitara: sólo lo que Jesús tan
voluntariamente dio, negándose a evitarlo.
2019§6
188:5.13
Sabemos que la muerte en la cruz no fue para reconciliar al hombre con Dios sino para estimular al hombre a la
comprensión del amor eterno del Padre y de la misericordia sin fin de su Hijo, y para difundir estas verdades
universales a todo un universo.