DOCUMENTO 159
LA GIRA POR LA DECÁPOLIS
1762§1
159:0.1
Cuando
Jesús y los doce llegaron al parque Magadán, los estaban aguardando un grupo de casi cien evangelistas y
discípulos, incluyendo el cuerpo de mujeres, prontos para comenzar inmediatamente la gira de enseñanza y
predicación de las ciudades de la Decápolis.
1762§3
159:1.1
Una tarde en Hipos, en respuesta a la pregunta de uno de los discípulos, Jesús enseñó la lección sobre el perdón.
Dijo el Maestro:
1762§5
159:1.3
«El Padre en el cielo ama a sus hijos, por eso debéis vosotros aprender a amaros los
unos a los otros; el Padre en el cielo os perdona vuestros pecados, por lo tanto, debéis aprender a perdonaros los
unos a los otros. Si tu hermano peca contra ti, ve, hablale con tacto y paciencia y móstrale su error. Y haz todo
esto a solas con él. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si tu hermano no te escucha, si persiste en el
error, ve, hablale nuevamente, llevándote a uno o dos amigos comunes, para así contar con dos o aun tres testigos
que confirmen tu testimonio y establezcan el hecho de que has tratado con justicia y misericordia a tu hermano
ofensor. Si tampoco escucha él a vuestros hermanos, podrás relatar todo el hecho a la congregación, y si él se
niega a escuchar a la hermandad, deja que el grupo decida una acción justa; que este miembro rebelde se vuelva
un paria del reino. Aunque no podáis pretender sentaros en juicio del alma de vuestros semejantes, aunque no
podáis perdonar pecados ni de otra manera presumir usurpar las prerrogativas de los supervisores de las huestes
celestiales, sin embargo el mantener el orden temporal del reino sobre la tierra está en vuestras manos. Aunque no
podáis entrometeros en los decretos divinos sobre la vida eterna, vosotros determinaréis los asuntos de conducta
que se refieren al bienestar temporal de la hermandad en la tierra. Así pues, en todos estos asuntos relacionados
con la disciplina de la hermandad, lo que decretéis en la tierra será reconocido en el cielo. Aunque no podáis
determinar el hado eterno del individuo, podréis legislar la conducta del grupo, porque, cuando dos o tres de
vosotros estéis de acuerdo sobre una de estas cosas y me elevéis vuestra solicitud, así se hará por vosotros,
siempre y cuando vuestro pedido no esté en desacuerdo con la voluntad de mi Padre en el cielo. Todo esto es por
siempre verdad, porque toda vez que se reúnan dos o tres creyentes, allí estaré yo entre ellos».
1763§1
159:1.4
Simón Pedro era el apóstol a cargo de los trabajadores en Hipos, y cuando oyó así hablar a Jesús, preguntó:
«Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí, y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces?» Jesús le
respondió a Pedro:
«No sólo siete veces, sino aun setenta veces y siete veces más. Así pues, se puede
comparar el reino del cielo con cierto rey que, cierta vez, se puso a hacer las cuentas con sus mayordomos de
palacio. En cuanto empezaron a rendir cuentas, trajeron ante su presencia a el mayordomo principal que confesó
que debía a su rey diez mil talentos. Pero este funcionario de la corte del rey se lamentó que estaba pasando por
un período difícil, y que no tenía con qué pagar su obligación. Así pues, el rey mandó que sus propiedades fueran
confiscadas y que sus hijos fueran vendidos para pagar su deuda. Al escuchar este mayordomo tan duro decreto,
cayó de bruces ante el rey y le imploró que tuviera misericordia y que le diera un poco más de tiempo, diciendo,
'Señor, ten un poco más de paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo'. Cuando el rey contempló a este siervo
negligente y a su familia, se despertó su compasión. Ordenó que fuera liberado y que se le perdonara
completamente el préstamo.
1764§1
159:1.6
Así enseñó Jesús los peligros e ilustró la injusticia de presumir juzgar a los semejantes. La disciplina debe ser
mantenida, la justicia debe ser administrada, pero en todos estos asuntos debe prevalecer la sabiduría de la
hermandad. Jesús impartió la autoridad legislativa y judicial al grupo, no al individuo. Aun esta autoridad del grupo
no debe ser ejercida como autoridad personal. Siempre existe el peligro de que la decisión de un individuo se vea
distorsionada por el prejuicio o por la pasión. El juicio del grupo puede prevenir más fácilmente los peligros y
eliminar las injusticias de la opinión personal. Jesús trató siempre de minimizar los elementos de la injusticia, la
venganza y la represalia.
1764§3
159:2.1
Jesús fue a Gamala para visitar a Juan y a los que trabajaban con él en ese lugar. Esa noche, después de la
sesión de preguntas y respuestas, Juan le dijo a Jesús: «Maestro, ayer fui a Astarot para ver a un hombre que
enseñaba en tu nombre y aun proclamaba que puede echar a los diablos. Pero este hombre no ha estado nunca
con nosotros, ni tampoco nos sigue; por consiguiente, le prohibí hacer semejantes cosas». Entonces dijo Jesús:
«No se lo prohíbas. ¿No percibes acaso que pronto este evangelio del reino será
proclamado en todo el mundo? ¿Cómo puedes esperar que todos los que crean en el evangelio se sometan a tu
dirección? Regocíjate de que ya nuestras enseñanzas hayan comenzado a manifestarse más allá de los límites de
nuestra influencia personal. ¿Acaso no ves, Juan, que los que profesan hacer grandes obras en mi nombre
llegarán a apoyar nuestra causa? Por cierto no se pondrán a hablar mal de mí. Hijo mío, en estos asuntos, es
mejor que pienses que el que no está contra nosotros está a nuestro favor. En las generaciones venideras, muchos
habrá que, sin ser enteramente merecedores, harán muchas cosas extrañas en mi nombre pero yo no lo prohibiré.
Yo te digo que, cada vez que alguien dé una vasija de agua fría a un alma sedienta, los mensajeros del Padre
siempre anotarán ese servicio de amor».
1765§3
159:3.1
En Edrei, donde trabajaban Tomás y sus compañeros, Jesús pasó un día y una noche y, en el curso de la
conversación vespertina, expresó los principios que debían guiar a los que predican la verdad y activar a todos los
que enseñan el evangelio del reino. Resumidos y expresados en fraseología moderna, Jesús enseñó:
1765§4
159:3.2
Respetad siempre la personalidad del hombre. Una causa recta no se ha de avanzar jamás por la fuerza; las
victorias espirituales sólo se pueden alcanzar mediante el poder espiritual. Esta amonestación contra el empleo de
influencias materiales atañe tanto a la fuerza psíquica como a la fuerza física. No se deben emplear argumentos
avasalladores ni superioridad mental para obligar a los hombres y a las mujeres a entrar al reino. La mente del
hombre no debe ser aplastada por el solo peso de la lógica ni sobrecogida por la elocuencia sagaz. Aunque no se
puede del todo eliminar la emoción como factor en las decisiones humanas, los que quieran avanzar la causa del
reino no deben apelar directamente a las emociones en sus enseñanzas. Apelad directamente al espíritu divino que
habita en la mente de los hombres. No recurráis al temor, la piedad ni el mero sentimiento. Al apelar a los
hombres, sed justos; ejerced autocontrol y exhibid discreción; mostrad respeto adecuado por la personalidad de
vuestros alumnos. Recordad que yo he dicho:
«He aquí que llego a la puerta y golpeo, y si alguien me abre, yo entraré».
1766§8
159:3.12
Cuando mis hijos tengan autoconciencia de la seguridad de la presencia divina, esa fe les expandirá la mente, les
ennoblecerá el alma, les reforzará la personalidad, les aumentará la felicidad, les profundizará la percepción
espiritual, y aumentará su capacidad para amar y ser amados.
1767§1
159:3.13
Enseñad a todos los creyentes que los que entran al reino no se vuelven inmunes a los accidentes del tiempo ni a
las catástrofes ordinarias de la naturaleza. El creer en el evangelio no prevendrá los problemas, pero sí asegurará
que vosotros actuaréis sin miedo cuando los problemas ocurran. Si os atrevéis a creer en mí y procedéis de todo
corazón en mis huellas, vosotros al así hacerlo os encaminaréis sin lugar a dudas por una senda certeramente
dificultosa. No os prometo liberaros del mar de adversidades, pero sí os prometo que navegaré a través de todas
ellas con vosotros.
1767§2
159:3.14
Y mucho más enseñó Jesús a este grupo de creyentes antes de que se retiraran para descansar esa noche. Y los
que oyeron sus palabras las atesoraron en su corazón, recitándolas a menudo para edificación de los apóstoles y
discípulos que no habían estado presentes cuando fueron pronunciadas.
1767§3
159:4.1
Luego Jesús fue a Abila, donde trabajaban Natanael y sus compañeros. Natanael estaba muy preocupado por
algunas de las declaraciones de Jesús, que parecían menoscabar la autoridad de las escrituras hebreas
reconocidas. Por consiguiente, esa noche, después del usual período de preguntas y respuestas, Natanael condujo
a Jesús lejos de los demás y preguntó: «Maestro, ¿podrías tú confiar en mí para que yo conozca la verdad sobre
las Escrituras? Observo que tú nos enseñas sólo una parte de las escrituras sagradas —la mejor parte en mi
opinión— y deduzco que rechazas las enseñanzas de los rabinos que indican que las palabras de la ley son las
palabras mismas de Dios, y que estas palabras han estado con Dios en el cielo aun antes de los días de Abraham
y Moisés. ¿Cuál es la verdad de las Escrituras?» Cuando Jesús oyó la pregunta de su perplejo apóstol, respondió:
1767§4
159:4.2
«Natanael, tú has juzgado correctamente; yo no contemplo las Escrituras, como lo
hacen los rabinos. Te hablaré sobre este asunto, a condición de que tú nada digas de estas cosas a tus hermanos,
pues no todos ellos están preparados para recibir esta enseñanza. Las palabras de la ley de Moisés y las
enseñanzas de las Escrituras no existían antes de Abraham. Sólo en tiempos recientes se han recopilado las
Escrituras en la forma como las conocemos. Aunque contienen los mejores pensamientos y los anhelos más
elevados del pueblo judío, también contienen mucho que está lejos de ser representativo del carácter y de las
enseñanzas del Padre en el cielo; por lo tanto, yo debo elegir, entre las mejores enseñanzas, aquellas verdades
que han de recogerse para el evangelio del reino.
1769§2
159:4.11
Natanael resultó iluminado y pasmado ante el pronunciamiento del Maestro. Largamente reflexionó sobre esta
conversación en las profundidades de su alma, pero a nadie dijo nada sobre este diálogo hasta la ascensión de
Jesús; y aun entonces, tenía temor de impartir la historia completa de las instrucciones del Maestro.
1769§3
159:5.1
En Filadelfia, donde trabajaba Santiago, Jesús enseñó a los discípulos sobre la naturaleza positiva del evangelio
del reino. Cuando, en el curso de sus palabras, sugirió que algunas partes de las Escrituras contenían más
verdades que otras y advirtió a sus oyentes que alimentaran su alma con el mejor alimento espiritual, Santiago
interrumpió al Maestro, preguntando: «¿Quieres, Maestro, tener la bondad de sugerirnos cómo podremos elegir los
mejores pasajes de las Escrituras para nuestra edificación personal?» Jesús replicó:
«Sí, Santiago, cuando leáis las Escrituras, buscad aquellas enseñanzas eternamente
verdaderas y divinamente hermosas, como:
1769§9
159:5.7
Esto ilustra la forma en que Jesús, día tras día, se apropiaba de lo mejor de las Escrituras hebreas para instruir a
sus seguidores y para incluirlas en las enseñanzas del nuevo evangelio del reino. Otras religiones habían sugerido
la idea de la cercanía de Dios al hombre, pero Jesús convirtió el amparo de Dios al hombre como la solicitud del
padre amante por el bienestar de sus hijos dependientes, haciendo de esta enseñanza el cimiento de su religión.
Así pues la doctrina de la paternidad de Dios convirtió en obligatoria la práctica de la hermandad de los hombres.
La adoración de Dios y el servicio del hombre se tornaron la suma y sustancia de su religión. Jesús tomó lo mejor
de la religión judía y lo tradujo en un valioso conjunto de nuevas enseñanzas del evangelio del reino.
1770§6
1762§2
159:0.2
En la mañana de este jueves 18 de agosto, el Maestro reunió a sus seguidores y ordenó a cada uno de los
apóstoles que se vinculara con uno de los doce evangelistas, y que con otros de los evangelistas salieran en doce
grupos para trabajar en las ciudades y aldeas de la Decápolis. Ordenó al cuerpo de mujeres y otros de los
discípulos que permanecieran con él. Jesús dedicó cuatro semanas a esta gira, instruyendo a sus seguidores a
que regresaran a Magadán no más tarde del viernes 16 de septiembre. Prometió visitarlos a menudo durante este
período. En el curso de este mes estos doce grupos laboraron en Gérasa, Gamala, Hipos, Zafón, Gadara, Abila,
Edrei, Filadelfia, Hesbón, Dium, Escitópolis, y muchas otras ciudades. Durante toda la gira no ocurrió ningún
acontecimiento de curaciones milagrosas ni otros portentos.
1762§4
159:1.2
«Si un hombre de corazón tierno tiene cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿acaso
no dejará inmediatamente a las noventa y nueve para ir en busca de la que se ha extraviado? Y si es un buen
pastor, ¿acaso no perseverará en su búsqueda de la oveja extraviada hasta hallarla? Y luego cuando encuentre el
pastor su oveja perdida, se la echará al hombro y camino a su casa con regocijo llamará a sus amigos y vecinos,
diciéndoles: 'regocijaos conmigo, porque hallé a mi oveja perdida'. Os declaro que hay más felicidad en el cielo
cuando se arrepiente un pecador que por noventa y nueve personas rectas que no necesitan arrepentimiento. Aun
así, no es la voluntad de mi Padre en el cielo que se extravíe uno de estos pequeños, mucho menos, que perezca.
En vuestra religión, Dios puede recibir a los pecadores arrepentidos; en el evangelio del reino, el Padre sale a
buscarlos aun antes de que ellos hayan pensado seriamente en arrepentirse.
1763§2
159:1.5
«Este mayordomo, habiendo recibido así misericordia y perdón de las manos del rey,
se fue por su camino, y al toparse con uno de mayordomos subordinados que le debía tan sólo cien denarios, lo
detuvo, lo aferró por el cuello y le dijo: 'págame todo lo que me debes'. El subordinado cayó de rodillas ante él
implorándole: 'tenme un poco de paciencia, y pronto podré pagarte'. Pero este funcionario no supo mostrar
misericordia sobre su subalterno, sino que lo arrojó en un calabozo hasta que pagara su deuda. Cuando los demás
funcionarios vieron lo que había ocurrido, tanto les dolió que fueron y le relataron el hecho a su señor y maestro, el
rey. Al oír el rey el comportamiento de este mayordomo, hizo llamar a este hombre sin gratitud ni perdón ante su
presencia y le dijo: 'eres un siervo malvado y indigno. Cuando buscabas compasión, yo te perdoné generosamente
toda tu deuda. ¿Por qué no tratas a tu subalterno con misericordia, así como yo te traté a ti con misericordia?' Tan
airado estaba el rey, que mandó entregar a este siervo indigno a los carceleros para que lo metieran en un
calabozo hasta que pagara todo lo que debía. Así pues, derramará mi Padre celestial la más abundante
misericordia sobre los que son generosamente misericordiosos para con sus semejantes. ¿Cómo puedes implorar
a Dios que te tenga consideración por tus imperfecciones, si castigas a tus hermanos culpables de las mismas
debilidades humanas? Yo os digo a todos vosotros: habéis recibido generosamente las cosas buenas del reino;
dad pues generosamente a vuestros semejantes en la tierra».
1764§2
156:1.7
[El uso del término setenta y siete como ilustración de la misericordia y perdón, se derivó de las Escrituras, allí
donde se lee el júbilo de Lamec por las armas de metal con que contaba su hijo Tubal-Caín, quien, comparando
estos instrumentos superiores con los de sus enemigos, exclamó: «Si Caín, sin armas en la mano, fue vengado
siete veces, yo seré ahora vengado setenta y siete».]
1764§4
159:2.2
Esta instrucción dejó a Juan grandemente perplejo. ¿Acaso no había oído decir al Maestro:
«El que no está conmigo está en contra de mí?»
El no percibía que, en este caso, Jesús se refería a la relación personal del hombre
con las enseñanzas espirituales del reino, mientras que en el otro, había hecho referencia a las vastas relaciones
sociales exteriores de los creyentes, relacionadas con cuestiones de control administrativo y jurisdicción de un
grupo de creyentes sobre el trabajo de otros grupos, que finalmente integrarán la hermandad mundial venidera.
1765§1
159:2.3
Pero Juan relató muchas veces esta experiencia en relación con sus labores subsiguientes en nombre del reino.
Sin embargo, los apóstoles muchas veces se ofendieron con los que se atrevían a enseñar en nombre del Maestro.
Siempre les pareció inapropiado que los que no se habían sentado nunca a los pies de Jesús, se atrevieran a
enseñar en su nombre.
1765§2
159:2.4
Este hombre a quien Juan prohibió enseñar y trabajar en nombre de Jesús, no acató la orden del apóstol. Siguió
laborando en Canata hasta reunir un grupo considerable de creyentes, luego prosiguió hasta Mesopotamia. Este
hombre, Aden, había sido conducido a la fe en Jesús por el testimonio del demente a quien Jesús curara cerca de
Queresa, aquel que creía firmemente que los supuestos espíritus malignos que el Maestro había echado de él,
habían invadido la manada de cerdos arrastrándolos al precipicio y a su destrucción.
1765§5
159:3.3
Al atraer a los hombres al reino, no disminuyáis ni destruyáis su autorrespeto. Aunque un excesivo respeto de sí
mismo puede llegar a destruir la humildad y culminar en orgullo, vanidad y arrogancia, la pérdida del respeto
propio lleva a menudo a una parálisis de la voluntad. Es propósito de este evangelio, restaurar el autorrespeto en
los que lo han perdido y controlarlo en los que lo tienen. No cometáis el error de limitaros a condenar las
equivocaciones en la vida de vuestros alumnos; recordad que también debéis reconocer generosamente las cosas
dignas de alabanza en su vida. No olvidéis que nada me detendrá en mis esfuerzos por restaurar el autorrespeto
de los que lo han perdido y sinceramente desean recuperarlo.
1765§6
159:3.4
Cuidad de no herir el respeto propio de las almas temerosas y miedosas. No empleéis sarcasmo con mis
hermanos de mente sencilla. No os mostréis cínicos con mis hijos dominados por el temor. El ocio destruye el
respeto a sí mismo; por lo tanto, advertid a vuestros hermanos que se mantengan ocupados en su tarea de
elección, y esforzaos por asegurar trabajo a los que se encuentran sin empleo.
1766§1
159:3.5
No cometáis el error de utilizar tácticas despreciables como por ejemplo, la de intentar por medio del terror que los
hombres y las mujeres entren al reino. Un padre amante no aterroriza a sus hijos para conseguir que obedezcan
sus exigencias justas.
1766§2
159:3.6
Alguna vez comprenderán los hijos del reino que las sensaciones fuertes de emoción no equivalen a la guía del
espíritu divino. Si se siente una fuerte y extraña emoción en pos de hacer algo o de ir a cierto lugar, no significa
esto necesariamente que tales impulsos se originen en el espíritu residente.
1766§3
159:3.7
Advertid de antemano a todos los creyentes que habrán de atravesar un mar de conflictos al pasar de la vida como
se la vive en la carne, a la vida más elevada como se la vive en el espíritu. Los que moren exclusivamente en uno
de los dos medios, sufrirán muy poco conflicto o confusión, pero todos están destinados a experimentar mayor o
menor inseguridad en los tiempos de transición entre los dos niveles del vivir. Al entrar al reino, no podéis escapar
sus responsabilidades ni evitar sus obligaciones, pero recordad: el yugo del evangelio es fácil y la carga de la
verdad es ligera.
1766§4
159:3.8
El mundo está lleno de almas que se mueren de hambre en la presencia misma del pan de la vida; los hombres
mueren buscando a Dios, sin ver que él mora en ellos. Los hombres van en pos de los tesoros del reino con el
corazón anhelante y los pies cansados, sin ver que esos tesoros están al alcance inmediato de la fe viviente. La fe
es para la religión, lo que la vela es para la nave; es un aumento de poder, no una carga adicional en la vida. Para
los que entran al reino la lucha es una sola, o sea, trabar la buena lucha de la fe. El creyente tiene que dar una sola
batalla: la batalla contra la duda: la incredulidad.
1766§5
159:3.9
Al predicar el evangelio del reino, estáis enseñando, simplemente, la amistad con Dios. Y esta hermandad apela
por igual a hombres y mujeres, porque ambos encontrarán en ella lo que más verdaderamente satisface sus
anhelos e ideales característicos. Decid a mis hijos que, aunque me enternezca yo por sus sentimientos y tenga
paciencia con sus debilidades, también soy despiadado con el pecado e intolerante de la iniquidad. Soy en verdad
manso y humilde en la presencia de mi Padre, pero soy igual e implacablemente inexorable allí donde haya
maldad deliberada y rebelión pecaminosa contra la voluntad de mi Padre en el cielo.
1766§6
159:3.10
No describáis a vuestro Maestro como varón de dolores. Las futuras generaciones deben conocer también nuestra
felicidad radiante, el entusiasmo de nuestra buena voluntad, y la inspiración de nuestro buen humor. Proclamamos
un mensaje de buenas noticias, contagioso en su poder transformador. Nuestra religión late con nueva vida y
nuevos significados. Los que aceptan esta enseñanza se llenan de alegría y su corazón los impulsa a regocijarse
para siempre. Una felicidad en crecimiento constante es siempre la experiencia de todos los que están seguros de
Dios.
1766§7
159:3.11
Enseñad a todos los creyentes a que no se apoyen en las tablas inseguras de la falsa compasión. No podéis
desarrollar caracteres fuertes si os entregáis a compadeceros a vosotros mismos; intentad honestamente evitar la
influencia engañosa de compartir pesares. Ofreced vuestra compasión a los valientes y los valerosos, limitando
vuestra piedad por aquellas almas cobardes que tan sólo enfrentan a medias las pruebas del vivir. No brindéis
consuelo a los que sucumben a sus problemas sin luchar. No ofrezcáis simpatía a vuestros semejantes con el solo
objeto de conseguir que ellos a su vez simpaticen con vosotros.
1767§5
159:4.3
«Estos escritos son obra de los hombres, algunos santos, otros, no tan santos. Las
enseñanzas de estos libros representan el punto de vista y el nivel de esclarecimiento de los tiempos en los que se
originaron. Como revelación de la verdad, los más recientes son más confiables que los más antiguos. Las
Escrituras contienen errores y su origen es puramente humano, pero ten la seguridad de que constituyen la mejor
recopilación de sabiduría religiosa y verdad espiritual que hay en el mundo entero en este momento.
1767§6
159:4.4
«Muchos de estos libros no fueron escritos por las personas cuyos nombres llevan,
pero eso no disminuye de ninguna manera el valor de las verdades que contienen. Aunque la historia de Jonás no
fuera un hecho, aun si Jonás no hubiera existido, la profunda verdad de este relato, el amor de Dios por Nínive y
los así llamados paganos, no sería menos preciosa a los ojos de todos aquellos que aman a sus semejantes. Las
Escrituras son sagradas porque presentan los pensamientos y acciones de los hombres que buscaban a Dios, y
que nos dejaron en estos escritos sus más elevados conceptos de rectitud, verdad y santidad. Las Escrituras
contienen mucho que es verdad, mucho, pero tú ya sabes, a la luz de las enseñanzas que habéis recibido, que
estos escritos contienen también mucho que tergiversa la imagen del Padre en el cielo, el Dios amante que yo he
venido para revelar a todos los mundos.
1768§1
159:4.5
«Natanael, no te permitas ni por un instante creer en aquellos documentos de las
Escrituras que dicen que el Dios del amor ordenó a tus antepasados que salieran a batallar para destruir a todos
sus enemigos: hombres, mujeres y niños. Estos documentos son palabras de hombres, hombres no muy santos,
no son la palabra de Dios. Las Escrituras siempre reflejaron y siempre reflejarán el estado intelectual, moral y
espiritual de los que las crean. ¿Acaso no has notado que los conceptos de Yahvé crecen en belleza y gloria a
través de los escritos de los profetas, desde Samuel hasta Isaías? Y recuerda también, que el propósito de las
Escrituras es la instrucción religiosa y la guía espiritual. No son obra de historiadores ni de filósofos.
1768§2
159:4.6
«Lo más deplorable es, no solamente esta idea errónea de la perfección absoluta de
las Escrituras y de la infalibilidad de sus enseñanzas, sino más bien la confusa y errónea interpretación de estos
escritos sagrados por los escribas y fariseos de Jerusalén, esclavos de la tradición. Ahora pues, emplearán ellos
tanto la doctrina de inspiración de las Escrituras como sus propias tergiversaciones para resistirse decididamente a
las enseñanzas más nuevas del evangelio del reino. Natanael, no olvides jamás que el Padre no limita la revelación
de la verdad a una sola generación ni a un solo pueblo. Muchos buscadores sinceros de la verdad se han
encontrado confundidos y desilusionados por esta doctrina de la perfección de las Escrituras, y lo estarán también
en el futuro.
1768§3
159:4.7
«La autoridad de la verdad es el espíritu mismo que mora en sus manifestaciones
vivientes, no las palabras muertas de hombres menos iluminados y supuestamente inspirados de generaciones
pasadas. Aunque estos santos varones de antaño sí vivieron vidas inspiradas y llenas de espíritu, eso no significa
que sus palabras eran similarmente inspiradas espiritualmente. Hoy, no ponemos por escrito las enseñanzas de
este evangelio del reino, para que, después de mi partida, vosotros os separéis rápidamente en distintos grupos,
cada uno convencido de poseer la verdad como resultado de la diversidad de vuestras interpretaciones de mis
enseñanzas. Durante esta generación, es mejor que vivamos estas verdades evitando dejar documentos escritos.
1768§4
159:4.8
«Presta atención a mis palabras, Natanael: nada de lo que toque la naturaleza
humana puede ser considerado infalible. Indudablemente podrá brillar la verdad divina a través de la mente
humana pero siempre con pureza relativa y divinidad parcial. La infalibilidad puede ser anhelo de la criatura pero
sólo los Creadores la poseen.
1768§5
159:4.9
«Pero el error más grande de las enseñanzas que se refieren a las Escrituras, consiste
en la doctrina de que éstas son libros sellados de misterio y de sabiduría que tan sólo se atreven a interpretar las
mentes sabias de la nación. Las revelaciones de la verdad divina no están selladas sino por la ignorancia humana,
el fanatismo y la intolerancia de miras estrechas. Sólo el prejuicio y la superstición empañan la luz de las
Escrituras. Un falso temor de lo sagrado ha impedido que la religión fuera salvaguardada por el sentido común. El
temor de la autoridad de los escritos sagrados del pasado impide eficazmente que las almas honestas de hoy
acepten la nueva luz del evangelio, la misma luz que aquellos hombres de otra generación conocedores de Dios
tan intensamente anhelaban ver.
1769§1
159:4.10
«Pero lo más triste de todo esto es, que algunos de los que enseñan la santidad de
este tradicionalismo, conocen esta misma verdad. Ellos comprenden más o menos plenamente estas limitaciones
de las Escrituras, pero sufren de cobardía moral y deshonestidad intelectual. Conocen la verdad relativa a los
sagrados escritos, pero prefieren ocultar del pueblo estos hechos perturbadores. Así pues, pervierten y distorsionan
las Escrituras, tornándolas guías de detalles esclavizadoras de la vida diaria y autoridad en cosas no espirituales,
en vez de apelar a las escrituras sagradas como minas de sabiduría moral, inspiración religiosa y enseñanzas
espirituales de los hombres conocedores de Dios de otras generaciones».
1769§4
159:5.2
«Crea en mi, Oh Señor, un corazón limpio.
1769§5
159:5.3
«El Señor es mi pastor; nada me faltará.
1769§6
159:5.4
«Ama a tu prójimo como a ti mismo.
1769§7
159:5.5
«Porque yo, el Señor tu Dios, te tomaré de la mano derecha, y te dice: No temas; yo
te ayudo.
1769§8
159:5.6
«Ni tampoco se adiestrarán más las naciones para la guerra».
1769§10
159:5.8
Jesús puso un espíritu de acción positiva en las doctrinas pasivas de la religión judía. En lugar de la obediencia
negativa a los requisitos ceremoniales, Jesús impuso una actuación positiva en pos de lo que su nueva religión
exigía de los que la aceptaban. La religión de Jesús consistió no solamente en creer, sino en verdaderamente
hacer, esas cosas que el evangelio requería. No enseñó que la esencia de su religión consistía en el servicio social,
sino más bien, que el servicio social era uno de los efectos seguros de la posesión del espíritu de la verdadera
religión.
1770§1
159:5.9
Jesús no vaciló en apropiarse de la mejor mitad de las Escrituras, repudiando al mismo tiempo las porciones
menos valiosas. Su gran exhortación,
«ama a tu prójimo como a ti mismo»,
la tomó de las Escrituras en donde dice: «No te vengarás contra los hijos de tu
pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo». Jesús se apropió de la porción positiva de esta escritura,
rechazando, al mismo tiempo, la porción negativa. Aun se oponía a la no-resistencia negativa o puramente pasiva.
Dijo:
«Cuando un enemigo te bofetea, no reacciones pasiva y tontamente, sino vuelve la
otra mejilla en actitud positiva; o sea, haz lo mejor posible para alejar activamente a tu hermano errado de los
caminos del mal y conducirlo hacia los caminos mejores de la vida recta».
Jesús exigía que sus seguidores reaccionaran positiva y enérgicamente en toda
situación de la vida. El acto de volver la otra mejilla, o lo que esa acción pudiera tipificar, exige iniciativa, requiere
una expresión vigorosa, activa y valiente de la personalidad del creyente.
1770§2
159:5.10
Jesús no apoyaba una práctica de sumisión negativa a las indignidades de los que pudieran buscar a sabiendas
aprovechar de los que practican la no-resistencia contra el mal, sino más bien, que sus seguidores fueran sabios y
estuvieran alertas para reaccionar rápida y positivamente con el bien frente al mal, con el objeto de conquistar
eficazmente el mal con el bien. No olvidéis que el bien verdadero es invariablemente más poderoso que el mal más
maligno. El Maestro enseñó una norma positiva de rectitud:
«El que quiera ser mi discípulo, que se olvide de sí mismo y asuma la entera medida
de su responsabilidad diaria para seguirme».
Vivió él mismo de una manera tal que «anduvo haciendo el bien». Este aspecto del
evangelio estuvo bien ilustrado por las muchas parábolas que más adelante dijo a sus seguidores. Nunca exhortó a
sus seguidores a que soportaran pacientemente sus obligaciones sino más bien a que asumieran la medida plena
de su responsabilidad humana y privilegios divinos, con energía y entusiasmo, en el reino de Dios.
1770§3
159:5.11
Cuando Jesús instruyó a sus apóstoles que si les quitaban injustamente el abrigo, ofrecieran la otra prenda, se
refería no tanto a una segunda prenda, literalmente, sino a la idea de hacer algo positivo para salvar al que erraba,
en vez de seguir el antiguo consejo de la venganza: «ojo por ojo» y así sucesivamente. Jesús aborrecía la idea de
la venganza, así mismo la de convertirse en un mero sufriente pasivo o una víctima de la injusticia. En esta
ocasión, les enseñó tres maneras de encarar el mal y resistirlo:
1770§4
1.
Devolver el mal con el mal: el método positivo, pero no recto.
1770§5
2.
Sufrir el mal sin queja y sin resistencia: el método puramente negativo.
1770§7
159:5.12
Uno de los apóstoles cierta vez preguntó: «Maestro, ¿qué debo hacer si un extraño me fuerza a llevar su carga por
una milla?» Jesús respondió:
«No te sientes y suspires de alivio mientras insultas en voz baja al extraño. La rectitud
no proviene de las actitudes pasivas. Si no puedes pensar en nada más eficazmente positivo, por lo menos podrás
llevar la carga por una segunda milla. Es indudable que esa acción habrá de desafiar al injusto extraño impío».
1771§2
159:6.1
La misión de cuatro semanas en la Decápolis tuvo un éxito moderado. Cientos de almas fueron recibidas en el
reino, y los apóstoles y evangelistas acumularon experiencia valiosa al llevar a cabo su trabajo sin la inspiración de
la inmediata presencia personal de Jesús.
1770§8
159:5.13
Los judíos sabían de un Dios que perdona a los pecadores arrepentidos y trata de olvidar sus errores, pero hasta la
llegada de Jesús, los hombres nunca habían oído hablar de un Dios que fuera en busca de las ovejas perdidas,
que tomara la iniciativa de buscar a los pecadores, que se regocijara cuando los encontraba deseosos de volver a
la casa del Padre. Esta nota positiva en la religión, la expandió Jesús hasta sus oraciones. Y convirtió la regla de
oro negativa en una admonición positiva de ecuanimidad humana.
1771§1
159:5.14
En todas sus enseñanzas, Jesús infaliblemente evitó los detalles que distraían. Evitó el lenguaje florido y evitó las
meras imágenes poéticas de los juegos de palabras. Habitualmente expresaba grandes significados en
expresiones sencillas. Para fines de ilustración, Jesús invertía el significado corriente de muchos términos, tales
como sal, levadura, pesca, y niñitos. Empleaba la antítesis con la mayor eficacia, comparando lo pequeño con lo
infinito y así sucesivamente. Sus ilustraciones eran sobrecogedoras, como por ejemplo,
«el ciego que conduce al ciego».
Pero la mayor fuerza que se puede encontrar en su enseñanza ilustrativa era su
naturalidad. Jesús trajo la filosofía de la religión desde el cielo a la tierra. Describió las necesidades elementales
del alma con una nueva visión y una nueva dote de afecto.
1771§3
159:6.2
El viernes 16 de septiembre, todo el cuerpo de trabajadores se reunió, tal como se había establecido, en el parque
de Magadán. El día sábado se celebró un consejo de más de cien creyentes en el que se consideraron a fondo los
planes futuros para la ampliación del trabajo del reino. Asistieron los mensajeros de David e informaron sobre el
bienestar de los creyentes en Judea, Samaria, Galilea y los distritos adyacentes.
1771§4
159:6.3
Pocos de los seguidores de Jesús apreciaban plenamente en ese momento el gran valor de los servicios del
cuerpo de mensajeros. Los mensajeros no sólo mantenían a los creyentes en contacto unos con los otros, con
Jesús y los apóstoles por toda Palestina, sino que durante estos días difíciles también servían como recolectores
de fondos, no sólo para el mantenimiento de Jesús y sus colaboradores, sino también para ayudar a las familias
de los doce apóstoles y de los doce evangelistas.
1771§5
159:6.4
Aproximadamente en esta época, Abner trasladó su centro de operaciones de Hebrón a Belén, y este último lugar
fue también el centro de operaciones en Judea para los mensajeros de David. David mantenía un servicio de
mensajeros de difusión de noticias de la tarde a la mañana, entre Jerusalén y Betsaida. Estos corredores salían de
Jerusalén todas las tardes, se relevaban en Sicar y Escitópolis, y llegaban a Betsaida a la hora del desayuno de la
mañana siguiente.
1771§6
159:6.5
Ahora Jesús y sus colaboradores se dispusieron a tomar una semana de descanso antes de prepararse para
empezar la última época de sus labores para el reino. Fue éste su último descanso porque la misión de Perea se
desarrolló en una campaña de predicación y enseñanza que continuó hasta el momento de su llegada a Jerusalén
y del advenimiento de los episodios finales de la andadura terrenal de Jesús.