DOCUMENTO 189
LA RESURRECCIÓN
2020§1
189:0.1
El
viernes por la tarde, poco después del entierro de Jesús, el jefe de los arcángeles de Nebadón, a la sazón presente
en Urantia, convocó su concilio para la resurrección de las criaturas volitivas durmientes y empezó a considerar las
posibles técnicas de restitución de Jesús. Estos hijos del universo local, las criaturas de Miguel, reunidos tomaron
esta decisión por sí solos; Gabriel no los había convocado. A medianoche ya habían llegado a la conclusión de que
la criatura nada podía hacer para facilitar la resurrección del Creador. Estaban dispuestos a aceptar el consejo de
Gabriel, quien les instruyó que, puesto que Miguel había «dado su vida por su propio y libre albedrío, tiene también
el poder de volver a tomar posesión de ésta según su propia decisión». Poco después de que se levantara este
concilio de arcángeles, los Portadores de Vida, y sus varios colaboradores en la tarea de rehabilitación de la
criatura y de creación morontial, el Modelador Personalizado de Jesús, personalmente a cargo de las huestes
celestiales reunidas en ese momento en Urantia, dijo estas palabras a los espectadores en ansiosa espera:
2020§4
189:1.1
A las dos cuarenta y cinco del domingo por la madrugada, la comisión de encarnación del Paraíso, formada de
siete personalidades del Paraíso no identificadas, llegó al sitio, desplegándose inmediatamente alrededor del
sepulcro. A las tres menos diez, comenzaron a emanar del nuevo sepulcro de José intensas vibraciones de
actividades materiales y morontiales combinadas, y dos minutos después de las tres este domingo por la mañana,
9 de abril del año 30 d. de J.C., la forma y personalidad morontial resucitada de Jesús de Nazaret salió del
sepulcro.
2021§2
189:1.3
La humanidad es lenta en percibir que, en todo lo personal, la materia es el esqueleto de morontia, y que ambos
constituyen la sombra reflejada de la realidad espiritual duradera. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que lleguéis a
considerar que el tiempo es la imagen móvil de la eternidad y el espacio la sombra huidiza de las realidades del
Paraíso?
2022§1
189:1.10
El primer acto de Jesús al levantarse de la tumba fue saludar a Gabriel e instruirlo que continuara con el cargo
ejecutivo de los asuntos del universo bajo Emanuel; solicitó luego al jefe de los Melquisedec que transmitiera a
Emanuel sus saludos fraternales. Entonces pidió él al Altísimo de Edentia la certificación de los Ancianos de Días
en cuanto a su tránsito mortal; y volviéndose hacia los grupos morontiales de los siete mundos de morada, allí
reunidos para saludar y dar la bienvenida a su Creador en semejanza de criatura de su orden, Jesús dijo las
primeras palabras de su andadura postmortal. Dijo el Jesús morontial:
«Habiendo completado mi vida en la carne, deseo permanecer aquí por un corto
período de transición, para poder conocer más plenamente la vida de mis criaturas ascendentes y revelar
ulteriormente la voluntad de mi Padre en el Paraíso».
2022§5
189:2.1
A las tres y diez, mientras el Jesús resurgido fraternizaba con las personalidades morontiales reunidas de los siete
mundos de morada de Satania, el jefe de los arcángeles —los ángeles de la resurrección— se acercó a Gabriel y
pidió el cuerpo mortal de Jesús. Dijo el jefe de los arcángeles: «Se entiende que no participemos en la resurrección
morontial de la experiencia de efusión de Miguel nuestro soberano; pero quisiéramos que sus restos mortales
fueran entregados a nuestra custodia para su disolución inmediata. No tenemos la intención de utilizar nuestra
técnica de desmaterialización; simplemente queremos invocar el proceso del tiempo acelerado. Basta con que
hayamos presenciado la vida y la muerte del Soberano en Urantia; las huestes celestiales querrían ahorrarse el
recuerdo de soportar el espectáculo de la lenta putrefacción de la forma humana del Creador y Sostenedor de un
universo. En nombre de las inteligencias celestiales de todo Nebadón, solicito un mandato que se me entregue la
custodia de los restos mortales de Jesús de Nazaret y que nos dé la autoridad para proceder a su disolución
inmediata».
2023§5
189:2.6
La creencia cristiana de la resurrección de Jesús se ha basado en el hecho de la «tumba vacía». Fue en verdad un
hecho que la tumba estaba vacía, pero ésta no fue la verdad de la resurrección. La tumba estaba realmente vacía
cuando llegaron los primeros creyentes, y este hecho, vinculado con el de la resurrección indudable del Maestro,
llevó a la formulación de una creencia que no era verdad: la enseñanza de que el cuerpo material y mortal de
Jesús había resucitado del sepulcro. La verdad relacionada con las realidades espirituales y los valores eternos, no
siempre puede deducirse de la combinación de hechos aparentes. Aunque ciertos hechos pueden ser
materialmente verdad, esto no significa que la asociación de un grupo de hechos deba necesariamente conducir a
conclusiones espirituales verdaderas.
2024§3
189:3.1
Poco después de las cuatro y media de este domingo por la madrugada, Gabriel convocó a su lado a los
arcángeles y se preparó para inaugurar la resurrección general del fin de la dispensación adánica en Urantia.
Cuando las vastas huestes de serafines y de querubines que participaban en este gran acontecimiento se
organizaron en formación apropiada, apareció ante Gabriel, el Miguel morontial diciendo:
«Así como mi Padre tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo el poder de tener
vida en sí mismo. Aunque todavía no he vuelto a tomar plenamente el ejercicio de la jurisdicción universal, esta
limitación autoimpuesta no restringe de ninguna manera el don de la vida sobre mis hijos dormidos; que se
comience a pasar lista para la resurrección planetaria».
2024§6
189:3.4
Cuando el jefe de los arcángeles recibió la señal de la resurrección planetaria, el Modelador Personalizado del Hijo
del Hombre renunció a su autoridad sobre las huestes celestiales reunidas en Urantia, transfiriendo nuevamente a
todos estos hijos del universo local a la jurisdicción de sus comandantes respectivos. Y cuando hubo hecho esto, él
partió en dirección a Salvintón para registrar ante Emanuel la culminación del tránsito mortal de Miguel. Y fue
seguido inmediatamente por todas las huestes celestiales que no hacían falta en Urantia. Pero, Gabriel permaneció
en Urantia con el Jesús morontial.
2025§1
189:3.5
Este es pues el relato de los acontecimientos de la resurrección de Jesús visto por los que tuvieron la oportunidad
de presenciarlos mientras realmente ocurrían, sin las limitaciones de una visión humana parcial y restringida.
2025§2
189:4.1
A medida que nos acercamos al momento de la resurrección de Jesús, este domingo por la madrugada, es bueno
recordar que los diez apóstoles permanecían en la casa de Elías y María Marcos, durmiendo en el aposento
superior, descansando en los mismos divanes en los que se habían reclinado durante la última cena con su
Maestro. Este domingo por la mañana estaban todos allí reunidos, excepto Tomás. Tomás permaneció con ellos
por unos minutos cuando se reunieron inicialmente tarde por la noche del sábado, pero, ver a los apóstoles, y
pensando a la vez en lo que le había sucedido a Jesús, fue demasiado para él. Contempló a sus compañeros e
inmediatamente abandonó el cuarto, yéndose a la casa de Simón en Betfagé, donde pensaba lamentarse de sus
tribulaciones a solas. Todos los apóstoles sufrían, no tanto por la duda y la desesperación sino más bien por el
temor, la pena y la vergüenza.
2025§3
189:4.2
En la casa de Nicodemo se encontraban reunidos, con David Zebedeo y José de Arimatea, unos doce o quince de
los más prominentes discípulos de Jesús en Jerusalén. En la casa de José de Arimatea había unas quince a veinte
de las principales mujeres creyentes. Estas mujeres eran las únicas que moraban en la casa de José, y como se
habían quedado adentro durante las horas del sábado y las de la noche después del sábado, no sabían que había
una guardia militar vigilando la tumba; tampoco sabían que habían hecho rodar una segunda piedra frente a la
tumba, y que ambas piedras habían sido selladas con el sello de Pilato.
2026§4
189:4.10
Mientras estas mujeres estaban allí sentadas en las horas tempranas del amanecer de este nuevo día, miraron
hacia un lado y observaron a un extraño silencioso e inmóvil. Nuevamente se asustaron por un instante, pero María
Magdalena, corriendo hacia él y dirigiéndosele como si pensara que tal vez fuera el jardinero, dijo: «¿Dónde habéis
llevado al Maestro? ¿Dónde lo han enterrado? Dínoslo para que podamos ir y buscarlo». Como el extraño no le
contestó a María, ella se puso a llorar. Entonces les habló Jesús, diciendo:
«¿A quién buscáis?»
María dijo: «Buscamos a Jesús, quien fue enterrado para reposar en el sepulcro de
José, pero se ha ido. ¿Sabes tú adónde le han llevado?» Entonces dijo Jesús:
«¿Acaso no os dijo este Jesús, aun en Galilea, que moriría, pero que volvería a
resucitar?»
Estas palabras asombraron a las mujeres, pero el Maestro tanto había cambiado, que
ellas no le reconocieron cuando él se encontraba allí, de espaldas ante la escasa luz. Mientras ellas reflexionaban
sobre sus palabras, él se dirigió a Magdalena con voz conocida, diciendo:
«María».
Cuando ella oyó esa palabra bien conocida de misericordia y salutación afectuosa,
supo que era la voz del Maestro, y se arrojó de rodillas a sus pies exclamando: «¡Mi Señor, y mi Maestro!» Y todas
las demás mujeres reconocieron que era el Maestro quien estaba de pie ante ellas en forma glorificada, y
rápidamente se arrodillaron ante él.
2027§1
189:4.11
Estos ojos humanos pudieron ver la forma morontial de Jesús debido al ministerio especial de los transformadores
y de los seres intermedios, en colaboración con algunas de las personalidades morontiales que en ese entonces
acompañaban a Jesús.
2027§2
189:4.12
Al intentar María abrazar sus pies, Jesús dijo:
«No me toques, María, porque no soy como me conociste en la carne. En esta forma
permaneceré con vosotros por una temporada antes de ascender al Padre. Pero id, todas vosotras, ahora y decid a
mis apóstoles, y a Pedro, que yo he resucitado, y que habéis hablado conmigo».
2027§5
189:5.1
Mientras los dos apóstoles corrían hacia el Gólgota en dirección a la tumba de José, los pensamientos de Pedro
alternaban entre terror y esperanza; temía encontrar al Maestro, pero su esperanza resurgía, por el relato de que
Jesús le había enviado un mensaje especial. Estaba casi persuadido de que Jesús estaba realmente vivo; recordó
la promesa de que resucitaría al tercer día. Es extraño decirlo, pero hasta este momento, mientras corría él en
dirección al norte, cruzando Jerusalén, no había pensado en esta promesa. Mientras Juan se daba prisa saliendo
de la ciudad, un éxtasis extraño de regocijo y esperanza inundaba su alma. Estaba casi convencido de que las
mujeres realmente habían visto al Maestro resucitado.
2020§2
189:0.2
«Ninguno de vosotros puede hacer nada para ayudar a vuestro Padre-creador a retornar a la vida. Como mortal del
reino él ha experimentado la muerte mortal; como Soberano de un universo, él vive. Lo que observáis es el tránsito
mortal de Jesús de Nazaret de la vida en la carne a la vida en la morontia. El tránsito espiritual de este Jesús fue
completado en el momento en que yo me separé de su personalidad y asumí el cargo de director temporal de
vosotros. Vuestro Padre-creador ha elegido pasar a través de la experiencia total de sus criaturas mortales, desde
el nacimiento en los mundos materiales, a través de la muerte natural y la resurrección morontial, hasta el estado
de existencia espiritual verdadera. Estáis a punto de observar cierta fase de esta experiencia, pero no podéis
participar en ésta. Esas cosas que vosotros ordinariamente hacéis por la criatura, no podéis hacerlas por el
Creador. Un Hijo Creador tiene en sí mismo el poder de efundirse en semejanza de cualquiera de sus hijos
creados; él tiene en sí mismo el poder de ofrendar su vida observable y de volver a poseerla; y él tiene este poder
por mando directo del Padre del Paraíso, y yo sé de qué yo digo».
2020§3
189:0.3
Cuando escucharon las palabras del Modelador Personalizado, todos ellos, desde Gabriel hasta el querubín más
humilde, adoptaron una actitud de ansiosa expectativa. Veían el cuerpo mortal de Jesús en el sepulcro; detectaban
síntomas de la actividad universal de su Soberano amado; y como no comprendían estos fenómenos, esperaron
pacientemente lo que sobrevendría.
2021§1
189:1.2
Cuando Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la tierra
por casi treinta y seis años aún yacía allí en el nicho del sepulcro, tal cual y envuelto en el sudario de lino, tal como
lo dispusieran para su reposo José y sus compañeros el viernes por la tarde. La piedra de la entrada del sepulcro
tampoco fue movida para nada; el sello de Pilato permanecía intacto; los soldados aún estaban de centinela. Los
guardianes del templo habían permanecido continuamente de guardia; la guardia romana fue reemplazada a la
medianoche. Ninguno de estos seres vigilantes sospechó que el objeto de su vigila se había levantado, en una
nueva y más alta forma de existencia, y que el cuerpo que ellos estaban vigilando ya no era sino un indumento
exterior desechado, ya sin conexión alguna con la personalidad morontial entregada y resucitada de Jesús.
2021§3
189:1.4
Por lo que podemos juzgar, ninguna criatura de este universo ni personalidad de otros universos tuvo nada que ver
con esta resurrección morontial de Jesús de Nazaret. El viernes, él dio su vida como un mortal del reino; el
domingo por la mañana, la volvió a poseer como un ser morontial del sistema de Satania en Norlatiadec. Mucho
hay sobre la resurrección de Jesús que nosotros no comprendemos. Pero sí sabemos que ocurrió tal como lo
hemos declarado y aproximadamente a la hora indicada. También podemos registrar que todos los fenómenos
conocidos vinculados con este tránsito mortal, o resurrección morontial, ocurrieron allí mismo, en el nuevo
sepulcro de José, donde yacían los restos mortales de Jesús envueltos en las vendas fúnebres.
2021§4
189:1.5
Sabemos que ninguna criatura del universo local participó en este despertar morontial. Percibimos las siete
personalidades del Paraíso que rodean la tumba, pero no los vimos hacer nada en relación con el despertar del
Maestro. En el momento en que Jesús apareció junto a Gabriel, encima del sepulcro, las siete personalidades del
Paraíso indicaron su intención de partir inmediatamente para Uversa.
2021§5
189:1.6
Aclaremos para siempre el concepto de la resurrección de Jesús con las siguientes declaraciones:
2021§6
189:1.7
1.
Su cuerpo material o físico no fue parte de la personalidad resurgida. Cuando Jesús salió de la tumba, sus restos
carnales permanecieron sin cambios en el sepulcro. El emergió del sepulcro, sin desplazar las piedras que
cerraban la entrada y sin romper los sellos de Pilato.
2021§7
189:1.8
2.
No salió de la tumba como espíritu ni como Miguel de Nebadón; no apareció en forma de Soberano Creador, como
había sido antes de su encarnación en la semejanza de carne mortal en Urantia.
2021§8
189:1.9
3.
Salió de esta tumba de José en la misma semejanza de las personalidades morontiales de los que, como seres
ascendentes morontiales resucitados, emergen de las salas de resurrección del primer mundo de morada de este
sistema local de Satania. Y la presencia del monumento a Miguel en el centro del vasto patio de las salas de
resurrección en el primer mundo de morada nos lleva a conjeturar que la resurrección del Maestro en Urantia fue
en cierto modo fomentada en éste, el primero de los mundos de morada del sistema.
2022§2
189:1.11
Después que hubo hablado Jesús, hizo un gesto al Modelador Personalizado, y todas las inteligencias de este
universo que se habían reunido en Urantia para presenciar la resurrección fueron inmediatamente despachadas a
sus respectivas asignaciones en el universo.
2022§3
189:1.12
A continuación inició Jesús los contactos con el nivel morontial, siendo presentado, como criatura, a los requisitos
de la vida que había elegido vivir, por un corto período, en Urantia. Esta iniciación en el mundo morontial requirió
más de una hora de tiempo terrestre y fue interrumpida dos veces por su deseo de comunicarse con sus anteriores
allegadas en la carne cuando éstas salieron de Jerusalén para espiar la tumba vacía y descubrir maravillados lo
que ellas consideraban prueba de su resurrección.
2022§4
189:1.13
Ya se ha completado el tránsito mortal de Jesús: la resurrección morontial del Hijo del Hombre. La experiencia
transitoria del Maestro como personalidad intermedia entre lo material y lo espiritual, ha comenzado. El lo ha
hecho todo mediante su poder inherente; ninguna personalidad le ha dado ayuda alguna. Ahora vive como Jesús
de morontia, y al comenzar su vida morontial, su cuerpo material carnal yace tal cual en la tumba. Lo soldados
siguen vigilando, y las piedras de la entrada permanecen selladas por el sello del gobernador.
2023§1
189:2.2
Después de conferenciar Gabriel con el decano de los Altísimos de Edentia, el arcángel portavoz de las huestes
celestiales recibió el permiso para disponer de los restos físicos de Jesús de la manera que él considerara
apropiada.
2023§2
189:2.3
Una vez que el jefe de los arcángeles obtuvo el permiso, llamó a muchos de sus semejantes para que le ayudaran,
juntamente con numerosas huestes de representantes de todas las órdenes de las personalidades celestiales y,
con la ayuda de los seres intermedios de Urantia, se hizo cargo del cuerpo físico de Jesús. Este cuerpo mortal era
una creación puramente material; era físico y literal; no se lo podía sacar de la tumba en la forma en que escapara
del sepulcro sellado la forma morontial de la resurrección. Con la ayuda de ciertas personalidades auxiliares
morontiales, la forma morontial puede transformarse en cierto momento como en espíritu, volviéndose indiferente
a la materia común, mientras que en otro momento puede ser discernible y accesible por los seres materiales,
tales como los mortales del reino.
2023§3
189:2.4
Para sacar el cuerpo de Jesús del sepulcro, en preparación para disponer de los restos digna y reverentemente
mediante una disolución casi instantánea, a los seres intermedios secundarios de Urantia se les dio la tarea de
hacer rodar las piedras de la entrada de la tumba. La más grande de las dos piedras era una gran roca redonda,
semejante a una rueda de molino, y se movía dentro de una huella abierta en la roca, de modo que se la podía
hacer rodar hacia atrás y hacia adelante para abrir o cerrar la tumba. Cuando los guardianes judíos y los soldados
romanos, en la escasa luz de la madrugada, vieron que esa enorme piedra comenzaba a rodar abriendo la entrada
de la tumba, aparentemente por sí sola —en ausencia de todo medio visible que explicara tal movimiento— los
dominó el terror y el pánico, y huyeron del sitio de prisa. Los judíos huyeron a su casa, volviendo más tarde para
relatar estas cosas a su capitán en el templo. Los romanos huyeron al fuerte de Antonia e informaron al centurión
sobre lo que habían visto en cuanto él llegó al cuartel.
2023§4
189:2.5
Los líderes judíos se metieron en la sórdida tarea de supuestamente deshacerse de Jesús, sobornando al
traicionero Judas; ahora, al enfrentarse con esta situación embarazosa, en vez de pensar que castigaran a los
guardianes por haber abandonado su puesto, ellos los sobornaron, así como también a los soldados romanos.
Pagaron una suma de dinero a cada uno de estos veinte hombres y les instruyeron que dijeran a todos: «Durante
la noche, mientras estábamos durmiendo, se precipitaron sobre nosotros los discípulos y se llevaron el cuerpo». Y
los líderes judíos prometieron solemnemente a los soldados que los defenderían ante Pilato en caso de que alguna
vez el gobernador se enterase de que ellos se habían dejado sobornar.
2023§6
189:2.7
La tumba de José estaba vacía, no porque el cuerpo de Jesús hubiera sido rehabilitado ni resucitado, sino porque
las huestes celestiales habían solicitado, y recibido el permiso, para realizar una disolución especial y singular, un
retorno del «polvo al polvo» evitando la intervención del paso del tiempo y el efecto de los procesos ordinarios y
visibles de la descomposición mortal y la corrupción material.
2024§1
189:2.8
Los restos mortales de Jesús sufrieron el mismo proceso natural de desintegración de los elementos que
caracteriza a todos los cuerpos humanos en la tierra, excepto que, en cuanto al paso del tiempo, este modo natural
de disolución fue grandemente acelerado, hasta el punto en que se volvió casi instantáneo.
2024§2
189:2.9
Las verdaderas pruebas de la resurrección de Miguel son de naturaleza espiritual, aunque esta enseñanza haya
sido corroborada por el testimonio de muchos mortales del reino que se encontraron con el Maestro morontial
resucitado, lo reconocieron, y comulgaron con él. El fue parte de la experiencia personal de casi mil seres
humanos, antes de despedirse finalmente de Urantia.
2024§4
189:3.2
El circuito de los arcángeles operó entonces por primera vez desde Urantia. Gabriel y las huestes de arcángeles se
trasladaron al sitio de la polaridad espiritual del planeta; y cuando Gabriel dio la señal, se transmití su voz al
primero de los mundos de morada del sistema diciendo: «Por mandato de Miguel, ¡dejad que se levanten los
muertos de una dispensación de Urantia!» Entonces, todos los supervivientes de las razas humanas de Urantia
que habían caído en el sueño desde los días de Adán, y que aún no habían sido juzgados, aparecieron en las salas
de resurrección del grupo de mundos de morada, prontos para la investidura morontial. En un instante de tiempo,
los serafines y sus colaboradores se prepararon para partir hacia los mundos de morada. Ordinariamente estos
guardianes seráficos, anteriormente asignados a la custodia de grupo de estos mortales supervivientes, habrían
estado presentes, en el momento del despertar, en las salas de resurrección del grupo de mundos de morada, pero
en este momento se encontraban en este mundo mismo porque la presencia de Gabriel era necesaria aquí en
relación con la resurrección morontial de Jesús.
2024§5
189:3.3
A pesar de que incontables seres con sus guardianes seráficos personales y los que habían alcanzado el nivel
requerido de progreso de la personalidad espiritual habían progresado a los mundos de morada en las eras
subsiguientes a los tiempos de Adán y Eva, y aunque había habido muchas resurrecciones especiales y milenarias
de los hijos de Urantia, ésta era la tercera ocasión en que se pasaba lista planetaria, o sea la tercera resurrección
dispensacional completa. La primera ocurrió al tiempo de la llegada del Príncipe Planetario, la segunda durante los
tiempos de Adán, y ésta, la tercera, señaló la resurrección morontial, el tránsito mortal, de Jesús de Nazaret.
2025§4
189:4.3
Poco antes de las tres de la mañana de este domingo, cuando empezaron a aparecer los albores del día al este,
cinco de estas mujeres salieron en dirección al sepulcro de Jesús. Habían preparado abundancia de lociones
especiales para embalsamar, y llevaban muchos vendajes de lino con ellas. Querían preparar mejor el cuerpo de
Jesús con los ungüentos fúnebres y envolverlo más cuidadosamente con vendajes nuevos.
2025§5
189:4.4
Las mujeres que salieron en esta misión de ungir el cuerpo de Jesús fueron: María Magdalena, María la madre de
los gemelos Alfeo, Salomé la madre de los hermanos Zebedeo, Joana la mujer de Chuza, y Susana la hija de Ezra
de Alejandría.
2025§6
189:4.5
Eran aproximadamente las tres y media cuando las cinco mujeres, cargadas con sus ungüentos, llegaron frente a
la tumba vacía. Al salir por la puerta de Damasco, encontraron a un grupo de soldados que huía despavorido hacia
la ciudad, y esto hizo que se detuvieran ellas por unos minutos; pero como no ocurrió nada más, prosiguieron.
2025§7
189:4.6
Mucho se sorprendieron cuando vieron que la piedra de la entrada del sepulcro estaba corrida, puesto que al
emprender el camino comentaron entre ellas: «¿Quién nos ayudará a hacer rodar la piedra?» Apoyaron su carga
en el suelo, intercambiando miradas de temor y gran asombro. Titubearon allí de pie, temblando de miedo, María
Magdalena se aventuró a asomarse, dándole la vuelta a la piedra más pequeña, hasta atreverse a entrar al
sepulcro abierto. Este sepulcro de José estaba situado en su jardín, en la pendiente de la colina, sobre la vertiente
este del camino, y también miraba al este. A esta hora temprana, apenas si había suficiente luz del amanecer del
nuevo día para que María mirara hacia el sitio en donde yacían los restos del Maestro, y discerniera que ya no
estaban allí. En el nicho de piedra donde había yacido Jesús, María vio tan sólo el paño doblado sobre el que
reposara su cabeza y los vendajes que le habían envuelto, intactos, dispuestos sobre la laja tal cual lo habían
estado antes de que las huestes celestiales sacaran el cuerpo. La sábana que lo cubría yacía al pie del nicho
fúnebre.
2026§1
189:4.7
Después de permanecer María en la entrada del sepulcro por unos momentos (inicialmente no pudo distinguir
claramente dentro del sepulcro), vio que ya no estaba el cadáver de Jesús y que en su lugar tan sólo quedaban las
envolturas fúnebres, y dio un grito de alarma y angustia. Todas las mujeres estaban enormemente nerviosas;
estaban sobre ascuas desde que se toparon con los soldados despavoridos junto a la puerta de la ciudad, y
cuando María gritó de angustia, cayeron presas del terror, huyendo de gran prisa. Corrieron sin detenerse para
nada todo el camino hasta la puerta de Damasco. Allí, a Joana le remordió la conciencia por haber abandonado a
María; reunió a sus compañeras, y se encaminaron nuevamente al sepulcro.
2026§2
189:4.8
Se iban acercando a la tumba, cuando Magdalena, despavorida, aun más espantada porque al salir de la tumba
descubrió que sus hermanas no la estaban esperando, corrió hacia ellas, exclamando agitadamente: «No está: ¡se
lo han llevado!» y las condujo de vuelta a la tumba, y todas ellas entraron y vieron que estaba vacía.
2026§3
189:4.9
Las cinco mujeres se sentaron entonces sobre la piedra cerca de la entrada y discutieron la situación. Aún no se
les había ocurrido que Jesús hubiera resucitado. Habían permanecido a solas todo el día sábado, y conjeturaron
que el cuerpo había sido trasladado a otro lugar de reposo. Pero al reflexionar sobre tal solución de su dilema, no
pudieron entender por qué los mantos fúnebres estaban tan ordenadamente dispuestos; ¿cómo podían haber
sacado el cuerpo si los vendajes mismos en los que estaba envuelto habían quedado en la misma posición y
aparentemente intactos sobre el anaquel fúnebre?
2027§3
189:4.13
Después de que estas mujeres se recobraron de la impresión y del asombro, se dieron prisa de vuelta a la ciudad y
a la casa de Elías Marcos, donde relataron a los diez apóstoles todo lo que les había ocurrido; pero los apóstoles
no estaban dispuestos a creerles. Pensaron primero que las mujeres habían visto una visión, pero cuando María
Magdalena repitió las palabras que Jesús les había dicho, y cuando Pedro oyó su nombre, él salió corriendo del
aposento alto, seguido de cerca por Juan, dándose gran prisa para llegar a la tumba y ver estas cosas por sí
mismo.
2027§4
189:4.14
Las mujeres repitieron a los otros apóstoles su relato de cómo habían hablado con Jesús, pero ellos no les
creyeron; tampoco quisieron ir para ver con sus propios ojos, como lo habían hecho Pedro y Juan.
2027§6
189:5.2
Juan, como era más joven que Pedro, corrió más rápido y llegó primero a la tumba. Juan permaneció en la entrada
contemplando la tumba, que era tal como María la había descrito. Poco después llegó corriendo Simón Pedro y,
entrando, vio la misma tumba vacía con los mantos fúnebres tan singularmente dispuestos. Cuando Pedro salió,
Juan también entró y lo vio todo, y luego se sentaron en la piedra para reflexionar sobre el significado de lo que
habían visto y oído. Mientras estaban allí, reflexionaron sobre todas las cosas que ellos habían oído sobre Jesús,
pero no podían percibir claramente qué había sucedido.
2027§7
189:5.3
Primero Pedro sugirió que la tumba había sido saqueado, que los enemigos habían robado los restos, tal vez
sobornando a los centinelas. Pero Juan razonó que la tumba no habría quedado tan ordenada si se hubieran
robado el cadáver, y también se preguntó cómo podía ser que los vendajes hubieran quedado aparentemente
intactos. Nuevamente volvieron al sepulcro para examinar más cuidadosamente los mantos fúnebres. Al salir de la
tumba la segunda vez encontraron a María Magdalena que había vuelto y lloraba junto a la entrada. María había
ido a ver a los apóstoles, en la creencia de que Jesús había resucitado de la tumba pero cuando todos ellos se
negaron a creer en su informe, se deprimió y no sabía qué pensar. Deseaba volver junto a la tumba, donde le
pareció que había oído la voz familiar de Jesús.
2027§8
189:5.4
Mientras María permanecía allí después de la partida de Pedro y Juan, el Maestro se le apareció nuevamente,
diciendo:
«No dudes; ten el valor de creer en lo que has visto y oído. Vuelve adonde mis
apóstoles y nuevamente diles que yo he resucitado, que apareceré ante ellos, y que finalmente caminaré delante
de ellos a Galilea como lo prometí».
2028§1
189:5.5
María se dio prisa de vuelta a la casa de Marcos y dijo a los apóstoles que nuevamente había hablado con Jesús,
pero ellos no quisieron creerle. Pero cuando volvieron Pedro y Juan, los demás ya no se mofaron de María, sino
que se llenaron de temor y aprensión.