DOCUMENTO 191
LAS APARICIONES A LOS APÓSTOLES
Y A OTROS LIDERES
12037§1
191:0.1
El
domingo de la resurrección fue un día terrible en la vida de los apóstoles; diez de ellos pasaron la mayor parte del
día en el aposento superior tras puertas aseguradas. Podían haber huido de Jerusalén, pero tenían miedo de ser
arrestados por los agentes del sanedrín si se los encontraban por la calle. Tomás estaba yendo a solas sus
problemas en Betfagé. Mejor habría sido que hubiese permanecido con los demás apóstoles, pues podría haberlos
ayudado dirigiendo su discusión por caminos más útiles.
2039§1
191:1.1
Eran casi las ocho y media de la noche de este domingo, cuando Jesús apareció ante Simón Pedro en el jardín de
la casa de Marcos. Fue ésta su octava manifestación morontial. Pedro había vivido bajo la pesada carga de
incertidumbre y culpa desde el momento de su negación del Maestro. Durante todo el día sábado y ese domingo él
se debatió en el temor de que, tal vez, ya no era un apóstol. Tembló al enterarse del hado de Judas y consideraba
que él, también, había traicionado a su Maestro. Toda esa tarde pensó que tal vez fuera su presencia entre los
apóstoles la que impedía que Jesús apareciera entre ellos; siempre y cuando, por supuesto, él hubiese de veras
resucitado de entre los muertos. Fue ante Pedro, que estaba en ese estado de ánimo y de mente, que Jesús
apareció, mientras el deprimido apóstol deambulaba entre las flores y los arbustos.
2040§2
191:2.1
Poco después de las nueve de esa noche, después de la partida de Cleofas y Jacobo, mientras los gemelos Alfeo
consolaban a Pedro y Natanael discutía con Andrés, los diez apóstoles estaban reunidos en el aposento superior,
con todas las puertas cerradas con seguro por temor de que los arrestaran, el Maestro, en forma morontial,
apareció de pronto en su medio, diciendo:
«Que la paz sea con vosotros. ¿Por qué tanto os aterrorizáis cuando yo aparezco,
como si vierais a un espíritu? ¿Acaso no os hablé yo de estas cosas cuando estaba presente entre vosotros en la
carne? ¿Acaso no os dije que los altos sacerdotes y los líderes me entregarían para que sea matado; que uno de
entre vosotros mismos me traicionaría, y que al tercer día resucitaría? ¿De dónde pues vienen todas vuestras
incertidumbres y toda esta discusión sobre el relato de las mujeres, de Cleofas y Jacobo, y aun de Pedro? ¿Por
cuánto tiempo seguiréis dudando de mis palabras y negándoos a creer en mis promesas? Ahora bien, ya que
realmente me veis, ¿creeréis? Aun ahora uno de vosotros está ausente. Cuando estéis juntos nuevamente, y
después que todos vosotros sepáis con certeza que el Hijo del Hombre se ha levantado de la tumba, id a Galilea.
Tened fe en Dios; teneos fe mutuamente; así pues entraréis al nuevo servicio del reino del cielo. Yo me quedaré en
Jerusalén con vosotros, hasta que estéis listos para ir a Galilea. Mi paz os dejo».
2040§4
191:3.1
El día siguiente, lunes, lo pasó Jesús enteramente con las criaturas morontiales que en ese momento estaban
presentes en Urantia. Como participantes en la experiencia de transición morontial del Maestro, habían venido a
Urantia más de un millón de directores y colaboradores morontiales juntamente con mortales en transición de
varias órdenes desde los siete mundos de morada de Satania. El Jesús morontial permaneció con estas
espléndidas inteligencias por cuarenta días. Los instruyó y aprendió de sus directores la vida de transición
morontial tal como la atraviesan los mortales de los mundos habitados de Satania al pasar ellos a través de las
esferas morontiales del sistema.
2041§4
191:4.1
La décima aparición morontial de Jesús ante los ojos mortales ocurrió el martes 11 de abril poco antes de las ocho
en Filadelfia, ocasión en que se apareció ante Abner y Lázaro y unos ciento cincuenta de sus compañeros,
incluyendo más de cincuenta pertenecientes al cuerpo de evangelistas de los setenta. Esta aparición ocurrió justo
después de la apertura de una reunión especial en la sinagoga, convocada por Abner para discutir la crucifixión de
Jesús y el relato más reciente de la resurrección, traído por un mensajero de David. Puesto que Lázaro resucitado
era ahora miembro de ese grupo de creyentes, no se les presentaban dificultades para creer en el informe de que
Jesús había resucitado de entre los muertos.
2041§6
191:4.3
«Que la paz sea con vosotros. Todos vosotros sabéis que tenemos un Padre en el
cielo y que hay un solo evangelio en el reino: la buena nueva del don de la vida eterna que reciben los hombres
mediante la fe. Al regocijaros en vuestra lealtad al evangelio, orad al Padre de la verdad para que os otorgue en
vuestro corazón un amor nuevo y más grande por vuestros hermanos. Debéis amar a todos los hombres, así como
yo os he amado; debéis servir a todos los hombres, así como yo os he servido. Con compasiva comprensión y
afecto fraterno, recibid en la comunión de hermandad a todos vuestros hermanos que se dedican a la
proclamación de la buena nueva, sean ellos judíos o gentiles, griegos o romanos, persas o etíopes. Juan proclamó
el reino por adelantado; vosotros habéis predicado el evangelio en poder; los griegos ya enseñan la buena nueva; y
yo pronto enviaré el Espíritu de la Verdad al alma de todos estos, mis hermanos, que tan altruísticamente han
dedicado su vida al esclarecimiento de sus semejantes que están sentados en las tinieblas espirituales. Todos
vosotros sois los hijos de la luz; por eso, no tropecéis en marañas de malentendido causadas por sospechas
mortales y la intolerancia humana. Si os ennoblecéis, por la gracia de la fe, para amar a los descreídos, ¿no
debéis acaso igualmente amar a los que son vuestros concreyentes en la extensa familia de la fe? Recordad que,
así como os amáis unos a otros, todos los hombres sabrán que sois mis discípulos.
2042§2
191:4.5
En el momento en que dijo:
«Mi paz os dejo»,
desapareció de su vista. Con excepción de una de sus apariciones en Galilea, donde
más de quinientos creyentes lo vieron al mismo tiempo, este grupo en Filadelfia fue el grupo más grande de
mortales que le vio en una ocasión particular.
2042§5
191:5.1
Tomás pasó una semana solitaria, en las colinas cerca del Oliveto. Durante este tiempo vio solamente a los que
estaban en la casa de Simón y a Juan Marcos. Eran alrededor de las nueve del sábado 15 de abril, cuando los dos
apóstoles lo encontraron y se lo llevaron de vuelta a la casa de Marcos. Al día siguiente, Tomás escuchó el relato
de las varias apariciones del Maestro, pero inquebrantablemente se resistió a creer. Sostenía que Pedro, por su
entusiasmo, los había convencido de que habían visto al Maestro. Natanael razonó con él, pero en vano. Había
una testarudez emocional, vinculada con su habitual tendencia a dudar, y este estado mental, combinado con su
pena por haberlos abandonado, se confabuló para crear una situación de aislamiento que aun Tomás mismo no
podía entender completamente. Se había alejado de sus compañeros, se había ido por su cuenta, y ahora, aun
cuando estaba de vuelta entre ellos, inconscientemente tendía a colocarse en una posición de desacuerdo. Era
lento en rendirse. No le gustaba la derrota. Aunque no fuera su intención, realmente disfrutaba de la atención que
le prestaban; derivaba una satisfacción inconsciente de los esfuerzos de todos sus hermanos por convencerlo y
convertirlo. Los había extrañado durante una semana entera, y derivaba gran placer de sus persistentes
atenciones.
2044§2
191:6.1
Mientras los once apóstoles iban en camino a Galilea, acercándose al fin de su viaje, el martes 18 de abril, por la
noche, a eso de las ocho y media, Jesús apareció ante Rodán y unos ochenta demás creyentes en Alejandría. Fue
ésta la duodécima aparición del Maestro en forma morontial. Jesús apareció ante estos griegos y judíos al finalizar
el relato de un mensajero de David sobre la crucifixión. Este mensajero, siendo el quinto de la serie de corredores
camino de Jerusalén a Alejandría, había llegado a Alejandría en las últimas horas de esa tarde, y cuando hubo
entregado su mensaje a Rodán, se decidió que se convocaría a los creyentes para recibir del mensajero mismo la
noticia trágica. A eso de las ocho de la noche, el mensajero, Natán de Busiris, se presentó ante este grupo y les
relató con detalle todo lo que el corredor precedente le había contado a él. Natán finalizó su emotivo relato con
estas palabras: «Pero David, quien nos envía con esta noticia, informa que el Maestro, al pronosticar su muerte,
declaró que volvería a resucitar». Aun mientras hablaba Natán, apareció allí el Maestro morontial a plena vista de
todos. Y cuando Natán se sentó, Jesús dijo:
2037§2
191:0.2
Durante todo ese día Juan sostuvo la idea de que Jesús había resucitado de entre los muertos. Recordó no menos
de cinco veces distintas en las que el Maestro había afirmado que resucitaría nuevamente y por lo menos tres
veces en las que aludió al tercer día. La actitud de Juan tenía considerable influencia sobre ellos, especialmente
sobre su hermano Santiago y sobre Natanael. Juan podría haber tenido mayor influencia sobre ellos si no hubiese
sido el más joven del grupo.
2037§3
191:0.3
El aislamiento de los apóstoles mucho tuvo que ver con sus problemas. Juan Marcos los mantenía en contacto con
los acontecimientos del templo y les informaba en cuanto a los muchos rumores que se difundían por la ciudad,
pero no se le ocurrió allegar noticias de los diferentes grupos de creyentes ante los que Jesús ya había aparecido.
Este tipo de servicio había sido realizado hasta ese momento por los mensajeros de David, pero estaban todos
ausentes en su última misión como heraldos de la resurrección ante aquellos grupos de creyentes que moraban
lejos de Jerusalén. Por primera vez en todos estos años, los apóstoles se dieron cuenta de cuanto habían confiado
en los mensajeros de David para recibir información diaria sobre los asuntos del reino.
2037§4
191:0.4
Durante todo este día Pedro, como siempre, vaciló emocionalmente entre la fe y la incertidumbre sobre la
resurrección del Maestro. Pedro no podía olvidar la vista de las ropas fúnebres yaciendo allí en la tumba como si el
cuerpo de Jesús se hubiese evaporado desde adentro. «Pero», razonaba Pedro, «si ha resucitado y puede
aparecer a las mujeres, ¿por qué no se aparece antes nosotros, sus apóstoles?» Pedro se apenaba cuando
pensaba que tal vez debido a su presencia entre los apóstoles Jesús no venía a ellos, ya que él lo negó esa noche
en el patio de Anás. Al mismo tiempo se consolaba por el mensaje traído por las mujeres,
«id y contad a mis apóstoles, y a Pedro».
Pero, para poder obtener consolación de este mensaje presuponía que él debía creer
que las mujeres realmente habían visto y oído al Maestro resucitado. Así pues, Pedro alternó entre la fe y la duda a
lo largo de todo el día, hasta poco después de las ocho de la noche, cuando se atrevió a salir al patio. Pedro
pensaba alejarse de los apóstoles para que su presencia no impidiera la venida de Jesús, debido a que él había
negado al Maestro.
2037§5
191:0.5
Santiago Zebedeo, quien sostuvo al principio que sería conveniente que fueran todos al sepulcro, estaba
fuertemente a favor de hacer algo para esclarecer este misterio. Natanael fue quien les impidió que se mostraran
en público fuera de la casa como lo preconizaba Santiago, y lo hizo recordándoles la advertencia de Jesús de que
no pusieran en peligro su vida en estos momentos. Al mediodía, Santiago también se tranquilizó, y todos
aguardaban. El dijo muy poco; estaba terriblemente desilusionado porque Jesús no había aparecido ante ellos, y
aún no sabía de las muchas apariciones del Maestro a otros grupos e individuos.
2038§1
191:0.6
Ese día Andrés escuchó mucho. Estaba efectivamente perplejo por la situación y tenía más incertidumbre de la
necesaria, pero por lo menos disfrutaba de cierta sensación de liberación de las responsabilidades de dirigir a los
demás apóstoles. En efecto, estaba agradecido de que el Maestro le hubiera liberado de la carga del liderazgo
antes de entrar ellos en estos períodos difíciles.
2038§2
191:0.7
Más de una vez durante las largas y fatigantes horas de este día trágico, la única influencia positiva en el grupo fue
la contribución frecuente del característico tono filosófico de Natanael. Fue en verdad quien controló a los diez a lo
largo de todo ese día. No se expresó ni una vez sobre la creencia o la incredulidad en cuanto a la resurrección del
Maestro. Pero a medida que pasaba el día, cada vez más tendía a creer que Jesús había cumplido su promesa de
resucitar.
2038§3
191:0.8
Simón el Zelote estaba demasiado anonadado para participar en las discusiones. La mayor parte del tiempo
estaba echado en un diván en un rincón del cuarto, mirando a la pared; no habló ni media docena de veces en todo
ese día. Su concepto del reino se había derrumbado, y no discernía que la resurrección del Maestro pudiera
cambiar materialmente la situación. Su desencanto era muy personal y en líneas generales demasiado agudo para
que se pudiera recuperar a corto plazo, aun frente a un hecho tan estupendo como la resurrección.
2038§4
191:0.9
Aunque parezca extraño, Felipe, generalmente poco expresivo, habló mucho durante toda la tarde de este día.
Poco tuvo que decir por la mañana, pero durante el curso de la tarde se pasó haciendo preguntas a los demás
apóstoles. Pedro se irritó repetidamente por las preguntas de Felipe, pero los demás las tomaron con buen humor.
Felipe estaba particularmente deseoso de saber si, suponiendo que Jesús realmente se hubiera levantado de la
tumba, tendría su cuerpo las marcas físicas de la crucifixión.
2038§5
191:0.10
Mateo estaba altamente confundido; escuchó las discusiones de sus hermanos, pero pasó la mayor parte del
tiempo reflexionando sobre los problemas financieros que le deparaba el futuro. Aparte de la supuesta resurrección
de Jesús, Judas ya no estaba, David le había entregado los fondos sin ceremonia, y no tenían ellos un líder con
autoridad. Antes de que Mateo hubiera llegado a considerar seriamente las argumentaciones de los demás sobre la
resurrección, ya había visto al Maestro, cara a cara.
2038§6
191:0.11
Los gemelos Alfeo poco participaron en estas discusiones serias; estaban bastante ocupados en sus
ministraciones habituales. Uno de ellos expresó la actitud de ambos al decir, respondiendo a una pregunta de
Felipe: «No entendemos esto de la resurrección, pero nuestra madre dice que habló con el Maestro, y nosotros le
creemos».
2038§7
191:0.12
Tomás se encontraba en medio de uno de sus típicos ataques de depresión desesperante. Durmió parte del día y
anduvo por las colinas el resto del tiempo. Sentía una gran necesidad de unirse con los demás apóstoles, pero era
más fuerte el deseo de estar a solas.
2038§8
191:0.13
El Maestro demoró su primera aparición morontial a los apóstoles por una serie de razones. En primer lugar,
quería que tuvieran tiempo, después de enterarse de su resurrección, para reflexionar sobre todo lo que les había
dicho en cuanto a su muerte y resurrección cuando aún estaba con ellos en la carne. El Maestro quería que Pedro
venciera algunas de las dificultades peculiares antes de manifestarse él ante todos ellos. En segundo lugar,
deseaba que Tomás estuviera con ellos al tiempo de su primera aparición. Juan Marcos ubicó a Tomás en la casa
de Simón en Betfagé, temprano por la mañana del domingo, y trajo a los apóstoles esta noticia a eso de las once.
En cualquier momento durante ese día, Tomás habría regresado si Natanael o cualesquiera dos de otros apóstoles
hubiesen ido a buscarlo. El realmente quería volver, pero habiéndose ido la noche antes como se había ido, era
demasiado orgulloso como para volver tan pronto por su propia cuenta. Pero al día siguiente se encontró tan
deprimido que le llevó por lo menos una semana decidirse a volver. Los apóstoles lo aguardaban, y él esperaba
que sus hermanos lo fueran a buscar y le pidieran que volviese con ellos. Por eso Tomás permaneció lejos de sus
compañeros hasta el siguiente sábado por la noche, cuando, al caer la noche, Pedro y Juan fueron a Betfagé y lo
trajeron de vuelta con ellos. Esta es la razón por la cual no fueron enseguida a Galilea después de que Jesús
apareciera por primera vez ante ellos; no querían irse sin Tomás.
2039§2
191:1.2
Cuando Pedro pensó en la mirada amante del Maestro al pasar junto a Pedro en el portal de Anás, y al discurrir en
el maravilloso mensaje traído, temprano por la mañana, por las mujeres que vinieron de la tumba vacía,
«id y contadles a mis apóstoles, y a Pedro»,
al contemplar él estas muestras de misericordia, su fe empezó a superar sus dudas, y
él se detuvo apretando los puños, mientras decía en voz alta: «Yo creo que ha resucitado de entre los muertos; iré
y así les diré a mis hermanos». Al pronunciar él estas palabras, repentinamente apareció ante él la forma de un
hombre, que le habló en un tono de voz familiar diciendo:
«Pedro, el enemigo quería llevarte, pero yo no te abandonaré. Yo sabía que tu
negación no provenía del corazón; por lo tanto, te perdoné aun antes de que me lo pidieras; pero ahora debes dejar
de pensar en ti mismo y en los problemas del presente mientras te preparas para llevar la nueva buena del
evangelio a los que están sentados en las tinieblas. Ya no debes preocuparte de lo que puedas obtener del reino,
sino más bien debes ejercitarte en lo que tú puedes dar a los que viven en la más extrema pobreza espiritual.
Prepárate, Simón, para la lucha del nuevo día, la batalla contra la obscuridad espiritual y las dudas malignas que
habitan la mente natural de los hombres».
2039§3
191:1.3
Pedro y el Jesús morontial anduvieron caminando por el jardín y hablaron de cosas pasadas, presentes y futuras
por cerca de cinco minutos. Luego, el Maestro desapareció de su vista diciendo:
«Adiós, Pedro, hasta que te vuelva a ver con tus hermanos».
2039§4
191:1.4
Por un momento, Pedro fue sobrecogido por la comprensión de que había hablado con el Maestro resucitado, y de
que podía tener la certeza de seguir siendo un embajador del reino. Acababa de oír al glorificado Maestro
exhortarle a que fuera a predicar el evangelio. Con todo esto llenándole el corazón, corrió al aposento superior,
adonde sus hermanos apóstoles, exclamando casi sin aliento: «Yo he visto al Maestro; estuvo en el jardín. Hablé
con él, y me ha perdonado».
2040§1
191:1.5
La declaración de Pedro de que había visto a Jesús en el jardín causó en sus hermanos apóstoles una profunda
impresión, y estaban prontos a abandonar su incertidumbre cuando Andrés se levantó y les advirtió que no se
dejaran influir tanto por el relato de su hermano. Andrés sugirió que ya en el pasado, Pedro había visto cosas que
no existían. Aunque Andrés no aludió directamente a visión nocturna en el Mar de Galilea, cuando Pedro afirmó
que había visto al Maestro caminando hacia ellos sobre el agua, dijo lo suficiente como para que todos los
presentes se dieran cuenta de que él tenía en la mente este incidente. Simón Pedro se sintió muy herido por las
insinuaciones de su hermano, e inmediatamente cayó en un silencio deprimido. Los gemelos mucho se apenaron
por Pedro, y ambos se acercaron a expresarle su simpatía y decirle que ellos le creían, volviendo a repetir que la
madre de ellos también había visto al Maestro.
2040§3
191:2.2
Cuando el Jesús morontial les hubo hablado, desapareció en un instante de su vista. Todos ellos cayeron de
bruces, elevando loas a Dios y venerando a su desaparecido Maestro. Fue esta la novena aparición morontial del
Maestro.
2041§1
191:3.2
Alrededor de la medianoche de este lunes, la forma morontial del Maestro fue adaptada para su transición a la
segunda etapa de la progresión morontial. Cuando volvió a aparecer a sus hijos mortales en la tierra, se
encontraba como ser morontial de la segunda etapa. Al progresar el Maestro en la andadura morontial, se volvía
técnicamente cada vez más difícil para las inteligencias morontiales y sus colaboradores transformadores hacer
que el Maestro pudiera ser visualizado ante ojos mortales y materiales.
2041§2
191:3.3
Jesús realizó el tránsito a la tercera etapa morontial el viernes 14 de abril; a la cuarta etapa, el lunes 17; a la quinta
etapa el sábado 22; a la sexta etapa el jueves 27; a la séptima etapa el martes 2 de mayo; a la ciudadanía de
Jerusem, el domingo 7; y entró al abrazo de los Altísimos de Edentia, el domingo 14.
2041§3
191:3.4
De esta forma Miguel de Nebadón completó su servicio de experiencia universal; puesto que en conexión con sus
efusiones anteriores, ya había experimentado en pleno la vida de los mortales ascendentes del tiempo y del
espacio, desde la permanencia en la sede central de la constelación y aun hasta el servicio en la sede central del
suprauniverso y a través de éste. Y fue mediante estas mismas experiencias morontiales que el Hijo Creador de
Nebadón realmente terminó y completó aceptablemente su séptima y última efusión en el universo.
2041§5
191:4.2
La reunión en la sinagoga era inaugurada por Abner y Lázaro, ambos de pie en el púlpito, cuando todos los
creyentes reunidos vieron aparecer de súbito la forma del Maestro. Dio unos pasos hacia adelante desde el sitio en
el que había aparecido, entre Abner y Lázaro, que no lo vieron, y saludando al grupo, dijo:
2042§1
191:4.4
«Id pues por todo el mundo proclamando el evangelio de la paternidad de Dios y de la
hermandad de los hombres a todas las naciones y razas, y sed sabios en vuestra elección de los métodos para
presentar la buena nueva a las diferentes razas y tribus de la humanidad. Libremente habéis recibido de este
evangelio del reino, y libremente daréis la buena nueva a todas las naciones. No temáis la resistencia del mal,
porque yo estoy siempre con vosotros, aun hasta el fin de los tiempos. Mi paz os dejo».
2042§3
191:4.6
Temprano por la mañana siguiente, aunque los apóstoles permanecían en Jerusalén aguardando la recuperación
emocional de Tomás, estos creyentes de Filadelfia salieron a proclamar que Jesús de Nazaret había resucitado de
entre los muertos.
2042§4
191:4.7
El día siguiente, miércoles, lo pasó Jesús sin interrupciones en compañía de sus acompañantes morontiales, y
durante las horas tempranas de la tarde recibió a los delegados visitantes morontiales de los mundos de morada
de todos los sistemas locales de esferas habitadas de toda la constelación de Norlatiadec. Y todos se regocijaron
de conocer a su Creador como uno de su propia orden de inteligencias universales.
2042§6
191:5.2
Estaban compartiendo la cena poco después de las seis, con Pedro sentado a un lado y Natanael al otro lado de
Tomás, cuando el apóstol incrédulo dijo: «No voy a creer a menos que vea el Maestro con mis propios ojos y
pueda poner el dedo en la llaga de los clavos». Mientras estaban así sentados cenando, con las puertas cerradas
con llave y con barras, el Maestro morontial apareció repentinamente dentro a la curvatura de la mesa, y
deteniéndose directamente ante Tomás, dijo:
2043§1
191:5.3
«Que la paz sea con vosotros. Durante una semana entera he permanecido aquí con
la esperanza de poder aparecer nuevamente cuando estuvierais todos vosotros presentes, para que escuchéis una
vez más la misión de ir al mundo y predicar este evangelio del reino. Nuevamente os digo: Así como el Padre me
envió al mundo, así os envío yo. Así como yo he revelado al Padre, así revelaréis vosotros el amor divino, no sólo
con palabras, sino en vuestra vida diaria. Os envío, no para que améis las almas de los hombres, sino más bien
para que améis a los hombres. No debéis proclamar simplemente las felicidades del cielo, sino también mostrar en
vuestra experiencia diaria esas realidades espirituales de la vida divina, puesto que vosotros ya tenéis vida eterna,
como don de Dios, por medio de la fe. Cuando tengáis fe, cuando el poder de lo alto, el Espíritu de la Verdad,
venga sobre vosotros, no ocultaréis vuestra luz aquí tras puertas cerradas. Haréis que toda la humanidad conozca
el amor y la misericordia de Dios. Por el temor huís ahora de los hechos de una experiencia desagradable, pero
cuando hayáis sido bautizados con el Espíritu de la Verdad, iréis hacia adelante, gallarda y jubilosamente para
encontrar las nuevas experiencias de proclamar la buena nueva de la vida eterna en el reino de Dios. Podréis
quedaros aquí y en Galilea por una corta temporada mientras os recobráis del golpe de la transición de la falsa
seguridad de la autoridad del tradicionalismo, al nuevo orden de la autoridad de los hechos, de la verdad y la fe en
las realidades supremas de la experiencia viva. Vuestra misión en el mundo se basa en el hecho de que yo viví una
vida reveladora de Dios entre vosotros; en la verdad de que vosotros y todos los demás hombres, son hijos de
Dios; y consistirá en la vida que vosotros viviréis entre los hombres la experiencia real y viviente de amar a los
hombres y servirlos, aun como yo os he amado y servido a vosotros. Dejad que la fe revele al mundo vuestra luz;
dejad que la revelación de la verdad abra los ojos cegados por la tradición; dejad que vuestro servicio amante
destruya efectivamente el prejuicio engendrado por la ignorancia. Acercándoos así a vuestros semejantes en
compasiva comprensión y con devoción altruista, los conduciréis al conocimiento salvador del amor del Padre. Los
judíos alabaron la bondad; los griegos exaltaron la belleza; los hindúes predican la devoción; los lejanos ascetas
predican la reverencia; los romanos exigen lealtad; pero yo requiero de mis discípulos vida, aun una vida de
servicio amante para vuestros hermanos en la carne».
2043§2
191:5.4
Cuando el Maestro hubo hablado así, miró el rostro de Tomás y dijo:
«Y tú, Tomás, que dijiste que no creerías a menos que me vieras y pusieras el dedo
en las llagas de los clavos en mis manos, ahora me has contemplado y has escuchado mis palabras; y aunque no
veas llagas de clavos en mis manos, puesto que he resucitado en una forma que tú también tendrás cuando te
vayas de este mundo, ¿qué dirás a tus hermanos? Reconocerás la verdad, porque ya en tu corazón hubiste
comenzado a creer, aun mientras tan testarudamente afirmaste tu descreimiento. Tus dudas, Tomás, siempre se
afirman de la manera más testaruda en el momento mismo en que están por derrumbarse. Tomás, te ruego que no
seas descreído sino creyente: y yo sé que tú creerás, aun con todo tu corazón».
2043§3
191:5.5
Cuando Tomás escuchó estás palabras, cayó de rodillas ante el Maestro morontial y exclamó: «¡Yo creo! ¡Señor
mío y Maestro mío!» Entonces le dijo Jesús a Tomás:
«Tomás, tú has creído porque realmente me viste y me oíste. Benditos son los en las
edades por venir que creerán aunque no me hayan visto con los ojos de la carne, ni me hayan oído con el oído
mortal».
2043§4
191:5.6
Luego, al moverse la forma del Maestro cerca de la cabecera de la mesa, se dirigió a todos ellos diciendo:
«Ahora pues, id todos vosotros a Galilea, donde yo dentro de poco apareceré ante
vosotros».
Después de decir esto, desapareció de su vista.
2044§1
191:5.7
Los once apóstoles ya estaban plenamente convencidos de que Jesús había resucitado de entre los muertos, y a la
mañana siguiente muy temprano, antes del amanecer, salieron para Galilea.
2044§3
191:6.2
«Que la paz sea con vosotros. Lo que mi Padre me envió a este mundo para que yo
estableciera pertenece, no a una raza, ni a una nación, ni a un grupo especial de maestros o predicadores. Este
evangelio del reino pertenece tanto a los judíos como a los gentiles, a los ricos y a los pobres, a los libres y a los
esclavos, a los hombres y a las mujeres, aun a los niños pequeños. Todos vosotros debéis proclamar este
evangelio de amor y verdad mediante la vida que viváis en la carne. Os amaréis los unos a los otros con un afecto
nuevo y sorprendente, aun como yo os he amado a vosotros. Serviréis a la humanidad con una devoción nueva y
sorprendente, aun como yo os he servido a vosotros, y cuando los hombres vean que vosotros tanto los amáis, y
cuando contemplen cuán fervientemente los servís, percibirán que vosotros sois hermanos de la fe en el reino del
cielo, y seguirán al Espíritu de la Verdad al que verán en vuestras vidas, hasta encontrar la salvación eterna.
2044§4
191:6.3
«Así como el Padre me envió a este mundo, aun así ahora yo os envío a vosotros.
Todos vosotros sois llamados a llevar la buena nueva a los que están en las tinieblas. Este evangelio del reino,
pertenece a todos los que en ése crean; no deberá ser confiado en las manos de meros sacerdotes. Pronto vendrá
sobre vosotros el Espíritu de la Verdad, y él os conducirá a toda verdad. Salid pues al mundo, predicando este
evangelio, y pensad que yo estoy con vosotros siempre, aun hasta el fin de los tiempos».
2044§5
191:6.4
Cuando el Maestro hubo hablado así, desapareció de su vista. Durante toda esa noche, estos creyentes
permanecieron allí juntos, recordando las experiencias como creyentes del reino y escuchando las muchas
palabras de Rodán y de sus compañeros. Todos ellos creyeron que Jesús había resucitado de entre los muertos.
Imaginad la sorpresa del heraldo de la resurrección enviado por David, que llegó al segundo día después de este
acontecimiento, cuando contestaron a su anuncio diciendo: «Sí, lo sabemos, porque lo hemos visto. El apareció
ante nosotros anteayer».