ÍNDICE
El libro de Urantia
Edición 1999

ESCRITO 160

RODÁN DE ALEJANDRÍA

1772:1 160:1.1 EL DOMINGO 18 de septiembre por la mañana, Andrés anunció que no se programaba ningún trabajo para la semana siguiente. Todos los apóstoles, excepto Natanael y Tomás, fueron a sus casas para visitar a sus familias o estar con sus amigos. Esta semana, Jesús disfrutó de un período de descanso casi completo, pero Natanael y Tomás estuvieron muy ocupados discutiendo con cierto filósofo griego de Alejandría llamado Rodán. Este griego se había hecho recientemente discípulo de Jesús gracias a las enseñanzas de uno de los asociados de Abner, que había dirigido una misión en Alejandría. En aquellos momentos, Rodán se esforzaba seriamente en armonizar su filosofía de la vida con las nuevas enseñanzas religiosas de Jesús, y había venido a Magadán con la esperanza de que el Maestro aceptaría examinar estos problemas con él. También deseaba obtener, de primera mano, una versión del evangelio que ejerciera autoridad, de labios de Jesús o de uno de sus apóstoles. Aunque el Maestro declinó participar en este tipo de conversaciones con Rodán, lo recibió amablemente y ordenó de inmediato que Natanael y Tomás escucharan todo lo que tenía que decir, y que a su vez le hablaran sobre el evangelio.

1. LA FILOSOFÍA GRIEGA DE RODÁN

1772:2  160:1.1 El lunes por la mañana temprano, Rodán comenzó una serie de diez discursos para Natanael, Tomás y un grupo de unas dos docenas de creyentes que se encontraban casualmente en Magadán. Estas conversaciones, condensadas, reunidas y expresadas en un lenguaje moderno, ofrecen para nuestra consideración los pensamientos siguientes:

1772:3  160:1.2 La vida humana consiste en tres grandes estímulos: los impulsos, los deseos y las atracciones. Un carácter fuerte y una personalidad con autoridad sólo se pueden adquirir convirtiendo el impulso natural de la vida en el arte social de vivir, y transformando los deseos inmediatos en esas aspiraciones superiores que dan lugar a realizaciones duraderas, mientras que la atracción común de existir debemos transferirla desde las ideas personales, convencionales y establecidas, hasta los niveles más elevados de las ideas no exploradas y de los ideales por descubrir.
1772:4  160:1.3 Cuanto más compleja se vuelva la civilización, más difícil será el arte de vivir. Cuanto más rápidamente cambien los hábitos sociales, más complicada será la tarea de desarrollar el carácter. Para que el progreso pueda continuar, la humanidad tiene que aprender de nuevo el arte de vivir cada diez generaciones. Y si, debido a su ingenio, el hombre aumenta aún con más rapidez las complejidades de la sociedad, habrá que reaprender el arte de vivir con mucha más frecuencia, quizás en cada generación. Si la evolución del arte de vivir no progresa paralelamente a la técnica de la existencia, la humanidad retrocederá rápidamente al simple impulso de vivir —a la satisfacción de los deseos inmediatos. De esta manera, la humanidad seguirá siendo inmadura, y la sociedad no conseguirá alcanzar su plena madurez.
1773:1  160:1.4 La madurez social es equivalente al grado en que el hombre está dispuesto a renunciar a satisfacer sus meros deseos pasajeros e inmediatos, para mantener unas aspiraciones superiores cuya obtención, por medio del esfuerzo, proporciona las satisfacciones más abundantes del avance progresivo hacia objetivos permanentes. Pero el verdadero indicativo de la madurez social de un pueblo es su voluntad para renunciar al derecho de vivir satisfecho y en paz bajo las normas que promueven la facilidad, basadas en el atractivo de las creencias establecidas y de las ideas convencionales, para perseguir el atractivo inquietante, y que necesita energía, de las posibilidades inexploradas de alcanzar los objetivos no descubiertos de las realidades espirituales idealistas.
1773:2  160:1.5 Los animales reaccionan noblemente al impulso de vivir, pero sólo el hombre puede alcanzar el arte de vivir, aunque la mayoría de la humanidad sólo experimenta el impulso animal de vivir. Los animales no conocen más que este impulso ciego e instintivo; el hombre es capaz de trascender este impulso que le incita al funcionamiento natural. El hombre puede decidir vivir en el plano elevado del arte inteligente, e incluso en el plano de la alegría celestial y del éxtasis espiritual. Los animales no se preguntan por el propósito de la vida; por este motivo nunca tienen preocupaciones y tampoco se suicidan. Entre los hombres, el suicidio demuestra que han sobrepasado el estado puramente animal de la existencia, y además, que los esfuerzos exploratorios de tales seres humanos no han logrado alcanzar los niveles en que la experiencia mortal se vuelve un arte. Los animales no conocen el significado de la vida; el hombre no sólo posee la capacidad de reconocer los valores y de comprender los significados, sino que también tiene conciencia del significado de los significados —es consciente de su propia perspicacia.
1773:3  160:1.6 Cuando los hombres se atreven a abandonar una vida de intensos deseos naturales a favor de un arte de vivir arriesgado y de lógica incierta, han de prepararse para soportar los riesgos correspondientes de accidentes emocionales —conflictos, infelicidad e incertidumbres— al menos hasta que alcanzan cierto grado de madurez intelectual y emocional. El desaliento, la preocupación y la indolencia son pruebas innegables de la inmadurez moral. La sociedad humana se enfrenta con dos problemas: alcanzar la madurez por parte del individuo, y alcanzar la madurez por parte de la raza. El ser humano maduro empieza pronto a mirar a todos los demás mortales con sentimientos de ternura y con emociones de tolerancia. Los hombres maduros perciben a sus compañeros inmaduros con el amor y la consideración que los padres tienen por sus hijos.
1773:4  160:1.7 El éxito en la vida no es ni más ni menos que el arte de dominar las técnicas seguras para solucionar los problemas ordinarios. El primer paso para solucionar un problema cualquiera consiste en localizar la dificultad, aislar el problema y reconocer francamente su naturaleza y su gravedad. Cuando los problemas de la vida despiertan nuestros temores profundos, cometemos el gran error de negarnos a reconocerlos. Asímismo, cuando reconocer nuestras dificultades implica reducir nuestra vanidad largamente acariciada, admitir que somos envidiosos, o abandonar unos prejuicios profundamente arraigados, la persona común prefiere aferrarse a sus viejas ilusiones de seguridad y a sus falsas impresiones de estabilidad largo tiempo cultivadas. Sólo una persona valiente está dispuesta a admitir honradamente lo que descubre una mente sincera y lógica, y se enfrenta a ello sin temor.
1773:5  160:1.8 Para solucionar de manera sabia y eficaz cualquier problema, se necesita una mente libre de ideas preconcebidas, de pasiones y de cualquier otro prejuicio puramente personal que pueda interferir con el análisis imparcial de los factores reales que juntos constituyen el problema que se ha presentado para ser resuelto. La solución de los problemas de la vida requiere valentía y sinceridad. Sólo las personas honestas y valientes son capaces de continuar valerosamente su camino a través del laberinto confuso y desconcertante de la vida, al que puede llevarles la lógica de una mente intrépida. Esta emancipación de la mente y del alma nunca puede producirse sin el poder impulsor de un entusiasmo inteligente que roza el fervor religioso. Se necesita la atracción de un gran ideal para impulsar al hombre en pos de un objetivo cargado de problemas materiales difíciles y de riesgos intelectuales múltiples.
1774:1  160:1.9 Aunque estéis eficazmente preparados para afrontar las situaciones difíciles de la vida, no podéis esperar mucho éxito a menos que estéis provistos de esa sabiduría de la mente y de ese encanto de la personalidad que os permita conseguir el apoyo y la cooperación sincera de vuestros semejantes. Tanto en el trabajo seglar como en el trabajo religioso, no podéis esperar mucho éxito a menos que aprendáis a persuadir a vuestros semejantes, a convencer a los hombres. Simplemente debéis de tener tacto y tolerancia.

1774:2  160:1.10 Pero el mejor de todos los métodos para solucionar los problemas, lo he aprendido de Jesús, vuestro Maestro. Me refiero a lo que él practica con tanta perseverancia, y que tan fielmente os ha enseñado: la meditación adoradora en solitario. En esta costumbre que tiene Jesús de apartarse con tanta frecuencia para comulgar con el Padre que está en los cielos, se encuentra la técnica, no sólo para recuperar las fuerzas y la sabiduría necesarias para los conflictos ordinarios de la vida, sino también para apropiarse de la energía necesaria para resolver los problemas más elevados de naturaleza moral y espiritual. No obstante, incluso los métodos correctos para solucionar los problemas no compensan los defectos inherentes a la personalidad, ni la ausencia de hambre y de sed de verdadera rectitud.
1774:3  160:1.11 Me impresiona profundamente el hábito de Jesús de retirarse a solas para emprender esos períodos de examen solitario de los problemas de la vida; para buscar nuevas reservas de sabiduría y de energía para poder enfrentarse a las múltiples exigencias del servicio social; para vivificar y hacer más profunda la meta suprema de la vida, sometiendo realmente su personalidad total a la conciencia del contacto con la divinidad; para tratar de conseguir métodos nuevos y mejores para adaptarse a las situaciones siempre cambiantes de la existencia viviente; para efectuar las reconstrucciones y reajustes vitales de las actitudes personales, que son tan esenciales para comprender mejor todo lo que es válido y real. Y hacer todo esto con el único propósito de la gloria de Dios —decir sinceramente la oración favorita de vuestro Maestro: "Que se haga, no mi voluntad, sino la tuya".
1774:4  160:1.12 Esta práctica de adoración de vuestro Maestro aporta ese reposo que renueva la mente, esa iluminación que inspira el alma, ese valor que permite enfrentarse valientemente con los problemas propios, esa comprensión de sí mismo que suprime el temor debilitante, y esa conciencia de la unión con la divinidad que da al hombre la seguridad necesaria para atreverse a ser como Dios. El reposo de la adoración, o comunión espiritual, tal como la practica el Maestro, alivia la tensión, elimina los conflictos y aumenta poderosamente los recursos totales de la personalidad. Y toda esta filosofía, más el evangelio del reino, constituyen la nueva religión tal como yo la comprendo.

1774:5  160:1.13 Los prejuicios ciegan el alma y le impiden reconocer la verdad. Los prejuicios sólo se pueden eliminar mediante la devoción sincera del alma a la adoración de una causa que abarque e incluya a todos nuestros semejantes humanos. Los prejuicios están inseparablemente vinculados con el egoísmo. Sólo se pueden suprimir abandonando el egocentrismo y reemplazándolo por la búsqueda de la satisfacción de servir a una causa que sea no sólo más grande que uno mismo, sino incluso más grande que toda la humanidad —la búsqueda de Dios, la adquisición de la divinidad. La prueba de la madurez de la personalidad consiste en la transformación de los deseos humanos en una búsqueda constante de la realización de los valores más elevados y más divinamente reales.
1774:6  160:1.14 En un mundo que cambia contínuamente, en medio de un orden social en evolución, es imposible mantener unas metas de destino establecidas para siempre. Sólo pueden experimentar la estabilidad de la personalidad aquellos que han descubierto al Dios viviente y lo han aceptado como meta eterna de consecución infinita. Para transferir así la meta individual del tiempo a la eternidad, de la tierra al Paraíso, de lo humano a lo divino, es necesario que el hombre se regenere, se convierta, nazca de nuevo, que se vuelva el hijo re-creado del espíritu divino, que gane su entrada en la fraternidad del reino de los cielos. Todas las filosofías y religiones que tengan ideales inferiores a estos son inmaduras. La filosofía que yo enseño, unida al evangelio que vosotros predicáis, representa la nueva religión de la madurez, el ideal de todas las generaciones futuras. Y esto es verdad porque nuestro ideal es definitivo, infalible, eterno, universal, absoluto e infinito.
1775:1  160:1.15 Mi filosofía me ha impulsado a buscar las realidades de la consecución verdadera, la meta de la madurez. Pero mi impulso era impotente, mi búsqueda carecía de fuerza motriz, mi indagación sufría por faltarle la certidumbre de una orientación. Estas deficiencias han sido ampliamente colmadas con el nuevo evangelio de Jesús, con su aumento del discernimiento, su elevación de los ideales y su estabilidad de objetivos. Sin más dudas ni desconfianzas, ahora puedo emprender de todo corazón la aventura eterna.

2. EL ARTE DE VIVIR

1775:2  160:2.1 Los mortales sólo tienen dos maneras de vivir juntos: la manera material o animal y la manera espiritual o humana. Por medio de signos y sonidos, los animales pueden comunicarse entre ellos en una medida limitada, pero estas formas de comunicación no transmiten ni los significados, ni los valores ni las ideas. La única diferencia entre el hombre y el animal es que el hombre puede comunicarse con sus semejantes por medio de símbolos que designan e identifican con precisión los significados, los valores, las ideas e incluso los ideales.
1775:3  160:2.2 Puesto que los animales no pueden comunicarse ideas, no pueden desarrollar una personalidad. El hombre desarrolla su personalidad, porque puede comunicar a sus semejantes tanto sus ideas como sus ideales.
1775:4  160:2.3 Esta aptitud para comunicar y compartir los significados es lo que constituye la cultura humana y permite al hombre, a través de las asociaciones sociales, construir civilizaciones. El conocimiento y la sabiduría se vuelven acumulativos debido a la aptitud del hombre para comunicar estas posesiones a las generaciones siguientes, surgiendo de esta manera las actividades culturales de la raza: el arte, la ciencia, la religión y la filosofía.
1775:5  160:2.4 La comunicación simbólica entre los seres humanos provoca la aparición de los grupos sociales. El grupo social más eficaz de todos es la familia, y más concretamente los dos padres. El afecto personal es el lazo espiritual que mantiene unidas estas asociaciones materiales. Una relación tan eficaz también es posible entre dos personas del mismo sexo, como lo ilustran tan abundantemente las devociones de las amistades auténticas.
1775:6  160:2.5 Estas asociaciones basadas en la amistad y el afecto mútuos son socializantes y ennoblecedoras, porque fomentan y facilitan los factores siguientes que son esenciales para los niveles superiores del arte de vivir:

1775:7  160:2.6 1. Expresarse y comprenderse mútuamente. Muchos nobles impulsos humanos perecen porque no hay nadie que escuche su expresión. En verdad, no es bueno que el hombre esté solo. Cierto grado de reconocimiento y cierta cantidad de aprecio son esenciales para el desarrollo del carácter humano. Sin el amor auténtico del hogar, ningún niño puede alcanzar el pleno desarrollo de un carácter normal. El carácter es algo más que simplemente la mente y la conducta. De todas las relaciones sociales adaptadas para desarrollar el carácter, la más eficaz e ideal es la amistad afectuosa y comprensiva de un hombre y una mujer reunidos por un lazo conyugal inteligente. El matrimonio, con sus múltiples relaciones, es el más apropiado para hacer surgir los preciosos impulsos y los motivos más elevados, indispensables para el desarrollo de un carácter fuerte. No dudo en glorificar así la vida familiar, porque vuestro Maestro ha elegido sabiamente la relación de padre a hijo y de hijo a padre como piedra angular de este nuevo evangelio del reino. Esta comunidad incomparable de relaciones entre un hombre y una mujer, en el abrazo afectuoso de los ideales superiores del tiempo, es una experiencia tan valiosa y satisfactoria, que vale cualquier precio, cualquier sacrificio que sea necesario para obtenerla.

1776:1  160:2.7 2. La unión de las almas —la movilización de la sabiduría. Todo ser humano adquiere, tarde o temprano, cierto concepto de este mundo y cierta visión del siguiente. Ahora bien, es posible, mediante una asociación de personalidades, unificar estos puntos de vista de la existencia temporal y de las perspectivas eternas. Y así, la mente de uno acrecienta sus valores espirituales asimilando una gran parte de la perspicacia del otro. De esta manera, los hombres enriquecen su alma poniendo en común sus posesiones espirituales respectivas. Y también de esta manera, el hombre consigue evitar la tendencia permanente de caer víctima de su visión distorsionada, de su punto de vista prejudicial y de su estrechez de juicio. El temor, la envidia y la vanidad sólo se pueden prevenir mediante el contacto íntimo con otras mentes. Llamo vuestra atención sobre el hecho de que el Maestro nunca os envía solos a trabajar para la expansión del reino; siempre os envía de dos en dos. Y puesto que la sabiduría es un superconocimiento, es lógico deducir que al unir su sabiduría, los miembros de un grupo social, grande o pequeño, comparten mútuamente todo el conocimiento.

1776:2  160:2.8 3. El entusiasmo de vivir. El aislamiento tiende a agotar la carga de energía del alma. La asociación con los semejantes es esencial para renovar el entusiasmo por la vida, e indispensable para conservar la valentía necesaria en las batallas que siguen a la ascensión a unos niveles superiores de vida humana. La amistad intensifica las alegrías y glorifica los triunfos de la vida. Las asociaciones humanas afectuosas e íntimas tienden a quitarle al sufrimiento su tristeza, y a las dificultades mucho de su amargura. La presencia de un amigo aumenta toda belleza y exalta toda bondad. Por medio de símbolos inteligentes, el hombre es capaz de vivificar y ampliar la capacidad de apreciación de sus amigos. Este poder y esta posibilidad de estimulación mútua de la imaginación es una de las glorias supremas de la amistad humana. Existe un gran poder espiritual inherente en la conciencia de estar consagrado de todo corazón a una causa común, de ser mútuamente fieles a una Deidad cósmica.

1776:3  160:2.9 4. La defensa creciente contra todo mal. Las asociaciones de personalidades y el afecto mútuo son un seguro eficaz contra el mal. Las dificultades, las tristezas, las decepciones y las derrotas son más dolorosas y desalentadoras cuando se soportan a solas. La asociación no transforma el mal en rectitud, pero ayuda mucho a mitigar la aflicción. Vuestro Maestro ha dicho: "Bienaventurados los que están de luto" —si hay un amigo cerca para consolarlos. Hay una fuerza positiva en el conocimiento de que vivís para el bienestar de los demás, y que los demás viven igualmente para vuestro bienestar y vuestro progreso. El hombre languidece en el aislamiento. Los seres humanos se desaniman infaliblemente cuando su punto de vista se limita a las transacciones transitorias del tiempo. Cuando el presente está separado del pasado y del futuro, se vuelve de una vulgaridad exasperante. Vislumbrar el círculo de la eternidad es lo único que puede inspirar al hombre para hacer lo máximo que pueda, y desafiar a lo mejor que hay en él para realizar lo imposible. Cuando el hombre se encuentra así en sus mejores disposiciones, vive de manera muy generosa para el bien de los demás, para sus semejantes que residen con él en el tiempo y en la eternidad.

1777:1  160:2.10 Repito que esta asociación inspiradora y ennoblecedora encuentra sus posibilidades ideales en las relaciones del matrimonio humano. Es verdad que muchos resultados se pueden obtener fuera del matrimonio, y que muchísimos matrimonios no logran producir en absoluto estos frutos morales y espirituales. Demasiadas veces contraen matrimonio parejas que buscan otros valores, inferiores a estas características superiores de la madurez humana. El matrimonio ideal debe estar fundado en algo más estable que las fluctuaciones del sentimiento y la inconstancia de la simple atracción sexual; debe estar basado en una devoción personal auténtica y mutua. Así pues, si se pueden construir estas pequeñas unidades fieles y eficaces de asociaciones humanas, cuando se reúnan en un todo colectivo, el mundo contemplará una gran estructura social glorificada, la civilización de la madurez mortal. Una raza así podría empezar a realizar una parte del ideal de vuestro Maestro de "paz en la tierra y buena voluntad entre los hombres". Aunque una sociedad así no sería perfecta ni estaría completamente libre del mal, al menos se acercaría a la estabilidad de la madurez.

3. LOS ATRACTIVOS DE LA MADUREZ

1777:2  160:3.1 El esfuerzo para conseguir la madurez necesita trabajo, y el trabajo requiere energía. ¿De dónde viene el poder para realizar todo esto?. Las cosas físicas se pueden considerar como adquiridas, pero el Maestro bien ha dicho que "No sólo de pan vive el hombre". Cuando se posee un cuerpo normal y una salud razonablemente buena, debemos buscar a continuación las atracciones que actuarán como estímulo para despertar las fuerzas espirituales dormidas del hombre. Jesús nos ha enseñado que Dios vive en el hombre; entonces, ¿cómo podemos inducir al hombre para que libere estos poderes de la divinidad y de la infinidad que están ligados en su alma?. ¿Cómo incitaremos a los hombres para que dejen salir a Dios, de manera que brote de nosotros y refresque de paso nuestras propias almas, para después contribuir a esclarecer, elevar y bendecir a innumerables otras almas?. ¿De qué manera puedo despertar mejor estos poderes benéficos latentes que yacen dormidos en vuestras almas?. De una cosa estoy seguro: la excitación emocional no es el estímulo espiritual ideal. La excitación no aumenta la energía; más bien agota las fuerzas de la mente y del cuerpo. ¿De dónde viene pues la energía que permite realizar estas grandes cosas?. Observad a vuestro Maestro. En este mismo momento se encuentra allá en las colinas, llenándose de fuerza, mientras nosotros estamos aquí gastando energía. El secreto de todo este problema se encuentra en la comunión espiritual, en la adoración. Desde el punto de vista humano, se trata de combinar la meditación y la relajación. La meditación pone en contacto a la mente con el espíritu; la relajación determina la capacidad para la receptividad espiritual. Esta sustitución de la debilidad por la fuerza, del temor por el valor, de la mentalidad del yo por la voluntad de Dios, constituye la adoración. Al menos, el filósofo lo ve de esta manera.
1777:3  160:3.2 Cuando estas experiencias se repiten frecuentemente, se cristalizan en hábitos, en unos hábitos de adoración que dan fuerzas; estos hábitos se traducen finalmente en un carácter espiritual, y por último, este carácter es reconocido por nuestros semejantes como una personalidad madura. Al principio, estas prácticas son difíciles y llevan mucho tiempo, pero cuando se vuelven habituales, proporcionan descanso y ahorro de tiempo a la vez. Cuanto más compleja se vuelva la sociedad, cuanto más se multipliquen los atractivos de la civilización, más urgente será la necesidad, para los individuos que conocen a Dios, de adquirir estas prácticas habituales de protección, destinadas a conservar y aumentar sus energías espirituales.
1778:1  160:3.3 Otro requisito para alcanzar la madurez es la adaptación cooperativa de los grupos sociales a un entorno en constante cambio. El individuo inmaduro despierta el antagonismo de sus semejantes; el hombre maduro se gana la cooperación cordial de sus asociados, lo que multiplica considerablemente los frutos de los esfuerzos de su vida.
1778:2  160:3.4 Mi filosofía me dice que hay momentos en los que debo luchar, si hace falta, para defender mi concepto de la rectitud, pero estoy seguro de que el Maestro, con su tipo de personalidad más madura, conseguiría fácil y elegantemente una victoria equivalente mediante su técnica superior y seductora de tacto y de tolerancia. Demasiado a menudo, cuando luchamos por una causa justa, sucede que tanto el vencedor como el vencido han sido derrotados. Ayer mismo oí decir al Maestro que "si un hombre sabio trata de entrar por una puerta cerrada, no destruye la puerta, sino que busca la llave para abrirla". Con mucha frecuencia nos empeñamos en luchar sólo para convencernos de que no tenemos miedo.
1778:3  160:3.5 Este nuevo evangelio del reino presta un gran servicio al arte de vivir, en el sentido de que provee un incentivo nuevo y más rico para una vida más elevada. Presenta una meta de destino nueva y sublime, una finalidad suprema para la vida. Estos nuevos conceptos de la meta eterna y divina de la existencia son en sí mismos estímulos trascendentes, que suscitan la reacción de lo mejor que existe en la naturaleza superior del hombre. En toda cúspide del pensamiento intelectual se encuentra una relajación para la mente, una fuerza para el alma y una comunión para el espíritu. Desde esta posición de ventaja de la vida superior, el hombre es capaz de trascender las irritaciones materiales de los niveles inferiores de pensamiento: las preocupaciones, los celos, la envidia, la venganza y el orgullo de la personalidad inmadura. Las almas que ascienden a estas alturas se liberan de una multitud de conflictos embrollados relacionados con las nimiedades de la existencia, volviéndose así libres para tomar conciencia de las corrientes superiores de conceptos espirituales y de comunicaciones celestiales. Pero la meta de la vida debe ser celosamente protegida contra la tentación de buscar logros fáciles y pasajeros; asímismo, hay que cuidarla de tal manera que se vuelva inmune a las desastrosas amenazas del fanatismo.

4. EL EQUILIBRIO DE LA MADUREZ

1778:4  160:4.1 Mientras tenéis la vista puesta en alcanzar las realidades eternas, debéis también abastecer las necesidades de la vida temporal. Aunque el espíritu sea nuestra meta, la carne es un hecho. Puede suceder que lo que necesitamos para vivir caiga en nuestras manos por casualidad, pero en general, tenemos que trabajar con inteligencia para conseguirlo. Los dos problemas principales de la vida son: ganarse la vida material y conseguir la supervivencia eterna. Incluso el problema de ganarse la vida necesita de la religión para solucionarse de manera ideal. Estos dos problemas son altamente personales. De hecho, la verdadera religión no funciona fuera del individuo.

1778:5  160:4.2 Los factores esenciales de la vida temporal, tal como yo los veo, son:

1. Una buena salud física.
2. Un pensamiento claro y limpio.
3. La aptitud y la habilidad.
4. La riqueza —los bienes de la vida.
5. La aptitud para soportar la derrota.
6. La cultura —la educación y la sabiduría.

1779:1  160:4.3 Incluso en el caso de los problemas de salud y eficacia físicas, la mejor manera de solucionarlos es considerarlos desde el punto de vista religioso de las enseñanzas de nuestro Maestro: el cuerpo y la mente del hombre son la morada del don de los Dioses, el espíritu de Dios que se convierte en el espíritu del hombre. La mente del hombre se vuelve entonces la mediadora entre las cosas materiales y las realidades espirituales.

1779:2  160:4.4 Se necesita inteligencia para garantizarse uno mismo una porción de las cosas deseables de la vida. Es totalmente erróneo suponer que la fidelidad en el trabajo diario asegurará la recompensa de la riqueza. Aparte de la adquisición ocasional y accidental de las riquezas, se observa que las recompensas materiales de la vida temporal fluyen por ciertos canales bien organizados, y sólo los que tienen acceso a estos canales pueden esperar ser bien recompensados por sus esfuerzos temporales. La pobreza será siempre el destino de todos aquellos que buscan la riqueza en canales aislados e individuales. Por consiguiente, la prosperidad en el mundo depende esencialmente de una planificación sabia. El éxito requiere no solamente vuestra devoción al trabajo, sino también que funcionéis como una parte de uno de los canales de la riqueza material. Si no sois sabios, podeis dedicar vuestra vida a vuestra generación sin obtener recompensa material. Si os beneficiais del torrente de la riqueza gracias a la casualidad, podréis nadar en el lujo aunque no hayais hecho nada útil por vuestros semejantes.
1779:3  160:4.5 Las aptitudes se heredan, mientras que la habilidad se adquiere. La vida es irreal para quien no sabe hacer nada expertamente. La habilidad es una de las verdaderas fuentes de satisfacción en la vida. La aptitud implica el don de la previsión, de la visión a largo plazo. No os dejéis engañar por los beneficios tentadores de las acciones deshonestas; estad dispuestos a trabajar por las retribuciones posteriores inherentes a los esfuerzos honestos. El hombre sabio es capaz de distinguir entre los medios y los fines; por otra parte, un exceso de planes para el futuro a veces puede contrarrestar sus intenciones elevadas. En cuanto a los placeres, deberíais siempre tratar de producirlos tanto como consumirlos.
1779:4  160:4.6 Entrenad vuestra memoria para que guarde como un depósito sagrado los episodios fortalecedores y valiosos de la vida, a fin de poder recordarlos a voluntad, para vuestro placer y edificación. Construid así, para vosotros y dentro de vosotros, museos de belleza, de bondad y de grandeza artística. Los recuerdos más nobles son las memorias atesoradas de los grandes momentos de una hermosa amistad. Todos estos tesoros de la memoria irradian su influencia más preciosa y sublime con el contacto liberador de la adoración espiritual.
1779:5  160:4.7 Pero la vida se volverá una carga de la existencia si no aprendéis a fracasar con elegancia. Aceptar las derrotas es un arte que las almas nobles siempre adquieren; hay que saber perder con alegría y no temer las decepciones. No dudéis nunca en admitir un fracaso. No intentéis ocultar el fracaso con sonrisas engañosas y un optimismo radiante. Uno queda muy bien cuando pretende tener siempre éxito, pero los resultados finales son desastrosos. Esta técnica conduce directamente a la creación de un mundo irreal y a la caída inevitable en la desilusión final.
1779:6  160:4.8 El éxito puede generar la valentía y promover la confianza, pero la sabiduría sólo proviene de las experiencias de adaptación a los resultados de los fracasos personales. Los hombres que prefieren las ilusiones optimistas a la realidad, nunca podrán volverse sabios. Sólo los que afrontan los hechos y los adaptan a los ideales pueden conseguir la sabiduría. La sabiduría engloba los hechos y los ideales, y por eso salva a sus adeptos de los dos extremos estériles de la filosofía —el hombre cuyo idealismo excluye los hechos, y el materialista desprovisto de visión espiritual. Las almas tímidas que sólo pueden mantener la lucha por la vida mediante la ayuda contínua de las falsas ilusiones del éxito, están destinadas a sufrir fracasos y a experimentar derrotas cuando se despierten finalmente del mundo ilusorio de su propia imaginación.
1780:1  160:4.9 Es en esta cuestión de enfrentarse con el fracaso y de adaptarse a la derrota, donde la visión de gran envergadura de la religión ejerce su influencia suprema. El fracaso es simplemente un episodio educativo —una experiencia cultural para adquirir sabiduría— en la experiencia del hombre que busca a Dios, y que se ha embarcado en la aventura eterna de explorar un universo. Para este tipo de hombres, la derrota no es más que un nuevo instrumento para alcanzar los niveles superiores de la realidad universal.
1780:2  160:4.10 La carrera de un hombre que busca a Dios puede ser un gran éxito a la luz de la eternidad, aunque toda su vida temporal pueda parecer un fracaso abrumador, con tal que cada fracaso de su vida le haya incitado a cultivar la sabiduría y a alcanzar el espíritu. No cometais el error de confundir el conocimiento, la cultura y la sabiduría. Están conectados en la vida, pero representan valores espirituales extremadamente diferentes; la sabiduría domina siempre al conocimiento y siempre glorifica la cultura.

5. LA RELIGIÓN DEL IDEAL

1780:3  160:5.1 Me habéis dicho que vuestro Maestro considera que la religión humana verdadera es la experiencia del individuo con las realidades espirituales. Yo he considerado la religión como la experiencia del hombre que reacciona ante algo que le parece digno del homenaje y de la devoción de toda la humanidad. En este sentido, la religión simboliza nuestra devoción suprema a lo que representa nuestro concepto más elevado de los ideales de la realidad, y el máximo límite que puede alcanzar nuestra mente en su búsqueda de las posibilidades eternas de la consecución espiritual.
1780:4  160:5.2 Cuando los hombres reaccionan ante la religión en un sentido tribal, nacional o racial, es porque consideran que los que no pertenecen a su grupo no son realmente humanos. Siempre consideramos el objeto de nuestra lealtad religiosa como digno de ser venerado por todos los hombres. La religión no puede ser nunca un asunto de simple creencia intelectual o de razonamiento filosófico; la religión es siempre y para siempre una manera de reaccionar ante las situaciones de la vida; es una especie de conducta. La religión engloba el pensar, el sentir y el actuar con reverencia hacia una realidad que consideramos digna de la adoración universal.
1780:5  160:5.3 Si algo se ha vuelto una religión en vuestra experiencia, es evidente que ya sois evangelistas activos de esa religión, puesto que considerais al concepto supremo de vuestra religión como digno del culto de toda la humanidad, de todas las inteligencias del universo. Si no sois evangelistas positivos y misioneros de vuestra religión, os engañais a vosotros mismos, puesto que lo que llamais religión es tan sólo una creencia tradicional o un mero sistema de filosofía intelectual. Si vuestra religión es una experiencia espiritual, el objeto de vuestra adoración debe ser la realidad espiritual universal y el ideal de todos vuestros conceptos espiritualizados. Todas las religiones que se basan en el miedo, la emoción, la tradición y la filosofía, las denomino religiones intelectuales, mientras que las que se basan en la verdadera experiencia espiritual, las denominaría religiones verdaderas. El objeto de la devoción religiosa puede ser material o espiritual, verdadero o falso, real o irreal, humano o divino. Las religiones, por consiguiente, pueden ser buenas o malas.
1780:6  160:5.4 La moralidad y la religión no son necesariamente la misma cosa. Si un sistema de moral adopta un objeto de adoración, puede volverse una religión. Al perder su llamamiento universal a la lealtad y a la devoción suprema, una religión puede transformarse en un sistema de filosofía o en un código de moral. Esa cosa, ser, estado, orden de existencia o posibilidad de realización, que constituye el ideal supremo de la lealtad religiosa, y que es el receptor de la devoción religiosa de los que adoran, es Dios. Sea cual fuere el nombre que se aplique a este ideal de la realidad espiritual, es Dios.
1781:1  160:5.5 La característica social de una verdadera religión consiste en el hecho de que ésta busca invariablemente convertir al individuo y transformar el mundo. La religión implica la existencia de ideales no descubiertos que trascienden con mucho las normas éticas y morales conocidas, incorporadas en los usos sociales, incluso más elevados, de las instituciones más maduras de la civilización. La religión trata de alcanzar ideales no descubiertos, realidades inexploradas, valores sobrehumanos, una sabiduría divina y un verdadero logro espiritual. La verdadera religión hace todo esto; todas las demás creencias no son dignas de este nombre. No podéis tener una religión espiritual auténtica sin el ideal supremo y celeste de un Dios eterno. Una religión sin este Dios es un invento del hombre, una institución humana de creencias intelectuales sin vida y de ceremonias emocionales sin sentido. Una religión puede pretender tener un gran ideal como objeto de su devoción, pero estos ideales irreales son inaccesibles y tal concepto es ilusorio. Los únicos ideales accesibles para los hombres son las realidades divinas de los valores infinitos inherentes en el hecho espiritual del Dios eterno.
1781:2  160:5.6 La palabra Dios, la idea de Dios en contraposición con el ideal de Dios, puede formar parte de cualquier religión, por muy falsa o pueril que sea. Y aquellos que conciben esta idea de Dios pueden hacer de ella cualquier cosa que quieran. Las religiones inferiores modelan sus ideas de Dios para adaptarlas al estado natural del corazón humano; las religiones superiores exigen que el corazón humano cambie, para satisfacer las demandas de los ideales de la verdadera religión.

1781:3  160:5.7 La religión de Jesús trasciende todos nuestros conceptos anteriores de la idea de la adoración, en el sentido de que no solamente describe a su Padre como el ideal de la realidad infinita, sino que declara positivamente que este origen divino de los valores y el centro eterno del universo es verdadera y personalmente accesible para cada criatura mortal que elija entrar en el reino de los cielos en la tierra, y reconozca así que acepta la filiación con Dios y la fraternidad con el hombre. En mi opinión, este es el concepto más elevado de la religión que el mundo haya conocido jamás, y declaro que no puede haber nunca un concepto más alto, puesto que este evangelio engloba la infinidad de las realidades, la divinidad de los valores y la eternidad de los logros universales. Este concepto constituye la realización de la experiencia del idealismo de lo supremo y lo último.
1781:4  160:5.8 No sólo me intrigan los ideales altísimos de esta religión de vuestro Maestro, sino que me siento poderosamente impulsado a confesar mi creencia en su declaración de que estos ideales de las realidades espirituales son accesibles; que vosotros y yo podemos emprender esta larga y eterna aventura, con su garantía de que al final llegaremos ciertamente a las puertas del Paraíso. Hermanos míos, soy un creyente, me he embarcado, me encamino con vosotros en esta aventura eterna. El Maestro dice que ha venido del Padre y que nos mostrará el camino. Estoy totalmente persuadido de que dice la verdad, y definitivamente convencido de que fuera del Padre Universal y eterno no existen ideales de realidad ni valores de perfección que se puedan alcanzar.
1781:5  160:5.9 Vengo pues a adorar, no simplemente al Dios de las existencias, sino al Dios de la posibilidad de todas las existencias futuras. Por lo tanto, vuestra devoción a un ideal supremo, si ese ideal es real, debe ser una devoción a este Dios de los universos pasados, presentes y futuros de cosas y de seres. Y no hay otro Dios, porque no es posible que haya ningún otro Dios. Todos los demás dioses son invenciones de la imaginación, ilusiones de la mente mortal, distorsiones de la lógica falsa e ídolos que engañan a los que los crean. Sí, podéis tener una religión sin este Dios, pero no significará nada. Si buscáis sustituir la realidad de este ideal del Dios viviente por la palabra Dios, tan sólo os engañaréis a vosotros mismos, poniendo una idea en el lugar de un ideal, de una realidad divina. Estas creencias son simplemente religiones de quimeras.
1782:1  160:5.10 En las enseñanzas de Jesús, veo la religión en su mejor expresión. Este evangelio nos permite buscar al verdadero Dios y encontrarlo. Pero, ¿estamos dispuestos a pagar el precio de esta entrada en el reino de los cielos?. ¿Estamos dispuestos a nacer de nuevo, a ser rehechos?. ¿Estamos dispuestos a someternos a ese terrible proceso probatorio de la destrucción del yo y de la reconstrucción del alma?. ¿Acaso no ha dicho el Maestro: "El que quiera salvar su vida tiene que perderla. No creáis que he venido para traer la paz, sino más bien la lucha del alma"? Es verdad que después de pagar el precio de la dedicación a la voluntad del Padre experimentamos una gran paz, siempre que sigamos caminando por los senderos espirituales de la vida consagrada.
1782:2  160:5.11 Ahora estamos abandonando de verdad las atracciones del orden de existencia conocido, mientras nos dedicamos sin reservas a buscar las atracciones del orden de existencia desconocido e inexplorado de una vida futura de aventuras en los mundos espirituales del idealismo superior de la realidad divina. Y buscamos los símbolos significativos que nos permitan trasmitir a nuestros semejantes estos conceptos de la realidad del idealismo de la religión de Jesús. No dejemos de rezar por el día en que toda la humanidad se conmoverá ante la visión común de esta verdad suprema. En este momento, nuestro concepto resumido del Padre, tal como lo entendemos en nuestro corazón, es que Dios es espíritu; cuando lo trasmitimos a nuestros semejantes, Dios es amor.
1782:3  160:5.12 La religión de Jesús exige una experiencia viviente y espiritual. Otras religiones podrán consistir en creencias tradicionales, sentimientos emotivos, conciencias filosóficas, y todo eso junto, pero la enseñanza del Maestro implica alcanzar los niveles reales de progreso espiritual verdadero.
1782:4  160:5.13 La conciencia de sentirse impulsado a parecerse a Dios no es la verdadera religión. Los sentimientos emotivos de adorar a Dios no son la verdadera religión. La convicción consciente de olvidarse del yo para servir a Dios no es la verdadera religión. La sabiduría del razonamiento de que esta religión es la mejor de todas, no es la religión como experiencia personal y espiritual. La verdadera religión se refiere al destino y a la realidad de lo que se obtiene, así como a la realidad y al idealismo de lo que se acepta de todo corazón por la fe. Y todo esto se nos debe hacer personal mediante la revelación del Espíritu de la Verdad.

1782:5  160:5.14 Así terminaron las disertaciones del filósofo griego, uno de los más grandes de su raza, que se había vuelto creyente en el evangelio de Jesús.