Indice del sitio
Indice de los estudios


Los Estudios de la Sr. Yolanda Silva

EL PERÍODO DE JESÚS EN LA TUMBA.


Las costumbres romanas era que los cuerpos de los crucificados fuesen arrojados a una fosa común, sin embargo José de Arimatea, solicitó a Poncio Pilatos el permiso para que Jesús fuese sepultado en un sepulcro privado, a lo cual este, accedió de inmediato a firmar la orden que le permitía a José ir al Gólgota y retirar el cuerpo de Jesús.

Una persona crucificada no podía ser enterrada en cementerio judío, por lo cual el centurión al recibir la orden de Pilatos le dijo a José: “este cuerpo es tuyo para que hagas lo que creas conveniente, yo y mis soldados permaneceremos aquí para asegurarnos que nadie interfiera”.

Tanto en la actitud de Poncio Pilatos, como en la de este centurión vemos una forma de franco respeto y colaboración por lo que se hiciera con el cuerpo de Jesús, tal vez ellos eran los primeros en reconocer que Jesús había sido un hombre muy especial, porque su conducta en la cruz y las palabras dichas mientras sufría la crucifixión estaban llenas de amor y perdón.

En todas estas gestiones José de Arimatea estaba acompañado de Nicodemo, ambos eran ex miembros del Sanedrín y hasta este momento habían mantenido en un bajo perfil su filiación con el Maestro, pero a partir de la muerte de Jesús se convirtieron en los discípulos más francos y abiertos de todo Jerusalén.  José creía en las palabras de Jesús cuando les dijo: “os preguntáis que quise decir cuando dije que dentro de poco ya no estaré con vosotros y que cuando me veáis nuevamente, estaré camino a mi Padre.  Os he dicho claramente que el Hijo del Hombre, debe morir, pero que resucitará. ¿ Acaso no podéis discernir el significado de mis palabras ?.  Primero tendréis pena, pero luego os regocijaréis con  muchos otros que comprenderán estas cosas después de mi partid”.

Por tanto, José creía en la resurrección de Jesús, no así Nicodemo que al igual que los apóstoles, no habían comprendido lo que Jesús les había dicho y comentaban “con seguridad el Maestro vino de Dios, pero cómo dice que debe volver al Padre?.  Mientras más plenamente creían en Jesús, como el Mesías, más problemáticas se tornaban estas nociones profundamente arraigadas en el triunfo material del reino en la tierra”. Las cuales se contradecían con la muerte de Jesús y con sus mentes finitas les era inconcebible la idea de la resurrección, aun cuando muchos de ellos habían visto el poder de Jesús, cuando decidió volver a la vida a su gran amigo Lázaro, habían olvidado lo dicho entonces por el Maestro: “Hijo mío, lo que te ha ocurrido a ti, también lo experimentaran todos los que creen en este evangelio, excepto que resucitaran en una forma más gloriosa. Tú serás testigo viviente de la verdad que yo he hablado. Yo soy la resurrección y la vida”.

“A eso de las cuatro y media de la tarde, la procesión fúnebre de Jesús de Nazaret, partió del Gólgota en dirección al sepulcro que José tenía dispuesto al otro lado de la carretera.  El cuerpo estaba envuelto en un sudario de lino y lo llevaban cuatro hombres, seguidos por las fieles mujeres de Galilea. Los hombres que llevaron el cuerpo material de Jesús a la tumba fueron: José, Nicodemu, Juan y el centurión romano”.

A las mujeres no les estaba permitido participar en esta ceremonia, así es que desde lejos, observaron donde había sido sepultado y comentaban que con la prisa, no se le había dado a Jesús la preparación necesaria para su entierro, por lo que decidieron volver al día siguiente para ungirlo como era la costumbre.

La mayoría de los apóstoles estaban muy consternados y no esperaban que Jesús resucitara al tercer día como se los había dicho.  Paradojalmente sus enemigos si lo recordaban y por eso después de tener una reunión en casa de Caifás, decidieron solicitar a Pilatos una guardia especial para que los discípulos no fueran a robar el cuerpo y después decir que había resucitado, lo cual sería mucho peor que el permitirle seguir viviendo.

Poncio Pilatos, una vez más accedió a esta petición y envió a diez soldados para asegurar que la piedra del sepulcro no fuese removida y la tumba estuviera a salvo.

“No podemos explicar con exactitud que le ocurrió a Jesús durante el transcurso de ese noche y ese día y medio en que supuestamente estuvo reposando en la tumba de José de Arimatea. Aparentemente murió la misma muerte natural en la cruz que hubiese sufrido cualquier otro mortal en las mismas circunstancias. Le habíamos escuchado decir: <Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu>. Pero no comprendemos plenamente el significado de esa declaración, puesto que su Ajustador de Pensamiento había sido personalizado con mucha anterioridad y por consiguiente mantenía una existencia por separado del ser mortal de Jesús”.

“El Ajustador personalizado de Jesús no podía de ninguna manera ser afectado por su muerte física en la cruz. Lo que Jesús puso en ese momento en manos de su Padre, debe haber sido la contraparte espiritual del trabajo del Ajustador, al espiritualizar la mente mortal, para permitir la transferencia de la trascripción de la experiencia humana a los mundos de estancia. Debe haber habido cierta realidad espiritual en la experiencia humana a los mundos de estancia. Debe haber habido cierta realidad espiritual, en la experiencia de Jesús, análoga a la naturaleza del espíritu o del alma de los mortales de fe creciente en las esferas. Pero esto es simplemente nuestra opinión, no sabemos en verdad qué fue lo que realmente Jesús encomendó a su Padre”.

“Sabemos que la forma física del Maestro reposó en la tumba de José hasta las tres de la mañana del domingo, pero estamos totalmente inciertos con respecto al estado de la personalidad de Jesús durante ese período. Creemos que la conciencia humana mortal de Jesús, durmió durante 36 horas. Tenemos motivos para creer que Jesús humano, nada supo de lo ocurrido en el universo durante este período. Para la conciencia mortal no existió este lapso, la resurrección de la vida siguió al sueño de la muerte como si fuera el mismo instante”.

“En el gran patio de las salas de resurrección del primer mundo de estancia de Satania, se puede observar actualmente una magnífica estructura material- moroncial, conocida con el nombre de Monumento conmemorativo de Miguel, que ahora lleva el sello de Gabriel.  Este monumento fue creado poco después de la partida de Miguel de este mundo y tiene esta inscripción < En memoria del paso mortal de Jesús de Nazaret de Urantia>”.

Estos testimonios de seres tan superiores a nosotros, me hacen pensar en nuestra habitual prepotencia humana, que pretende saber la Verdad y tener una explicación para todo.  En cambio, ellos no sienten vergüenza alguna en confesar: “no comprendemos, no sabemos”, primera lección: la humildad y la fe para recibir el conocimiento, darnos cuenta de nuestras limitaciones humanas y no tener la arrogancia de creer saberlo todo. ¡ Qué diferente sería este mundo, si fuésemos capaces de confesar a menudo: no comprendo, no sé...aprenderíamos de nuestros hermanos y no existiría el fanatismo religioso porque comprenderíamos al fin, que  “Jesús vivió y murió para todo un universo”.

Tampoco estaríamos marcados por la culpa, porque “el Padre en el cielo nunca concibió una injusticia tan burda como la de condenar un alma mortal por las malas acciones de sus antepasados. Tampoco fue la muerte del Maestro en la cruz un sacrificio consistente en pagarle a Dios una deuda que la raza humana le debía. La muerte en la cruz no fue para reconciliar al hombre con Dios, sino que fue para estimular al hombre a la comprensión del amor eterno del Padre y de la misericordia sin fin de su Hijo y para difundir estas verdades universales a todo el universo”.

Que estas reflexiones, nos ayuden a llenar nuestro corazón de ese amor contagioso que Jesús nos trajo, para que la Pascua de Resurrección, sea en verdad un renacer de nuestras almas y que renazcamos con él a una vida mucho más plena de servicio y de amor a nuestros semejantes.

Preparemos nuestras mentes y nuestros corazones llenos de júbilo, para conmemorar mañana a Jesús que vuelve a la casa de su Padre...

Lo escrito entre comillas, corresponde en forma textual al Libro de Urantia