EL
SERMÓN DE LA
ORDENACIÓN
Jesús pudo haber realizado su obra evangelizadora
usando sus poderes divinos, sin embargo en vez de hacer esto, escogió a sus
apóstoles y discípulos para que no sólo le ayudaran, sino que los designó para
que continuaran su obra de evangelización a través de los tiempos. Nosotros, los que hemos tenido el privilegio
de encontrar a Dios y nos esforzamos por vivir su enseñanza, somos hoy en día
los nuevos apóstoles escogidos por Jesús para continuar su obra evangelizadora
de amor y de paz.
El mundo está cada día más caótico, los valores se
han trastocados y más que inmoralidad lo que se vive hoy en día es lo
amoral. Pero no estamos aquí para
quejarnos como todo el mundo lo hace,
nuestra misión es ser la sal de la tierra, la sal con gusto a salvación,
pero si la sal ha perdido su gusto ¿ con que se la salará ?.
Abramos nuestro corazón de par en par y atentamente
escuchemos el mensaje de Jesús y hagámoslo propio, recordemos que Él predicó una
religión personal e individual, dejemos que nuestro Ajustador nos ilumine para
que el sermón de la ordenación que a continuación leeremos se transforme en el
agua viva que como un manantial divino, calme nuestra sed de evolución y se
esparza también en cada uno de nuestros hermanos, ayudémoslos para que con el
ejemplo de nuestras acciones, ellos puedan encontrar al Padre, como lo hemos
encontrado nosotros.
“Si conocemos a Dios, nuestra tarea verdadera en la
tierra, es vivir de modo tal, que el Padre pueda revelarse en nuestra vida y
así, todas las personas que buscan a Dios verán al Padre y pedirán nuestra
ayuda para averiguar más acerca del Dios que de ese modo encuentra expresión en
nuestra vida”1466. “Yo os digo: amad a
vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os
maldicen y orad por los que os ultrajan. Todo lo que creáis que haría Yo para
los hombres, hacedlo también vosotros” 1571.
Jesús dijo: “Ahora que ya sois embajadores del reino de
mi Padre, ingresáis en una clase separada y distinta de todos los otros hombres
de la tierra. Ya no sois hombres entre
los hombres, sino que seréis, entre las criaturas ignorantes de este mundo en
tinieblas, ciudadanos esclarecidos de otro país, un país celestial. Ya no basta que viváis como lo habéis hecho
hasta ahora, en adelante debéis vivir como los que han probado la gloria de una
vida mejor y que han sido escogidos como embajadores de ese nuevo mundo. Más se espera del maestro que del alumno,
del amo más que del siervo. Algunas
cosas que estoy a punto de deciros, os parecerán duras, pero vosotros habéis
elegido representarme en el mundo, así como Yo ahora, represento al Padre. Como mis representantes en la tierra,
estaréis obligados a acatar las enseñanzas y las prácticas que reflejan mi
ideal de vida mortal en los mundos de espacio y que ejemplifico en mi vida
terrestre de revelación del Padre que está en el cielo” 1570.
“Os envío a que proclaméis la
libertad a los cautivos espirituales, la felicidad a los que están encadenados
por el temor y que os preocupéis de los enfermos según la voluntad de mi
Padre. Cuando encontréis a mis hijos en
aflicción habladles palabras de aliento diciendo: Bienaventurados los pobres de
espíritu, los humildes, porque ellos serán los tesoros del reino de los cielos.
· Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán saciados.
· Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
· Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
· Bienaventurados los que están de luto, porque ellos serán consolados.
· Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán el espíritu del regocijo.
· Bienaventurados los misericordiosos porque ellos obtendrán misericordia.
· Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios.
· Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la rectitud, porque de ellos es el reino de los cielos.
· Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros falsamente. Alegraos y gozaos porque grande será vuestro galardón en los cielos” 1570.
Si uno lee livianamente estas bienaventuranzas, pareciera ser que para alcanzar la salvación uno debiera amar todo lo que significa sufrimiento y que la felicidad no tiene cabida en la superación espiritual, sin embargo el mensaje de Jesús es mucho más profundo. Lo que Él quiere enseñarnos es a descubrir el bien potencial que hay detrás de todo lo que a nosotros nos parece un mal. “Pareciera que el Padre en el cielo hubiese ocultado de los sabios u orgullosos algunas grandes verdades, revelándoselas en cambio a los humildes. Pero el Padre se revela al universo, con métodos de su propia elección. Venid pues, todos vosotros que laboráis y lleváis pesadas cargas y encontraréis descanso para vuestras almas. Aceptad el yugo divino y experimentaréis la paz de Dios, que está mas allá de toda comprensión” 1627.
“Jesús comprendía plenamente como se preparan los hombres para tomar decisiones en una crisis y realizar acciones inmediatas y audaces, es un proceso lento de selección reiterada entre situaciones recurrentes de bien y mal por eso sometió a sus mensajeros elegidos a repetidas pruebas de desilusión y les proporcionó con frecuencia oportunidades llenas de dificultades para que seleccionaran entre el camino justo y el camino erróneo de enfrentar las pruebas”1708, porque es en las pruebas donde se reconoce el temple del alma. “Cada hijo creado puede decir en verdad: Él conoce el camino que tomo, y cuando me haya puesto a prueba, saldré reluciente como el oro”. Jesús al hablar del Dios viviente dijo: vuestro Padre sabe lo que necesitáis aun antes de que vosotros se lo pidáis” 49.
“Todas las acciones de Dios responden a un propósito, son inteligentes,
sabias, generosas y eternamente atentas al mejor bien, no siempre de un ser
específico, una raza determinada, un planeta específico o incluso un universo
determinado, pero sí el bienestar y el mejor bien de todos, desde los más bajos
hasta los más altos. En las edades del
tiempo, a veces puede parecer que el bienestar de la parte difiere del bienestar del todo, sin embargo,
en el círculo de la eternidad, tales diferencias aparentes no existen”48. Solemos olvidar que no estamos solos en el
mundo y que “todos somos parte de la familia de Dios y por lo tanto a veces
debemos participar de la disciplina de la familia. Muchas de las acciones de Dios que tanto nos perturban y
confunden, son el resultado de las decisiones y dictámenes finales de la omnisapiencia,
que facultan al Actor Conjunto a ejecutar la elección de la voluntad infalible
de la mente infinita, a hacer cumplir
las decisiones de la personalidad de perfección, cuyo examen, visión y
solicitud abarcan el bienestar más elevado y eterno de toda su vasta y
extendida creación” 48.
“Ocurre pues, que vuestro punto de vista aislado, seccional, finito, burdo y altamente materialista, inherente a la naturaleza de vuestro ser, constituyen tal impedimento, que sois incapaces de ver, comprender o conocer, la sabiduría y bondad de muchos de los actos divinos, que aparecen cargados de una crueldad aplastante y caracterizados por una indiferencia extrema para el consuelo, el bienestar, la felicidad planetaria y la prosperidad personal del hombre. Es a causa de las limitaciones de la visión humana, es debido a vuestro entendimiento restringido y a vuestra comprensión finita, que equivocáis los motivos de Dios y pervertís sus propósitos. Muchas cosas ocurren en los mundos evolutivos que no corresponden a las acciones personales del Padre Universal” 48.
“ Las incertidumbres de la
vida y las vicisitudes de la existencia, no contradicen de ningún modo el
concepto de soberanía universal de Dios.
Toda vida de la criatura evolutiva está acechada por ciertas
inevitabilidades. Consideremos las
siguientes:
1.- ¿ Es deseable el valor, la fuerza de
carácter ?. Si es así, el hombre debe
criarse en un ambiente que requiera el enfrentamiento con dificultades y que
aprenda de sus reacciones ante los desencantos.
2.- ¿ Es deseable el altruismo, el servicio a los semejantes ?. Entonces la experiencia de la vida, debe proporcionarnos el encuentro con situaciones de desigualdad social.
3.- ¿ Es deseable la esperanza y la magnitud de la confianza ?. Entonces la existencia humana, debe enfrentarse constantemente con inseguridades e incertidumbres recurrentes.
4.- ¿ Es deseable la fe, la suprema
afirmación del pensamiento?. Entonces
la mente del hombre debe hallarse en esa dificultad problemática donde siempre
sabe menos de lo que puede creer.
5.- ¿ Es deseable el amor a la verdad y la disposición de ir dondequiera éste conduzca ?. Entonces el hombre debe crecer en un mundo donde el error está presente y la falsedad es siempre posible.
6.- ¿ Es deseable el idealismo, el concepto
que más acerca a lo divino ?. Entonces
el hombre debe luchar en un ambiente de bondad y belleza relativas, en un
ambiente que estimule el anhelo incontenible de cosas mejores.
7.- ¿ Es deseable la lealtad, la devoción al deber más alto ?. Entonces el hombre debe proceder rodeado por las posibilidades de la traición y la deserción. El valor de la devoción al deber, consiste en el peligro implícito de su incumplimiento.
8.- ¿ Es deseable la falta de egoísmo, el espíritu de olvido de sí mismo ?. Entonces el hombre mortal debe vivir cara a cara con el incesante clamor de un yo que continuamente está exigiendo el reconocimiento y el honor. El hombre no puede elegir dinámicamente la vida divina si no existe una vida del yo a la cual renunciar. El hombre no podría nunca aferrarse a la salvación en la rectitud, si no hubiera ningún mal potencial que exalte y diferencie el bien por contraste.
9.- ¿ Es deseable el placer,
la satisfacción de la felicidad ?.
Entonces el hombre debe vivir en un mundo en el que la alternativa del
dolor y la probabilidad del sufrimiento, son posibilidades experienciales,
siempre presentes ” 51.
Después de estas consideraciones, comprendemos mucho mejor lo que Jesús quiere decirnos en las Bienaventuranzas, cada una de ellas es una oportunidad que la vida nos da para superarnos y evolucionar, porque “el hombre alcanza la unión divina mediante una comunión espiritual progresiva y recíproca, una relación de personalidad con el Dios personal, un creciente logro de la naturaleza divina, a través de una conformidad inteligente y sincera con la voluntad de Dios” 31.