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Los Estudios de la Sr. Yolanda Silva

JESÚS  Y  EL  CENTURIÓN.


Al centurión romano Jesús le dijo: “Dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”.  “El sincero servicio de Dios y el leal servicio al césar no entran en conflicto a menos que el césar quiera para sí, el homenaje que sólo puede ser reclamado por la Deidad.  La lealtad a Dios, si lo llegas a conocer te hará aun más leal y fiel en la dedicación a un emperador digno” 1474.

Lo temporal, jamás podrá estar reñido con lo espiritual, por el contrario, porque todo lo espiritual tiene una base material, porque para nosotros que somos humanos, lo temporal es la materia prima con la cual trabaja nuestro espíritu. “El suelo del alma en desarrollo es humano y material, pero el destino de esta criatura combinada de mente y espíritu es espiritual y divino” 1738.

Dios no se encuentra sólo en el Templo, sino que Él está en todas partes “El verdadero Dios no está lejos, es parte de nosotros, su espíritu habla desde dentro de nosotros, es el espíritu guiador del destino eterno”45, por lo tanto, el cumplir y respetar los deberes ciudadanos es algo muy importante para un alma que busca su evolución espiritual.  El cumplir con las leyes civiles es un deber y una responsabilidad.  Si nosotros estamos empeñados en cambiar el mundo, tenemos que comenzar por nuestro país y si en verdad nos importa cambiar nuestro país debemos comenzar por nosotros mismos, por ejemplo, no evadiendo nunca los impuestos, porque ellos generan el bienestar de todos, especialmente de los más necesitados.  El dicho popular de que quien le roba a un ladrón tiene cien años de perdón, no rige en lo absoluto para la persona que busca su propia superación espiritual.

Jesús  “en su vida personal siempre cumplió fielmente con todas las leyes y reglas civiles pero siempre tuvo cuidado de evitar las trampas políticas de sus enemigos, diciendo “dad al césar las cosas que son del césar y a Dios las que son de Dios, Él no permitía que su atención fuese desviada de su misión de establecer un nuevo camino de salvación, no se permitía a sí mismo preocuparse por otras cosas”.  “Jesús no fue un reformador político, sin embargo mostró al hombre la óptima manera de vivir, y ninguna generación está exenta de la tarea de descubrir como adaptar de la mejor manera la vida de Jesús a sus propios problemas.  Pero no cometáis el error de identificar las enseñanzas de Jesús con alguna teoría política o económica o con algún sistema social o industrial” 1580.

Gandhi decía: el que quiera venir a luchar conmigo para liberar a la patria, tendrá antes que purificarse, pues de lo contrario, acabaríamos liberándonos de una opresión para caer en otra peor.

Sin el esfuerzo y la superación personal, ningún cambio es real ni positivo porque “debemos reconocer siempre los dos puntos de vista de toda conducta mortal: el humano y el divino, los caminos de la carne y la senda del espíritu, la valoración del tiempo y el punto de vista de la eternidad” 1577.

“El deseo bien intencionado de fomentar antiguos sistemas de pensamiento, impide eficazmente el patrocinio para crear medios y métodos nuevos y adecuados para satisfacer los anhelos espirituales de las almas en expansión” 1745.

Jesús nos advierte, “Encontraréis difícil recibir mi mensaje porque queréis construir las nuevas enseñanzas directamente sobre las viejas, pero yo os declaro que debéis renacer.  Debéis comenzar nuevamente como niñitos y estar dispuestos a confiar en mis enseñanzas y creer en Dios.  El nuevo evangelio no puede ser amoldado a lo que ya existe.  Tenéis ideas erróneas sobre el Hijo del Hombre y su misión en la tierra.  Pero no cometáis el error de pensar que yo he venido para poner de lado a la ley y a los profetas, no he venido a destruir sino para completar, para ampliar e iluminar.  No he venido a transgredir la ley sino más bien para inscribir estos nuevos mandamientos en las tablas de vuestro corazón” 1576.

Para recibir las palabras de Jesús, primero tenemos que despojarnos de nuestras viejas costumbres personalistas, renacer a un mundo nuevo y estar absolutamente abiertos a los cambios, ver lo que hay detrás de las cosas, ir mas allá de las apariencias.  Cambiar la indiferencia de nuestro corazón por un corazón sensible y abierto a todo lo nuevo y verdadero, y sin miedo a descubrir lo desconocido.  Hay que ser capaz de saltar por sobre los viejos esquemas y hábitos repetitivos y ver, tal vez lo mismo, pero con otros ojos, con otras perspectivas.  Se cuenta que a un maestro oriental le preguntaron que había conseguido con la iluminación espiritual y él contestó: Tenía depresión y ahora sigo teniendo depresión, pero la diferencia está que ahora ya no me molesta la depresión.

Renacer significa aprender a dejar nuestros hábitos, un hábito bueno, no es mejor que uno malo, pues ambos duermen nuestra conciencia y se transforman en inercia.  Todo hábito genera comodidad por el sólo hecho de estar haciendo lo conocido.  La espiritualidad es la purificación de los mecanismos, es decir, deshabituar lo habitual, no permitir que nuestros hábitos consuman nuestra conciencia, sino que nosotros darle conciencia a nuestros hábitos.  Todo lo que se hace consciente deja de ser rutinario y puede llegar a transformarse en una verdadera adoración a Dios, porque no olvidemos que “la adoración es la técnica de buscar en el Único, la inspiración para servir a muchos” 1616.

Renacer, como nos lo pide Jesús, no exige cambios externos, el entorno puede continuar siendo el mismo, pero somos nosotros los que debemos cambiar.  Muchas veces no quejamos que somos esclavos del tiempo, del trabajo, de la sociedad, de la familia, sin comprender que somos nosotros mismos quienes nos hemos puesto estas pesadas cadenas, porque lo mismo que nos toca vivir, lo podríamos experimentar en otra forma si nuestra disposición interna fuese diferente.  “La norma de los valores verdaderos debe buscarse en el mundo espiritual y en los niveles divinos de la realidad eterna.  Un mortal ascendente debe reconocer que todas las formas inferiores y materiales son efímeras, parciales e inferiores”  1457.

Renacer espiritualmente es dejar de tener prejuicios ante la vida, ante las personas, ante nuestras propias acciones.  Una de las cosas que más limita nuestro accionar, es el prejuicio.  Generalmente etiquetamos a las personas por alguna actuación indebida y luego no nos molestamos en otorgarle la posibilidad de cambiar y nos quedamos más con la imagen de un personaje que con la persona.  En nuestra vida diaria también encasillamos nuestras acciones, una mala experiencia nos marca, en vez de replantearnos el hecho y transmutarlo en algo positivo.  En vez de enjuiciar y encasillar, debemos aumentar nuestro nivel de conciencia, unirnos sinceramente a nuestro Ajustador y esforzarnos por aceptar todo lo que nos ocurre y amar a todos los que nos rodean.  Cuando el verdadero amor sea nuestro único guía, el concepto en sí no tendrá razón de ser porque veremos una realidad que está más allá de la simple apariencia.  “No os dejéis enceguecer por el prejuicio, ni paralizar por el miedo” 1745.

Pero renacer no es fácil, así como el bebé debe pasar nueve meses en el vientre materno antes de nacer a la vida, nuestro espíritu también se toma su tiempo, el despertar interno requiere también de un lento proceso de crecimiento, pero el tiempo “no es lo más importante, no es la rapidez de nuestro progreso la que importa sino su seguridad. Vuestro logro real no es tan importante como el hecho de que la dirección de vuestro progreso es hacia Dios.  Lo que logréis llegar a ser día tras día, es infinitamente más importante que lo que sois hoy” 1653.

Lo importante es tener la voluntad de cambiar no sólo nuestras conductas erróneas sino también aquellas actitudes que no son malas, pero que al ser repetitivas se vuelven autómatas y nos duermen impidiéndonos ver la realidad tal cual ella es.  Tenemos que cambiar porque “no entras al reino de los cielos a menos que hayas nacido nuevamente, nacido del espíritu” 1130.  “Exijo de vosotros una rectitud que excederá a la rectitud de los que buscan obtener los favores del Padre con la limosna, la oración y el ayuno.  Si queréis entrar al reino, debéis tener una rectitud que consista en amor, misericordia y verdad, el deseo sincero de hacer la voluntad del Padre” 1576.

“En la vida terrestre de Jesús, la religión fue una experiencia viva, un pasaje directo y personal de la reverencia espiritual a la rectitud práctica” 2089, por eso no le bastaban las limosna, la oración ni el ayuno.

Vemos pues, “que Jesús no ha venido a transgredir la ley sino más bien a inscribir estos nuevos mandamientos en las tablas de vuestro corazón”.  Las leyes de Moisés se escribieron en dos frías y duras piedras, el nuevo mandamiento está escrito “en las tablas de nuestro corazón”, es decir, nosotros más que procurar conocer a Dios como Ser Infinito, tenemos que esforzarnos por sentir a Dios y saber que Él nos ama con su amor de Padre.  “ El amor es la motivación más alta que el hombre puede utilizar en su ascensión en el universo.  Pero si al amor se le despoja de la verdad, la belleza y la bondad, es tan solo un sentimiento, una distorsión filosófica, una ilusión psíquica, una decepción espiritual.  El amor debe ser siempre redefinido en los niveles sucesivos de progresión moroncial y espiritual” 2096.

“El mundo necesita ver a Jesús vivir nuevamente en la tierra, en la experiencia de los mortales nacidos del espíritu, que efectivamente revelen al Maestro a todos los hombres”.   Recordad siempre, Dios y los hombres se necesitan.  Son mutuamente necesarios para el alcance pleno y final de la experiencia de la personalidad eterna en el destino divino de la finalidad universal”.  “El reino de Dios está dentro de vosotros fue probablemente la declaración más magnífica que Jesús hiciera jamás después de la afirmación de que su Padre es un espíritu vivo y amante” 2084.

“En las enseñanzas de Jesús, está la mejor expresión de la Verdad, porque nos permite buscar a Dios y encontrarlo, pero ¿estamos dispuestos a pagar el precio de esta entrada en el reino de los cielos? , ¿Estamos dispuestos a renacer? , ¿A ser rehechos? , ¿Estamos dispuestos a someternos a este terrible y agotador proceso de autodestrucción y reconstrucción del alma?” 1781.

La superación espiritual no es fácil pero  ¡vale la pena intentarla!. Porque “es verdad que después que paguemos el precio de la dedicación a la voluntad del Padre, experimentaremos gran paz, siempre y cuando sigamos caminando por los caminos espirituales del vivir consagrado” 1781.