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Los Estudios de la Sr. Yolanda Silva

LA  LECCIÓN  SOBRE  EL  AUTODOMINIO


“El que sepa gobernarse a si mismo, es más grande que el que conquista una ciudad.  El autodominio es la medida de la naturaleza moral del hombre y el indicador de su desarrollo personal” 1609.   Autodominio significa estar consciente permanentemente de lo que se dice y se hace.  Esto no es fácil, requiere de un estado especial de alerta espiritual y de un deseo profundo de hacer la voluntad del Padre, no por temor, sino por amor a Él y a nosotros mismos.  El autodominio requiere de fuerza de voluntad y la voluntad no es un don que se nos de en forma gratuita, debemos crearla y fortalecerla continuamente a través de actos conscientes, lo cual implica vivir en el momento presente, en el “aquí, ahora”.

Autodominio no es solamente controlar las pasiones, dominar los vicios y no hacer lo incorrecto, incluye también el hacer lo mejor posible todo lo que tenemos que hacer, es esforzarnos por ser impecables con nosotros mismos y con los demás.  Implica ser honestos y consecuentes en nuestro actuar cotidiano, es aprender a encontrar el significado que trasciende a las cosas comunes del diario vivir.

“En el reino del Padre , habéis de transformaros en criaturas nuevas.  Las cosas viejas habrán de perecer, he aquí como os muestro como todas las cosas se han de renovar.  Y por vuestro amor mutuo convenceréis al mundo que habéis pasado de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida eterna”  1609.

“Yo vine a este mundo para revelar a vosotros el Padre y conduciros al Padre.  Lo primero ya lo he hecho, pero no puedo conduciros al Padre sin vuestro consentimiento, el Padre jamás obliga a nadie a entrar en el reino.  La invitación siempre existió y siempre existirá , el que quiera que venga y comparta libremente el agua viva” 1820.

Para que las cosas se puedan renovar, hay que estar completamente abiertos al cambio intelectual, espiritual y material.  Hay que ser dúctil con nuestras ideas, juicios y costumbres porque los hábitos y los apegos tanto a las cosas como a las personas, nos atan y nos impiden evolucionar, porque el crecimiento espiritual es dinámico y sólo se consigue a través de las experiencias y decisiones propias.  La evolución es absolutamente personal, nadie ni siquiera Dios puede hacerlo por nosotros, por lo tanto no puede haber evolución ni libertad, si siempre estamos imitando o preguntando a otros que hacer.  Somos artesanos de nuestro destino y no importa si al decidir nos equivocamos, a veces la experiencia de un fracaso nos ayuda más espiritualmente, que un éxito fácil que nos envanece y muchas veces nos aleja de la voluntad del Padre.

“Cuando sabéis que os salva la fe, tendréis paz verdadera en Dios y todos los que sigan el camino de esta paz celestial, están destinados a ser santificados al servicio eterno de los hijos de Dios, hijos en constante progreso.  De ahí en adelante ya no será un deber, sino más bien un gran privilegio para vosotros purificaros de todos los males de la mente y del cuerpo mientras buscáis la perfección en el amor de Dios” 1609.

La fe de Jesús visualizaba todos los valores espirituales como se encuentran en el reino de Dios por eso dijo:  Buscad  primero el reino del cielo “y la única oración que enseñó a sus discípulos  dice: venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad” 2088.

Que maravilloso y liberador es actuar guiados por el Padre y no por el temor a ser castigados por Dios o censurados por el prójimo o por la sociedad.  Cuando se elimina el sentido de culpa y de pecado, la conciencia se hace individual y libre y como ella se rige por la sabiduría y la rectitud del espíritu, nuestras acciones serán guiadas por una intención sana y pura porque estaremos conscientes que ellas influyen no sólo en nuestra vida por la ley de causa y efecto sino también son determinantes en la vida del universo a nivel vibracional. Cuando se toma conciencia de nuestra ciudadanía cósmica, la responsabilidad de nuestras acciones individuales se hace mucho mayor.

“El secreto del autodominio está ligado a nuestra fe en el espíritu residente que siempre obra con amor.  La fe salvadora no proviene de vosotros, sino que es otro don de Dios.  Al ser hijos de esta fe viviente, ya no seréis esclavos de vuestro yo, sino más bien dignos triunfantes de vuestro yo.  Así haréis resaltar espontáneamente los frutos del espíritu en vuestra vida diaria” 1609.

La fe es un don de Dios que nosotros debemos cuidar y acrecentar.  Si la fe es nuestro guía, no importará lo que hagamos sino el cómo y el por qué lo hacemos.  Si nuestra intención es pura y está llena de amor, nuestras acciones serán fructíferas para nosotros y también para la humanidad y la afirmación de Jesús “por sus frutos los conoceréis” será una realidad tangible.  “La fe sin obras está muerta” en cambio si la nuestra está viva, se manifestará espontáneamente en nuestra vida cotidiana y seremos como la luz del sol que ilumina tanto a moros como a cristianos.

“Debemos ser los audaces y valientes seguidores de un Señor vivo y no de un líder muerto y derrotado.  El Maestro vive en el corazón de los evangelistas.  Dios no es una doctrina en sus mentes, ha llegado a ser una presencia viva en sus almas” 2056.

“Guardaos todos contra el temor y las dudas.  Cada uno de vosotros preparad vuestra mente y dejad que vuestra lámpara siga encendida.  Guardaos como hombres que están esperando el regreso de su amo de una fiesta nupcial, para que cuando El vuelva y golpee en la puerta podáis abrirle con rapidez” 1824.

“No olvidéis, es vuestra fe personal en las extraordinarias,  grandes y preciosas promesas de Dios, la que asegura que participaréis de la naturaleza divina.  Así pues, mediante vuestra fe y la transformación del espíritu, llegaréis a ser en realidad templos de Dios y su espíritu vivirá verdaderamente dentro de vosotros” 1609.

¡Qué diferente sería nuestra moral y el cuidado de nuestro cuerpo si tomáramos conciencia que somos “ templos de Dios “. Los santuarios materiales nos provocan respeto y devoción, sin embargo con nuestro propio cuerpo no tenemos casi ninguna consideración porque no lo asociamos con Dios.  Si tomáramos conciencia que el espíritu vive dentro de nosotros, dejaríamos de ser esclavos encadenados de la carne y nos convertiríamos en hijos del espíritu, libres y liberados de las pasiones malsanas.  “La nueva ley del espíritu nos dota de libertad y autodominio reemplazando la vieja ley del temor, basada en la esclavitud y en las cadenas de la abnegación” 1609.

“La salvación se obtiene mediante la regeneración del espíritu y no por las acciones santurronas de la carne.  Estáis justificados por la fe y acompañados por la gracia, no por el temor y la abnegación de la carne, aunque los hijos del Padre que han nacido del espíritu son siempre y para siempre dueños de su ser” 1610.

Ya es hora , que dejemos de mezclar el pecado con el apetito sexual normal del ser humano.  Las religiones han estigmatizado el sexo como algo sucio y pecaminoso restándole así toda su elevada función creadora, no sólo en el plano donde somos cocreadores con Dios, sino también en el plano espiritual.  El acto sexual siempre es creador a nivel vibracional.  Cuando la sexualidad se une al amor y no solamente al placer momentáneo, toma entonces otra dimensión y desaparece todo vestigio de temor o de pecado porque “ la nueva ley del espíritu os dota de la libertad del autodominio, reemplazando la vieja ley del temor” 1609.

“Si nacéis del espíritu estaréis siempre libres de la esclavitud autoconsciente de una vida de abnegación y vigilancia continua sobre los deseos de la carne, seréis trasladados al reino jubiloso del espíritu en el cual haréis resaltar espontáneamente los frutos del espíritu en vuestra vida diaria” 1610.

El autodominio requiere del conocimiento de nosotros mismos y para lograrlo, necesitamos de tiempo y silencio para penetrar en nuestro mundo interno, para descubrir en él todas nuestras carencias, pero también todas nuestras posibilidades, las cuales iluminadas por el don de la fe, podremos ofrecer y compartir con nuestros hermanos.  Sólo cuando hayamos alcanzado este estado de conciencia superior, estaremos cumpliendo con la voluntad del Padre y nuestra fe será una realidad que se manifestará en nuestra vida cotidiana, dándonos la felicidad, la paz y la alegría que Jesús por amor trajo a Urantia.

El autodominio implica un esfuerzo personal, pero como la motivación es acercarnos a Dios, este esfuerzo es alegre y libre.  Me esfuerzo porque yo quiero alcanzar mi autodominio y no por deber o por temor al castigo o a la cercanía del fin del mundo... Me siento libre y no esclavo, mi búsqueda de Dios es alegre porque tengo la certeza de que Dios ya me encontró.

“Dejad que el hombre se divierta, dejad que la raza humana encuentre placer de mil maneras, dejad que la humanidad evolucionaria explore todos los tipos de autogratificación legítima, los frutos de su larga lucha biológica hacia arriba.  El hombre bien ha ganado algunas felicidades y placeres de hoy en día.  ¡ Pero no olvidéis el objetivo del destino !” 943.

“No permitáis nunca que el ocuparos de una tarea exterior distinta influya sobre vuestra lealtad.  Tened fe en Dios hasta el fin de vuestros días en la tierra. No olvidéis jamás que una vez que seas un hijo de fe en Dios todo trabajo honesto del reino es sagrado.  Nada de lo que haga un hijo de Dios es ordinario.  Haced vuestro trabajo como si fuera para Dios. Y cuando hayáis terminado en este mundo, Yo tengo otros mundos mejores, donde igualmente trabajaréis para mi.  En todo este trabajo, en este mundo y en otros mundos, yo trabajaré con vosotros y mi espíritu vivirá dentro de vosotros” 2049.