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Los Estudios de la Sr. Yolanda Silva

LA RESURRECCIÓN.


El viernes por la tarde, luego después del entierro de Jesús, el jefe de los arcángeles de Nebadón, en ese momento presente en Urantia, convocó a un concilio para tratar la resurrección de las criaturas volitivas conscientes y ver la posibilidad de descubrir técnicas para restituir a Jesús, pero después de debatir por horas, llegaron a la conclusión de que estos hijos del universo local, nada podían hacer, entonces consultaron a Gabriel, quien les dijo que: puesto que Miguel había dado su vida por su propio albedrío, también tenía el poder de volver tomar posesión de ésta, según su propia decisión.

Por su parte, el Ajustador personalizado de Jesús, encargado personalmente de las huestes celestiales reunidas en Urantia habló de esta manera: Ninguno de vosotros puede hacer nada para ayudar a vuestro Padre creador a retomar la vida. Como mortal del reino, él ha experimentado la muerte mortal, pero como soberano de un universo él vive.

Lo que observáis es el tránsito mortal de Jesús de Nazaret de la vida en la carne a la vida en la moroncia. El tránsito espiritual de este Jesús, fue completado en el momento en que yo me separé de su personalidad y asumí el cargo de director temporal de vosotros.

Vuestro Padre creador ha elegido pasar a través de la experiencia total de sus criaturas mortales, desde el nacimiento en los mundos materiales, a través de la muerte natural y la resurrección moroncial. Estáis a punto de observar cierta fase de esta experiencia, pero no podéis participar en ella.  Estas cosas que vosotros como Portadores de vida hacéis ordinariamente por la criatura, no las podéis hacer por el Creador.  Un Hijo Creador tiene en sí mismo el poder de auto otorgarse en semejanza de cualquiera de sus hijos creados. El tiene en sí mismo el poder de ofrendar su vida terrena y de volver a poseerla, él tiene este poder por mandato directo del Padre del Paraíso y yo sé lo que digo.

Luego de escuchar las palabras del Ajustador Personalizado, todos sin excepción alguna se quedaron a la espera de lo que sucedería y que ellos desconocían.

Cuando Jesús emergió resucitado de la tumba, el cuerpo mortal que había usado por casi treinta y seis años, yacía en el sepulcro tal cual lo había dejado José al enterrarlo. La piedra con la cual los soldados habían cerrado la tumba permanecía donde mismo y el sello de Pilatos con el cual se había sellado, permanecía intacto.

Ninguna criatura de este universo ni personalidad de otros universos, tuvo nada que ver con la resurrección de Jesús. En el momento en que Jesús apareció junto a Gabriel encima del sepulcro, las siete personalidades del Paraíso mostraron su intención de partir inmediatamente para Uversa.

Aun cuando las personalidades que nos relatan estos hechos, desconocen muchos aspectos de la resurrección en sí misma se atreven a declarar que :

1.- Su cuerpo material o físico no fue parte de la personalidad resurgida. Cuando Jesús salió de la tumba, sus restos carnales permanecieron sin cambio en el sepulcro. El emergió del sepulcro, sin desplazar las piedras que cerraban el sepulcro y sin romper el sello.

2.-No salió de la tumba como espíritu ni como Miguel de Nebadón, no apareció en forma de Soberano Creador ni como había sido antes de su encarnación en la semejanza mortal en Urantia.

3.-Salió de esta tumba, en la misma semejanza de las personalidades moronciales de que como seres ascendentes moronciales resucitados, emergen en las salas de resurrección del primer mundo de estancia de este sistema local de Satania.

El Maestro quiso experimentar su vida mortal con todas sus consecuencias y desde el primer mundo de estancia Jesús moroncial dijo: Habiendo completado mi vida en la carne, deseo permanecer aquí por un corto período de transición, para poder conocer más plenamente la vida de mis criaturas ascendentes y revelar posteriormente la voluntad de mi Padre en el Paraíso.

Mientras Jesús experimenta la transición como personalidad intermedia entre lo material y lo espiritual, se comunica con aquellas fieles mujeres que lo habían seguido en la tierra y que ahora esperan para ungir su cuerpo mortal.

Entre tanto, el jefe de los arcángeles y de los ángeles de resurrección, se acercó a Gabriel y el solicitó permiso para que los restos mortales de Jesús fuesen entregados para su custodia para su disolución inmediata, ellos no querían que el cuerpo de su soberano sufriera la lenta descomposición. Después de conferenciar Gabriel con el decano de los Altísimos de Edentia, el permiso fue otorgado.

De inmediato, a los seres intermedios secundarios de Urantia se les dio la tarea de hacer rodar las piedras de la entrada de la tumba, esto era necesario porque el cuerpo de Jesús era material y como tal no podía ser sacado de la tumba en forma moroncial.

La creencia cristiana de la resurrección de Jesús se ha basado en el hecho de la tumba vacía. Fue en verdad un hecho, pero esta no fue la verdad de la resurrección. La tumba estaba realmente vacía cuando llegaron los primeros creyentes y esto hizo que surgiera la creencia que el cuerpo mortal de Jesús había resucitado del sepulcro. Pero la verdad relacionada con las realidades espirituales y los valores eternos, no siempre pueden deducirse de la combinación de hechos aparentes.

La tumba estaba vacía, no porque el cuerpo de Jesús hubiera sido rehabilitado ni resucitado, sino porque las huestes celestiales habían solicitado y recibido el permiso para realizar una disolución especial y singular, un retorno del polvo al polvo, evitando la intervención del paso del tiempo y el efecto de los procesos ordinarios y visibles de la descomposición mortal y la corrupción material.

El cuerpo de Jesús sufrió el mismo proceso natural de desintegración de los elementos que caracteriza a todos los cuerpos humanos en la tierra, excepto que en cuanto al paso del tiempo, ya que este proceso fue grandemente acelerado, hasta el punto que se volvió instantáneo.

Cuando las huestes celestiales habían terminado su cometido, Gabriel convocó a los arcángeles y junto a las huestes de serafines y de querubines para inaugurar la resurrección general del fin de la dispensación adánica en Urantia, entonces apareció Miguel moroncial y dijo: Así como mi Padre tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo el poder de tener vida en sí mismo. Aunque todavía no he vuelto a tomar plenamente el ejercicio de la jurisdicción universal, esta limitación auto impuesta, no restringe de ninguna manera el don de la vida sobre mis hijos dormidos, así es que se comience a pasar lista para la resurrección planetaria.

Gabriel y las huestes arcángeles se trasladaron al sitio de la polaridad espiritual del planeta y cuando Gabriel dio la señal, se transmitió su voz al primero de los mundos de estancia del sistema diciendo: “Por mandato de Miguel ¡ dejad que se levanten los muertos de esta dispensación en Urantia.!  Entonces todos los sobrevivientes de las razas humanas de Urantia que habían caído en el sueño desde los días de Adán y que aun no habían sido juzgados, aparecieron en las salas de resurrección del grupo de los mundos de estancia, prontos para la investidura moroncial.

Esta era la tercera ocasión en que se pasaba lista planetaria, o sea la tercera resurrección dispensacional completa. La primera ocurrió al tiempo de la llegada del Príncipe Planetario, la segunda durante los tiempos de Adán y Eva y ésta, la tercera señaló la resurrección moroncial, el tránsito mortal de Jesús de Nazaret.

Este es el relato de los acontecimientos de la resurrección de Jesús, visto por los que tuvieron la oportunidad de presenciarlos mientras realmente ocurrían, sin las limitaciones de una visión humana parcial y restringida.

Es así como Jesús ha conseguido para todos los seres humanos de Urantia que todas las criaturas volitivas de mente normal de este mundo, recibirán un Ajustador de Pensamiento en cuanto lleguen a la edad de responsabilidad moral y de elección espiritual.

El Hijo donado, vive y muere para la elevación espiritual de las razas mortales de un mundo. Establece el camino nuevo y viviente, cuyo conocimiento hará libres a los hombres, permitiéndoles a todos los mortales de Urantia que se hayan hecho merecedores de la sobrevivencia, ir a directamente a las esferas moronciales después de su tránsito por la tierra.

Celebremos la Pascua de Resurrección porque Jesús al triunfar sobre la muerte nos ha abierto las puertas del Paraíso, en la casa de su Padre hay muchas moradas aguardándonos, que nuestra vida sea plena, para que en unión con nuestro Ajustador vivamos la religión de Jesús, aquella que en efecto domina y transforma a sus creyentes, exigiendo que los hombres dediquen la vida a buscar el conocimiento de la voluntad del Padre en el cielo y que la energía del vivir se consagren al servicio altruista de la hermandad del hombre.

Roguemos porque este año que coincide la Pascua de oriente y de occidente, sea el preludio de un período de comprensión, aceptación y tolerancia que permita que la tan ansiada Paz, pronto reine en Urantia.