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Los Estudios de la Sr. Yolanda Silva

LOS FANTASMAS


El culto a los fantasmas viene desde épocas muy remotas y perdura hasta nuestros días, es más, se le trata de revivir tanto en las películas como en diferentes episodios que ayudan a mantener viva esta superstición.

El culto a los fantasmas se desarrolló como defensa contra los peligros de la mala suerte, su celebración religiosa primitiva surgió de la ansiedad relativa a la mala suerte y del temor desmesurado a los muertos. La muerte era para los hombres primitivos la liberación de un fantasma, el cual se temía más que nada durante el supuesto período de transición, entre su aparición en el momento de la muerte y su posterior partida hacia la tierra de los fantasmas, un concepto vago y primitivo de un pseudo cielo.

Los antiguos creían que se debía proveer luz para que el cadáver pudiera encontrar su propio mundo, un cuerpo muerto no se dejaba nunca en la oscuridad. Aun hoy, se continúan encendiendo luces en las cámaras fúnebres y se sigue la costumbre de velar al muerto, lo cual sigue demostrando ese miedo ancestral.

El LU concede todo el documento 86 a contarnos la gran influencia que los fantasmas tuvieron en nuestros ancestros, es bueno leerlo porque así nos daremos cuenta que hasta el día de hoy, seguimos manteniendo estas ideas forjadas en el inconsciente colectivo de la humanidad.

Sin embargo, la religión primitiva preparó el terreno de la mente humana, mediante la fuerza poderosa y espeluznante del temor falso, para recibir una fuerza espiritual auténtica de origen sobrenatural, el Ajustador de Pensamiento.

Ellos han laborado siempre, por transmutar el temor a Dios en amor a Dios. La evolución podrá ser lenta, pero es infaliblemente eficaz.

Seguir atribuyendo a causas sobrenaturales lo que resulta difícil de comprender, no es más que una manera perezosa y conveniente de evitar toda forma de trabajo duro e intelectual. La exploración de los fenómenos de la vida, más tarde o más temprano destruye la creencia del hombre en lo que no es capaz de comprender, sustituyéndola por un universo de ley y orden en el que los efectos, son precedidos por causas definidas. De esta forma se reemplaza el temor a lo desconocido por la felicidad de vivir sabiéndonos hijos de Dios.

“No os dejéis enceguecer por el prejuicio, ni paralizar por el miedo”1745.  “Yo os advierto que no temáis a nadie, ni en el cielo ni en la tierra, sino que os regocijéis en  el conocimiento de Aquel que tiene el poder de liberaros de toda injusticia” 1820.

En pleno siglo 21 tenemos también otra clase de fantasmas que impiden que nuestra evolución sea todo lo real y fluida que podría ser, todo miedo exagerado se transforma en un fantasma. El miedo a la muerte, a la pobreza, a la enfermedad, al desamor, al olvido, son sentimientos y reacciones que paralizan nuestro caminar por la vida. Los fantasmas del pasado, las cosas que nos hicieron sufrir y los fantasmas del futuro, el miedo a lo que nos pueda ocurrir son absolutamente inútiles, porque ni el pasado ni el futuro existen... ¡ lo único válido es el momento presente.!

Por lo tanto, lo mejor para desterrar el miedo ancestral a los fantasmas, es tomar conciencia de que somos hijos de Dios y que si Jesús quiso ser uno de nosotros, es porque con su ejemplo nos demostró “que ningún hombre, debe temer nunca que el creador no sepa la naturaleza o el grado de sus aflicciones temporales” 2019,  debemos depositar toda nuestra fe y confianza en su amor y no temer nada ni a nadie, vivo o muerto, porque “cada vez que el hombre cede a la ansiedad, se aleja un paso del espíritu guiador de su corazón” 1451.

Las pruebas y las tribulaciones de la vida cotidiana, muchas veces se transforman en los peores fantasmas, porque llenan nuestro corazón de miedo e inseguridad, es entonces cuando debemos recordar que “a través de cada prueba, frente a cada penuria, las almas nacidas del espíritu, están sostenidas por esa esperanza que trasciende todo los temores, porque el amor de Dios se esparce a todos los corazones a través de la presencia del Espíritu divino” 382.

En la medida que somos capaces no sólo de saber, sino de sentir la paternidad de Dios, nuestra vida se irá tornando llena de paz y alegría porque habremos alcanzado “ese elevado estado en el cual el alma del mortal se mezcla con el espíritu del Supremo. Dios es justo, por tanto el fruto que no recibamos de nuestra siembra en este mundo, lo recibiremos el venidero” 1443.

Entonces ¿ por qué inquietarnos .?