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Los contenidos de este estudio

Cuando las cosas van mal
Harry McMullan, III
Traducción de Ángel Sánchez-Escobar

IV. En caso de enfermedad o privaciones

Al ver la aflicción de personas inocentes, algunos cuestionan el amor de Dios, incluso su existencia. Pero el padre ama a todos sus hijos, y no quiere que nadie esté herido, enfermo u oprimido por las circunstancias. La existencia del sufrimiento demuestra por el contrario que Dios

nos ha colocado en la única clase de mundo en la que se pudiera desarrollar la fortaleza de carácter, esto es, donde la libertad de las acciones tienen consecuencias reales. Dios no hace descender sobre sus hijos la tribulación, pero creó el mundo tal como es para que aprendiéramos y maduráramos en contacto con la verdadera realidad. Este aprendizaje puede resultar duro, pero válido en cuanto nos hace personas fuertes y de fe que creen en los valores espirituales en medio de todo lo que parece contrario a lo bueno, bello y verdadero.

Entonces, ¿cómo debemos recibir al indeseable huésped de la enfermedad y las privaciones cuando llegan, tal como inevitablemente llegan? Podemos convertirnos en apesadumbrados fatalistas, que difícilmente se decepcionan porque esperan siempre lo peor; en llorones y quejicas, que vanamente buscan a alguien para culpar de sus problemas; en deliberados optimistas, que sueñan con un mundo de irrealidad; o, podemos enfrentarnos a la vida simplemente con la fe en la voluntariedad del padre en darnos fuerzas para resolver y vencer los problemas de la vida, con la confianza en su capacidad para sacar el bien de cada situación. En la compañía de Dios, sacaremos lo mejor de cada situación que se nos presente, expectantes en la fe y con la férrea determinación de prevalecer sobre cualquier circunstancia.

El Padre puede, por su puesto, curar toda la enfermedad con una palabra, pero al hacer eso tendría que transgredir todas las leyes físicas que él mismo ordenó y no conduciría a los hombres hacia el reino. Ni las cinco mil personas a las que Jesús alimentó en las orillas de Galilea ni las quinientas que sanó al atardecer en Capernaun consiguieron avanzar en el reino de Dios a pesar de estos milagros.

Mientras que la ciencia evoluciona y progresivamente resuelve los problemas de las enfermedades, debería confortarnos el conocimiento que el Padre tiene de nuestras aflicciones. Cuando se ha hecho todo lo posible para mejorar la situación, debemos aceptar nuestras circunstancias, recordando que toda aflicción es temporal y que puede guiarnos a construir nuestras almas eternas siempre que aceptemos nuestra situación con dignidad, fe y completa sumisión a la voluntad del Padre. Tras haber agotado todos nuestros recursos personales, podemos descansar en el amor de nuestro Padre, donde la fe sin trabas nos puede traer la curación de cualquier aflicción.

No sólo de pan vive el hombre, pero el hombre necesita el pan para vivir. Una de las dificultades más comunes es la falta de recursos económicos, pero muchos de los que se ven en esa situación de privación lo son porque precisamente no tienen lo que les gustaría tener. Jesús nos enseñó que la vida del hombre no consiste la codicia sino en cada una de las palabras que salen de Dios. Mucho mejor es ser pobre, estar enfermo y buscar a Dios con sumisión, que ser orgulloso y autosuficiente espiritualmente, es decir, yermo, desconectado de Dios. El Padre es fuente de toda abundancia, y se contenta en proporcionarnos todo lo que realmente necesitamos que no interfiera con el crecimiento gradual de nuestras almas.

Cuando el reino de los cielos es la meta de nuestra existencia, las consideraciones materiales se relegan al lugar secundario que les pertenece. La vida conlleva inevitablemente sufrimiento, pero para aquellos que pueden ver el gran propósito del Padre tras el velo, él les ofrece una duradera paz interior que les permite sobreponerse a cualquier privación.

Dios es bondadoso en esencia, compasivo por naturaleza y misericordioso en perpetuidad. Y nunca es necesario influenciar al Padre para suscitar su benevolencia. La necesidad de la criatura es en sí misma totalmente suficiente para asegurar el flujo pleno de su tierna misericordia y de su gracia salvadora. Puesto que Dios conoce todo acerca de sus hijos, le resulta fácil perdonar. Cuanto mejor entienda el hombre a su prójimo, tanto más fácil le resultará perdonarlo, e incluso amarlo. (p.38 - §2)

"Verdaderamente he visto la aflicción de mi pueblo, he oído su clamor y conozco sus angustias". Porque "desde los cielos mira el Señor; ve a todos los hijos de los hombres; desde el lugar de su morada mira sobre todos los habitantes de la tierra". Todo hijo de criatura puede en verdad decir: "Él conoce mi camino, me probará, y saldré como oro". "Dios ha conocido mi sentarme y mi levantarme; ha entendido desde lejos nuestros pensamientos, y todos nuestros caminos le son conocidos". "Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuentas". Y debería realmente confortar a todo ser humano el entender que "Él conoce vuestra condición; se acuerda de que sois polvo". Hablando del Dios vivo, Jesús dijo: "Vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad, incluso antes de que vosotros le pidáis". (p. 49 - §1)

La vida de cualquier criatura evolutiva está acuciada por ciertas inevitabilidades. Planteaos lo siguiente:

¿Es el coraje -la fuerza del carácter- deseable? Entonces el hombre tiene que crecer en un ambiente que le haga luchar contra las dificultades y reaccionar ante las decepciones.

¿Es el altruismo -el servicio al prójimo- deseable? Entonces la experiencia de la vida tiene que proporcionar situaciones donde se encuentre la desigualdad social.

¿Es la esperanza -la grandeza de la confianza- deseable? Entonces la existencia humana debe enfrentarse constantemente con inseguridades e incertidumbres periódicas.

¿Es la fe -la afirmación suprema del pensamiento humano- deseable? Entonces la mente del hombre tiene que verse en esa situación difícil y problemática en la que siempre sabe menos de lo que cree.

¿Es deseable el amor a la verdad y la disposición para seguirla allá donde conduzca? Entonces el hombre tiene que crecer en un mundo donde el error esté presente y la falsedad sea siempre posible.

¿Es el idealismo -el concepto que aproxima a lo divino- deseable? Entonces el hombre tiene que esforzarse en un ambiente de bondad y de belleza relativas, en un entorno que estimula la irreprimible tendencia hacia cosas mejores.

¿Es la lealtad -la devoción al supremo deber- deseable? Entonces es preciso que el hombre se mantenga en medio de las posibilidades de incumplimiento y deserción. La valentía de la devoción al deber consiste en el peligro implícito de no cumplirla.

¿Es el desinterés -la disposición para olvidarse de sí mismo- deseable? Entonces el hombre mortal tiene que vivir frente al incesante clamor de un ineludible yo deseoso de reconocimientos y honores. El hombre no podría elegir con dinamismo la vida divina si no hubiese una vida propia a la que renunciar. El hombre nunca podría utilizar la rectitud como salvación si no existiera el mal potencial que exalta y diferencia el bien por contraste.

¿Es el placer -la satisfacción de la felicidad- deseable? Entonces el hombre tiene que vivir en un mundo donde la alternativa del dolor y la probabilidad del sufrimiento sean unas posibilidades vivenciales siempre presentes. (p. 51 - §4-13)

La mente humana puede pensar inmediatamente en mil y una cosas - catástrofes físicas, accidentes espantosos, desastres horribles, enfermedades dolorosas y calamidades mundiales- y preguntarse si tales sucesos están correlacionados con los desconocidos designios de esta probable acción del Ser Supremo. Francamente, no lo sabemos; no estamos realmente seguros. Pero sí observamos que, según pasa el tiempo, todas estas situaciones difíciles y más o menos misteriosas tienen siempre como resultado el bienestar y el progreso de los universos. [...] (p.115 - §7)

La confusión y los disturbios existentes en Urantia no indican que a los Gobernantes del Paraíso les falte interés o capacidad para actuar sobre éstos de otra forma. Los Creadores poseen pleno poder para hacer de Urantia un verdadero paraíso, pero dicho Edén no contribuiría al desarrollo de esos rasgos fuertes, nobles y experimentados que los Dioses, con tanta firmeza, forjan en vuestro mundo entre el yunque de la necesidad y el martillo de la angustia. Vuestras ansiedades y penas, vuestras pruebas y desilusiones, son tanto parte del plan divino en vuestra esfera como lo son la excelente perfección y la infinita adaptación de todas las cosas a su propósito supremo en los mundos del universo central y perfecto. (p. 258 - §11)

Se ha disfrutado del último reposo en el tiempo; se ha experimentado el último sueño en transición; ahora os despertáis a la vida imperecedera en las orillas de la morada eterna. "Ya no habrá más sueño. La presencia de Dios y de su Hijo están ante vosotros y vosotros sois eternamente su servidores; habéis visto su rostro, y su nombre es vuestro espíritu. No habrá noche allí; y no necesitan de la luz del sol, porque la Gran Fuente y Centro les da luz; vivirán por siempre y para siempre. Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron". (p. 299 - §5)

Cuando se alcanzan las alturas de la perfección y la eternidad, hay mucho más motivo de orgullo en el caso de aquellos que comenzaron desde abajo y ascendieron con gozo en la escala de la vida, peldaño tras peldaño, y que, cuando finalmente llegan a las alturas gloriosas, habrán conseguido en su experiencia personal un conocimiento real de cada fase de la vida, de abajo a arriba.

En todo esto se ve la sabiduría de los Creadores. Sería igualmente fácil para el Padre Universal hacer de todos los mortales seres perfectos, impartir perfección con su palabra divina. Pero eso les privaría de la maravillosa vivencia de la aventura y capacitación junto con el largo y gradual ascenso hacia el interior, una vivencia reservada tan sólo para aquellos que tienen la buena fortuna de comenzar su existencia en el escalón más bajo de la vida. (p. 361 - §5-6)

Aunque es del todo cierto que no puede venir el bien del mal para aquel que concibe y hace el mal, es igualmente verdad que todas las cosas (incluyendo el mal, potencial o manifestado) cooperan para el bien de todos los seres que conocen a Dios, desean hacer su voluntad y ascienden al Paraíso de acuerdo con su plan eterno y su propósito divino. (p. 616 - §6)

Formamos parte de una gigantesca creación, y no es extraño que no todo obre en perfección; nuestro universo no fue creado en perfección. La perfección es nuestra meta eterna, no nuestro origen. (p.846 - §5)

[Los Modeladores del Pensamiento] No están interesados en hacer fácil la andadura mortal; más bien les interesa hacer vuestra vida razonablemente difícil y accidentada, para que se incentive y multiplique la toma de decisiones. La presencia de un gran Modelador del Pensamiento no significa una vida fácil ni la liberación del pensamiento extenuante, pero tal don divino ha de conferir una sublime paz de mente y una magnífica tranquilidad de espíritu.

Tus emociones pasajeras de pena y alegría, pasajeras y siempre cambiantes, son principalmente respuestas puramente humanas y materiales a tu clima psíquico interior y a tu entorno material externo. No recurras, pues, al Modelador de forma egoísta para que te consuele e inútilmente te reconforte. La tarea del Modelador es prepararte para la aventura eterna, asegurar tu supervivencia. No es misión del Preceptor Misterioso aliviar tus tumultuosos sentimientos ni atender a tu orgullo herido; es la preparación de tu alma para su larga andadura ascendente la que requiere la atención y ocupa el tiempo del Modelador. (p. 1191 - §6; p.1192 - §1)

Dotar de libertad a seres imperfectos entraña una inevitable tragedia, y es innato en la perfecta Deidad ancestral compartir este sufrimiento con el afecto universal de su compañía amante. (p.1203 - §1)

La incertidumbre junto a la seguridad es la esencia de la aventura al Paraíso. Incertidumbre en tiempo y en mente, incertidumbre en cuanto al despliegue de acontecimientos en el ascenso al Paraíso; seguridad en espíritu y en eternidad, seguridad en la confianza incondicionada del hijo creado en la compasión divina y en el infinito amor del Padre Universal; incertidumbre como ciudadano inexperto del universo; seguridad como hijo ascendente en las moradas del universo de un Padre todopoderoso, omnisapiente y omniamante. (p.1223 - §3)

¿Te puedo aconsejar que atiendas al eco distante de la fiel llamada que hace el Modelador a tu alma? El Modelador que habita en tu interior no puede detener ni incluso alterar materialmente tu andadura de lucha en el tiempo; el Modelador no puede disminuir las dificultades de la vida mientras atraviesas este mundo penosamente. El morador divino interior tan sólo puede pacientemente abstenerse mientras luchas la batalla de la vida tal como se vive en tu planeta; pero podrías, si tan sólo quisieras -al afanarte y preocuparte, al luchar y perseverar- permitir que el valiente Modelador luche contigo y para ti. Te podrías sentir reconfortado e inspirado de este modo, cautivado y fascinado, si permitieses que el Modelador te trajera de forma constante las imágenes del verdadero motivo, del objetivo final y del propósito eterno de esta difícil lucha cuesta arriba con los problemas corrientes en tu actual mundo material.

¿Por qué no ayudas al Modelador en su tarea de mostrarte el equivalente espiritual de todos estos extenuantes esfuerzos materiales? ¿Por qué no permites que el Modelador te fortalezca con las verdades espirituales del poder cósmico mientras luchas en tu existencia con las dificultades temporales propias de las criaturas? ¿Por qué no alientas a este asistente celestial a que te reconforte con una clara visión y una perspectiva eterna de la vida universal a medida que tu mirada perpleja se torna sobre los problemas del tiempo que corre? ¿Por qué te niegas a sentirte iluminado e inspirado por el punto de vista universal mientras perseveras en las dificultades del tiempo y te pierdes en el laberinto de incertidumbres que acosan tu viaje en la vida mortal? ¿Por qué no permitir al Modelador que espiritualice tu pensamiento, aunque tu pies deban pisar las rutas materiales de tu esfuerzo terrenal? (p.1223 - §4-5)

Mucho de lo que un mortal llamaría providencial no lo es; su juicio en estos asuntos está muy dificultado por la falta de una visión de futuro en cuanto a los verdaderos significados de las circunstancias de la vida. Mucho de lo que un mortal llamaría buena suerte puede ser en realidad mala suerte; la sonrisa de la fortuna, que concede un tiempo libre no ganado y una riqueza no merecida puede ser la mayor de las aflicciones humanas; la crueldad aparente de un destino adverso que colma de tribulaciones al sufriente mortal puede ser, en realidad, un fuego que temple y que transmute el hierro dulce de la personalidad inmadura en el acero templado del verdadero carácter. (p.1305 - §4)

"Madre María, la pena no nos lleva a ninguna parte; hacemos lo que podemos, y una sonrisa materna podría acaso animarnos a hacerlo mejor. Día tras día nos fortalece en las tareas la esperanza de tiempos mejores." [Jesús] Su sólido y práctico optimismo era en verdad contagioso; los niños vivían en una atmósfera de espera de tiempos mejores y de cosas mejores. Esta actitud de coraje y esperanza contribuyó de gran manera al desarrollo de caracteres fuertes y nobles, a pesar de su descorazonadora pobreza.

Jesús tenía la habilidad de activar de forma efectiva todo su poder de mente, alma y cuerpo en la tarea que le ocupaba en el momento. Podía concentrar su mente con gran profundidad en el problema que deseaba resolver, y esto, unido a su incansable paciencia, le permitió soportar con serenidad todas las pruebas de una difícil existencia mortal, vivir como si estuviera "viendo a Aquel que es invisible." (p.1400 - §6-7)

Jesús se está convirtiendo con rapidez en un hombre, no simplemente en un hombre joven, sino en un adulto. Ha aprendido bien a cumplir con sus obligaciones. Sabe sobreponerse a las desilusiones. Soporta con fortaleza la frustración de sus planes y el fracaso de sus objetivos. Ha aprendido a ser equitativo y justo incluso ante la injusticia. Está aprendiendo a adaptar sus ideales de vida espiritual a las exigencias prácticas de la existencia terrenal. Está aprendiendo a forjar planes en cuanto a la realización de su más elevado y alejado objetivo de idealismo mientras se esfuerza por trabajar para la consecución de unos imperiosos objetivos, más cercanos e inmediatos. Está firmemente adquiriendo la capacidad de adaptar sus aspiraciones a las exigencias comunes de las circunstancias humanas. Casi domina el modo de utilizar la energía que le provee el impulso espiritual para modificar el engranaje de la realización material. Lentamente está aprendiendo a vivir la vida celestial mientras continúa viviendo la vida terrestre. Cada vez más sigue la guía final de su Padre celestial mientras asume el papel paterno de guiar y dirigir a los hijos de su familia terrenal. Está adquiriendo experiencia en arrancar la victoria de las garras mismas de la derrota; está aprendiendo a transformar las dificultades del tiempo en los triunfos de la eternidad.(P.1405 - §4)

"No resistáis la injusticia por la fuerza; no coloquéis vuestra confianza en manos de la carne. Si vuestro prójimo os hiere la mejilla derecha, volvedle también la otra. Preferid sufrir una injusticia a tener pleito entre vosotros. En bondad y con misericordia ministrad a todos los que están en desconsuelo y necesidad.

Yo os digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os ultrajan. Y todo lo que vosotros creáis que haría yo para los hombres, hacedlo también vosotros por ellos. (p.1571 - §1-2)

 

Jesús impartía que la conquista conllevaba un sacrificio, el sacrificio del orgullo y del egoísmo. Cuando hablaba de mostrar misericordia quería decir liberarse espiritualmente de todos los rencores, resentimientos, ira y ansia de poder egoísta y de venganza. Y cuando dijo: "No resistáis al mal", explicó más tarde que no quería decir que se tolerara el pecado ni que se confraternizara con la iniquidad. Más bien intentaba enseñar a perdonar, "a no resistir el mal trato contra la persona de uno, la innoble injuria contra nuestros sentimientos y nuestra dignidad personal". (p.1590 - §3)

"Pero puedes estar seguro de una cosa: el Padre no envía de forma arbitraria la aflicción como castigo a la maleficencia. La imperfección y los impedimentos son inherentes al mal; el castigo es inevitable al pecado; las consecuencias destructoras son ineludibles a la iniquidad. El hombre no debe culpar a Dios por esa aflicción que no es sino el resultado natural de la vida que él elige vivir; tampoco se debe quejar el hombre de esas experiencias que son parte de la vida tal como se vive en este mundo. Es la voluntad del Padre que el hombre mortal trabaje con perseverancia y firmeza para mejorar su condición en la tierra.[...] (p.1661 - §5)

"No dudes del amor de Dios en tu aflicción por haber transgredido por ingenuidad o deliberación alguna ordenanza divina sólo porque él ordenó esa ley justa y sabia. [...] (p.1662 - §1)

El Dios eterno es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos'. [...]. Él conoce vuestro cuerpo; se acuerda de que sois polvo'. 'Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas'. 'Él es esperanza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor sofocante'. 'Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas'. 'No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare!' 'Cuando pases por las aguas de la aflicción, yo estaré con vosotros, y cuando los ríos de la adversidad te sobrecojan, no te abandonaré'. 'Él me ha enviado a vendar los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a consolar a todos los enlutados' [...]". (p. 1662 - §2)

Enseñad a todos los creyentes a que no se apoyen en los inseguros pilares de la falsa compasión. No podéis desarrollar caracteres fuertes si os entregáis a compadeceros de vosotros mismos; esforzaros con honestidad en evitar la influencia engañosa de compartir los pesares. Ofreced vuestra compasión a los valientes y valerosos, poniendo límites en vuestra piedad por aquellas almas cobardes que tan sólo se enfrentan a medias con las pruebas de la vida. No brindéis consuelo a los que sucumben a sus problemas sin luchar. No ofrezcáis compasión a vuestros semejantes con el solo objeto de conseguir que ellos a su vez se compadezcan de vosotros. (p. 1766 - §7)

Enseñad a todos los creyentes que los que entran al reino no se vuelven inmunes a los accidentes del tiempo ni a las catástrofes ordinarias de la naturaleza. El creer en el evangelio no evitará encontrarse con problemas, pero sí os asegurará que no tendréis miedo cuando os acucien los problemas. Si os atrevéis a creer en mí y de todo corazón me seguís, al hacerlo así de cierto entraréis en un camino en verdad difícil. No os prometo liberaros de las oscuras aguas de la adversidad, pero sí os prometo que navegaré con vosotros sobre ellas. (p. 1767 - §1)

"Que no se atribule vuestro corazón; todas las cosas ayudan a la gloria de Dios y a la salvación de los hombres". (p. 1966 - §1)

Si razonaran al ver a Jesús ofreciendo su vida en la cruz, los hombres y las mujeres no se permitirían quejarse de nuevo ni siquiera por los mayores sufrimientos de la vida, mucho menos de las pequeñas dificultades ni por muchos motivos puramente ficticios. Su vida fue tan gloriosa y su muerte tan triunfal que a todos nos atrae el deseo de compartirlas. Existe un auténtico poder de atracción en la completa efusión de Miguel, desde los días de su juventud hasta el sobrecogedor espectáculo de su muerte en la cruz. (p. 2019 - §3)

La vida mortal golpeó a Jesús con su mayor dureza, crueldad y amargura; pero como hombre se enfrentó a estas vicisitudes de la desesperación con fe, coraje y la determinación inquebrantable de hacer la voluntad del Padre. Jesús se enfrentó a la vida en su más terrible faceta y la conquistó, incluso en la muerte. Él no uso la religión para liberarse de la vida. La religión de Jesús no busca escapar de esta vida para disfrutar de una esperada dicha en otra existencia. La religión de Jesús proporciona el gozo y la paz de otra existencia y de una existencia espiritual para elevar y ennoblecer la vida que los hombres viven ahora en la carne. (p. 2063 - §1)

Pentecostés dotó al hombre mortal con el poder de perdonar las injurias personales, de mantener su dulzura en medio de las injusticias más graves, de permanecer inamovible frente al peligro más apabullante y de retar los males del odio y de la ira actuando con valentía, amor y tolerancia. [...](p. 2064 - §4)