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Los contenidos de este estudio

Cuando las cosas van mal
Harry McMullan, III
Traducción de Ángel Sánchez-Escobar

VII. Cuando sentimos miedo

 El miedo es el terror que nos sobrecoge cuando, indefensos, oímos los tambores del enemigo que se avecina. La razón y el sentido común son inservibles para cortar los nudos que nos atan a la espiral de dolor y destrucción que provoca el miedo. El temor debilita nuestros valores morales y paraliza nuestra voluntad, dejándonos acorralados, totalmente indefensos ante enemigos imaginarios; o puede ocasionarnos un incontrolado arrebato de pánico haciéndonos arremeter contra lo que se ponga por delante como un animal salvaje. El miedo corroe la fe, la relación de Dios con sus hijos. El miedo se adentra en nosotros de forma destructiva, inhabilitando cualquier intención buena, devorando primero al que tiene miedo. El miedo es el vacío que queda cuando el amor y la confianza se han perdido.

El poder del miedo sobre nosotros se basa en la ignorancia y se alimenta de la soledad. Pero cuando nos enfrentamos al miedo en la seguridad del amor del Padre, éste huye como una pesadilla al salir el sol de la mañana. Los miedos que nos controlaban desaparecen como si nunca hubieran existido. Las terribles imágenes que nos acechaban se convierten en personajes de historietas cómicas que se olvidan al pasar la página.

Cuando nos sentimos atrapados por el terror, aprisionados por todos lados, sólo tenemos que retirarnos a nuestro bastión interior de paz y seguridad, al reino espiritual que existe en nosotros mismos, a la región del orden y el amor, para encontrar allí consuelo y una fortaleza mayor que la de nuestros adversarios. La fe es la llave de las seguras puertas del reino y nos viene dada en nuestra disposición para confiar en el cuidado y la protección del Padre. Dentro de sus muros macizos, vivimos en la presencia y el poder del Padre sabiendo el lugar seguro que tenemos en su afecto. Una vez dentro, el Padre serena nuestras mentes y nos dice que nuestros miedos son innecesarios, que su brazo amante nos rodea y nos guarda.

Cuando se alimenta, el miedo arrasa al alma. Pero la liberación del terror se realiza cuando caminamos en la fe, y la fe es un regalo de Dios. Para someter al miedo necesitamos sintonizar nuestras mentes con la de Dios, y mediante esta relación, la infinita reserva del amor del Padre se derrama sobre nosotros sanando todo sentimiento de pánico.

El miedo no se conquista, usando una imagen, con un ataque frontal, porque la fuerza emocional ha demostrado que no sirve para vencerlo, incluso puede originar un aumento del miedo. El miedo se conquista cuando nos damos cuenta de la existencia de un amor todo poderoso ante el que el miedo no permanece. Todo, el poder de la tormenta, la virulencia del mal o las personas inhumanas, la indiferencia de lo que nos rodea, se ve reducido ante la avalancha de ayuda que nos viene de arriba.

El miedo es la innecesaria sensación de pánico del niño que se encuentra solo en la noche cuando sus padres están en la habitación contigua. El miedo nos hace vulnerables cuando nos sentimos débiles, arrogantes cuando nos sentimos fuertes. Ambos sentimientos surgen cuando nuestro nexo con Dios está dañado por nuestra inmadurez, indiferencia o deliberada obstinación. Pero si nos dejamos llevar por el cauce del plan de Dios, puesto que sólo él nos facilita la cura del cuerpo, de la mente, de las emociones, del alma, de la personalidad y del espíritu, esas circunstancias no deben provocarnos ningún dolor. El Padre desea librar a todos sus hijos del miedo y nos proporciona los medios para que esto sea así.

"Guardaré en completa paz a aquel cuyo pensamiento en mí persevera" "En quietud y confianza será vuestra fortaleza". "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". "De su interior correrán ríos de agua viva para alimento de muchas almas". "Venid a mí todos los que estáis trabajados, y yo daré descanso a vuestras almas temerosas".

 

    Incluso en Urantia [estos ángeles] aconsejan a los maestros humanos de la verdad y la rectitud que se adhieran a la predicación de "la benignidad de Dios te guía al arrepentimiento", para proclamar "el amor de Dios, que echa fuera todo temor". Aun así se han declarado estas verdades en vuestro mundo:

Los Dioses son mis protectores; no me perderé;
de la mano me conducirán por los bellos y gloriosos senderos reconfortantes de la vida eterna.
Ante esta presencia divina no me faltará el alimento ni tendré sed de agua.
Aunque descienda al valle de la incertidumbre o ascienda a los mundos de la duda,
aunque camine en soledad o con mis semejantes,
aunque triunfe en los coros de la luz o titubee en los lugares solitarios de las esferas,
tu buen espíritu me asistirá, y tu ángel glorioso me confortará.
Aunque descienda a las profundidades de la oscuridad y de la muerte misma,
no dudare de ti, ni te temeré,
porque sé que en la plenitud de los tiempos y en la gloria de tu nombre
me elevarás hasta sentarme junto a ti en las altas almenas. (p.552 - §6-17)

Incluso en Urantia, estos serafines imparten la perpetua verdad: si tu propia mente no te sirve de mucho, puedes cambiarla por la mente de Jesús de Nazaret, que siempre te servirá bien. (p. 553 - §7)

Llegado este momento, el joven sentía muchos deseos de hablar con Jesús, y cayó a sus pies de rodillas implorando a Jesús que le ayudara, que le mostrara el camino para salir de su mundo de pesares y derrotas personales. Jesús le dijo: "Amigo mío, ¡levántate! ¡Ponte de pie como un hombre! Puede que te rodeen algunos pocos enemigos y que demoren tu marcha muchos obstáculos, pero las grandes cosas y las cosas reales de este mundo y del universo están de tu parte. El sol sale todas las mañanas para saludarte a ti al igual que al hombre más poderoso y próspero de la tierra. Mira, tienes un cuerpo fuerte y músculos poderosos, tu físico es mejor que el del hombre corriente. Claro que casi no te sirve de nada mientras te quedes sentado aquí en las montañas, lamentándote de tus infortunios, reales o inventados. Pero podrías hacer grandes cosas con tu cuerpo si te apresuraras y acudieras donde te esperan grandes cosas por hacer. Tratas de huir de tu infelicidad; pero eso no puede ocurrir. Tanto tú como tus problemas en la vida son reales; no podrás escapar de ellos mientras estés vivo. Pero, fíjate de nuevo, tu mente es nítida y capaz. Tu cuerpo robusto tiene una mente inteligente que lo dirige. Pon tu mente a trabajar para resolver sus problemas; enseña a tu intelecto a que trabaje para ti; no te dejes más dominar por el temor, como si fueras un animal que no piensa. Tu mente debe ser un valioso aliado para ti en la solución de los problemas de tu vida en vez de ser tú, como lo has sido, su servil y atemorizado esclavo y siervo de la depresión y la derrota. Pero lo más valioso de todo, tu potencial para lograr lo verdadero, es el espíritu que vive dentro de ti, que estimulará e inspirará tu mente para que se controle a sí misma y active tu cuerpo si lo liberas de las cadenas del temor, permitiendo así que tu naturaleza espiritual comience a liberarte de los males de la inacción mediante el poder-presencia de la fe viva. Y verás entonces que esta fe vencerá al miedo de los hombres mediante la imperiosa presencia de un amor por tus semejantes, nuevo y capaz de dominarlo todo, que pronto llenará tu alma hasta inundarla gracias a la conciencia que habrá nacido en tu corazón de que eres hijo de Dios.

"Este día, hijo mío, renacerás, restablecido como hombre de fe, coraje y dedicado servicio al hombre, para la gloria de Dios. Y cuando te hayas readaptado así con la vida dentro de ti, también te habrás readaptado con el universo; habrás vuelto a nacer del espíritu y de ahí en adelante toda tu vida será de victoria, de éxito. Los problemas te darán fuerzas; la decepción te servirá de acicate; las dificultades serán un reto; los obstáculos, un estímulo. ¡Levántate, joven! Dile adiós a una vida de un temor que te humilla y de una cobardía que te hace huir. Apresúrate, vuelve a tu deber y vive tu vida en la carne como un hijo de Dios, como un mortal dedicado al servicio ennoblecedor del hombre en la tierra, destinado al excelso y eterno servicio de Dios en la eternidad". (p.1437 - §3; p.1438 - §1)

Ganid, tengo una absoluta confianza en el completo cuidado de mi Padre celestial. Estoy consagrado a hacer la voluntad de mi Padre que está en el cielo. No creo que pueda acontecerme ningún daño real; no creo que mi labor en la vida puedan hacerla peligrar las intenciones de mis enemigos, y de seguro que no hemos de temer violencia alguna de parte de nuestros amigos. Estoy absolutamente convencido de que el universo entero me es amigable; insisto en creer fervorosamente esta verdad todopoderosa a pesar de que las apariencias puedan indicar lo contrario". (p.1469 - §3)

Al joven que había huido Jesús le dijo: "Recuerda, hay dos cosas de las que no puedes huir: de Dios y de ti mismo. Dondequiera que vayas, tu yo va contigo, asimismo va el espíritu del Padre celestial que vive dentro de tu corazón. Hijo mío, no te engañes más; ten el valor de enfrentarte a las cosas de la vida; aférrate a la seguridad de tu filiación con Dios y a la certeza de la vida eterna, como te he instruido. A partir de este día, propónte ser un hombre verdadero, un hombre decidido a enfrentarte con la vida con valentía e inteligencia". (P.1475 - §4)

Trató de aclarar que no se debe considerar al mundo como un enemigo; que las circunstancias de la vida son dispensación divina obrando junto con los hijos de Dios. (p.1579 - §5)

"No temáis a los que, aunque puedan matar el cuerpo, después ya no tendrán ningún otro poder sobre vosotros. Yo os aconsejo que no temáis a nadie, ni en el cielo ni en la tierra, sino que os regocijéis en el conocimiento de Aquel que tiene el poder de liberaros de toda injusticia y de presentaros sin culpa ante los tribunales del universo.

"¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Sin embargo, cuando estos pajarillos vuelan en busca de alimento, ni uno de ellos existe sin el conocimiento del Padre, la fuente de toda vida. Para los guardianes seráficos, hasta los cabellos de vuestra cabeza están numerados. Si todo esto es verdad, ¿por qué vivir temerosos de las muchas pequeñeces que surgen en vuestra vida diaria? Yo os digo: no temáis; vosotros valéis mucho más que muchos pajarillos". (p.1820 - §2-3)

" Habéis dedicado vuestra vida al ministerio del reino; por lo tanto, no os angustiéis ni os preocupéis por las cosas de la vida temporal, por lo que comeréis, ni qué pondréis sobre vuestros cuerpos. El bienestar del alma es más que comida y bebida; el progreso en el espíritu está muy por encima de la necesidad del atavío. Cuando os tiente la duda en la seguridad de vuestro pan, pensad en los cuervos; ni siembran ni cosechan ni tienen almacenes ni graneros, y sin embargo el Padre provee comida para todo el que la busca. ¡Y cuánto más valiosos sois vosotros que muchas aves! Además, la angustia y la incertidumbre nada harán por proveeros vuestras necesidades materiales. ¿Quién entre vosotros podrá, sólo por angustiarse, agregar un palmo a vuestra estatura o un día a vuestra vida? Puesto que estos asuntos no están en vuestras manos, ¿por qué preocuparos por ellos?"

"Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, embajadores del reino celestial? ¡Ay de vosotros, hombres de poca fe! Cuando os dedicáis de todo corazón a la proclamación del evangelio del reino, no deberíais albergar dudas en vuestra mente por vuestro sostén ni por la familia que habéis dejado. Si realmente dedicáis vuestra vida al evangelio, viviréis por el evangelio. Si sois solamente discípulos creyentes, debéis ganaros vuestro pan y contribuir al mantenimiento de todos los que enseñan y predican y curan. Si os preocupáis por vuestro pan y agua, ¿de qué manera diferís de las naciones del mundo que con tanta diligencia se ocupan de dichas necesidades? Dedicaos a vuestra obra, creed que tanto el Padre como yo conocemos vuestras necesidades. Permitid que os asegure de una vez por todas que, si dedicáis vuestra vida a la obra del reino, todas vuestras necesidades reales tendrán provisión. Buscad las cosas más grandes, y las menos importantes serán halladas; pedid cosas celestiales y las cosas materiales se añadirán. De seguro sigue la sombra al cuerpo".

"Tan sólo sois un grupo pequeño, pero si tenéis fe, si no os derrumbáis ante el temor, yo os declaro que complacerá mucho a mi Padre daros este reino. Habéis puesto vuestro tesoro allí donde la bolsa no envejece, donde el ladrón no hurta ni la polilla corrompe. Como dije a la multitud, allí donde está el tesoro, también estará vuestro corazón". (P.1823 - §3-5)

" ¿Qué más he de decir? La caída de las naciones, la quiebra de los imperios, la destrucción de los judíos incrédulos, el fin de una era, aun el fin del mundo, ¿qué tienen que ver todas estas cosas con el que cree en el evangelio y que ha refugiado su vida al amparo del reino eterno? Vosotros que sois conocedores de Dios y creyentes en el evangelio, ya habéis recibido la certeza de la vida eterna. Puesto que habéis vivido vuestras vidas en el espíritu y para el Padre, nada puede preocuparos seriamente. Los constructores del reino, los ciudadanos acreditados de los mundos celestiales, no se molestan por los altibajos temporales ni se perturban por los cataclismos terrestres. ¿Qué importancia tiene, para vosotros que creéis en este evangelio del reino, que caigan las naciones, que termine la era, que todas las cosas visibles se destruyan si ya sabéis que vuestra vida es un regalo del Hijo, y que está eternamente segura en el Padre? Habiendo vivido la vida temporal por la fe y habiendo rendido los frutos del espíritu en forma de la rectitud que se manifiesta en servicio amoroso para con vuestros semejantes, podéis contemplar con confianza el próximo paso en la andadura eterna, con la misma fe de supervivencia que os ha llevado a través de vuestra primera y terrenal aventura en la filiación con Dios. (p. 1916 - §2)

"Que no se turbe vuestro corazón. Vosotros creéis en Dios; continuad creyendo también en mí. Aunque os debo dejar, no estaré lejos de vosotros. Ya os he dicho que en el universo de mi Padre hay muchos sitios de permanencia. Si esto no fuera verdad, no os habría hablado repetidamente de éstos. Yo volveré a estos mundos de luz, a los lugares de destino en el cielo del Padre a los que vosotros algún día ascenderéis. Desde estos lugares he venido a este mundo, y ahora ha llegado el momento en que debo regresar a la obra de mi Padre en las esferas de lo alto."

"Si yo voy pues antes que vosotros al reino celestial de mi Padre, del mismo modo con certeza enviaré a buscaros para que podáis estar conmigo en los lugares que fueron preparados para los hijos mortales de Dios antes de que existiera este mundo. Aunque debo dejaros, estaré presente con vosotros en espíritu, y vosotros acabaréis por estar conmigo en persona cuando hayáis ascendido a mí en mi universo así como yo estoy a punto de ascender a mi Padre en su universo más grande.[...] (p.1947 - §3-4)

"El Padre me envió a este mundo, pero sólo unos pocos de vosotros habéis elegido plenamente recibirme. Yo derramaré mi espíritu sobre toda la carne, pero no todos los hombres elegirán recibir como guía y consejero del alma a este nuevo maestro. Pero todos los que lo reciban serán iluminados, limpiados y consolados. Y este Espíritu de la Verdad se convertirá en ellos en un manantial de agua viva que brota a la vida eterna".

"Ahora, a punto ya de dejaros, quiero consolaros con mis palabras. Dejo la paz con vosotros; mi paz os doy. Estos dones otorgo, no como los otorga el mundo, de forma limitada, sino que a cada uno de vosotros otorgo todo lo que quiera recibir. Que no se aflija vuestro corazón, ni os dejéis dominar por el temor. Yo he superado el mundo, y en mí triunfaréis todos por la fe.[...]" (p.1954 - §1-2)

La paz de Jesús es, pues, la paz y la certeza de un hijo que cree plenamente que su andadura en el tiempo y en la eternidad está total y verdaderamente bajo el cuidado y la vigilancia de un Padre espiritual omnisapiente, omniamante y omnipotente. Y ésta es, en verdad, una paz que sobrepasa el entendimiento de la mente mortal, pero que el corazón humano que cree sabrá disfrutar en plenitud. (p.1955 - §1)