1. -JESUS DE NAZARET

Refiriéndose a Jesucristo, en la Biblia, el apóstol Pablo dice: <<...en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean demonios, sean principados, sean potestades;  todo fue creado por medio de él y para él... >>(COLosENSES 1:16).

Los  Reveladores  celestiales nos  dicen en   “El Libro de Urantia” que << La inmensidad de la vasta creación del Padre Universal está totalmente más allá del entendimiento de la imaginación finita...>>(PAGINA 128).  Pues existen muchos millares de universos locales.  Y aunque hay un sólo Hijo Eterno y Original, no existe un sólo Hijo Creador como el que se encarnó en Jesús, sino que hay miles de Hijos con capacidad de crear.  Cada uno es el Creador de <<... todas las cosas... las que hay en los cielos... las... visibles e invisibles... >> que pertenecen a su universo local. Cada universo local es <<...creado por medio de él y para  él...>>.  ;

El apóstol Juan dice: <<...Porque tres son los que dan testimonio del cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno..>>(1 JUAN 5:7).  Un Hijo Creador no crea su universo local a solas, sino que es acompañado por una Hija Creativa, su compañera de creación.  Esta Hija Creativa no sólo se une al Hijo Creador para crear los seres y las cosas de su universo local, sino que derrama su Energía Espiritual sobre todo su universo.  Y esta Energía  la conocemos como el <<... Espíritu Santo... >>, nuestra Madre Espiritual.

En el centro de toda la inmensa creación de Dios se encuentra la máxima Morada Gloriosa, el Paraíso.  Allí residen el Padre Universal, El Hijo Eterno y Original y el Espíritu Infinito, la Trinidad Suprema.  Los Hijos Creadores son Hijos Creados por el Padre Universal unido con el Hijo Eterno y Original, y las Hijas Creativas son Hijas Creadas directamente por el Espíritu Infinito.

En el Evangelio según Juan, el Maestro expresa <<... toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra... >>(JUAN 28:18). Para que un Hijo Creador llegue a tener todo poder en los cielos y en las tierras de su universo local, debe convertirse en un Hijo Soberano.  Y para ello se requiere que  no sólo conozca a sus hijos por haberlos creado sino que también debe hacerse “exactamente” como uno de ellos siete veces en siete seres distintos.  En los millones de años pasados, nuestro Hijo Creador se había autootorgado seis veces en otros Mundos.  Se hizo como un Melquisedec, como un Serafín, como un Adán, etc.  Pero nunca había sido un ser humano como nosotros.  Y en su séptima y última donación el Hijo Creador de nuestro universo local se encarnó (hace unos dos mil años) como JESUS DE NAZARET.

El joven Jesús no tenía la menor duda de que él era un ser humano como los demás.   Estaba claro en que sus padres terrenales eran José y María.  Esto era tan evidente en su mente humana, que luego se hizo llamar “el Hijo del Hombre”.  Pero durante su juventud no entendía plenamente qué clase de conexión tenía con el Padre en el cielo.  Esto fue un fuerte conflicto para su intelecto que duró cerca de treinta y un años.  Poco antes de su bautismo su mente humana comprendió plenamente cual era su conexión  con el Padre Universal y qué Misión tenía en la tierra.

Este conflicto se presentó en él por cuanto se requiere que el Hijo Creador se haga un humano realmente como los de las razas planetarias, y para ello decidió nacer y desarrollarse sin consciencia plena de su filiación con Dios.  De allí que cuando cumplió su séptima encarnación, se convirtió en un Hijo Soberano y podía decir con plena autoridad: <<...toda potestad me es dada... >>.

2.- LA MISION DE JESUS

Daremos un vistazo a los siguientes párrafos de la Biblia: <<... ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! ...>> (ISAIAS 14:12);  <<... hubo una gran batalla en el cielo... >> (APOCALIPSIS 12:7);  <<...ahora   el   príncipe   de   este   mundo   será   echado   fuera... >> (JUAN 12:31);  <<...  la   transgresión  de Adán...>>(ROMANOS  5:14); <<... este Melquisedec... semejante al Hijo de Dios... >>(HEBREOS 7: 1,3).  En ellos podemos captar que nuestro mundo ha pasado por serias dificultades.  Y esto es real pues nuestro planeta no se ha desarrollado en forma normal tal como lo señala el Plan Divino sino que fue grandemente afectado (junto a treinta y seis planetas más) por la Rebelión de Lucifer, un <<...hijo de la mañana...>> creado por el Hijo Creador junto a la Hija Creativa.  A Lucifer se le había confiado la custodia de más de seiscientos mundos pertenecientes al universo local, y hace unos doscientos mil años, él se Reveló contra el Plan del Padre y treinta y siete Príncipes Planetarios lo siguieron apoyando luego de la <<... batalla en el cielo... >>.  El Príncipe que fue asignado a nuestro mundo, hace unos quinientos mil años, fue uno de los que lo apoyó, y por ello, <<... fue echado fuera... >>.  Nuestro planeta junto a los demás quedaron aislados, y siguen aislados  de ciertos circuitos espirituales debido a esta Rebelión. 

Hace unos treinta y ocho mil años se envió a un Adán y  a una Eva que pertenecen a una orden súperhumana de Hijos Materiales.  Vinieron unos novecientos sesenta mil años después de la primera pareja humana.  Ya habían ocho razas en el planeta y Adán y Eva conformaron la novena raza, que fue mucho más elevada que las otras ocho que ya tenía el planeta.  Este  Príncipe caído planificó la caída de Eva, lo cual provocó <<... la transgresión de Adán... >>, y esto hizo que Adán y Eva fueran rebajados al nivel de las razas planetarias. No se les permitió seguir sustentándose del Arbol de la  Vida y murieron a edades muy avanzadas.  Por ello no continuaron impulsando el progreso del planeta, y nuestro mundo volvió a cubrirse con un manto de obscuridad y confusión. 

Hace unos cuatro mil años fue enviado un Hijo <<... Melquisedec... >>, también creado en el universo local.  Y él recuperó la verdad de un Dios único y preparó el terreno para la venida del Hijo Creador.  No obstante, las enseñanzas de Melquisedec fueron debilitándose y, casi dos mil años después, la mayoría de estos descendientes no supieron reconocer LA MISION DE JESUS.
El Maestro estaba al tanto de todos estos acontecimientos vivídos por nuestro mundo, y deseaba cooperar con la salvación de nuestras almas al revelarnos a un Padre Justo, Bondadoso y Misericordioso.  Un Padre muy diferente al Yahvé castigador, colérico y vengativo en quien se creía.  El Maestro no se cansaba de expresar que  Dios es el Padre de todos los seres humanos y, por ello, todos sus hijos son hermanos.  Y al ver que la rebelión de Lucifer había aumentado la aflicción en este mundo, el Maestro se conmovía y, un día, <<Cuando llegó la noche... le trajeron todos los que tenían enfermedades... >> (MARCOS 1:32), y en un instante quedaron sanas 683 personas, pues  <<... sanó a todos los enfermos... >>(MATEO 8:16).  Pero todo esto no era suficiente para muchos seres hostiles de su época, (parte de los cuales, finalmente le condujeron a la cruz), sin embargo el Maestro al final logró su objetivo mostrando el Amor de un Padre que derramó el Espíritu de su Hijo sobre sus criaturas, a pesar de ser asesinado de una forma tan extremadamente cruel e injusta.  Pues en “El Libro de Urantia” los Reveladores celestiales expresan que <<... Aunque era frecuente que las víctimas de la crucifixión permanecieran vivas en la cruz aún por dos o tres días, la sobrecogedora agonía emocional y  la aguda angustia espiritual de Jesús trajo el fin de su vida mortal en la carne en menos de cinco horas y media.>>(PAGINA 2011).
 
 3.-LA UNIDAD PROCLAMADA POR JESUS

En la Biblia,  el Maestro expresa: <<...ni en éste monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad...>>(JUAN 4:21,23).  Y con ello nos indica que la adoración, que forma parte de la verdadera religión, es un asunto de experiencia personal, <<...Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.>>(MATEO 10:20).  Pues pertenezcámos o nó a algún grupo religioso, todos los seres humanos de intelecto normal recibimos en nuestras mentes a un fragmento del Padre, su <<...Espíritu...>>, que nos hace relacionarnos personalmente con Él <<...en espíritu y en verdad...>>.  Al despedirse de sus discípulos, el Maestro no les dijo que afianzaran su plena confianza en un líder humano, o en un libro “sagrado”, o en las interpretaciones de un determinado grupo religioso (aunque estos aspectos muchas veces son verdaderas herramientas de ayuda), sino que les expresó la necesidad de que colocaran su confianza plena en la Guía de su Espíritu, que pronto sería derramado sobre toda la humanidad.  Les dijó: <<...el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad...>> (JUAN 16:13).

El Espíritu del Hijo es también un don personal, una Energía derramada en cada persona que se abra a Él, y es quién nos va conduciendo a la certeza de que somos habitados por un fragmento del Padre.  Muchas veces hemos confundido lo que nos quiso decir el Maestro cuando expresó: <<...ruego por ellos...para que todos sean uno... para que sean perfectos en unidad...>> (JUAN 17:9,21,23).  Pues confundimos la “unidad espiritual” con la  “uniformidad de creencias”.  El Maestro nunca nos pide “uniformidad de creencias” por cuanto las creencias están influídas por las culturas religiosas y cada mente  ha adquirido un nivel diferente de la Verdad de Dios. 

Lo que siempre nos pide Jesús es la “unidad espiritual” por cuanto la misma no responde a “credos” sino a ideales, a objetivos y a metas.  Las creencias y los métodos de un grupo (cuyos miembros tienen fe en Dios, pueden ser diferentes, pero si estos miembros trabajan para contagiar a otros y a otras con el corazón puesto en el objetivo de que todos y todas lleguemos a identificarnos con Dios, entonces este grupo estará experimentando verdaderamente LA UNIDAD PROCLAMADA POR JESUS.

No obstante, esta unidad sólo puede producirse aceptando que somos habitados por un fragmento del Padre quien es ayudado por la Energía del Hijo, por la Energía de la Madre Espiritual conocida como el Espíritu Santo y por los Angeles que nos cuidan.  Y como tal estas  Presencias Espirituales nos “únen” hacia una meta común: alcanzar la supervivencia eterna.  Por ello, lo que resulta posible de lograr es un ideal común del <<...espíritu...>>,  es decir,  la  “unidad espiritual”.

Un evangelista dice: <<...otras muchas cosas...hizo Jesús...>>(JUAN 21:25), y los Reveladores celestiales nos dicen en “El Libro de Urantia” que, una vez, el Maestro expresó: <<...lo que yo os pido, mis apóstoles, es UNIDAD ESPIRITUAL... vuestra dedicación unida a hacer... la voluntad de mi Padre...  No hace falta que veáis   las cosas de la misma manera ni que las sintáis de la misma manera ni tampoco que penséis de la misma manera para SER IGUALES espiritualmente.  La unidad espiritual deriva de la conciencia de que cada uno de vosotros está habitado, y cada vez más dominado, por el don espiritual del Padre celestial...>> (PAGINA 1591).

El creyente que se deja llevar más por su mente que por el Espíritu, se fanatiza y casi siempre busca lecturas para contradecir al otro cooperando con la desunión.  Pero el creyente que se deja llevar más por el Espíritu que por su mente, es respetuoso y tolerante, y casi siempre busca lecturas para coincidir con el otro cooperando con la unidad,  pues él sabe que el otro será salvo por su fe en Dios.