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LA HISTORIA DE LA RESURRECCIÓN


Urantia es conocido por otros planetas como el Mundo de la Cruz. Esto es porque el viernes 7 de abril del año 30 D.C., Cristo Micael (Jesús) encontraba la muerte en una cruz.

Loa anfitriones celestiales (ángeles) observaron asombrados de la forma como Jesús encontraba su muerte.

Jesús sabía con anterioridad lo que el hombre perverso estaba planeando y le dijo a sus apóstoles que ellos sentirían pena por su partida, pero que pronto los vería de nuevo, que ellos se regocijarían y luego sabrían más acerca del Padre en el Paraíso. Lo escucharon pero no le entendieron lo que quería decir.

Nosotras las criaturas no veremos al Padre en el Paraíso hasta que seamos perfectos en el crecimiento espiritual y hayamos viajado el largo camino al Paraíso.  Jesús vino al mundo a mostrar al Padre a los ojos de las criaturas. Esto lo podía hacer porque había estado con el Padre en el Paraíso pues es un Hijo Creador del Paraíso.

Dijo Jesús:  "Regresaré antes de ir ante el Padre, aunque sea solo por un rato."

Tarde el jueves en la noche, Pedro Santiago y Juan, tres de los apóstoles les fue pedido ir con él al huerto de Getsemaní para cuidarlo mientras oraba. Se hizo aparte para hablar con su Padre Celestial y cuando regresó encontró a los hombres dormidos. Esto sucedió tres veces.

Jesús oró para conocer la voluntad de Dios acerca de la muerte que iba a experimentar. Preguntó para que le fuera mostrado el camino. Un ángel poderoso descendió a su lado, le habló, lo tocó y  lo fortaleció. El ángel le dijo que Dios quería que muriera como una criatura de la tierra.

Solitario, triste y acongojado, se consoló a sí mismo dejando que su memoria regresara a su niñez donde podría ver la belleza de la salida del sol y el ocaso sobre el débil resplandor del mar azul de Galilea.

Cuando estudiamos la vida de Jesús, aprendemos cómo fue llevado al monte del Gólgota para su crucifixión. Hoy  nos concentraremos en la resurrección. Este es el día en que celebramos la vida de Jesús, no su muerte.

Cuando Jesús estaba siendo clavado en la cruz, sus únicas palabras fueron: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".

José de Arimatea y Nicodemo, dos de los seguidores de Jesús, fueron ante Pilatos para solicitar el cuerpo de Jesús.

José tenía una nueva tumba familiar que tenía diez pies cuadrados y  labrada en roca sólida.  Estaba ubicada a corta distancia al norte del Gólgota.

Jesús estuvo colgado en la cruz por siete horas; a las 4:30 p.m. cuatro hombres: José, Nicodemo, Juan y un soldado romano, llevaron el cuerpo de Jesús a la tumba. Envolvieron el cuerpo con vendas empapadas de mirra y aloe, ataron un paño alrededor de la cara y envolvieron el cuerpo en una sábana de lino. Este fue colocado sobre una plataforma en el sepulcro. Los soldados romanos rodaron la gran piedra de cierre delante de la entrada del sepulcro.

Cuatro mujeres: María Magdalena, María la esposa de Clopas, Marta otra hermana de la madre de Jesús y Rebeca de Séforis, escondidas, cerca de allí, observaron el lugar donde estaba sepultado Jesús. Ellas permanecieron cerca del sepulcro hasta el anochecer. Pensaban que Jesús no había sido preparado adecuadamente para ser enterrado. Acordaron regresar a la casa de José para descansar el sábado (Sabath) y volver el domingo en la mañana con ungüentos y aromas.

David Zebedeo, José de Arimatea y muy pocos de los discípulos de Jesús entendieron realmente que Jesús iba a resucitar de la tumba al tercer día. Sus enemigos se acordaron que Jesús había dicho que al tercer día resucitaría de la muerte y se dirigieron a donde Pilatos preguntando por el cuerpo.

Veinte guardias fueron colocados en el sepulcro para vigilarlo. Una segunda piedra fue colocada en la puerta y sellada.

Durante el sábado los discípulos y los apóstoles permanecieron escondidos. Todo Jerusalén hablaba acerca de la muerte de Jesús en la cruz.

Era el comienzo de la semana de Pascua y había un millón y medio de judíos en Jerusalén quienes habían venido de todas partes del Imperio Romano y de Mesopotamia para participar de la Pascua. Toda esta gente llevaría la noticia de la resurrección de Jesús a sus hogares.

Jesús permaneció en la tumba un día y medio. Dos minutos pasadas las tres del domingo en la madrugada, el 9 de abril de año 30 D.C., la forma moroncial de resurrección y la personalidad de Jesús salió de la tumba. Su cuerpo aun permanecía en la tumba sin ser molestado y envuelto en la sábana de lino justo como este había sido colocado para descansar el viernes por la tarde. La piedra ante la entrada no había sido movida, el sello estaba intacto y los soldados estaban todavía en guardia.

Ninguno de los guardianes sospechó que Jesús se había levantado en una nueva forma de existencia y que el cuerpo que ellos vigilaban era ahora un indumento exterior desechado, ya sin conexión con su nuevo cuerpo resucitado. El cuerpo material estaba todavía yaciendo en la tumba. Jesús salió del sepulcro sin mover las piedras de la entrada y los sellos intactos. Surgió como una personalidad moroncial, con una forma moroncial tal como nosotros seres ascendentes, tendremos cuando hayamos resucitado en el primer mundo de estancia.

Su primer acto fue saludar a Gabriel. El ángel que se le había aparecido a su madre antes de encarnar. Habló con otras personalidades universales. Dijo: "Habiendo terminado mi vida en la carne, deseo permanecer aquí por un corto período tiempo en transición, para poder conocer más plenamente la vida de mis criaturas ascendentes y revelar posteriormente la voluntad de mi Padre del Paraíso". (Pág. 2022:1)

A las tres y diez, Jesús resucitado fraternizaba con las personalidades moronciales de los siete mundos de estancia; el jefe de los arcángeles le preguntó a Gabriel por el cuerpo material de Jesús. Deseaban destruirlo de inmediato. El cuerpo material estaba hecho para desaparecer sin el largo proceso de descomposición de los cuerpos dejados en una tumba. Este fue destruido igual que todos los cuerpos terrenales excepto que se dio de forma casi instantánea.

Mientras se preparaban para sacar el cuerpo de Jesús de la tumba, un ser intermedio de Urantia movió las piedras de la entrada del sepulcro. La piedra más grande era circular semejante a una rueda de molino, que se desplazaba dentro de una ranura abierta en la roca, de modo que se podía hacer rodar hacia atrás y hacia delante para abrir o cerrar la tumba.

Con la escasa luz de la madrugada, cuando los guardianes judíos y los soldados romanos vieron que esa enorme roca comenzaba a rodar abriendo la entrada de la tumba aparentemente por sí sola - en ausencia de todo medio visible que explicara tal movimiento - los dominó el terror y el pánico y huyeron despavoridos.

Temprano ese domingo en la mañana, cinco mujeres llegaron con vendas de lino y muchas lociones especiales para embalsamar el cuerpo de Jesús y envolverlo más cuidadosamente. Dijeron: " Quien nos ayudará a rodar la piedra ?" su sorpresa fue mayor al ver que ya la piedra había sido movida. 

La tumba se encontraba en el jardín de José y miraba al oriente, así que el amanecer de un nuevo día permitía a María ver cuando entrara a la tumba. Se dio cuenta que no estaba el cuerpo de Jesús y solamente se encontraban los vendajes y la sábana doblada. María y las otras mujeres se sentaron cerca de la roca de la entrada para hablar de lo sucedido.

Mientras estaban allí sentadas en las primeras horas del amanecer, observaron a un extraño. María Magdalena corrió hacia él pensando que era el jardinero, le dijo: "A dónde habéis llevado al Maestro ? Dónde lo han enterrado ?" El extraño no le respondió y María comenzó a llorar. Entonces Jesús les habló diciendo: " A quién buscáis ?" María dijo: " Buscamos a Jesús, quien fue enterrado para reposar en el sepulcro de José, pero se ha ido." Entonces Jesús dijo: " Acaso no os dijo este Jesús que moriría, pero que volvería a resucitar?" Cuando el dijo "María" ella reconoció su voz. Dijo: " Id y decid a los apóstoles y a Pedro que he resucitado." Ella fue a la ciudad y le dijo a los apóstoles todo lo que había acontecido.

Pedro y Juan fueron precipitadamente  a la tumba. Juan el joven llegó primero que Pedro a la tumba vacía y se sentó en la piedra. María Magdalena regresó. Pedro y Juan se habían marchado. De nuevo apareció Jesús diciendo: "  No dudes, ten el valor de creer en lo que has visto y oído. Regresa a donde mis apóstoles y diles nuevamente que yo he resucitado, que apareceré ante ellos y que finalmente caminaré delante de ellos a Galilea como lo prometí."