PORTADA

Los
contenidos
de este sitio



LEA EL LIBRO
DE URANTIA

Un estudio del
universo maestro

Los contactos:

América del norte

México

América Central


América del Sur

El Brasíl

España


Pulse aquí para encargar
El libro de Urantia





Un servicio de
Orvonton.org
y
UrantiaPeru.org


Los discursos de Jesús

Los valores verdaderos
Extractos de Documento 132 -- El Libro de Urantia
maroon_pixel.gif (799 bytes)
Los discursos de Jesús: Indice

Fue con Angamón, el líder de los estoicos, con que Jesús pasó una noche entera conversando durante los primeros días de su permanencia en Roma. Este hombre posteriormente se convirtió en un gran amigo de Pablo y resultó ser uno de los principales sostenedores de la iglesia cristiana en Roma. En esencia, y dicho en lenguaje moderno, Jesús enseñó a Angamón:

La norma de los valores verdaderos debe buscarse en el mundo espiritual y en los niveles divinos de la realidad eterna. Un mortal ascendente debe reconocer que todas las normas inferiores y materiales son efímeras, parciales, e inferiores. El científico, como tal, está limitado al descubrimiento de las conexiones entre los hechos materiales. Formalmente, no tiene el derecho de afirmar que es un materialista o idealista, porque al hacerlo está renunciando a la actitud de un verdadero científico, ya que todas y cada una de tales afirmaciones son la esencia misma de la filosofía.

Si el discernimiento moral y el alcance espiritual de la humanidad no aumentan proporcionalmente, el avance ilimitado de una cultura puramente materialista puede llegar a ser finalmente una amenaza para la civilización. Una ciencia puramente materialista alberga dentro de sí la simiente potencial de la destrucción de toda aspiración científica, porque esta actitud misma presagia el colapso final de una civilización que ha abondonado su sentido de los valores morales y ha repudiado su meta espiritual del logro.

El científico materialista y el idealista extremo están destinados a una disputa constante. Esto no se aplica a aquellos entre los científicos e idealistas que posean una norma común compartida de valores morales elevados y de altos niveles de prueba espiritual. En toda época, los científicos y los religionistas deben reconocer que están a prueba ante el tribunal de la necesidad humana. Deben rechazar toda guerra entre ellos a la vez que han de luchar valientemente para justificar su supervivencia mediante una mayor devoción al servicio del progreso humano. Si la así llamada ciencia o religión de una época determinada es falsa, deberá purificar sus actividades o desaparecer antes de la emergencia de una ciencia material o una religión espiritual de orden más verdadero y más digno.


Los discursos de Jesús: Indice