ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 71 EL DESARROLLO DEL ESTADO
803:1 71:3.1 Tiene poca importancia la forma política o administrativa de un gobierno con tal que brinde los elementos esenciales del progreso civil: la libertad, la seguridad, la educación y la coordinación social. El curso de la evolución social está determinado por lo que hace un estado, no por lo que es un estado. A pesar de todo, ningún estado puede trascender los valores morales de su ciudadanía según se ejemplifican en sus mandatarios elegidos. La ignorancia y el egoísmo garantizan la caída hasta del tipo de gobierno más sobresaliente.
803:2 71:3.2 Por mucho que se lamente, el egotismo nacional ha sido esencial para la supervivencia social. La doctrina del pueblo elegido ha sido un factor primordial para unir las tribus y edificar las naciones hasta los tiempos modernos. Pero ningún estado puede alcanzar niveles ideales de funcionamiento hasta tanto no domine todas las formas de la intolerancia; ésta es perennemente adversa al progreso humano. La mejor manera de combatir la intolerancia consiste en la coordinación de la ciencia, el comercio, la recreación y la religión.803:3 71:3.3 El estado ideal funciona bajo el impulso de tres fuerzas coordinadas y poderosas:
1. La lealtad del amor que se deriva de la realización de la hermandad humana.
2. El patriotismo inteligente que se basa en ideales sabios.
3. La compenetración cósmica que se interpreta en función de los hechos, necesidades y metas del planeta.803:7 71:3.4 Las leyes del estado ideal son pocas y han dejado atrás la edad negativista de los tabúes para entrar en la era del progreso positivo de la libertad individual que resulta del aumento del autocontrol. El estado exaltado no sólo obliga a sus ciudadanos a trabajar, sino que también los incita al uso beneficioso y elevador del tiempo libre, dando como resultado un aumento al avance progresivo de la edad de la mecanización. El tiempo libre ha de producir además de consumir.
803:8 71:3.5 Ninguna sociedad ha progresado mucho permitiendo la ociosidad o tolerando la miseria. Pero jamás podrán eliminarse la miseria y la dependencia si las cepas defectuosas y degeneradas son mantenidas gratis y se les permite reproducirse sin restricciones.
803:9 71:3.6 Una sociedad moral debe proponerse preservar la dignidad de su ciudadanía y brindar a todo individuo normal una oportunidad adecuada para su autorrealización. Este plan de logro social produciría una sociedad cultural de orden superior. La evolución social debe ser fomentada por una supervisión gubernamental que ejerza un mínimo de control regulador. El mejor estado es aquél que coordina más y gobierna menos.
803:10 71:3.7 Los ideales de la existencia estatal se deben lograr mediante la evolución, el desarrollo lento de la conciencia cívica, el reconocimiento de la obligación y privilegio del servicio social. Después de una administración de oportunistas políticos, los hombres primero asumen las cargas del gobierno como deber, para más tarde ir en pos de este servicio porque lo consideran un privilegio, el honor máximo. La condición de cualquier nivel de civilización se refleja claramente en la calidad de los ciudadanos que se ofrecen para aceptar las responsabilidades del estado.
803:11 71:3.8 En una verdadera mancomunidad la labor de gobernar las ciudades y provincias es realizada por expertos y es administrada tal como lo son todas las demás formas de asociaciones comerciales y económicas de la gente.
803:12 71:3.9 En los estados avanzados, el servicio político se considera la devoción máxima de la ciudadanía. La ambición suprema de los ciudadanos más sabios y nobles es ganar el reconocimiento civil, ser elegido o nombrado para alguna posición de confianza gubernamental, y que estos gobiernos confieran a sus funcionarios civiles y sociales sus honores máximos de reconocimiento por el servicio prestado. Luego se dispensan honores en este orden, a los filósofos, educadores, científicos, industrialistas y militares. A los padres se les recompensa debidamente por la excelencia de sus hijos; los dirigentes puramente religiosos, siendo embajadores del reino espiritual, reciben sus verdaderas recompensas en otro mundo.