ÍNDICE
El libro de UrantiaEdición 1999
  
    DOCUMENTO 82 
     LA EVOLUCIÓN DEL MATRIMONIO 
  
   
   913:1 82:0.1 
    EL MATRIMONIO -el apareamiento- surge de la bisexualidad. El matrimonio es 
    el ajuste por reacción del hombre a dicha bisexualidad, mientras que la vida 
    familiar es la suma que resulta de todos los ajustes evolucionarios y de adaptación. 
    El matrimonio es duradero; no es inherente a la evolución biológica, pero 
    constituye la base de toda evolución social y por consiguiente seguirá existiendo 
    con toda seguridad en alguna forma. El matrimonio ha otorgado a la humanidad 
    el hogar, y el hogar es la gloria coronadora de toda la larga y ardua lucha 
    evolucionaria. 
    913:2  82:0.2 
    Aunque las instituciones religiosas, sociales y educacionales son esenciales 
    para la supervivencia de la civilización cultural, la familia es el civilizador 
    magistral.  El niño aprende la mayor parte de la esencia de la vida de 
    su familia y de los vecinos. 
    913:3  82:0.3 
    Los humanos de tiempos pasados no poseían una civilización social muy rica, 
    pero lo que tenían lo pasaron fiel y eficazmente a la generación siguiente. 
    Vosotros debéis reconocer que la mayoría de estas civilizaciones del pasado 
    continuaron su evolución con un mínimo de otras influencias institucionales 
    porque el hogar funcionaba en forma eficaz. Hoy día las razas humanas poseen 
    una rica herencia social y cultural, y ésta debe ser traspasada sabia y eficazmente 
    a las generaciones venideras. La familia como institución educacional debe 
    ser mantenida. 
  1. EL INSTINTO DE APAREAMIENTO
913:4  82:1.1
A pesar de la diferencia de personalidad entre hombres y mujeres, el impulso sexual es suficiente para asegurar su unión para la reproducción de la especie. Este instinto operaba efectivamente mucho antes de que los humanos experimentaran lo que más recientemente se ha llamado amor, devoción y lealtad matrimonial. El apareamiento es una propensión innata, el matrimonio es su repercusión social evolucionaria.
913:5  82:1.2
El interés y deseo sexuales no eran pasiones dominantes en los pueblos primitivos; ellos simplemente las aceptaban. La entera experiencia reproductora estaba libre de embellecimientos de la imaginación. La pasión sexual que todo lo absorbe de los pueblos más altamente civilizados se debe principalmente a la mezcla de razas, especialmente allí donde la naturaleza evolucionaria ha sido estimulada por la imaginación asociativa y la apreciación de la belleza por parte de los noditas y adanitas. Pero esta herencia andita fue absorbida por las razas evolucionarias en cantidades tan limitadas como para no conseguir proveer suficiente autocontrol para las pasiones animales así desencadenadas y estimuladas por la dote de una conciencia sexual más aguda y de impulsos más intensos de apareamiento. De entre las razas evolucionarias, el hombre rojo era el que tenía el código sexual más elevado.
913:6  82:1.3
La reglamentación del sexo en relación con el matrimonio indica:
  913:7  82:1.4 
  1. El progreso relativo de la civilización. La civilización ha demandado cada 
  vez más frecuentemente que el sexo se gratifique en forma útil y de acuerdo 
  con las costumbres.
  914:1  82:1.5 
  2. La cantidad de sangre andita en un pueblo. Entre dichos grupos el sexo se 
  ha vuelto la expresión tanto de las más altas como de las más bajas naturalezas 
  tanto física como emocional. 
   914:2  82:1.6 
    Las razas sangik poseían pasiones animales normales, pero demostraban poca 
    imaginación o apreciación de la belleza y del atractivo físico del sexo opuesto. 
    Lo que se llama atracción del sexo está virtualmente ausente aun ahora entre 
    las razas primitivas; estos pueblos no mezclados poseen un claro instinto 
    de apareamiento pero no tienen suficiente atracción sexual como para crear 
    problemas serios que requieran control social. 
    914:3  82:1.7 
    El instinto de apareamiento es una de las fuerzas impulsoras físicas dominantes 
    en los seres humanos; es la emoción que, bajo la apariencia de la gratificación 
    individual, engaña al hombre egoísta, efectivamente haciendo que éste coloque 
    el bienestar y la perpetuación de la raza muy por encima del alivio individual 
    y la libertad personal de las responsabilidades. 
    914:4  82:1.8 
    Como institución el matrimonio, desde sus primitivos comienzos hasta los tiempos 
    modernos, ilustra la evolución social de la tendencia biológica a la autoperpetuación. 
    La perpetuación de la especie humana en evolución está asegurada por la presencia 
    de este impulso racial de apareamiento, un ímpetu que se llama vagamente atracción 
    sexual. Esta gran necesidad biológica se vuelve el núcleo del impulso para 
    todo tipo de instintos, emociones y costumbres asociadas -físicas, intelectuales, 
    morales y sociales. 
    914:5  82:1.9 
    Entre los salvajes, la consecución de alimentos era la motivación principal, 
    pero cuando la civilización asegura suficiente alimento, el impulso sexual 
    se vuelve muchas veces un impulso dominante y por consiguiente necesita por 
    siempre de la reglamentación social. En los animales, la periodicidad instintiva 
    controla la propensidad al apareamiento, pero puesto que el hombre es en gran 
    parte un ser autocontrolado, el deseo sexual no es periódico, por lo tanto 
    se torna necesario para la sociedad imponer el autocontrol sobre el individuo. 
    
    914:6  82:1.10 
    Ninguna emoción o impulso humano, cuando no se le enfrena pero se le da rienda 
    suelta, puede producir tanto daño y pena como este poderoso impulso sexual. 
    La sumisión inteligente de este impulso a las reglamentaciones de la sociedad 
    es la prueba suprema de la realidad de toda civilización. El autocontrol, 
    más un autocontrol en constante aumento, es la demanda cada vez mayor de la 
    humanidad en avance. El secreto, la falta de sinceridad y la hipocresía podrán 
    oscurecer los problemas sexuales, pero no proveen soluciones, ni tampoco avanzan 
    la ética. 
  2. Los TABÚES RESTRICTIVOS 
  
 914:7  82:2.1 La historia 
    de la evolución del matrimonio es simplemente la historia del control sexual 
    a través de la presión de las restricciones sociales, religiosas y civiles. 
    La naturaleza no reconoce a los individuos; no tiene noción de los así llamados 
    sentimientos morales; está solo y exclusivamente interesada en la reproducción 
    de la especie. La naturaleza insiste obligatoriamente en la reproducción pero 
    abandona en forma indiferente los problemas consecuenciales para que los solucione 
    la sociedad, creando de este modo un problema fundamental y siempre presente 
    para la humanidad evolucionaria. Este conflicto social consiste en la guerra 
    sin fin entre los instintos básicos y la ética en evolución. 
   914:8  82:2.2 
    Entre las razas primitivas no había casi reglamentación de las relaciones 
    entre los sexos. Debido a esta licencia sexual, no existía la prostitución. 
    Presentemente, los pigmeos y otros grupos atrasados no poseen la institución 
    del matrimonio; un estudio de estos pueblos revela las sencillas costumbres 
    de apareamiento practicadas por las razas primitivas. Pero todos los pueblos 
    antiguos deben estudiarse y juzgarse siempre a la luz de las normas morales 
    de las costumbres establecidas de sus propios tiempos. 
    915:1  82:2.3 
    El amor libre, sin embargo, no ha estado nunca en una situación aceptada por 
    encima del escalón correspondiente al salvajismo abyecto. En el momento en 
    que se empiezan a formar grupos sociales, comienzan a desarrollarse los códigos 
    matrimoniales y las restricciones maritales. De este modo el apareamiento 
    ha progresado a través de una multitud de transacciones, desde un estado de 
    libertinaje sexual casi completa hasta las normas del siglo veinte que corresponden 
    a una restricción relativamente completa del sexo. 
    915:2  82:2.4 
    En las primeras etapas del desarrollo tribal las costumbres y los tabúes restrictivos 
    eran muy burdos, pero mantenían separados a los sexos -esto favorecía la tranquilidad, 
    el orden y la industria- y había empezado la prolongada evolución del matrimonio 
    y del hogar. Las costumbres sexuales de vestimenta, adorno y prácticas religiosas 
    tuvieron sus orígenes en estos primitivos tabúes que definieron la gama de 
    libertades sexuales y así crearon finalmente los conceptos de vicio, crimen 
    y pecado. Pero durante mucho tiempo persistió la práctica de suspender toda 
    reglamentación sexual a los días de festividad importantes, especialmente 
    el Primero de Mayo. 
   915:3  82:2.5 
    Las mujeres siempre han estado sujetas a más tabúes restrictivos que los hombres. 
    Las primitivas costumbres otorgaban el mismo grado de libertad sexual a las 
    mujeres no casadas que a los hombres, pero siempre se ha requerido que las 
    esposas sean fieles a sus maridos. El matrimonio primitivo no limitaba en 
    mucho las libertades sexuales del hombre, pero amplió el tabú de la licencia 
    sexual de la mujer. Las mujeres casadas siempre han llevado alguna marca que 
    las separaba en una clase aparte, tal como el peinado, la vestimenta, un velo, 
    la seclusión, los adornos y los anillos. 
  3. LAS PRIMITIVAS COSTUMBRES MATRIMONIALES 
  
 915:4  82:3.1 El matrimonio 
    es la respuesta institucional del organismo social a la tensión biológica 
    constante del impulso irresistible del hombre a la reproducción -autopropagación. 
    El apareamiento es universalmente natural, y a medida que se desarrolló la 
    sociedad de sencilla a compleja, hubo una evolución correspondiente de los 
    hábitos de apareamiento, génesis de la institución marital. Dondequiera que 
    la evolución social haya progresado a la etapa en la cual se generan los hábitos, 
    se encontrará el matrimonio como institución evolutiva. 
    915:5  82:3.2 
    Siempre hubo y siempre habrá dos distintas áreas del matrimonio: las costumbres 
    establecidas, las leyes que reglamentan el aspecto exterior del apareamiento, 
    y las relaciones por otra parte secretas y personales entre los hombres y 
    mujeres. Siempre el individuo se ha rebelado contra las reglamentaciones sexuales 
    impuestas por la sociedad; y ésta es la razón de este problema sexual constante: 
    el automantenimiento es individual pero está llevado a cabo por el grupo; 
    la autoperpetuación es social pero está asegurada por el impulso individual. 
    
    915:6  82:3.3 
    Las costumbres establecidas cuando son respetadas, tienen amplio poder para 
    restringir y controlar el impulso sexual, tal como se ha demostrado entre 
    todas las razas. Las normas matrimoniales siempre han sido un indicador auténtico 
    de la potencia actual de las costumbres y de la integridad funcional del gobierno 
    civil. Pero los hábitos sexuales y de apareamiento primitivos eran una gran 
    masa de reglamentaciones discordantes y burdas. Los padres, los hijos, los 
    parientes y la sociedad, todos tenían intereses contradictorios en las reglamentaciones 
    matrimoniales. Pero a pesar de todo ello, las razas que exaltaron y practicaron 
    el matrimonio se desarrollaron naturalmente a niveles más altos y sobrevivieron 
    en mayores cantidades. 
   915:7  82:3.4 
    En los tiempos primitivos el matrimonio era el precio de la posición social; 
    la posesión de una esposa era emblema de distinción. Los salvajes consideraban 
    el día de la boda como el ingreso en las responsabilidades del estado adulto. 
    En una época, el matrimonio ha sido considerado un deber social; en otra, 
    una obligación religiosa; y en otra aún, un requisito político para proveer 
    ciudadanos para el estado. 
    916:1  82:3.5 
    Muchas tribus primitivas requerían hazañas de robo como calificación para 
    el matrimonio; los pueblos más recientes sustituyeron tales saqueos e incursiones 
    por torneos atléticos y juegos competitivos. Los vencedores de estos torneos 
    recibían el primer premio -la elección de las novias de la temporada. Entre 
    los cazadores de cabezas un joven no se podía casar hasta tanto no poseyera 
    por lo menos una cabeza, a pesar de que dichos cráneos a veces se podían comprar. 
    A medida que pasó en desuso la costumbre de comprar a las esposas, éstas eran 
    ganadas en torneos de adivinanzas, una práctica que aún sobrevive entre muchos 
    grupos del hombre negro. 
    916:2  82:3.6 
    Con el avance de la civilización, ciertas tribus colocaron las duras pruebas 
    de matrimonio, que ponían a prueba la resistencia masculina, en las manos 
    de las mujeres; de esta manera éstas pudieron favorecer a los hombres de su 
    elección. Estas pruebas de matrimonio comprendían la habilidad de cazar, luchar 
    y proveer al sostén de una familia. Durante mucho tiempo, el novio debía unirse 
    a la familia de la novia por lo menos por un año, viviendo y trabajando allí 
    para mostrar que se merecía a la esposa que deseaba. 
    916:3  82:3.7 
    Las calificaciones de la esposa consistían en la capacidad de realizar dura 
    faena y de procrear. Se le exigía que ejecutara cierta parte de la tarea agrícola 
    dentro de un período de tiempo determinado. Y si había dado a luz a un niño 
    antes del matrimonio, era aún más valiosa, su fertilidad estaba de este modo 
    asegurada. 
   916:4  82:3.8 
    El hecho de que los pueblos primitivos consideraban el no casarse una vergüenza 
    aun un pecado, explica el origen de los matrimonios entre niños; puesto que 
    uno debía casarse, cuanto antes lo hiciera mejor sería. También era creencia 
    general que las personas no casadas no podían entrar al mundo espiritual, 
    y esto era un incentivo adicional para los matrimonios entre niños aun desde 
    el momento del nacimiento y a veces aun antes del nacimiento, dependiendo 
    del sexo. Los antiguos creían que aun los muertos deben estar casados. Los 
    casamenteros originales eran empleadas para negociar matrimonios entre los 
    muertos. Los padres disponían que estos intermediarios llevaran a cabo el 
    matrimonio de un hijo muerto con la hija muerta de otra familia. 
    916:5  82:3.9 
    Entre pueblos más recientes, la pubertad fue la edad matrimonial común, pero 
    esta edad avanzó en proporción directa con el progreso de la civilización. 
    Muy pronto en la evolución social surgieron órdenes peculiares y célibes tanto 
    de hombres como de mujeres; estas órdenes se iniciaron y mantuvieron por parte 
    de individuos que en mayor o menor grado carecían del impulso sexual normal. 
    
    916:6  82:3.10 
    Muchas tribus permitían a los miembros del grupo gobernante tener relaciones 
    sexuales con la novia antes de que ésta fuera entregada a su marido. Cada 
    uno de estos hombres entregaba un obsequio a la muchacha, y éste fue el origen 
    de la costumbre de dar regalos de boda. Entre algunos grupos se esperaba que 
    la doncella se ganara su dote, la cual consistía en obsequios recibidos como 
    recompensa de su servicio sexual en el salón de exhibición de la novia. 
   916:7  82:3.11 
    Algunas tribus casaban a sus mancebos con las viudas y mujeres de mayor edad 
    y luego, cuando posteriormente quedaban viudos, les permitían casarse con 
    doncellas, asegurando así, tal como lo expresaban, que no fueran tontos ambos 
    padres, porque creían que eso ocurriría si se apareaban dos jóvenes. Otras 
    tribus limitaban el apareamiento a los grupos coetáneos. Fue la limitación 
    del matrimonio a ciertos grupos coetáneos la que dio en primer término origen 
    a los conceptos de incesto. (En la India aun hoy día no hay restricciones 
    de edad para matrimonio.) 
   916:8  82:3.12 
    Bajo ciertas costumbres establecidas la viudez fue algo para temer grandemente 
    porque las viudas o eran asesinadas o se les permitía cometer suicidio a la 
    tumba de su marido: debían entrar al mundo espiritual junto con su esposo. 
    La viuda sobreviviente casi invariablemente era culpada por la muerte de su 
    marido. Algunas tribus las quemaban vivas. Si una viuda seguía viviendo, la 
    suya sería una vida de continuo luto e insoportables restricciones sociales 
    puesto que un segundo matrimonio era generalmente mal visto. 
    917:1  82:3.13 
    En los días antiguos se fomentaban muchas prácticas que ahora se consideran 
    inmorales. No era raro que las esposas primitivas se enorgulleciesen de las 
    relaciones de su marido con otras mujeres. La castidad en las doncellas era 
    un gran obstáculo al matrimonio; el que una doncella diera a luz a un niño 
    antes del matrimonio aumentaba considerablemente su atractivo como esposa, 
    puesto que el hombre se aseguraba así de que tendría una compañera fértil. 
    
    917:2  82:3.14 
    Muchas tribus primitivas sancionaban el matrimonio de prueba hasta que la 
    mujer se embarazara, momento en el cual se celebraba la ceremonia regular 
    de boda; entre otros grupos la boda no se celebraba hasta tanto no naciese 
    el primer hijo. Si una esposa era estéril, debía ser redimida por sus padres, 
    y el matrimonio se anulaba. Las costumbres requerían que cada pareja tuviera 
    hijos. 
    917:3  82:3.15 
    Estos matrimonios primitivos provisionales estaban enteramente libres de toda 
    semblanza de licencia; eran simplemente pruebas sinceras de fecundidad. Los 
    individuos que contrataban el matrimonio se casaban permanentemente en cuanto 
    quedaba comprobada la fertilidad. Cuando las parejas modernas se casan pensando 
    en la conveniencia del divorcio si no les gusta del todo la vida matrimonial, 
    en realidad contraen un tipo de matrimonio de prueba y algo que está en nivel 
    mucho más bajo que las aventuras honestas de estos antepasados menos civilizados. 
  4. EL MATRIMONIO BAJO LAS COSTUMBRES 
    DE LA PROPIEDAD PRIVADA 
  
 917:4  82:4.1 El matrimonio 
    siempre ha estado estrechamente ligado tanto a la propiedad como a la religión. 
    La propiedad ha sido el estabilizador del matrimonio; la religión, su moralizador. 
    
    917:5  82:4.2 
    El matrimonio primitivo era una inversión, una especulación económica; era 
    más un asunto comercial que un asunto de flirteo. Los antiguos se casaban 
    para ventaja y bienestar del grupo; por lo tanto sus matrimonios eran planeados 
    y establecidos por el grupo, los padres y los ancianos. Y las costumbres propietarias 
    eran eficaces en la estabilización de la institución matrimonial, esto se 
    comprueba por el hecho de que el matrimonio era más permanente entre las tribus 
    primitivas de lo que es entre los pueblos modernos. 
    917:6  82:4.3 
    A medida que avanzó la civilización y la propiedad privada obtuvo mayor reconocimiento 
    en las costumbres establecidas, el robo se tornó un crimen grave. El adulterio 
    se reconoció como una forma de robo, una violación de los derechos de propiedad 
    del marido; por lo tanto no se encuentra mencionado específicamente en los 
    códigos y costumbres más primitivos. La mujer comenzaba siendo propiedad de 
    su padre, quien transfería su título al marido, y toda relación sexual legalizada 
    surgió de estos derechos preexistentes de propiedad. El Antiguo Testamento 
    trata a las mujeres como posesiones. El Corán enseña su inferioridad. El hombre 
    tenía el derecho de prestar su esposa a un amigo o invitado, y esta costumbre 
    aún existe entre ciertos pueblos. 
    917:7  82:4.4 
    Los celos sexuales modernos no son innatos; son producto de las costumbres 
    en evolución. El hombre primitivo no era celoso de su mujer; simplemente cuidaba 
    su propiedad. La razón de que la mujer tuviera que responder a limitaciones 
    más estrictas que el marido se debía a que la infidelidad de ella afectaba 
    a los descendientes y a la herencia. Muy pronto en la marcha de la civilización 
    el hijo ilegítimo cayó en descrédito. Al principio sólo la mujer era castigada 
    por el adulterio; más adelante, las costumbres decretaron también el castigo 
    de su pareja, y por muchas edades el marido ofendido o el padre protector 
    tenía pleno derecho de matar al invasor masculino. Los pueblos modernos retienen 
    estas costumbres, que toleran los así llamados crímenes de honor bajo una 
    ley tácita. 
    917:8  82:4.5 
    Puesto que el tabú de la castidad tuvo su origen como una fase de las costumbres 
    propietarias, se aplicó al principio a las mujeres casadas pero no a las solteras. 
    En años posteriores, la castidad fue exigida más por el padre que por el pretendiente; 
    una virgen era para el padre un bien comercial -le traía un precio más alto. 
    A medida que la castidad fue exigida más y más fue práctica pagar al padre 
    de la novia una tarifa en reconocimiento del servicio de educar en forma apropiada 
    a una novia casta para su futuro marido. Una vez surgida, esta idea de la 
    castidad femenina tanto se arraigó en las razas que se volvió práctica enjaular 
    literalmente a las doncellas, en realidad aprisionarlas durante años, para 
    asegurar su virginidad. Así pues las normas más recientes y las pruebas de 
    virginidad exigidas automáticamente dieron origen a las clases profesionales 
    de prostitutas; éstas eran las novias rechazadas, aquellas mujeres a quienes 
    la madre del novio comprobó de no ser vírgenes. 
  5. LA ENDOGAMIA Y LA EXOGAMIA 
  
 918:1  82:5.1 Muy pronto 
    los salvajes observaron que las mezclas de razas mejoraban la calidad de la 
    progenie. No se trataba tanto de que la endogamia fuese siempre mala, sino 
    que la exogamia era siempre comparativamente mejor; por lo tanto las costumbres 
    tendieron a cristalizarse en la restricción de las relaciones sexuales entre 
    parientes cercanos. Se reconocía que la exogamia aumentaba considerablemente 
    la oportunidad de selección con consiguiente variación y avance evolucionario. 
    Los individuos producto de la exogamia eran más versátiles y tenían mayor 
    capacidad para sobrevivir en un mundo hostil; los frutos de la endogamia, 
    juntamente con sus costumbres, desaparecieron gradualmente. Éste fue un desarrollo 
    lento; los salvajes no razonaban conscientemente estos problemas. Pero los 
    pueblos más recientes y en avance sí lo hicieron, y también observaron que 
    a veces la endogamia excesiva, provoca debilidad generalizada. 
    918:2  82:5.2 
    Aunque la endogamia de buena cepa a veces produjo tribus fuertes, los casos 
    espectaculares de malos resultados de la endogamia debido a defectos hereditarios 
    se grabaron más fuertemente en la mente del hombre, de modo tal que las costumbres 
    en avance fueron acumulando cada vez más tabúes contra todo matrimonio entre 
    parientes cercanos. 
   918:3  82:5.3 
    La religión ha sido durante mucho tiempo una barrera eficaz contra la exogamia; 
    muchas enseñanzas religiosas proscribían el matrimonio fuera de la fe. La 
    mujer por lo general ha favorecido la práctica de la endogamia; el hombre, 
    la de exogamia. La propiedad siempre ha influido sobre el matrimonio, y a 
    veces, en un esfuerzo por conservar la propiedad dentro de un clan, han surgido 
    costumbres establecidas que obligaban a las mujeres a elegir a sus maridos 
    dentro de las tribus de sus padres. Este tipo de legislatura llevó a una gran 
    multiplicación de los matrimonios entre primos. La endogamia también se practicaba 
    en un esfuerzo por preservar los secretos de la artesanía; los artesanos expertos 
    trataban de mantener el conocimiento de su arte dentro de la familia. 
   918:4  82:5.4 
    Los grupos superiores, cuando se encontraban aislados, volvían siempre al 
    apareamiento entre consanguíneos. Los noditas, durante más de ciento cincuenta 
    mil años, fueron un de los grandes grupos endogamistas. Las costumbres más 
    recientes de endogamia estuvieron enormemente influidas por las tradiciones 
    de la raza violeta en la cual, al principio, los apareamientos eran forzosamente 
    entre hermano y hermana. Los matrimonios entre hermanos eran frecuentes en 
    Egipto, Siria y Mesopotamia primitivos, y a lo largo y a lo ancho de las tierras 
    cierta vez ocupadas por los anditas. Los egipcios practicaron durante mucho 
    tiempo los matrimonios entre hermanos para mantener pura la sangre real, una 
    costumbre que persistió aún por más tiempo en Persia. Entre los mesopotamianos, 
    antes de los días de Abraham, los matrimonios entre primos eran obligatorios; 
    los primos tenían derecho a la primera selección. Abraham mismo se casó con 
    su hermanastra, pero estas uniones ya no se permitían bajo las costumbres 
    más recientes de los judíos. 
    919:1  82:5.5 
    La primera tendencia contra los matrimonios entre hermanos se produjo cuando 
    las costumbres de pluralidad de esposas, porque la esposa-hermana ejercía 
    un dominio arrogante sobre la otra u otras esposas. Algunas costumbres tribales 
    prohibían el matrimonio con la viuda de un hermano muerto, pero exigían que 
    el hermano vivo fecundara a la viuda para dar hijos a este hermano fallecido. 
    No existen instintos biológicos contra distintos grados de endogamia; tales 
    restricciones son puramente una cuestión de tabú. 
    919:2  82:5.6 
    La exogamia finalmente dominó porque era la favorita del hombre; obtener a 
    una esposa de afuera le aseguraba al hombre mayor libertad de los suegros. 
    La familiaridad genera el desdén; así pues a medida que el elemento de libre 
    albedrío comenzó a dominar el apareamiento, se volvió hábito elegir a la pareja 
    fuera de la tribu. 
    919:3  82:5.7 
    Finalmente muchas tribus prohibieron el matrimonio dentro del clan; otras 
    limitaron el apareamiento a ciertas castas. El tabú contra el matrimonio con 
    la mujer del propio tótem dio impulso a la costumbre de robar mujeres de las 
    tribus vecinas. Más adelante los matrimonios fueron reglamentados más de acuerdo 
    con la residencia territorial que con el parentesco. Hubo muchos pasos evolutivos, 
    desde la endogamia hasta las prácticas modernas de exogamia. Aun después de 
    establecido el tabú con base a la endogamia en relación con la gente común, 
    los caciques y reyes podían casarse con parientes cercanos para mantener la 
    sangre real concentrada y pura. Las costumbres generalmente han permitido 
    ciertas licencias a los soberanos en asuntos sexuales. 
    919:4  82:5.8 
    La presencia de los pueblos anditas más recientes tuvo mucho que ver con el 
    aumento del deseo de las razas sangik por aparearse fuera de su propia tribu. 
    Pero la exogamia no pudo volverse prevalente hasta que los grupos vecinos 
    no aprendieron a convivir en paz relativa. 
    919:5  82:5.9 
    La exogamia por sí sola promovió la paz; los matrimonios entre las tribus 
    disminuyeron las hostilidades. La exogamia condujo a la coordinación entre 
    las tribus y a las alianzas militares; se volvió dominante porque proveía 
    mayor fuerza; fue una constructora de naciones. La exogamia también favoreció 
    grandemente el aumento de las relaciones comerciales; la aventura y la exploración 
    contribuyeron a la expansión de los límites de apareamiento y facilitaron 
    grandemente la fertilización cruzada de las culturas raciales. 
    919:6  82:5.10 
    Las discrepancias inexplicables de otra manera en las costumbres establecidas 
    del matrimonio racial se deben en su mayor parte a esta hábito de exogamia 
    con el respectivo robo de esposas y compra de esposas de otras tribus, todo 
    lo cual resultó en una compilación de costumbres tribales separadas. El hecho 
    de que estos tabúes relativos a la endogamia fueron de origen sociológico 
    y no biológico, está bien ilustrado por los tabúes sobre los matrimonios entre 
    parientes, que comprendían muchos grados de relaciones con parientes políticos, 
    casos en los que no había ninguna consanguineidad. 
  6. LAS MEZCLAS RACIALES 
  
 919:7  82:6.1 Hoy en día 
    no hay razas puras en el mundo. Los pueblos de color primitivos y originales 
    tienen tan sólo dos razas representativas que persisten en el mundo -el hombre 
    amarillo y el hombre negro- y aun estas dos razas están muy mezcladas con 
    los pueblos de color ya desaparecidos. Aunque la así llamada raza blanca desciende 
    predominantemente del antiguo hombre azul, está mezclada más o menos con todas 
    las otras razas así como lo está el hombre rojo de las Américas. 
    919:8  82:6.2 
    De las seis razas sangik de color, tres eran primarias y tres secundarias. 
    Aunque las razas primarias -azul, roja y amarilla- eran en muchos aspectos 
    superiores a las tres gentes secundarias, debe recordarse que estas razas 
    secundarias tenían muchos rasgos deseables que hubiesen elevado considerablemente 
    a los pueblos primarios si se hubieran podido absorber sus cepas mejores. 
    
    920:1  82:6.3 
    El prejuicio actual contra los "híbridos", "mestizos" 
    y "medias castas" surge del hecho de que la fecundación cruzada 
    moderna se produce en su mayor parte entre cepas burdamente inferiores de 
    las razas. También se produce una progenie insatisfactoria cuando las cepas 
    degeneradas de la misma raza se casan entre sí. 
    920:2  82:6.4 
    Si las razas de hoy en día de Urantia pudieran librarse del peso de las capas 
    inferiores de seres deteriorados, antisociales, de mente débil y abandonados, 
    no habría objeción a una amalgama limitada de las razas. Y si tales mezclas 
    de raza pudieran ocurrir entre los tipos más elevados de las varias razas, 
    habría aún menos objeciones. 
    920:3  82:6.5 
    La hibridación de las cepas superiores y disímiles es el secreto de la creación 
    de cepas nuevas y más vigorosas. Esto es cierto entre las plantas, los animales 
    y las especies humanas. La hibridación aumenta el vigor e incrementa la fertilidad. 
    Las mezclas interraciales de las capas medias o superiores de varios pueblos 
    aumentan considerablemente el potencial creador,  tal como se demuestra 
    en la población presente de los Estados Unidos de Norteamérica. Cuando estos 
    apareamientos ocurren entre las capas inferiores o más bajas, la creatividad 
    disminuye, tal como se indica en los pueblos de hoy día en el sur de la India. 
    
    920:4  82:6.6 
    La mezcla de razas contribuye grandemente a la aparición repentina de características 
    nuevas, y si tal hibridación es la unión de cepas superiores, entonces 
    esas nuevas características serán también rasgos superiores. 
    920:5  82:6.7 
    Hasta tanto las razas presentes estén tan sobrecargadas con cepas inferiores 
    y degeneradas, la mezcla interracial en gran escala sería altamente perjudicial, 
    pero la mayoría de las objeciones a dichos experimentos corresponden a los 
    prejuicios sociales y culturales más bien que a las consideraciones biológicas. 
    Aun entre las cepas inferiores, los híbridos son frecuentemente una mejora 
    respecto de sus antepasados. La hibridación produce una mejora de la especie 
    debido al papel de los genes dominantes. La mezcla interracial aumenta 
    la posibilidad de que un gran número de los deseables genes dominantes 
    estén presentes en el híbrido. 
   920:6  82:6.8 
    Durante los últimos cien años ha habido más hibridación racial en Urantia 
    que lo que ocurriera durante miles de años. El peligro de desarmonías burdas 
    como resultado de la fecundación cruzada de las cepas humanas ha sido grandemente 
    exagerado. Los problemas fundamentales de los "mestizos" se deben 
    a los prejuicios sociales. 
    920:7  82:6.9 
    El experimento Pitcairn de mezclar a las razas blancas y polinesias arrojó 
    resultados bastante buenos porque los hombres blancos y las mujeres polinesias 
    pertenecían a cepas raciales relativamente buenas. La interrelación entre 
    los tipos más elevados de las razas blanca, roja y amarilla traería inmediatamente 
    a la existencia muchas características nuevas y biológicamente eficaces. Estos 
    tres pueblos pertenecen a las razas sangik primarias. Las mezclas de las razas 
    blanca y negra no son tan deseables en cuanto a sus resultados inmediatos, 
    pero tampoco son tan objetables estos vástagos mulatos como querría hacerlos 
    aparecer el prejuicio social y racial. Físicamente tal híbridos de blanco 
    y negro son ejemplares excelentes de humanidad, a pesar de su ligera inferioridad 
    en algunos otros respectos. 
   920:8  82:6.10 
    Cuando una raza primaria sangik se amalgama con una raza sangik secundaria, 
    esta última es considerablemente mejorada a expensas de la primera. Y en pequeña 
    escala -durante un largo período de tiempo- puede haber muy pocas objeciones 
    serias a tal contribución sacrificada de las razas primarias para el mejoramiento 
    de los grupos secundarios. Considerado desde un punto de vista biológico, 
    los sangik secundarios eran en ciertos aspectos superiores a las razas primarias. 
   921:1  82:6.11 
    Después de todo, el verdadero peligro para la especie humana ha de encontrarse 
    en la multiplicación sin restricciones de las cepas inferiores y degeneradas 
    de los varios pueblos civilizados más bien que un supuesto peligro inherente 
    a la mezcla interracial. 
   921:2  82:6.12 
    [Presentado por el Jefe de los Serafines estacionado en Urantia.]