ÍNDICE 
  
    El libro de Urantia 
  
  
    Edición 1999 
  
   
  
    DOCUMENTO 87 
     Los CULTOS A Los FANTASMAS  
  
   
    
       
 
    
   958:1  87:0.1 
    EL CULTO a los fantasmas se desarrolló como defensa contra los peligros de 
    la mala suerte; su celebración religiosa primitiva surgió de la ansiedad relativa 
    a la mala suerte y del temor desmesurado a los muertos. Ninguna de estas religiones 
    primitivas tuvo mucho que ver con el reconocimiento de la Deidad ni con la 
    reverencia sobrehumana; sus ritos eran en la mayor parte negativos, diseñados 
    para evitar, repeler o forzar a los fantasmas. El culto a los fantasmas no 
    era más ni menos que un seguro contra los desastres; no tenía nada que ver 
    con invertir para ganar elevados beneficios futuros. 
    958:2  87:0.2 
    El hombre ha sostenido una larga y amarga lucha con el culto a los fantasmas. 
    Nada, en la historia de la humanidad inspira mayor lástima que este cuadro 
    de la esclavitud abyecta del hombre al temor de los espíritus-fantasmas. Con 
    el nacimiento de este mismo temor, la humanidad empezó su evolución religiosa. 
    La imaginación humana zarpó de los límites del yo y no volverá a echar ancla 
    hasta llegar al concepto de la verdadera Divinidad, el Dios real. 
  1. EL TEMOR A Los FANTASMAS 
  
 958:3  87:1.1 Se temía 
    a la muerte porque significaba la liberación de otro fantasma de su cuerpo 
    físico. Los antiguos hacían todo lo posible por prevenir la muerte, para evitar 
    el problema de tener que luchar con otro fantasma más. Siempre intentaban 
    ansiosamente inducir al fantasma a que abandonara la escena de la muerte, 
    para embarcarse en el viaje hacia la tierra de los difuntos. El fantasma se 
    temía más que nada durante el supuesto período de transición entre su aparición 
    en el momento de la muerte y su posterior partida hacia la tierra de los fantasmas, 
    un concepto vago y primitivo del seudocielo. 
    958:4  87:1.2 
    Aunque el salvaje confería a los fantasmas poderes sobrenaturales, no los 
    concebía como de inteligencia sobrenatural. Se practicaban muchas engañifas 
    y estratagemas para engatusar y apresar a los fantasmas; el hombre civilizado 
    aún deposita mucha fe en la esperanza de que una manifestación exterior de 
    piedad consiga de alguna manera engatusar hasta a la Deidad omnisapiente. 
    
    958:5  87:1.3 
    Los primitivos temían la enfermedad porque observaban que frecuentemente ésta 
    era presagio de la muerte. Si el curandero de la tribu no conseguía curar 
    al afligido, usualmente se trasladaba al enfermo de la cabaña familiar a otra 
    más pequeña o se lo abandonaba a la intemperie para que muriese a solas. Se 
    solía destruir la casa en la que había ocurrido una muerte; en todo caso, 
    siempre se la evitaba, y este temor impidió que el hombre primitivo construyera 
    edificios duraderos. También interfirió con el establecimiento de aldeas y 
    ciudades permanentes. 
    958:6  87:1.4 
    Cuando moría un miembro del clan, los salvajes permanecían despiertos toda 
    la noche conversando; temían que también morirían si se dormían cerca de un 
    cadáver. El contagio del cadáver sustanciaba el temor a los muertos, y todos 
    los pueblos, en un momento u otro, han empleado elaboradas ceremonias de purificación 
    inventadas para purificar a un individuo después del contacto con los muertos. 
    Los antiguos creían que se debía proveer luz para el cadáver; un cuerpo muerto 
    no se dejaba nunca en la oscuridad. En el siglo veinte, aún se encienden velas 
    en las cámaras fúnebres, y los hombres siguen velando al muerto. El así llamado 
    hombre civilizado aún no ha podido eliminar completamente el temor a los cadáveres 
    de su filosofía de la vida. 
    959:1  87:1.5 
    Pero a pesar de este gran temor, los hombres siguieron tratando de engañar 
    a los fantasmas. Si no se destruía la cabaña en la que había ocurrido una 
    muerte, se sacaba el cadáver por un agujero en la pared, nunca por la puerta. 
    Estas medidas se tomaban para confundir al fantasma, previniendo su permanencia, 
    y para asegurarse contra su retorno. Los plañideros también volvían del entierro 
    por un camino distinto, para evitar que los siguiera el fantasma. Se caminaba 
    de espaldas y otra cantidad de stratagemas se practicaban para asegurarse 
    de que el fantasma no regresara de la tumba. Frecuentemente los sexos se intercambiaban 
    vestimentas para engañar al fantasma. El luto se inventó con el objeto de 
    ocultar a los sobrevivientes; más adelante, para mostrar respeto por el muerto 
    y apaciguar de esta manera a los fantasmas. 
  2. EL APLACAMIENTO DE Los FANTASMAS 
  
 959:2  87:2.1 En la religión 
    el programa negativo de aplacamiento de los fantasmas precedió con mucho al 
    programa positivo de coerción y súplica a los espíritus. Las primeras manifestaciones 
    de la adoración humana fueron fenómenos de defensa, no de reverencia. El hombre 
    moderno considera sabio asegurarse contra el incendio; del mismo modo el salvaje 
    consideraba sabio asegurarse contra la mala suerte provocada por los fantasmas. 
    Los esfuerzos para conseguir esta protección formaron las técnicas y los rituales 
    del culto a los fantasmas. 
   959:3  87:2.2 
    Antiguamente se pensaba que el gran deseo de un fantasma consistía en que 
    se le "conjurara" rápidamente para que pudiese proceder sin disturbios 
    a la tierra de los muertos. Todo error de comisión u omisión en las acciones 
    de los vivientes en el rito del conjuramiento del fantasma atrasaba su progreso 
    hacia la tierra de los fantasmas. Se creía que esto incomodaba al fantasma, 
    y un fantasma airado se consideraba fuente de calamidades, mala suerte e infelicidad. 
    
    959:4  87:2.3 
    El servicio fúnebre se originó en el esfuerzo del hombre por inducir al alma 
    fantasmal a partir hacia su futuro hogar, y el sermón fúnebre fue originalmente 
    inventado para instruir al nuevo fantasma sobre el camino para llegar a él. 
    Era costumbre proveer alimentos y vestimentas para el viaje del fantasma, 
    colocándose estos artículos dentro de la tumba o cerca de ella. El salvaje 
    creía que se requerían de tres días a un año para "conjurar al fantasma" 
    -para que abandonara la cercanía de la tumba. Los esquimales todavía creen 
    que el alma permanece con el cuerpo durante tres días. 
    959:5  87:2.4 
    Se observaba un período de silencio o el luto después de una muerte para evitar 
    que el fantasma fuera atraído de regreso al hogar. Una forma común de luto 
    era la autotortura: heridas autoinfligidas. Muchos maestros avanzados trataron 
    de poner fin a esto, pero fracasaron. El ayuno y otras formas de autonegación 
    se consideraban agradables para los fantasmas, quienes disfrutaban de la aflicción 
    de los vivos durante el período de transición en que aún rondaban en las inmediaciones 
    antes de su partida hacia la tierra de los muertos. 
    959:6  87:2.5 
    Los largos y frecuentes períodos de inactividad por luto constituyeron uno 
    de los grandes obstáculos al avance de la civilización. Semanas y aun meses 
    de cada año se desperdiciaban en este luto improductivo e inútil. El hecho 
    de que se emplearan plañideras profesionales para las ocasiones fúnebres indica 
    que el luto era un rito, no una manifestación de dolor. Los modernos tal vez 
    cumplan con el luto por respeto y pena, pero los antiguos lo hacían por temor. 
    
    959:7  87:2.6 
    Jamás se pronunciaba el nombre del muerto. En efecto, frecuentemente se lo 
    borraba del idioma. Estos nombres se volvieron tabú, y de esta manera los 
    idiomas se empobrecían constantemente. Esto produjo finalmente una multiplicación 
    de discursos simbólicos y expresiones figurativas, tales como "el nombre 
    o el día que nunca se mencionan". 
   960:1  87:2.7 
    Los antiguos tanta ansia tenían de liberarse de los fantasmas que les ofrecían 
    todo lo que éstos podían haber deseado en vida. Los fantasmas querían esposas 
    y siervos; un salvaje acaudalado calculaba que por lo menos una esposa esclava 
    sería enterrada viva con él al tiempo de su muerte. Más adelante se volvió 
    costumbre que la viuda se suicidase sobre la tumba de su marido. Cuando moría 
    un niño, la madre, tía o abuela frecuentemente era estrangulada para que un 
    fantasma adulto pudiera acompañar al fantasma infantil y cuidar de él. Los 
    que así daban su vida generalmente lo hacían voluntariamente; en efecto, si 
    hubiesen vivido violando esta costumbre, su terror de la ira de los fantasmas 
    habría despojado su vida de todos los pocos placeres disfrutados por los primitivos. 
    
    960:2  87:2.8 
    Se acostumbraba despachar gran número de sujetos para acompañar a un cacique 
    muerto; los esclavos eran asesinados cuando moría su amo para poder servirle 
    en la tierra de los fantasmas. Los habitantes de Borneo aún proveen un compañero 
    de viaje; se mata de lanza a un esclavo para que viaje con el fantasma de 
    su amo fallecido. Se pensaba que los fantasmas de las personas asesinadas 
    estaban encantados de tener a los fantasmas de sus asesinos como esclavos; 
    esta idea motivó a los hombres a cazar cabezas. 
    960:3  87:2.9 
    Se suponía que los fantasmas disfrutaban del olor de la comida. Antiguamente 
    las ofrendas de alimentos en las fiestas fúnebres eran universales. El método 
    primitivo de acción de gracias, consistía en arrojar un trozo de alimento 
    al fuego antes de comer, con el objeto de apaciguar a los espíritus, murmurando 
    al mismo tiempo una fórmula mágica. 
    960:4  87:2.10 
    Se suponía que los muertos utilizaban los fantasmas de las herramientas y 
    armas que habían usado en vida. Romper un artículo significaba "matarlo", 
    soltando de esta manera al fantasma para que éste pasara al servicio en la 
    tierra de los fantasmas. También se sacrificaba la propiedad incendiándola 
    o enterrándola. El desperdicio en los funerales antiguos era enorme. Las razas 
    más recientes fabricaron modelos de papeles y sustituyeron dibujos por los 
    objetos y personas reales en estos sacrificios fúnebres. Fue un gran avance 
    para la civilización cuando la herencia a los parientes reemplazó el incendiar 
    y enterrar la propiedad. Los indios iroqueses hicieron muchas reformas para 
    limitar el desperdicio fúnebre. Esta conservación de la propiedad les permitió 
    volverse los más poderosos de entre los hombres rojos del norte. El hombre 
    moderno, así se cree, no teme a los fantasmas, pero las costumbres son poderosas, 
    y mucha de la riqueza terrestre aún se consume en ritos fúnebres y ceremonias 
    a los muertes. 
  3. LA ADORACIÓN A Los ANTEPASADOS 
  
 960:5  87:3.1 El avance 
    del culto a los fantasmas tornó inevitable la adoración a los antepasados, 
    puesto que se volvió el eslabón de conexión entre los fantasmas comunes y 
    los espíritus más altos, los dioses en evolución. Los dioses primitivos eran 
    simplemente humanos muertos glorificados. 
    960:6  87:3.2 
    La adoración a los antepasados fue originalmente más un temor que una adoración, 
    pero estas creencias definitivamente contribuyeron a la difusión ulterior 
    del temor y adoración a los fantasmas. Los devotos de los primitivos cultos 
    a los fantasmas y a los antepasados aún temían bostezar, pues un fantasma 
    maligno podía aprovechar ese momento para entrar en su cuerpo. 
    960:7  87:3.3 
    La costumbre de adoptar niños surgió para asegurarse de que quedaría alguien 
    para hacer ofrendas después de la muerte, en pos de la paz y el progreso del 
    alma. Los salvajes vivían temiendo a los fantasmas de sus semejantes y pasaban 
    su tiempo libre haciendo planes para el salvoconducto de su propio fantasma 
    después de la muerte. 
    960:8  87:3.4 
    La mayoría de las tribus instituyeron un festival para todas las almas, por 
    lo menos una vez por año. Los romanos tenían doce fiestas anuales para los 
    fantasmas, con sus ceremonias correspondientes. La mitad de los días del año 
    estaba dedicada a algún tipo de ceremonia asociada con estos cultos antiguos. 
    Un emperador romano intentó reformar estas prácticas reduciendo el número 
    de días feriados a 135 por año. 
   961:1  87:3.5 
    El culto de los fantasmas estaba en continua evolución. Así como se llegó 
    a pensar que los fantasmas estaban pasando de una fase incompleta a una fase 
    más elevada de la existencia, así también progresó finalmente el culto a la 
    adoración de los espíritus y aun de los dioses. Pero a pesar de las distintas 
    creencias en espíritus más avanzados, todas las tribus y razas creyeron alguna 
    vez en los fantasmas. 
  4. Los ESPÍRITUS FANTASMALES BUENOS Y MALos 
  
 961:2  87:4.1 El temor 
    a los fantasmas fue la fuente de todas las religiones mundiales; durante muchas 
    edades muchas tribus se aferraron a su vieja creencia en un tipo de fantasmas. 
    Enseñaban que el hombre tenía buena suerte cuando el fantasma estaba contento, 
    mala suerte cuando éste estaba airado. 
    961:3  87:4.2 
    A medida que el culto del temor a los fantasmas se amplió, se produjo el reconocimiento 
    de un tipo más elevado de espíritus, espíritus que no se identificaban claramente 
    con ningún individuo humano. Eran fantasmas graduados o glorificados que habían 
    progresado más allá del dominio de la tierra de los fantasmas a los reinos 
    espirituales más elevados. 
    961:4  87:4.3 
    La noción de dos tipos de espíritus-fantasmas fue progresando lenta pero seguramente 
    en todo el mundo. Este nuevo espiritismo dual no tuvo que difundirse de tribu 
    en tribu; surgió independientemente en todo el mundo. Al influir la mente 
    evolucionaria en expansión, el poder de una idea no se encuentra en su realidad 
    ni en su razón sino más bien en la  intensidad  y universalidad de 
    su aplicación pronta y sencilla. 
    961:5  87:4.4 
    Aun más adelante la imaginación del hombre concibió el concepto de agencias 
    sobrenaturales buenas y malas; algunos fantasmas no evolucionaban nunca al 
    nivel de los buenos espíritus. El monoespiritismo primitivo del temor a los 
    fantasmas fue evolucionando gradualmente a un espiritismo dual, un nuevo concepto 
    del control invisible de los asuntos terrestres. Finalmente la buena suerte 
    y la mala suerte se interpretaban controladas por entes separados. Y de las 
    dos clases, el grupo que traía mala suerte se consideraba más activo y numeroso. 
   961:6  87:4.5 
    Cuando finalmente maduró la doctrina de los espíritus buenos y malos, se tornó 
    la más difundida y persistente de las creencias religiosas. Este dualismo 
    representaba un gran avance religio-filosófico porque permitía que el hombre 
    encontrara una explicación tanto para la buena suerte como para la mala suerte 
    y al mismo tiempo originaba la creencia en seres supermortales cuya conducta 
    era en cierto modo coherente. Se podía contar con que los espíritus serían 
    o buenos o malos; ya no se los consideraba totalmente temperamentales como 
    los fantasmas primitivos del monoespiritismo de las religiones más primitivas 
    los habían concebido que eran. El hombre por fin podía concebir fuerzas supermortales 
    de comportamiento coherente, y éste fue uno de los más importantes descubrimientos 
    de la verdad en la trayectoria de la evolución religiosa y en la expansión 
    de la filosofía humana. 
    961:7  87:4.6 
    Sin embargo la religión evolucionaria ha pagado un precio tremendo por el 
    concepto del espiritismo dualista. La primitiva filosofía del hombre podía 
    reconciliar la conherencia de los espíritus con las vicisitudes de la suerte 
    temporal solamente mediante el postulado de dos tipos de espíritus: uno bueno 
    y otro malo. Aunque esta creencia permitió al hombre reconciliar las variables 
    del azar con el concepto de las fuerzas supermortales invariables, esta doctrina, 
    desde su comienzo, ha hecho difícil para los religiosos concebir la unidad 
    cósmica. En general los dioses de la religión evolucionaria han sido objeto 
    de la oposición de las fuerzas de la oscuridad. 
    962:1  87:4.7 
    La tragedia de todo esto yace en el hecho de que, cuando estas ideas se estaban 
    arraigando en la mente primitiva del hombre, no había en realidad espíritus 
    malos ni desarmoniosos en el mundo entero. Dicha situación desafortunada no 
    se desarrolló hasta después de Caligastia y tan sólo persistió hasta Pentecostés. 
    El concepto del bien y del mal como coordenadas cósmicas está muy vivo, aún 
    en el siglo veinte, en la filosofía humana; la mayor parte de las religiones 
    del mundo aún llevan esta marca cultural de nacimiento de los días pasados 
    del surgimiento de los cultos a los fantasmas. 
  5. EL AVANCE DEL CULTO A Los FANTASMAS 
  
 962:2  87:5.1 El hombre 
    primitivo consideraba que los espíritus y los fantasmas tenían derechos casi 
    ilimitados, pero ningún deber; al mismo tiempo se creía que los espíritus 
    contemplaban al hombre como teniendo múltiples deberes, pero ningún derecho. 
    Se creía que los espíritus consideraban al hombre con cierto desprecio porque 
    éste constantemente fallaba en el cumplimiento de sus deberes espirituales. 
    Era creencia general de la humanidad que los fantasmas cobraban un tributo 
    continuo de servicio como precio por no interferir en los asuntos humanos, 
    y todo percance minúsculo se atribuía a las actividades de los fantasmas. 
    Los humanos primitivos tanto temían olvidar algún honor debido a los dioses, 
    que, después de haber hecho sacrificios a todos los espíritus conocidos, hacían 
    otro sacrificio a los "dioses desconocidos", para así asegurarse 
    profundamente. 
    962:3  87:5.2 
    Y ahora este sencillo culto de los fantasmas es seguido por las prácticas 
    del culto más avanzado y relativamente complejo de los espíritus-fantasmas, 
    el servicio y adoración a los espíritus más elevados tal como habían evolucionado 
    en la imaginación primitiva del hombre. El ceremonial religioso tenía que 
    mantenerse al ritmo de la evolución y progreso espiritual. El culto ampliado 
    no fue sino el arte del automantenimiento practicado en relación con la creencia 
    en seres sobrenaturales, una autoadaptación al medio ambiente de los espíritus. 
    Las organizaciones industriales y militares fueron adaptaciones a los medios 
    ambientes natural y social. Así como el matrimonio surgió para satisfacer 
    las demandas de la bisexualidad, del mismo modo la organización religiosa 
    se desarrolló en respuesta a la creencia en fuerzas espirituales superiores 
    y en seres espirituales. La religión representa la adaptación del hombre a 
    sus ilusiones del misterio del azar. El temor a los espíritus y la subsiguiente 
    adoración fueron adoptados como seguro contra la mala suerte, como pólizas 
    de prosperidad. 
    962:4  87:5.3 
    El salvaje visualiza a los espíritus buenos ocupados de sus propios asuntos, 
    y poco exigen de los seres humanos. Son los fantasmas y espíritus malos los 
    que deben ser apaciguados. Por consiguiente, los pueblos primitivos dedicaban 
    más atención a sus fantasmas malévolos que a sus espíritus benévolos. 
    962:5  87:5.4 
    Se consideraba que la prosperidad humana atraía particularmente la envidia 
    de los espíritus malos, y éstos se vengaban a través de una agencia humana 
    y por la técnica del mal de ojo. La fase del culto que tenía que ver con evitar 
    a los espíritus mucho se preocupaba por las maquinaciones del mal de ojo, 
    el cual era casi mundial. Las mujeres bonitas se les cubría con velos para 
    protegerlas del mal de ojo; más adelante muchas mujeres que deseaban ser consideradas 
    hermosas adoptaron esta práctica. Debido a este temor de los espíritus malignos, 
    no se permitía casi nunca que los niños saliesen de noche, y las oraciones 
    primitivas siempre incluían la solicitud, "sálvanos del mal de ojo". 
    
    962:6  87:5.5 
    El Corán contiene un capítulo entero dedicado al mal de ojo y a las encantaciones 
    mágicas, y los judíos creían plenamente en ellos. El entero culto fálico nació 
    como defensa contra el mal de ojo. Los órganos de reproducción se consideraban 
    el único fetiche capaz de neutralizarlo. El mal de ojo dio origen a las primeras 
    supersticiones sobre las marcas o lunares prenatales en los niños, como resultado 
    de impresiones de la madre, y el culto fue en cierto momento casi universal. 
   963:1  87:5.6 
    La envidia es un rasgo humano profundo; por lo tanto el hombre primitivo la 
    atribuyó a sus dioses primitivos. Puesto que el hombre en cierto momento había 
    engañado a los fantasmas, pronto comenzó a engañar a los espíritus. Se dijo: 
    "si los espíritus están celosos de nuestra belleza y prosperidad, nos 
    desfiguraremos y no haremos alarde de nuestro éxito". Por consiguiente, 
    la humildad primitiva no fue un envilecimiento del ego sino más bien un intento 
    de engatusar a los espíritus envidiosos. 
    963:2  87:5.7 
    El método adoptado para prevenir que los espíritus se pusieran celosos de 
    la prosperidad humana consistió en acumular vituperaciones sobre una cosa 
    o persona afortunada o tiernamente amada. La costumbre de evitar las alabanzas 
    de la persona o su familia se originó de esta manera, y finalmente evolucionó 
    en la modestia civilizada, la reserva y la cortesía. Por el mismo motivo, 
    estaba de moda la fealdad. La belleza estimulaba la envidia de los espíritus; 
    era símbolo de orgullo humano pecaminoso. El salvaje deseaba un nombre feo. 
    Esta característica del culto obstaculizó el avance de las artes, y por mucho 
    tiempo mantuvo al mundo sombrío y feo. 
   963:3  87:5.8 
    Durante la época del culto a los espíritus, la vida era a lo sumo un juego 
    de azar, el resultado del control de los espíritus. El futuro de una persona 
    no era resultado de sus esfuerzos, industria ni talento excepto en cuanto 
    se podían utilizar estas virtudes para influir sobre los espíritus. Las ceremonias 
    de propiciación de los espíritus constituían un gran peso, que convirtió la 
    vida tediosa y virtualmente insoportable. De edad en edad y de generación 
    en generación, una raza después de otra ha tratado de mejorar esta doctrina 
    superfantasmal, pero ninguna generación se ha atrevido hasta ahora a rechazarla 
    de lleno. 
    963:4  87:5.9 
    La intención y voluntad de los espíritus se estudiaban por medio de señales, 
    oráculos y presagios. Estos mensajes de los espíritus se interpretaban por 
    la adivinación, la profecía, la magia, la ordalía y la astrología. Todo el 
    culto era un esquema inventado para aplacar, satisfacer y sobornar a los espíritus 
    mediante estos sobornos enmascarados. 
    963:5  87:5.10 
    Así pues surgió una nueva filosofía mundial ampliada que consistía en: 
   
    1.  Deber -las cosas que se deben hacer para que los espíritus sean 
      favorables o, por lo menos, neutrales.
      2.  Derecho -la conducta y ceremonial correcto para ganar activamente 
      a los espíritus a la causa del interés propio. 
      3.  Verdad -la manera correcta de comprender, y la actitud correcta 
      hacia los espíritus, y por lo tanto, hacia la vida y la muerte. 
  
   
    963:9  87:5.11 No era tan sólo por 
    curiosidad por la que los antiguos trataban de conocer el futuro; querían 
    evitar la mala suerte. La adivinación fue simplemente un intento de prevenir 
    dificultades. Durante esos tiempos, se consideraba que los sueños eran proféticos, 
    y todo lo que estuviera fuera de lo común era considerado un símbolo. Aun 
    hoy día las razas civilizadas están cargadas de creencias en signos, presagios 
    y otros residuos supersticiosos del culto a los fantasmas en avance de la 
    antigüedad. El hombre es lento, muy lento en abandonar esos métodos mediante 
    los cuales él tan gradual y dolorosamente ascendió la escala evolucionaria 
    de la vida. 
  6. LA COERCIÓN Y EL EXORCISMO 
  
 963:10  87:6.1 Cuando los 
    hombres creían nada más que en los fantasmas, el rito religioso era más personal, 
    menos organizado, pero el reconocimiento de los espíritus más elevados requirió 
    el empleo de "métodos espirituales más elevados" para tratar con 
    ellos. Este intento de mejorar, y elaborar, la técnica de la propiciación 
    de los espíritus llevó directamente a la creación de defensas contra los espíritus. 
    El hombre se sentía en verdad desamparado ante las fuerzas incontrolables, 
    operativos en la vida terrestre, y su sentimiento de inferioridad le llevó 
    a intentar encontrar una adaptación compensa toria, una técnica para equilibrar 
    las probabilidades en la lucha unilateral del hombre contra el cosmos. 
    964:1  87:6.2 
    En los primeros días del culto, los esfuerzos del hombre para influir sobre 
    las acciones de los fantasmas se confinaban a la propiciación, intentos de 
    soborno para evitar la mala suerte. A medida que progresó la evolución del 
    culto a los fantasmas hacia el concepto de los espíritus buenos y los espíritus 
    malignos, estas ceremonias tomaron aspectos de naturaleza más positiva, el 
    esfuerzo de ganar la buena suerte. La religión del hombre ya no era completamente 
    negativista, ni tampoco se conformó el hombre con el esfuerzo para conseguir 
    la buena suerte; poco tiempo más tarde comenzó a inventar esquemas para obligar 
    a los espíritus a que cooperaran con él. El religioso ya no está indefenso 
    ante las demandas incesantes de los espíritus fantasmales de su propia creación; 
    el salvaje comienza a inventar armas para obligar a los espíritus a la acción 
    y para forzar su ayuda. 
    964:2  87:6.3 
    Los primeros esfuerzos de defensa del hombre se dirigieron contra los fantasmas. 
    A medida que pasaban las edades, los vivos comenzaron a inventar métodos para 
    resistir a los muertos. Se desarrollaron muchas técnicas para asustar a los 
    fantasmas y alejarlos, entre las cuales se pueden citar las siguientes: 
  
     1. Cortar la cabeza y atar el cadáver en la tumba.
      2. Tirar piedras a la casa de la muerte.
      3. Castrar el cadaver o quebrar las piernas de él.
      4. Enterrarlo bajo piedras, uno de los orígenes de la moderna piedra sepulcral.
      5. La cremación, una invención más reciente para prevenir las maquinaciones 
      de los fantasmas.
      6. Arrojar el cadáver al mar.
      7. Dejar el cadáver expuesto para que lo comiesen las bestias salvajes. 
    
  
   964:10  87:6.4 
    Se suponía que a los fantasmas les molestaba y asustaba el ruido; los gritos, 
    las campanas y los tambores los alejaban de los vivos; y estos métodos antiguos 
    aún existen en los "velorios" para los muertos. Se utilizaban mescolanzas 
    malolientes para ahuyentar a los espíritus indeseados. Se construían horribles 
    imágenes de los espíritus para que éstos huyeran despavoridos cuando se vieran 
    a sí mismos. Se creía que los perros podían detectar a los fantasmas, y los 
    denunciaban con su ladrido; que los gallos cantaban cuando había fantasmas 
    cerca. El uso del gallo en las veletas es una perpetuación de esta superstición. 
    
    964:11  87:6.5 
    Se consideraba que el agua era la mejor protección contra los fantasmas. El 
    agua bendita era superior a todas las demás, agua en la que los sacerdotes 
    se habían lavado los pies. Se creía que tanto el fuego como el agua constituían 
    barreras insuperables para los fantasmas. Los romanos rociaban tres veces 
    alrededor del cadáver con agua; en el siglo veinte se esparce el cadáver con 
    agua bendita, y aún entre los judíos existe el rito de lavarse las manos en 
    el cementerio. El bautismo fue una característica del rito más reciente del 
    agua. El baño primitivo era una ceremonia religiosa. Sólo en tiempos recientes 
    se ha vuelto el baño una práctica de higiene. 
    964:12  87:6.6 
    Pero el hombre no se contentó con la coerción a los fantasmas; mediante ritos 
    religiosos y otras prácticas pronto intentó obligar a los espíritus a la acción. 
    El exorcismo era el empleo de un espíritu para controlar o eliminar a otro, 
    y estas tácticas también fueron utilizadas para asustar a los fantasmas y 
    a los espíritus. El concepto del espiritismo dual de las fuerzas buenas y 
    malas ofreció al hombre amplia oportunidad para intentar azuzar a una agencia 
    contra la otra, porque, si un hombre poderoso podía dominar al más débil, 
    con toda seguridad un espíritu fuerte podía dominar a un fantasma inferior. 
    Las maldi ciones primitivas constituían una práctica coercitiva inventada 
    para asustar a los espíritus menores. Más adelante esta costumbre se expandió 
    llevando a pronunciar maldiciones contra los enemigos. 
    965:1  87:6.7 
    Durante mucho tiempo se creyó que si se volvía a aplicar las costumbres antiguas, 
    los espíritus y los semidioses se verían forzados a actuar según los deseos 
    del hombre. El hombre moderno es culpable del mismo procedimiento. Os habláis 
    entre vosotros en el lenguaje común de todos los días, pero cuando oráis, 
    adoptáis el estilo más anticuado de otra generación, el así llamado estilo 
    solemne. 
    965:2  87:6.8 
    Esta doctrina también explica muchas retrogradaciones religioso-rituales de 
    naturaleza sexual, como por ejemplo la prostitución en el templo. Estas reversiones 
    a costumbres primitivas se consideraban salvaguardias seguras contra muchas 
    calamidades. Y en estos pueblos de mente sencilla estas manifestaciones estaban 
    totalmente libres de lo que el hombre moderno considera promiscuidad. 
    965:3  87:6.9 
    Luego sobrevino la práctica de los votos rituales, seguida muy poco después 
    por las promesas religiosas y los juramentos sagrados. Muchos de estos juramentos 
    iban acompañados de autotortura y automutilación; más adelante, de ayuno y 
    oración. Posteriormente se consideró que la autonegación era un método coercitivo 
    seguro; esto era especialmente cierto en cuanto a la represión del impulso 
    sexual. Así pues el hombre primitivo desarrolló pronto una austeridad firme 
    en sus prácticas religiosas, la creencia en la eficacia de la autotortura 
    y de la autonegación como ritos capaces de coercer a los espíritus reacios 
    a que reaccionen favorablemente frente a tal sufrimiento y privación. 
   965:4  87:6.10 
    El hombre moderno ya no intenta abiertamente la coerción de los espíritus, 
    aunque sigue manifestando una tendencia a negociar con la Deidad. Sigue jurando, 
    toca madera, cruza los dedos y responde al estornudo con una frase convencional; 
    antiguamente se trataba de una fórmula mágica. 
  7. LA NATURALEZA DEL SISTEMA DE Los CULTOS 
  
 965:5  87:7.1 La organización 
    social de tipo cultista persistió porque proveía un simbolismo para la preservación 
    y estimulación de los sentimientos morales y de las lealtades religiosas. 
    El culto nació de las tradiciones "de las antiguas familias" y fue 
    perpetuado como institución establecida; todas las familias tienen un culto 
    de alguna clase. Todo ideal inspirador busca un simbolismo perpetuador -intenta 
    encontrar una técnica de manifestación cultural que asegure su sobrevivencia 
    y aumente su realización- y el culto alcanza este objetivo fomentando y gratificando 
    la emoción. 
    965:6  87:7.2 
    Desde los albores de la civilización todo movimiento atrayente en la cultura 
    social o en el avance religioso ha desarrollado un rito, un ceremonial simbólico. 
    Cuanto más inconsciente ha crecido este rito, más intensamente ha atraído 
    a sus devotos. El culto preservaba el sentimiento y satisfacía la emoción, 
    pero ha sido siempre el mayor obstáculo a la reconstrucción social y al progreso 
    espiritual. 
    965:7  87:7.3 
    A pesar de que el culto ha retardado constantemente el progreso social, es 
    lamentable que tanto los creyentes modernos en las normas morales y los ideales 
    espirituales no posean un simbolismo adecuado -un culto de apoyo mutuo- nada 
    al que puedan pertenecer.  Pero no se puede fabricar un culto religioso. 
    Debe crecer. Y los cultos de dos grupos no podrán ser idénticos a menos que 
    sus ritos se normalicen arbitrariamente por la acción de la autoridad. 
    965:8  87:7.4 
    El culto cristiano primitivo fue el más eficaz, atrayente y duradero de todos 
    los ritos que se hayan concebido o inventado jamás, pero mucho de su valor 
    ha sido destruido en una era científica que derrocó tantos de sus principios 
    originales subyacentes. El culto cristiano ha sido debilitado por la pérdida 
    de muchas ideas fundamentales. 
   965:9  87:7.5 
    En el pasado, la verdad crecía rápidamente y se difundía libremente cuando 
    el culto era elástico, el simbolismo, expansible. Una abundancia de verdad 
    y un culto adaptable han favorecido la rapidez del progreso social. Un culto 
    sin significado vicia la religión cuando intenta suplantar a la filosofía 
    y avasallar a la razón; un culto genuino crece. 
   966:1  87:7.6 
    A pesar de los inconvenientes y desventajas, toda nueva revelación de la verdad 
    ha originado un nuevo culto, y aun el nuevo pronunciamiento de la religión 
    de Jesús debe desarrollar un simbolismo nuevo y apropiado. El hombre moderno 
    debe encontrar un simbolismo adecuado para sus nuevas ideas, ideales y lealtades 
    en expansión. Este símbolo enaltecido debe surgir de la vida religiosa, de 
    la experiencia espiritual. Y este simbolismo más elevado de una civilización 
    más elevada debe ser predicado sobre el concepto de la Paternidad de Dios 
    y estar lleno del poderoso ideal de la hermandad de los hombres. 
    966:2  87:7.7 
    Los viejos cultos eran demasiado egocéntricos; el nuevo culto debe ser el 
    fruto del amor aplicado. El nuevo culto debe, como los antiguos, fomentar 
    el sentimiento, satisfacer la emoción y promover la lealtad; pero debe hacer 
    más: debe facilitar el progreso espiritual, enaltecer los significados cósmicos, 
    aumentar los valores morales, alentar el desarrollo social y estimular un 
    tipo elevado de vida religiosa personal. El nuevo culto debe proveer objetivos 
    supremos de vida, tanto temporales como eternos -sociales y espirituales. 
    
    966:3  87:7.8 
    Ningún culto puede durar ni contribuir al progreso de la civilización social 
    y al logro espiritual individual si no se basa en la importancia biológica, 
    sociológica y religiosa del hogar. Un culto sobreviviente debe simbolizar 
    aquello que es permanente en la presencia de cambio incesante; debe glorificar 
    aquello que unifica las corrientes de una metamorfosis social en constante 
    cambio. Debe reconocer los significados verdaderos, exaltar las relaciones 
    hermosas y glorificar los valores buenos de la nobleza auténtica. 
    966:4  87:7.9 
    Pero la gran dificultad de encontrar un simbolismo nuevo y satisfactorio estriba 
    en que el hombre moderno, como grupo, se adhiere a la actitud científica, 
    evita la superstición y aborrece la ignorancia, mientras que como individuos 
    todos ellos ansían el misterio y veneran lo desconocido. Ningún culto puede 
    sobrevivir a menos que comprenda un misterio poderoso y oculte un bien inalcanzable. 
    Nuevamente, el simbolismo nuevo no debe ser significativo solamente para el 
    grupo sino que también debe tener sentido para el individuo. Las formas de 
    un simbolismo útil deben ser aquellas que el individuo pueda realizar por 
    su propia iniciativa, y que pueda a la vez disfrutar en compañía de sus semejantes. 
    Si el nuevo culto pudiera ser dinámico en vez de estático, verdaderamente 
    contribuiría algo valioso al progreso tanto temporal como espiritual de la 
    humanidad. 
    966:5  87:7.10 
    Pero un culto -un simbolismo de ritos, lemas u objetivos- no funciona si es 
    demasiado complejo. Es necesario además que exista una demanda de devoción, 
    una respuesta de lealtad. Toda religión eficaz desarrolla infaliblemente un 
    simbolismo valioso, y sus devotos harían bien en prevenir la cristalización 
    de tales ritos en ceremoniales estereotipados entorpecedores, paralizantes 
    y sofocantes que tan sólo dificultan y retardan todo progreso social, moral 
    y espiritual. No hay culto que pueda sobrevivir si retarda el crecimiento 
    moral y deja de fomentar el progreso espiritual. El culto es la estructura 
    esquelética sobre la cual crece el cuerpo vivo y dinámico de la experiencia 
    personal y espiritual -la verdadera religión. 
   966:6  87:7.11 
    [Presentado por una Brillante Estrella Vespertina de Nebadon.]