ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 89 EL PECADO, EL SACRIFICIO Y LA EXPIACIÓN
984:4 89:10.1 El hombre de la antigüedad tan sólo llegaba a tener conciencia del favor de Dios a través del sacrificio. El hombre moderno debe desarrollar nuevas técnicas para alcanzar la autoconciencia de la salvación. La conciencia del pecado persiste en la mente mortal, pero los esquemas de pensamiento relativos a la salvación del pecado se han dejado atrás y se han vuelto anticuados. Aunque persiste, la realidad de la necesidad espiritual, el progreso intelectual ha destruido las maneras antiguas de asegurar la paz y el consuelo de la mente y el alma.
984:5 89:10.2 El pecado ha de redefinirse como deslealtad deliberada a la Deidad. Existen grados de deslealtad: la lealtad parcial de la indecisión; la lealtad ambivalente del conflicto; la lealtad moribunda de la indiferencia; y la muerte de la lealtad manifestada por la devoción a ideales impíos.
984:6 89:10.3 El sentido o sentimiento de culpa es la conciencia de la violación de las costumbres normativas; no es necesariamente pecado. No hay pecado auténtico a menos que haya deslealtad consciente a la Deidad.
984:7 89:10.4 La posibilidad de reconocer el sentimiento de culpa es marca de la distinción trascendente de la humanidad. No señala al hombre como malvado sino más bien le separa como criatura potencialmente capaz de grandeza y de gloria cada vez más elevada. Ese sentimiento de faltar de mérito es el estímulo inicial que debería conducir rápida y seguramente a aquellas conquistas de la fe que trasladan la mente mortal a los soberbios niveles de la nobleza moral, compenetración cósmica, y vida espiritual; así cambian todos los significados de la existencia humana de lo temporal a lo eterno, y todos los valores se elevan de lo humano a lo divino.
984:8 89:10.5 La confesión del pecado es el repudio viril de la deslealtad, pero no mitiga de ninguna manera las consecuencias espacio-temporales de dicha deslealtad. Pero la confesión —el reconocimiento sincero de la naturaleza del pecado— es esencial para el crecimiento religioso y el progreso espiritual.
985:1 89:10.6 Cuando la Deidad perdona los pecados se produce la renovación de las relaciones leales después de tener el hombre conciencia durante cierto tiempo de la interrupción de dichas relaciones como consecuencia de una rebelión consciente. No es necesario buscar el perdón, sino tan sólo recibirlo en forma de conciencia del restablecimiento de las relaciones leales entre la criatura y su Creador. Y todos los hijos leales de Dios son felices, aman el servicio y progresan constantemente en la ascensión al Paraíso.985:2 89:10.7 [Presentado por una Brillante Estrella Vespertina de Nebadon.]