ÍNDICE
El libro de Urantia
Edición 1999
DOCUMENTO 122
EL NACIMIENTO Y LA INFANCIA DE JESÚS
1344:1 122:0.1
SERÍA casi imposible explicar plenamente las numerosas razones que llevaron
a escoger Palestina como país para la donación de Miguel, y en especial por
qué exactamente se escogió a la familia de José y María como marco inmediato
para la aparición de este Hijo de Dios en Urantia.
1344:2 122:0.2
Después de estudiar un informe especial sobre el estado de los mundos aislados,
preparado por los Melquisedecs con el asesoramiento de Gabriel, Miguel escogió
finalmente Urantia como planeta para efectuar su última donación. Después
de esta decision, Gabriel visitó personalmente Urantia, y como resultado de
su estudio de los grupos humanos y de su examen de las características espirituales,
intelectuales, raciales y geográficas del mundo y de sus pueblos, decidió
que los hebreos poseían aquellas ventajas relativas que justificaban su selección
como raza para la donación. Cuando Miguel aprobó esta decisión, Gabriel nombró
y envió a Urantia la Comisión Familiar de los Doce -escogida entre las órdenes
más elevadas de personalidades del universo- con el encargo específico de
investigar la vida familiar judía. Cuando esta comisión finalizó su tarea,
Gabriel se encontraba en Urantia y recibió el informe que designaba a tres
posibles parejas que, en opinión de la comisión, eran igualmente favorables
como familias de la donación para la encarnación proyectada de Miguel.
1344:3 122:0.3
De las tres parejas designadas, Gabriel escogió personalmente a José y María;
posteriormente se apareció en persona a María y le dió la grata noticia de
que había sido elegida para ser la madre terrestre del niño de la donación.
1. JOSÉ Y MARÍA
1344:4 122:1.1 José, el
padre humano de Jesús (Josué ben José) era un hebreo entre los hebreos, aunque
poseía muchos rasgos raciales no judíos que, de vez en cuando, se habían añadido
a su árbol genealógico a través de las líneas femeninas de sus progenitores.
Los antepasados del padre de Jesús se remontaban a los tiempos de Abraham,
y por medio de este venerable patriarca, a linajes más antiguos que llegaban
hasta los sumerios y los noditas y, a través de las tribus meridionales del
antiguo hombre azul, hasta Andón y Fonta. David y Salomón no eran antecesores
en línea directa de José, cuyo linaje tampoco se remontaba directamente hasta
Adán. Los ascendientes próximos de José eran artesanos: constructores, carpinteros,
albañiles y herreros. El mismo José era carpintero, y más tarde fue contratista.
Su familia pertenecía a una larga e ilustre línea de notables del pueblo,
realzada de vez en cuando por la aparición de personalidades excepcionales
que se habían distinguido en el ámbito de la evolución de la religión en Urantia.
1345:1 122:1.2
María, la madre terrestre de Jesús, descendía de una larga estirpe de antepasados
extraordinarios que comprendía muchas mujeres entre las más notables de la
historia racial de Urantia. Aunque María era una mujer típica de su tiempo
y de su generación, con un temperamento bastante normal, contaba entre sus
antecesores a mujeres tan ilustres como Annón, Támar, Rut, Betsabé, Ansie,
Cloa, Eva, Enta y Ratta. Ninguna mujer judía de la época poseía un linaje
que tuviera en común a unos progenitores más ilustres, o que se remontara
a unos orígenes más prometedores. Los antepasados de María, como los de José,
estaban caracterizados por el predominio de individuos fuertes pero corrientes,
resaltando de vez en cuando numerosas personalidades sobresalientes en la
marcha de la civilización y en la evolución progresiva de la religión. Desde
un punto de vista racial, no es muy apropiado considerar a María como una
judía. Por su cultura y sus creencias era judía, pero por sus dones hereditarios
era más bien una combinación de estirpes siria, hitita, fenicia, griega y
egipcia; su herencia racial era más heterogénea que la de José.
1345:2 122:1.3
De todas las parejas que vivían en Palestina en la época para la que se había
proyectado la donación de Miguel, José y María poseían la combinación más
ideal de vastos vínculos raciales y de dotaciones de personalidad superiores
a la media. El plan de Miguel era aparecer en la tierra como un hombre ordinario,
para que la gente común pudiera comprenderlo y recibirlo; por eso Gabriel
eligió a unas personas como José y María para ser los padres de la donación.
2. GABRIEL SE APARECE A ISABEL
1345:3 122:2.1 El trabajo
que Jesús realizó durante su vida en Urantia fue empezado, de hecho, por Juan
Bautista. Zacarías, el padre de Juan, pertenecía al clero judío, mientras
que su madre, Isabel, era miembro de la rama más próspera del mismo gran grupo
familiar al que también pertenecía María, la madre de Jesús. Zacarías e Isabel,
aunque estaban casados desde hacía muchos años, no tenían hijos.
1345:4 122:2.2
A finales del mes de junio del año 8 a. de J.C., unos tres meses después de
que se casaran José y María, Gabriel se apareció a Isabel, un día al mediodía,
de la misma forma que más tarde hizo conocer su presencia a María. Gabriel
dijo:
1345:5 122:2.3
"Mientras tu marido Zacarías oficia ante el altar en Jerusalén, y mientras
el pueblo reunido ruega por la llegada de un libertador, yo, Gabriel, he venido
para anunciarte que pronto darás a luz un hijo que será el precursor de este
maestro divino; llamarás a tu hijo Juan. Crecerá consagrado al Señor tu Dios,
y cuando llegue a la madurez, alegrará tu corazón porque llevará muchas almas
hacia Dios, y proclamará también la venida del sanador de almas de tu pueblo
y libertador espiritual de toda la humanidad. Tu pariente María será la madre
de este hijo de la promesa, y también me apareceré a ella."
1345:6 122:2.4
Esta visión asustó mucho a Isabel. Después de la partida de Gabriel, le dio
muchas vueltas a esta experiencia en su cabeza, reflexionando largamente en
las palabras del majestuoso visitante, pero no habló de esta revelación a
nadie salvo a su marido, hasta que visitó posteriormente a María a principios
de febrero del año siguiente.
1345:7 122:2.5
Sin embargo, Isabel guardó durante cinco meses su secreto incluso a su marido.
Cuando le contó la historia de la visita de Gabriel, Zacarías permaneció muy
escéptico y dudó de toda la experiencia durante semanas, consintiendo solamente
en creer a medias en la visita de Gabriel a su esposa, hasta que ya no pudo
dudar de que estaba embarazada. Zacarías estaba absolutamente perplejo ante
la próxima maternidad de Isabel, pero no puso en duda la integridad de su
mujer, a pesar de su propia edad avanzada. Hasta unas seis semanas antes del
nacimiento de Juan, y a consecuencia de un sueño impresionante, Zacarías no
se convenció por completo de que Isabel iba a ser la madre de un hijo del
destino, el encargado de preparar el camino para la venida del Mesías.
1346:1 122:2.6
Gabriel se apareció a María hacia mediados de noviembre del año 8 a. de J.C.,
mientras ella estaba trabajando en su casa de Nazaret. Más adelante, cuando
María supo sin lugar a dudas que iba a ser madre, persuadió a José para que
la dejara ir a la Ciudad de Judá, a siete kilómetros en las colinas al oeste
de Jerusalén, para visitar a Isabel. Gabriel había informado a cada una de
estas futuras madres de su aparición a la otra. Naturalmente estaban impacientes
por encontrarse, comparar sus experiencias y hablar del futuro probable de
sus hijos. María permaneció tres semanas con su prima lejana. Isabel contribuyó
mucho a fortalecer la fe de María en la visión de Gabriel, de manera que ésta
regresó a su hogar más plenamente dedicada a la misión de ser la madre del
hijo del destino, a quien muy pronto debería presentar al mundo como un bebé
indefenso, como un niño normal y común del planeta.
1346:2 122:2.7
Juan nació en la Ciudad de Judá, el 25 de marzo del año 7 a. de J.C. Zacarías
e Isabel sintieron una gran alegría con la llegada de su hijo, como Gabriel
había prometido. Al octavo día, cuando presentaron al niño para la circuncisión,
lo llamaron oficialmente Juan como les había ordenado anteriormente. Un sobrino
de Zacarías ya había partido para Nazaret llevando el mensaje de Isabel a
María de que su hijo había nacido y que se llamaría Juan.
1346:3 122:2.8
Desde la más tierna infancia de Juan, sus padres le inculcaron juiciosamente
la idea de que cuando creciera se convertiría en un dirigente espiritual y
en un instructor religioso. Y el corazón de Juan siempre fue un terreno favorable
para sembrar estas semillas sugerentes. Incluso siendo niño, se le encontraba
con frecuencia en el templo durante los períodos de servicio de su padre,
y estaba profundamente impresionado con el significado de todo lo que veía.
3. LA ANUNCIACIÓN DE GABRIEL A MARÍA
1346:4 122:3.1 Cierta
tarde al ponerse el sol, antes de que José hubiera regresado al hogar, Gabriel
se apareció a María al lado de una mesa baja de piedra; después de que ella
recobrara la serenidad, le dijo: "Vengo por orden de aquel que es mi
Maestro, a quien tú amarás y alimentarás. A ti, María, te traigo gratas noticias
al anunciarte que tu concepción está ordenada por el cielo, y que cuando llegue
el momento serás la madre de un hijo; lo llamarás Josué, y él inaugurará el
reino de los cielos en la tierra y entre los hombres. No menciones esto a
nadie salvo a José y a Isabel, tu pariente, a quien también he aparecido,
y que pronto dará también a luz un hijo cuyo nombre será Juan. Éste preparará
el camino para el mensaje de liberación que tu hijo proclamará con gran fuerza
y profunda convicción a los hombres. No dudes de mi palabra, María, pues este
hogar ha sido escogido como morada humana del hijo del destino. Mi bendición
te acompaña, el poder de los Altísimos te fortalecerá y el Señor de toda la
tierra te protegerá."
1346:5 122:3.2
Durante varias semanas, María reflexionó sobre esta visita de manera secreta
en su corazón. Cuando estuvo segura de que esperaba un hijo, se atrevió por
fin a revelar a su marido estos acontecimientos inusitados. Cuando José escuchó
toda la historia, y aunque confiaba plenamente en María, se quedó muy preocupado
y perdió el sueño durante varias noches. Primero José tuvo dudas sobre la
visita de Gabriel. Luego, cuando se persuadió casi por completo de que María
había oído realmente la voz y había contemplado la forma del mensajero divino,
se torturó la mente preguntándose cómo podían suceder tales cosas. ¿Cómo era
posible que un descendiente de seres humanos pudiera ser un hijo con destino
divino? José no podía conciliar estas ideas contradictorias hasta que, después
de varias semanas de reflexión, tanto él como María llegaron a la conclusión
de que habían sido elegidos como padres del Mesías, aunque los judíos casi
no tenían el concepto de que el liberador esperado tuviera que ser de naturaleza
divina. Una vez que llegaron a esta conclusión trascendental, María se apresuró
a partir para visitar a Isabel.
1347:1 122:3.3
A su regreso, María fue a visitar a sus padres, Joaquín y Ana. Sus dos hermanos,
sus dos hermanas, así como sus padres, fueron siempre muy escépticos respecto
a la misión divina de Jesús, aunque por aquel entonces no sabían nada, por
supuesto, de la visita de Gabriel. Pero María sí le confió a su hermana Salomé
que creía que su hijo estaba destinado a ser un gran maestro.
1347:2 122:3.4
La anunciación de Gabriel a María tuvo lugar al día siguiente de la concepción
de Jesús, y fue el único acontecimiento de naturaleza sobrenatural que se
produjo en toda su experiencia de gestar y dar a luz al hijo de la promesa.
4. EL SUEÑO DE JOSÉ
1347:3 122:4.1 José no
aceptó la idea de que María iba a ser la madre de un hijo extraordinario hasta
después de haber experimentado un sueño bastante impresionante. En este sueño,
se le apareció un brillante mensajero celestial que le dijo, entre otras cosas:
"José, aparezco ante ti por orden de Aquel que ahora reina en las alturas;
he recibido el mandato de informarte acerca del hijo que María va a tener,
y que llegará a ser una gran luz en el mundo. En él estará la vida, y su vida
se convertirá en la luz de la humanidad. Vendrá primero hacia su propio pueblo,
pero ellos casi no lo recibirán; pero a todos los que lo reciban, les revelará
que son hijos de Dios." Después de esta experiencia, José no volvió a
dudar nunca más de la historia de María sobre la visita de Gabriel, ni de
la promesa de que el niño por nacer sería un mensajero divino para el mundo.
1347:4 122:4.2
En todas estas visitas no se había dicho nada sobre la casa de David. Nunca
se había insinuado nada de que Jesús fuera a convertirse en el "liberador
de los judíos", ni tampoco que debiera ser el tan esperado Mesías. Jesús
no era el tipo de Mesías que los judíos esperaban, pero sí era el libertador
del mundo. Su misión era para todas las razas y para todos los pueblos,
no para un grupo en particular.
1347:5 122:4.3
José no descendía del linaje del rey David. María tenía más antepasados que
José en la rama de David. Es verdad que José fue a Belén, la ciudad de David,
para registrarse en el censo romano, pero esto se debió al hecho de que, seis
generaciones antes, el antepasado paterno de José de aquella generación, como
era huérfano, había sido adoptado por un tal Zadoc, que era descendiente directo
de David; por eso José también contaba como perteneciente a la "casa
de David".
1347:6 122:4.4
La mayoría de las llamadas profecías mesiánicas del Antiguo Testamento, fueron
redactadas para acomodarlas a Jesús mucho tiempo después de su vida en la
tierra. Durante siglos, los profetas hebreos habían proclamado la venida de
un libertador, y estas promesas habían sido interpretadas por las generaciones
sucesivas como que se referían a un nuevo gobernante judío que se sentaría
en el trono de David, y que mediante los célebres métodos milagrosos de Moisés,
establecería a los judíos en Palestina como una nación poderosa, libre de
toda dominación extranjera. Además, muchos pasajes metafóricos que se encontraban
por todas partes en las escrituras hebreas fueron, con posterioridad, aplicados
erróneamente a la misión de la vida de Jesús. Muchos textos del Antiguo Testamento
fueron tergiversados para que parecieran cuadrar con algunos episodios de
la vida terrestre del Maestro. Jesús mismo negó una vez, públicamente, toda
conexión con la casa real de David. Incluso el pasaje "una joven dará
a luz un hijo", se cambió en "una virgen dará a luz un hijo".
Lo mismo sucedió con las numerosas genealogías de José y María que se compusieron
después de la carrera de Miguel en la tierra. Muchos de estos linajes contienen
bastantes antepasados del Maestro, pero en general no son auténticos y no
se puede confiar en su exactitud. Con demasiada frecuencia, los primeros discípulos
de Jesús sucumbieron a la tentación de presentar todas las antiguas declaraciones
proféticas como encontrando su cumplimiento en la vida de su Señor y Maestro.
5. Los PADRES TERRESTRES DE JESÚS
1348:1 122:5.1 José era
un hombre de modales dulces, extremadamente escrupuloso, y fiel en todos los
aspectos a las convenciones y prácticas religiosas de su pueblo. Hablaba poco,
pero pensaba mucho. La penosa condición del pueblo judío entristecía mucho
a José. En su juventud, conviviendo con sus ocho hermanos y hermanas, había
sido más alegre, pero durante los primeros años de su vida matrimonial (durante
la infancia de Jesús) sufrió períodos de ligero desaliento espiritual. Estas
manifestaciones temperamentales se atenuaron considerablemente poco antes
de su muerte prematura y después de que la situación económica de su familia
hubiera mejorado gracias a su elevación del rango de carpintero a la condición
de próspero contratista.
1348:2 122:5.2
El temperamento de María era totalmente opuesto al de su marido. Habitualmente
alegre, rara vez se encontraba abatida, y poseía un natural siempre risueño.
María se permitía expresar libre y frecuentemente sus sentimientos emocionales,
y nunca se la vio afligida hasta después de la muerte súbita de José. Apenas
se había recuperado de este golpe cuando tuvo que enfrentarse con las ansiedades
y las dudas que despertaron en ella la extraordinaria carrera de su hijo mayor,
que se desarrollaba tan rápidamente ante sus ojos asombrados. Pero durante
toda esta experiencia insólita, María se mantuvo serena, animosa y bastante
juiciosa en sus relaciones con su extraño y poco comprensible hijo mayor,
y con sus hermanos y hermanas sobrevivientes.
1348:3 122:5.3
Jesús poseía de su padre gran parte de su dulzura excepcional y de su maravillosa
comprensión benevolente de la naturaleza humana; había heredado de su madre
su don de gran educador y su formidable capacidad de justa indignación. En
sus reacciones emocionales hacia su entorno durante su vida adulta, Jesús
era a veces como su padre, meditativo y piadoso, a veces caracterizado por
una tristeza aparente; pero la mayoría de las veces continuaba hacia adelante
a la manera optimista y decidida del carácter de su madre. En conjunto, el
temperamento de María tendía a dominar la carrera del Hijo divino a medida
que crecía y avanzaba a grandes pasos hacia su vida de adulto. En algunos
detalles, Jesús era una mezcla de los rasgos de sus padres; en otros aspectos,
los rasgos de uno predominaban sobre los del otro.
1348:4 122:5.4
Jesús poseía de José su estricta educación en los usos de las ceremonias judías
y su conocimiento excepcional de las escrituras hebreas; de María obtuvo un
punto de vista más amplio de la vida religiosa y un concepto más liberal de
la libertad espiritual personal.
1349:1 122:5.5
Las familias de José y de María eran muy instruidas para su tiempo. José y
María poseían una educación que estaba muy por encima del promedio de su época
y de su posición social. Él era un pensador; ella sabía planificar, era experta
en adaptarse y práctica en la ejecución de las tareas inmediatas. José era
moreno con los ojos negros; María era casi rubia con los ojos castaños.
1349:2 122:5.6
Si José hubiera vivido, se hubiera convertido sin duda alguna en un firme
creyente en la misión divina de su hijo mayor. María alternaba entre la creencia
y la duda, enormemente influída por la postura que tomaron sus otros hijos
y sus amigos y parientes, pero su actitud final siempre estuvo fortalecida
por el recuerdo de la aparición de Gabriel inmediatamente después de la concepción
del niño.
1349:3 122:5.7
María era una tejedora experta, con una habilidad por encima de la media en
la mayoría de las artes hogareñas de la época; era una buena ama de casa,
con capacidad sobrada para crear un hogar. Tanto José como María eran buenos
educadores, y se preocuparon por que sus hijos estuvieran bien instruídos
en los conocimientos de su tiempo.
1349:4 122:5.8
Cuando José era joven, fue contratado por el padre de María para construir
un anexo a su casa; en el transcurso de una comida al mediodía, María llevó
a José un vaso de agua, y fue en ese momento cuando empezó realmente el cortejo
de los dos jóvenes que estaban destinados a ser los padres de Jesús.
1349:5 122:5.9
José y María se casaron, de acuerdo con la costumbre judía, en la casa de
María, en las afueras de Nazaret, cuando José contaba veintiún años de edad.
Esta boda fue la culminación de un noviazgo normal de casi dos años. Poco
después se trasladaron a su nueva casa de Nazaret, que había sido construida
por José con la ayuda de dos de sus hermanos. La casa estaba situada al pie
de una elevación que dominaba de manera muy agradable la comarca circundante.
En esta casa especialmente preparada, los jóvenes esposos en espera de niño
pensaban acoger al hijo de la promesa, sin saber que este importante acontecimiento
del universo iba a suceder en Belén de Judea, mientras estaban ausentes de
su domicilio.
1349:6 122:5.10
La mayor parte de la familia de José se hizo creyente en las enseñanzas de
Jesús, pero muy pocos miembros de la familia de María creyeron en él hasta
después de su partida de este mundo. José se inclinaba más hacia el concepto
espiritual del Mesías esperado, pero María y su familia, y sobre todo su padre,
mantenían la idea de un Mesías como liberador temporal y gobernante político.
Los antepasados de María se habían identificado de manera destacada con las
actividades de los Macabeos, en tiempos por aquel entonces muy recientes.
1349:7 122:5.11
José sostenía vigorosamente el punto de vista oriental, o babilonio, de la
religión judía; María tendía fuertemente hacia la interpretación occidental
o helenística de la ley y de los profetas, que era más amplia y liberal.
6. EL HOGAR DE NAZARET
1349:8 122:6.1 La casa
de Jesús no estaba lejos de la elevada colina situada en la parte norte de
Nazaret, a cierta distancia de la fuente del pueblo, que se encontraba en
la sección oriental de la población. La familia de Jesús vivía en las afueras
de la ciudad, lo que le facilitó posteriormente a Jesús disfrutar de frecuentes
paseos por el campo y subir a la cumbre de esta montaña cercana, la más alta
de todas las colinas del sur de Galilea, a excepción de la cadena del Monte
Tabor al este y de la colina de Naín, que tenía aproximadamente la misma altura.
Su casa estaba situada un poco hacia el sur y el este del promontorio sur
de esta colina, y aproximadamente a mitad de camino entre la base de esta
elevación y la carretera que conducía de Nazaret a Caná. Además de subir a
la colina, el paseo favorito de Jesús era un estrecho sendero que rodeaba
la base de la colina en dirección noreste, hasta el lugar donde se unía con
la carretera de Séforis.
1350:1 122:6.2
La casa de José y María era una construcción de piedra compuesta por una habitación
con un techo plano, más un edificio adyacente para alojar a los animales.
Los muebles consistían en una mesa baja de piedra, platos y ollas de barro
y de piedra, un telar, una lámpara, varios taburetes pequeños y alfombras
para dormir sobre el piso de piedra. En el patio trasero, cerca del anexo
para los animales, había un cobijo que protegía el horno y el molino para
moler el grano. Se necesitaban dos personas para utilizar este tipo de molino,
una para moler y otra para echar el grano. Cuando Jesús era pequeño, con frecuencia
echaba grano en este molino mientras que su madre hacía girar la muela.
1350:2 122:6.3
Años más tarde, cuando la familia creció, todos se sentaban en cuclillas alrededor
de la mesa de piedra agrandada para disfrutar de sus comidas, y se servían
el alimento de un plato o de una olla común. En invierno, la mesa estaba iluminada
durante la cena por una pequeña lámpara plana de arcilla que llenaban con
aceite de oliva. Después del nacimiento de Marta, José construyó un agregado
a esta casa, una amplia habitación que se utilizaba como taller de carpintería
durante el día y como dormitorio por la noche.
7. EL VIAJE A BELÉN
1350:3 122:7.1 En el mes
de marzo del año 8 a. de J.C. (el mes en que José y María se casaron) César
Augusto decretó que todos los habitantes del Imperio Romano tenían que ser
contados, que había que hacer un censo para mejorar el sistema de los impuestos.
Los judíos siempre habían estado en contra de todo intento por "enumerar
a la gente"; este hecho, sumado a las graves dificultades internas de
Herodes, rey de Judea, había contribuído a retrasar un año este empadronamiento
en el reino judío. En todo el Imperio Romano, este censo se llevó a cabo en
el año 8 a. de J.C., excepto en el reino de Herodes en Palestina, donde tuvo
lugar un año más tarde, en el año 7 a. de J.C.
1350:4 122:7.2
No era necesario que María fuera a Belén para empadronarse -José estaba autorizado
para registrar a su familia- pero María, que era una persona intrépida y decidida,
insistió en acompañarle. Temía quedarse sola por si el niño nacía durante
la ausencia de José, y puesto que Belén no estaba lejos de la Ciudad de Judá,
María preveía la posibilidad de una agradable visita a su pariente Isabel.
1350:5 122:7.3
José prácticamente prohibió a María que lo acompañara, pero no sirvió de nada;
en el momento de empaquetar la comida para el viaje de tres o cuatro días,
preparó raciones para dos personas y se aprestó para partir. Pero antes de
ponerse efectivamente en camino, José ya había consentido en que María lo
acompañara, y dejaron alegremente Nazaret al despuntar el día.
1350:6 122:7.4
José y María eran pobres, y como sólo tenían un animal de carga, María, que
estaba encinta, montó en el animal con las provisiones mientras que José caminaba,
conduciendo a la bestia. Construir y amueblar la casa había sido un gran gasto
para José, que también tenía que contribuir al mantenimiento de sus padres,
ya que su padre se había quedado incapacitado hacía poco tiempo. Así es como
esta pareja judía partió de su humilde hogar, por la mañana temprano, el 18
de agosto del año 7 a. de J.C., en dirección a Belén.
1351:1 122:7.5
Su primer día de viaje les llevó cerca de los cerros al pie del Monte Gilboa,
donde acamparon durante la noche junto al río Jordán, e hicieron muchas especulaciones
sobre la naturaleza del hijo que iba a nacer; José se adhería al concepto
de un maestro espiritual y María sostenía la idea de un Mesías judío, un liberador
de la nación hebrea.
1351:2 122:7.6
A primeras horas de la radiante mañana del 19 de agosto, José y María se pusieron
de nuevo en camino. Tomaron su comida del mediodía al pie del Monte Sartaba,
que domina el valle del Jordán, y continuaron su viaje, llegando por la noche
a Jericó, donde se alojaron en una posada del camino, en las afueras de la
ciudad. Después de la cena y de mucho discutir sobre la opresión del gobierno
romano, Herodes, la inscripción en el censo y la influencia comparativa de
Jerusalén y Alejandría como centros del saber y de la cultura judíos, los
viajeros de Nazaret se retiraron a dormir. El 20 de agosto por la mañana temprano
reanudaron su viaje, llegando a Jerusalén antes del mediodía; visitaron el
templo y continuaron hacia su destino, llegando a Belén a media tarde.
1351:3 122:7.7
La posada estaba atestada, y en consecuencia José buscó alojamiento en casa
de unos parientes lejanos, pero todas las habitaciones de Belén estaban llenas
a rebosar. Al regresar al patio de la posada, le informaron que los establos
para las caravanas, labrados en los lados de la roca y situados justo por
debajo de la posada, habían sido vaciados de sus animales y limpiados para
recibir huéspedes. Dejando el asno en el patio, José se echó al hombro las
bolsas de ropa y de provisiones, y descendió con María los escalones de piedra
hasta su alojamiento en la parte inferior. Se instalaron en lo que había sido
un almacén de grano, enfrente de los establos y de los pesebres. Habían colgado
cortinas de lona, y se consideraron afortunados por haber conseguido un alojamiento
tan cómodo.
1351:4 122:7.8
José había pensado ir a inscribirse enseguida, pero María estaba cansada;
se sentía bastante mal y le rogó que permaneciera con ella, lo cual hizo.
8. EL NACIMIENTO DE JESÚS
1351:5 122:8.1 María estuvo
inquieta durante toda la noche, de manera que ninguno de los dos durmió mucho.
Al amanecer, los dolores del parto empezaron claramente, y a mediodía, el
21 de agosto del año 7 a. de J.C., con la ayuda y la asistencia generosa de
unas viajeras como ella, María dio a luz un niño varón. Jesús de Nazaret había
nacido en el mundo. Se le envolvió en las ropas que María había traído por
precaución, y se le acostó en un pesebre cercano.
1351:6 122:8.2
El niño de la promesa había nacido exactamente de la misma manera que todos
los niños que antes y después de ese día han llegado al mundo. Al octavo día,
según la costumbre judía, fue circuncidado y se le llamó oficialmente Josué
(Jesús).
1351:7 122:8.3
Al día siguiente del nacimiento de Jesús, José fue a empadronarse. Se encontró
con un hombre con quien habían conversado dos noches antes en Jericó, y éste
lo llevó a ver a un amigo rico que ocupaba una habitación en la posada, el
cual dijo que con mucho gusto intercambiaría su alojamiento con el de la pareja
de Nazaret. Aquella misma tarde se trasladaron a la posada, donde permanecieron
cerca de tres semanas, hasta que encontraron alojamiento en la casa de un
pariente lejano de José.
1351:8 122:8.4
Al segundo día del nacimiento de Jesús, María envió un mensaje a Isabel indicándole
que su hijo había nacido, y ésta le respondió invitando a José a que subiera
a Jerusalén para hablar con Zacarías de todos sus asuntos. A la semana siguiente,
José fue a Jerusalén para conversar con Zacarías. Tanto Zacarías como Isabel
habían llegado al sincero convencimiento de que Jesús estaba destinado a ser
en verdad el libertador de los judíos, el Mesías, y que su hijo Juan sería
el jefe de sus ayudantes, el brazo derecho de su destino. Como María compartía
las mismas ideas, no fue difícil convencer a José para que se quedaran en
Belén, la Ciudad de David, con objeto de que cuando Jesús creciera, pudiera
ocupar el trono de todo Israel como sucesor de David. Por consiguiente, permanecieron
más de un año en Belén, y José efectuó mientras tanto algunos trabajos en
su oficio de carpintero.
1352:1 122:8.5
Aquel mediodía en que nació Jesús, los serafines de Urantia, reunidos bajo
las órdenes de sus directores, cantaron efectivamente himnos de gloria por
encima del pesebre de Belén, pero estas expresiones de alabanza no fueron
escuchadas por los oídos humanos. Ningún pastor u otra criatura mortal vino
a rendir homenaje al niño de Belén, hasta el día en que llegaron ciertos sacerdotes
de Ur, que habían sido enviados por Zacarías desde Jerusalén.
1352:2 122:8.6
Hacía algún tiempo, a estos sacerdotes de Mesopotamia les había revelado un
extraño educador religioso de su país, que había tenido un sueño en el cual
se le informaba que la "luz de la vida" estaba a punto de aparecer
en la tierra, como un niño, y entre los judíos. Y hacia allí se dirigieron
estos tres sacerdotes en busca de esta "luz de la vida". Después
de muchas semanas de búsqueda infructuosa en Jerusalén, estaban a punto de
regresar a Ur cuando Zacarías se encontró con ellos, y les reveló su creencia
de que Jesús era el objeto de su búsqueda; los envió a Belén, donde encontraron
al niño y dejaron sus regalos a María, su madre terrestre. El niño tenía casi
tres semanas en el momento de su visita.
1352:3 122:8.7
Estos hombres sabios no vieron ninguna estrella que los guiara hasta Belén.
La hermosa leyenda de la estrella de Belén se originó de la siguiente manera:
Jesús había nacido el 21 de agosto a mediodía del año 7 a. de J.C. El 29 de
mayo del mismo año 7 tuvo lugar una extraordinaria conjunción de Júpiter y
de Saturno en la constelación de Piscis. Es un hecho astronómico notable que
se produjeran conjunciones similares el 29 de septiembre y el 5 de diciembre
del mismo año. Basándose en estos acontecimientos extraordinarios, pero totalmente
naturales, los seguidores bien intencionados de las generaciones siguientes
construyeron la atractiva leyenda de la estrella de Belén, que conducía a
los Magos adoradores hasta el pesebre, donde contemplaron y adoraron al niño
recién nacido. Las mentes de Oriente y del próximo Oriente se deleitan con
los cuentos de hadas y tejen contínuamente hermosos mitos como éste alrededor
de la vida de sus dirigentes religiosos y de sus héroes políticos. En ausencia
de imprenta, cuando la mayoría del conocimiento humano se trasmitía oralmente
de una generación a la siguiente, era muy fácil que los mitos se transformaran
en tradiciones, y que las tradiciones fueran aceptadas finalmente como hechos.
9. LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO
1352:4 122:9.1 Moisés
había enseñado a los judíos que cada hijo primogénito pertenecía al Señor,
pero que en lugar de sacrificarlo, como era costumbre entre las naciones paganas,
ese hijo podría vivir siempre que sus padres lo redimieran mediante el pago
de cinco siclos a cualquier sacerdote autorizado. También existía un mandato
mosaico que ordenaba que después de haber pasado cierto tiempo, una madre
tenía que presentarse en el templo para purificarse (o que alguien hiciera
en su lugar el sacrificio apropiado). Era costumbre realizar ambas ceremonias
al mismo tiempo. En consecuencia, José y María subieron personalmente al templo,
en Jerusalén, para presentar a Jesús ante los sacerdotes, efectuar su redención
y hacer al mismo tiempo el sacrificio apropiado para asegurar la purificación
ceremonial de María de la supuesta impureza del alumbramiento.
1353:1 122:9.2
Dos personajes de carácter notable se paseaban constantemente por los patios
del templo: Simeón, un cantor, y Ana, una poetisa. Simeón era de Judea, pero
Ana era de Galilea. Los dos estaban juntos con frecuencia y ambos eran íntimos
amigos del sacerdote Zacarías, que les había confiado el secreto de Juan y
de Jesús. Tanto Simeón como Ana deseaban ardientemente la venida del Mesías,
y su confianza en Zacarías les condujo a creer que Jesús era el libertador
esperado por el pueblo judío.
1353:2 122:9.3
Zacarías sabía el día que José y María tenían que venir al templo con Jesús
y había convenido con Simeón y Ana que, en la procesión de los niños primogénitos,
haría un saludo con la mano levantada para indicarles cuál era Jesús.
1353:3 122:9.4
Para esta ocasión, Ana había escrito un poema que Simeón se puso a cantar,
ante el gran asombro de José, de María y de todos los que se encontraban reunidos
en los patios del templo. He aquí su himno de redención del hijo primogénito:
1353:4 122:9.5
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
Porque nos ha visitado y ha traído la redención a su pueblo;
Ha levantado un ancla de salvación para todos nosotros
En la casa de su siervo David.
Según ha dicho por boca de sus santos profetas
-Nos salva de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;
Muestra misericordia a nuestros padres y recuerda su santa alianza-
El juramento por el que prometió a Abraham nuestro padre,
Que nos concedería, después de librarnos de la mano de nuestros enemigos,
Servirle sin temor,
En santidad y rectitud delante suya, todos los días de nuestra vida.
Sí, y tú, niño de la promesa, serás llamado el profeta del Altísimo;
Porque irás delante de la faz del Señor para establecer su reino,
Para dar conocimiento de la salvación a su pueblo
En la remisión de sus pecados.
Regocijáos en la tierna misericordia de nuestro Dios, porque desde lo alto
el alba nos ha visitado ahora
Para iluminar a los que habitan en las tinieblas y en la sombra de la muerte,
Para guiar nuestros pasos por los caminos de la paz.
Y ahora deja a tu siervo partir en paz, Oh, Señor, según tu palabra,
Porque mis ojos han contemplado tu salvación,
Que has preparado delante de la faz de todos los pueblos;
Una luz para iluminar incluso a los gentiles
Y para la gloria de tu pueblo Israel.
1353:27 122:9.6
En el camino de vuelta a Belén, José y María permanecieron silenciosos -confundidos
y sobrecogidos. María estaba muy turbada por el saludo de despedida de Ana,
la anciana poetisa, y José no estaba de acuerdo con este esfuerzo prematuro
por hacer de Jesús el Mesías esperado del pueblo judío.
10. HERODES ACTÚA
1353:28 122:10.1 Pero
los espías de Herodes no estaban inactivos. Cuando le informaron de la visita
de los sacerdotes de Ur a Belén, Herodes ordenó que estos caldeos se presentaran
ante él. Interrogó cuidadosamente a estos sabios sobre el nuevo "rey
de los judíos", pero le proporcionaron poca satisfacción, explicando
que el niño había nacido de una mujer que había venido a Belén con su marido
para registrarse en el censo. Herodes no estaba satisfecho con esta respuesta
y los despidió con una bolsa de dinero, ordenándoles que encontraran al niño
para que él también pudiera ir a adorarlo, puesto que habían declarado que
su reino sería espiritual, y no temporal. Como los sabios no regresaban, Herodes
empezó a sospechar. Mientras le daba vueltas a estas cosas en su cabeza, sus
espías regresaron y le dieron un informe completo sobre los recientes incidentes
acaecidos en el templo; le trajeron una copia de algunas partes de la canción
de Simeón, que se habían cantado en las ceremonias de la redención de Jesús.
Pero no se les había ocurrido seguir a José y María, y Herodes se encolerizó
mucho con ellos cuando no pudieron decirle a dónde se había dirigido la pareja
con el niño. Envió entonces a unos indagadores para que localizaran a José
y María. Al enterarse que Herodes perseguía a la familia de Nazaret, Zacarías
e Isabel permanecieron alejados de Belén. El niño fue ocultado en casa de
unos parientes de José.
1354:1 122:10.2
José tenía miedo de buscar trabajo, y sus pocos ahorros estaban desapareciendo
rápidamente. Incluso en el momento de las ceremonias de purificación en el
templo, José se consideró lo bastante pobre como para limitar a dos palomas
jóvenes la ofrenda de María, tal como Moisés había ordenado para la purificación
de las madres pobres.
1354:2 122:10.3
Después de más de un año de búsqueda, los espías de Herodes aún no habían
localizado a Jesús; y como se sospechaba que el niño estaba todavía oculto
en Belén, Herodes preparó un decreto ordenando que se hiciera una búsqueda
sistemática en todas las casas de Belén, y que mataran a todos los niños varones
con menos de dos años de edad. De esta manera, Herodes pretendía asegurarse
de que el niño que estaba destinado a ser el "rey de los judíos"
sería destruído. Y así fue como en un día perecieron dieciséis niños varones
en Belén de Judea. La intriga y el asesinato, incluso dentro de su propia
familia cercana, eran cosa corriente en la corte de Herodes.
1354:3 122:10.4
La masacre de estos niños tuvo lugar a mediados de octubre del año 6 a. de
J.C., cuando Jesús tenía poco más de un año. Pero incluso entre los miembros
de la corte de Herodes había creyentes en el Mesías venidero, y uno de ellos,
al enterarse de la orden de matar a los niños de Belén, se puso en contacto
con Zacarías, quien a su vez envió un mensajero a José; la noche antes de
la masacre, José y María salieron de Belén con el niño, camino de Alejandría
en Egipto. Para evitar atraer la atención, viajaron solos con Jesús hasta
Egipto. Fueron a Alejandría con los fondos que les proporcionó Zacarías, y
allí José trabajó en su oficio, mientras que María y Jesús se alojaron con
unos parientes acomodados de la familia de José. Vivieron en Alejandría dos
años completos, y no regresaron a Belén hasta después de la muerte de Herodes.