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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 135

JUAN EL BAUTISTA

 

11. JUAN EN LA CÁRCEL

1506:6  135:11.1 Juan tuvo una experiencia solitaria y un poco amarga en la cárcel. Pocos discípulos suyos fueron autorizados para visitarlo. Anhelaba ver a Jesús, pero tuvo que contentarse con oir hablar de su obra a través de aquellos discípulos suyos que se habían hecho creyentes en el Hijo del Hombre. A menudo se sentía tentado a dudar de Jesús y de su misión divina. Si Jesús era el Mesías, ¿por qué no hacía nada para liberarlo de esta intolerable reclusión? Durante más de año y medio, este hombre robusto habituado al aire libre de Dios languideció en aquella despreciable prisión. Esta experiencia fue una gran prueba para su fe en Jesús y para su lealtad hacia él. En verdad, toda esta experiencia fue una gran prueba incluso para la fe de Juan en Dios. Muchas veces tuvo la tentación de dudar hasta de la autenticidad de su propia misión y experiencia.

1507:1  135:11.2 Después de pasar varios meses en la cárcel, un grupo de sus discípulos vino a verle, y después de informarle de las actividades públicas de Jesús, le dijeron: "Así que ya ves, Maestro, aquel que estuvo contigo en el alto Jordán, prospera y recibe a todos los que vienen hasta él. Incluso come en los festines con los publicanos y los pecadores. Tú has dado testimonio valientemente por él, y sin embargo, él no hace nada por conseguir tu liberación." Pero Juan contestó a sus amigos: "Este hombre no puede hacer nada a menos que le sea dado por su Padre que está en los cielos. Recordad bien que he dicho, `Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de él para preparar su camino'. Y eso es lo que he hecho. El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio, que permanece cerca, se regocija mucho cuando escucha la voz del novio. Mi alegría es pues completa. Él debe aumentar y yo disminuir. Yo pertenezco a esta tierra y he proclamado mi mensaje. Jesús de Nazaret ha venido del cielo a la tierra y está por encima de todos nosotros. El Hijo del Hombre ha descendido de Dios, y os proclamará las palabras de Dios. Porque el Padre que está en los cielos no escatima el espíritu a su propio Hijo. El Padre ama a su Hijo y pronto pondrá todas las cosas en las manos de este Hijo. El que cree en el Hijo tiene la vida eterna. Y estas palabras que digo son verdaderas y permanentes."

1507:2  135:11.3 Estos discípulos se quedaron tan sorprendidos con la declaración de Juan que se marcharon en silencio. Juan también estaba muy agitado, pues percibía que acababa de pronunciar una profecía. Nunca más dudó por completo de la misión y de la divinidad de Jesús. Pero fue una dolorosa desilusión para Juan el que Jesús no le enviara ningún mensaje, no viniera a verlo y no utilizara ninguno de sus grandes poderes para liberarlo de la cárcel. Pero Jesús estaba al corriente de todo esto. Quería mucho a Juan, pero ahora que estaba enterado de su naturaleza divina, sabiendo plenamente las grandes cosas que se preparaban para Juan cuando partiera de este mundo, y sabiendo también que la obra de Juan en la tierra había terminado, se contuvo para no intervenir en el desarrollo natural de la carrera de este gran predicador y profeta.

1507:3  135:11.4 Esta larga incertidumbre en la prisión era humanamente insoportable. Muy pocos días antes de su muerte, Juan envió de nuevo a unos mensajeros de confianza para que le preguntaran a Jesús: "¿Está concluída mi obra? ¿Por qué languidezco en la cárcel? ¿Eres realmente el Mesías o tenemos que esperar a otro?" Cuando estos dos discípulos entregaron el mensaje a Jesús, el Hijo del Hombre respondió: "Volved a Juan y decidle que no he olvidado, pero que lleve esto también con paciencia, porque corresponde que cumplamos con toda la rectitud. Contadle a Juan lo que habéis visto y oído —que la buena nueva se predica a los pobres— y finalmente, decidle al amado precursor de mi misión terrenal que será abundantemente bendecido en la era por venir, si procura no dudar y tropezar por mi causa". Éstas fueron las últimas palabras que Juan recibió de Jesús. Este mensaje lo animó ampliamente y contribuyó mucho a estabilizar su fe y a prepararlo para el trágico final de su vida en la carne, que siguió tan de cerca a esta memorable ocasión.

 

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