ÍNDICE
El libro de Urantia
Edición 1999
DOCUMENTO 144
EN EL GILBOA Y LA DECÁPOLIS
1617:1 144:0.1
DURANTE los meses de septiembre y octubre se retiraron a un campamento aislado
en las laderas del Monte Gilboa. Jesús pasó aquí el mes de septiembre a solas
con sus apóstoles, enseñándoles e instruyéndoles en las verdades del reino.
1617:2 144:0.2
Había varias razones para que Jesús y sus apóstoles se retiraran en aquel
momento a la frontera de Samaria y la Decápolis. Los dirigentes religiosos
de Jerusalén eran muy hostiles; Herodes Antipas aún mantenía a Juan en la
cárcel, temiendo tanto ponerlo en libertad como ejecutarlo, y continuaba sospechando
que existía algún tipo de complicidad entre Juan y Jesús. En estas condiciones,
no era prudente planear una labor dinámica en Judea o en Galilea. Y había
una tercera razón: la tensión lentamente creciente entre los jefes de los
discípulos de Juan y los apóstoles de Jesús, que empeoraba a medida que aumentaba
el número de creyentes.
1617:3 144:0.3
Jesús sabía que el período de trabajo preliminar de enseñanza y predicación
casi había terminado, que el paso siguiente sería el comienzo del pleno esfuerzo
final de su vida en la tierra; no deseaba que la puesta en marcha de esta
empresa fuera de ninguna manera penosa o embarazosa para Juan el Bautista.
Por eso Jesús había decidido pasar algún tiempo aislado, repasando la enseñanza
con sus apóstoles, y luego efectuar algún trabajo discreto en las ciudades
de la Decápolis, hasta que Juan fuera ejecutado o puesto en libertad para
unirse a ellos en un esfuerzo común.
1. EL CAMPAMENTO DE GILBOA
1617:4 144:1.1 A medida
que pasaba el tiempo, los doce se consagraban más a Jesús y estaban más comprometidos
con el trabajo del reino. Su devoción era en gran parte una cuestión de lealtad
personal. No captaban su enseñanza polifacética; no comprendían plenamente
la naturaleza de Jesús ni el significado de su donación en la tierra.
1617:5 144:1.2
Jesús indicó claramente a sus apóstoles que se habían retirado por tres razones:
1. Para confirmar la comprensión del evangelio del reino, por parte de
los apóstoles, y su fe en él.
2. Para permitir que se calmara la oposición a su obra, tanto en Judea como
en Galilea.
3. Para esperar cuál sería el destino de Juan el Bautista.
1617:9 144:1.3
Mientras se demoraban en el Gilboa, Jesús contó muchas cosas a los doce sobre
sus primeros años de vida y sus experiencias en el Monte Hermón; también les
reveló algo de lo sucedido en las colinas durante los cuarenta días que siguieron
inmediatamente a su bautismo. Y les encargó formalmente que no contaran a
nadie estas experiencias hasta después de que hubiera regresado al Padre.
1618:1 144:1.4
Durante estas semanas de septiembre, descansaron, conversaron, relataron sus
experiencias desde que Jesús les había llamado por primera vez al servicio,
y emprendieron un esfuerzo serio para coordinar lo que el Maestro les había
enseñado hasta ese momento. En cierta medida, todos tenían el sentimiento
de que ésta sería su última oportunidad para descansar de manera prolongada.
Se daban cuenta de que su próximo esfuerzo público, en Judea o en Galilea,
marcaría el principio de la proclamación final del reino venidero, pero tenían
poca o ninguna idea concreta sobre lo que este reino sería cuando llegara.
Juan y Andrés pensaban que el reino ya había llegado. Pedro y Santiago creían
que aún estaba por venir. Natanael y Tomás confesaban francamente que estaban
perplejos. Mateo, Felipe y Simón Celotes estaban indecisos y confusos. Los
gemelos se mantenían felizmente ignorantes de la controversia, y Judas Iscariote
guardaba silencio, evasivo.
1618:2 144:1.5
La mayor parte de este tiempo, Jesús estuvo a solas en la montaña, cerca del
campamento. De vez en cuando se llevaba a Pedro, Santiago o Juan, pero muy
a menudo se iba solo para orar o comulgar. Después del bautismo de Jesús y
de los cuarenta días en las colinas de Perea, no es muy exacto calificar de
oración estos períodos de comunión con su Padre, y tampoco es consistente
decir que Jesús estaba adorando; pero es totalmente correcto sugerir que en
estos períodos estaba en comunión personal con su Padre.
1618:3 144:1.6
El tema central de las discusiones, a lo largo de todo el mes de septiembre,
fue la oración y la adoración. Después de haber hablado de la adoración durante
varios días, Jesús terminó pronunciando su memorable discurso sobre la oración,
en respuesta a la petición de Tomás: "Maestro, enséñanos a orar."
1618:4 144:1.7
Juan había enseñado una oración a sus discípulos, una oración para la salvación
en el reino por venir. Aunque Jesús nunca prohibió a sus seguidores que utilizaran
la forma de oración de Juan, los apóstoles percibieron muy pronto que su Maestro
no aprobaba plenamente la práctica de expresar oraciones establecidas y formales.
Sin embargo, los creyentes solicitaban constantemente que se les enseñara
a orar. Los doce anhelaban saber el tipo de súplica que Jesús aprobaría. Debido
principalmente a esta necesidad de una súplica sencilla para la gente corriente,
Jesús consintió entonces en enseñarles, en respuesta a la petición de Tomás,
una forma sugerente de oración. Jesús dio esta lección una tarde durante la
tercera semana de la estancia del grupo en el Monte Gilboa.
2. EL DISCURSO SOBRE LA ORACIÓN
1618:5 144:2.1 "En
verdad, Juan os ha enseñado una forma sencilla de oración: `¡Oh Padre, límpianos
del pecado, muéstranos tu gloria, revélanos tu amor y deja que tu espíritu
santifique para siempre nuestro corazón. Amén!' Enseñó esta oración para que
tuvierais algo que enseñar a las multitudes. No era su intención que utilizárais
esta súplica establecida y formal como expresión de vuestra propia alma en
oración.
1618:6 144:2.2
"La oración es una expresión enteramente personal y espontánea de la
actitud del alma hacia el espíritu; la oración debería ser la comunión de
la filiación y la expresión de la hermandad. Cuando la oración es dictada
por el espíritu, conduce al progreso espiritual cooperativo. La oración ideal
es una forma de comunión espiritual que conduce a la adoración inteligente.
La verdadera oración es la actitud sincera de tender la mano hacia el cielo
para conseguir vuestros ideales.
1619:1 144:2.3
"La oración es el aliento del alma y debería induciros a perseverar en
vuestro intento por descubrir la voluntad del Padre. Si cualquiera de vosotros
tiene un vecino y vais a verle a media noche, diciéndole: `Amigo, préstame
tres panes, porque un amigo mío que está de viaje ha venido a verme, y no
tengo nada que ofrecerle'; y si vuestro vecino responde, `No me molestes,
porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados; por eso
no puedo levantarme para darte el pan', vosotros insistiréis explicándole
que vuestro amigo tiene hambre, y que no teneis ninguna comida que ofrecerle.
Os digo que si vuestro vecino no quiere levantarse para daros el pan por amistad
hacia vosotros, se levantará a causa de vuestra importunidad y os dará tantos
panes como necesitéis. Así pues, si la perseverancia obtiene incluso los favores
del hombre mortal, cuánto más vuestra perseverancia en el espíritu conseguirá
para vosotros el pan de la vida de las manos complacientes del Padre que está
en los cielos. Os lo digo otra vez: Pedid y se os dará; buscad y encontraréis;
llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca encuentra;
y al que llama a la puerta de la salvación se le abrirá.
1619:2 144:2.4
"¿Qué padre de entre vosotros, si su hijo le hace una petición imprudente,
dudaría en darle según la sabiduría paternal, en lugar de hacerlo en los términos
de la demanda errónea del hijo? Si el niño necesita pan, ¿le daréis una piedra
simplemente porque la ha pedido tontamente? Si vuestro hijo necesita un pez,
¿le daréis una serpiente de agua simplemente porque ha aparecido una en la
red con el pescado, y el niño la pide neciamente? Si vosotros, que sois mortales
y finitos, sabéis cómo responder a las peticiones y dar a vuestros hijos unos
dones buenos y apropiados, ¿cuánto más, vuestro Padre celestial, dará el espíritu
y numerosas bendiciones adicionales a aquellos que se lo pidan? Los hombres
deberían orar siempre sin dejarse desanimar.
1619:3 144:2.5
"Dejadme que os cuente la historia de cierto juez que vivía en una ciudad
perversa. Este juez no temía a Dios ni tenía respeto por los hombres. Ahora
bien, había en esta ciudad una viuda necesitada que iba contínuamente a la
casa de este juez injusto, diciendo: `Protéjeme de mi adversario.' Durante
algún tiempo no quiso prestarle atención, pero pronto se dijo para sus adentros:
`Aunque no temo a Dios ni tengo consideración con los hombres, como esta viuda
no deja de molestarme, la defenderé para que deje de cansarme con sus contínuas
visitas.' Os cuento estas historias para animaros a perseverar en la oración,
y no para daros a entender que vuestras súplicas modificarán al Padre justo
y recto del cielo. En todo caso, vuestra insistencia no es para ganar el favor
de Dios, sino para cambiar vuestra actitud terrestre y aumentar la capacidad
de vuestra alma para recibir el espíritu.
1619:4 144:2.6
"Pero cuando oráis, empleáis tan poca fe. Una fe auténtica desplazará
las montañas de dificultades materiales que puedan encontrarse en el sendero
de la expansión del alma y del progreso espiritual."
3. LA ORACIÓN DEL CREYENTE
1619:5 144:3.1 Pero los
apóstoles aún no estaban satisfechos; deseaban que Jesús les ofreciera una
oración modelo que pudieran enseñar a los nuevos discípulos. Después de escuchar
este discurso sobre la oración, Santiago Zebedeo dijo: "Muy bien, Maestro,
pero esa forma de oración no la deseamos tanto para nosotros como para los
nuevos creyentes que nos piden tan a menudo: `Enseñadnos a orar de manera
aceptable al Padre que está en los cielos.'"
1619:6 144:3.2
Cuando Santiago terminó de hablar, Jesús dijo: "Si aún continuáis deseando
una oración así, os daré a conocer la que enseñé a mis hermanos y hermanas
en Nazaret":
1620:1 144:3.3
Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.
Que venga tu reino; que se haga tu voluntad
En la tierra al igual que en el cielo.
Danos hoy nuestro pan para mañana;
Vivifica nuestra alma con el agua de la vida.
Y perdónanos nuestras deudas
Como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.
Sálvanos de la tentación, líbranos del mal,
Y haznos cada vez más perfectos como tú mismo.
1620:11 144:3.4
No es de extrañar que los apóstoles desearan que Jesús les enseñara una oración
modelo para los creyentes. Juan el Bautista había enseñado varias oraciones
a sus seguidores; todos los grandes instructores habían formulado oraciones
para sus alumnos. Los educadores religiosos de los judíos tenían unas veinticinco
o treinta oraciones establecidas, que recitaban en las sinagogas e incluso
en las esquinas de la calle. Jesús era particularmente contrario a orar en
público. Hasta ese momento, los doce sólo lo habían escuchado rezar unas pocas
veces. Observaban que pasaba las noches enteras orando o adorando, y tenían
mucha curiosidad por conocer el método o la forma de sus súplicas. Se sentían
acosados y sin saber qué contestar a las multitudes cuando éstas les pedían
que les enseñaran a rezar, como Juan había enseñado a sus discípulos.
1620:12 144:3.5
Jesús enseñó a los doce a orar siempre en secreto; a salir a solas en medio
de los tranquilos contornos de la naturaleza, o a entrar en sus habitaciones
y cerrar las puertas cuando se pusieran a orar.
1620:13 144:3.6
Después de la muerte de Jesús y de su ascensión hacia el Padre, muchos creyentes
adoptaron la costumbre de terminar este llamado Padre nuestro, añadiendo:
"En el nombre del Señor Jesucristo." Más tarde aún, dos líneas se
perdieron al copiarse esta oración, y se añadió una cláusula adicional que
decía: "Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, para siempre."
1620:14 144:3.7
Jesús ofreció esta oración a los apóstoles, de manera colectiva, tal como
la rezaban en el hogar de Nazaret. Nunca enseñó una oración personal formalista,
sino únicamente súplicas colectivas, familiares o sociales. Y nunca lo hizo
por su propia voluntad.
1620:15 144:3.8
Jesús enseñó que la oración eficaz debe ser:
1. Altruista -no solamente para sí mismo.
2. Creyente -conforme a la fe.
3. Sincera -honrada de corazón.
4. Inteligente -conforme a la luz.
5. Confiada -sometida a la voluntad infinitamente sabia del Padre.
1620:21 144:3.9
Cuando Jesús pasaba noches enteras rezando en la montaña, lo hacía principalmente
para sus discípulos, y en particular para los doce. El Maestro oraba muy poco
para sí mismo, aunque practicaba mucho la adoración, cuya naturaleza era una
comunión comprensiva con su Padre del Paraíso.
4. MÁS COSAS SOBRE LA ORACIÓN
1620:22 144:4.1 Durante
los días siguientes al discurso sobre la oración, los apóstoles continuaron
haciéndole preguntas al Maestro sobre esta práctica cultual importantísima.
Las instrucciones que Jesús impartió a los apóstoles durante aquellos días
sobre la oración y la adoración, se pueden resumir y exponer en un lenguaje
moderno de la manera siguiente:
1621:1 144:4.2
La repetición seria y anhelante de una súplica cualquiera, cuando esa oración
es la expresión sincera de un hijo de Dios y es manifestada con fe, por muy
descaminada que esté o por muy imposible que sea de responder directamente,
nunca deja de aumentar la capacidad de recepción espiritual del alma.
1621:2 144:4.3
En todas las oraciones, recordad que la filiación es un don. Ningún
niño tiene que hacer nada para conseguir la condición de hijo o de
hija. El hijo terrestre surge a la existencia por voluntad de sus padres.
De la misma manera, el hijo de Dios llega a la gracia y a la nueva vida del
espíritu por voluntad del Padre que está en los cielos. Por eso, el reino
de los cielos -la filiación divina- debe recibirse como lo recibiría
un niño pequeño. La rectitud -el desarrollo progresivo del carácter- se adquiere,
pero la filiación se recibe por la gracia y a través de la fe.
1621:3 144:4.4
La oración condujo a Jesús a la supercomunión de su alma con los Gobernantes
Supremos del universo de universos. La oración conducirá a los mortales de
la tierra a la comunión de la verdadera adoración. La capacidad espiritual
de recepción del alma determina la cantidad de bendiciones celestiales que
uno puede apropiarse personalmente, y comprender conscientemente, como una
respuesta a la oración.
1621:4 144:4.5
La oración, y la adoración que la acompaña, es una técnica para apartarse
de la rutina diaria de la vida, de los agobios monótonos de la existencia
material. Es una vía para acercarse a la autorrealización espiritualizada
y para conseguir la individualidad intelectual y religiosa.
1621:5 144:4.6
La oración es un antídoto contra la introspección nociva. La oración, al menos
tal como la enseñó el Maestro, es una ayuda benéfica para el alma. Jesús empleó
convenientemente la influencia benéfica de la oración para sus propios semejantes.
El Maestro oraba generalmente en plural, no en singular. Jesús solamente oró
para sí mismo en las grandes crisis de su vida terrestre.
1621:6 144:4.7
La oración es el aliento de la vida del espíritu en medio de la civilización
material de las razas de la humanidad. La adoración es la salvación para las
generaciones de mortales que persiguen los placeres.
1621:7 144:4.8
Al igual que la oración se puede asemejar a la recarga de las baterías espirituales
del alma, la adoración se puede comparar al acto de sintonizar el alma para
captar las emisiones universales del espíritu infinito del Padre Universal.
1621:8 144:4.9
La oración es la mirada sincera y anhelante que el hijo dirige a su Padre
espiritual; es un proceso psicológico que consiste en intercambiar la voluntad
humana por la voluntad divina. La oración es una parte del plan divino para
transformar lo que es en lo que debería ser.
1621:9 144:4.10
Una de las razones por las cuales Pedro, Santiago y Juan, que con tanta frecuencia
acompañaron a Jesús en sus largas vigilias nocturnas, nunca lo escucharon
rezar, es porque su Maestro raramente expresaba sus oraciones en un lenguaje
hablado. Jesús efectuaba prácticamente todas sus oraciones en espíritu y en
su corazón -en silencio.
1621:10 144:4.11
De todos los apóstoles, Pedro y Santiago son los que estuvieron más cerca
de comprender las enseñanzas del Maestro sobre la oración y la adoración.
5. OTRAS FORMAS DE ORACIÓN
1621:11 144:5.1 De vez
en cuando, durante el resto de su estancia en la tierra, Jesús atrajo la atención
de los apóstoles sobre diversas formas adicionales de oración, pero sólo lo
hizo para ilustrar otras cuestiones, y les recomendó que no enseñaran a las
multitudes estas "oraciones en parábolas". Muchas de ellas procedían
de otros planetas habitados, pero Jesús no reveló este hecho a los doce. Entre
estas oraciones se encontraban las siguientes:
1622:1 144:5.2
Padre nuestro en quien consisten los reinos del universo,
Que tu nombre sea elevado y tu carácter glorificado.
Tu presencia nos rodea, y tu gloria se manifiesta
Imperfectamente a través de nosotros, así como se muestra en perfección
en el cielo.
Danos hoy las fuerzas vivificantes de la luz,
Y no dejes que nos desviemos por las sendas perversas de nuestra imaginación,
Porque tuya es la gloriosa presencia interior, el poder eterno,
Y para nosotros, el don eterno del amor infinito de tu Hijo.
Así sea, y es eternamente verdad.
1622:10 144:5.3 Padre nuestro creador,
que estás in el centro del universo,
Otórganos tu naturaleza y danos tu carácter.
Haz de nosotros tus hijos e hijas por la gracia
Y glorifica tu nombre a través de nuestro perfeccionamiento eterno.
Danos tu espíritu ajustador y controlador para que viva y resida en nosotros
Para que podamos hacer tu voluntad en esta esfera, como los ángeles ejecutan
tus órdenes en la luz.
Sosténnos hoy en nuestro progreso a lo largo del camino de la verdad.
Líbranos de la inercia, del mal y de toda transgresión pecaminosa.
Sé paciente con nosotros, como nosotros mostramos misericordia a nuestros
semejantes.
Derrama ampliamente el espíritu de tu misericordia en nuestros corazones
de criaturas.
Guíanos con tu propia mano, paso a paso, por el incierto laberinto de la
vida,
Y cuando llegue nuestro fin, recibe en tu propio seno nuestro espíritu fiel.
Así sea, que se haga tu voluntad y no nuestros deseos.
1622:25 144:5.4
Padre nuestro celestial, perfecto y justo,
Guía y dirige hoy nuestro viaje.
Santifica nuestros pasos y coordina nuestros pensamientos.
Condúcenos siempre por los caminos del progreso eterno.
Llénanos de sabiduría hasta la plenitud del poder
Y vivifícanos con tu energía infinita.
Inspíranos con la conciencia divina de
La presencia y la guía de las huestes seráficas.
Guíanos siempre hacia arriba por el sendero de la luz;
Justifícanos plenamente el día del gran juicio.
Haznos semejantes a ti en gloria eterna
Y recíbenos a tu servicio perpétuo en el cielo.
1622:37 144:5.5
Padre nuestro, que permaneces en el misterio,
Revélanos tu santo carácter.
Concede hoy a tus hijos de la tierra
Que vean el camino, la luz y la verdad.
Muéstranos el sendero del progreso eterno,
Y danos la voluntad de caminar en él.
Establece dentro de nosotros tu soberanía divina
Y otórganos así el completo dominio del yo.
No dejes que nos desviemos por los senderos de las tinieblas y de la muerte;
Condúcenos perpétuamente cerca de las aguas de la vida.
Escucha estas oraciones nuestras por tu propio bien;
Complácete en hacernos cada vez más semejantes a ti.
Al final, por el amor del Hijo divino,
Recíbenos en los brazos eternos.
Así sea, que se haga tu voluntad y no la nuestra.
1623:5 144:5.6
Glorioso Padre y Madre, fundidos en un solo ascendiente,
Quisiéramos ser fieles a tu naturaleza divina.
Que tu propio yo viva de nuevo en nosotros y a través de nosotros
Mediante el don y el otorgamiento de tu espíritu divino,
Reproduciéndote así imperfectamente en esta esfera
Como te muestras de manera perfecta y majestuosa en el cielo.
Danos día tras día tu dulce ministerio de fraternidad
Y condúcenos en todo momento por el sendero del servicio afectuoso.
Sé siempre e incansablemente paciente con nosotros
Como nosotros mostramos tu paciencia a nuestros hijos.
Danos la sabiduría divina que hace bien todas las cosas
Y el amor infinito que es bondadoso con todas las criaturas.
Otórganos tu paciencia y tu misericordia,
Para que nuestra caridad envuelva a los débiles del mundo.
Y cuando termine nuestra carrera, haz de ella un honor para tu nombre,
Un placer para tu buen espíritu, y una satisfacción para los que ayudan
a nuestra alma.
Que el bien eterno de tus hijos mortales no sea el que nosotros anhelamos,
afectuoso Padre nuestro, sino el que tú deseas.
Que así sea.
1623:25 144:5.7
Origen nuestro totalmente fiel y Centro todopoderoso nuestro,
Que el nombre de tu Hijo lleno de bondad sea santificado y venerado.
Tus generosidades y tus bendiciones han descendido sobre nosotros,
Dándonos fuerza para hacer tu voluntad y ejecutar tus mandatos.
Danos en todo momento el sustento del árbol de la vida;
Refréscanos día tras día con las aguas vivas del río de la vida.
Condúcenos paso a paso fuera de las tinieblas y hacia la luz divina.
Renueva nuestra mente mediante las transformaciones del espíritu interior,
Y cuando llegue finalmente nuestro fin mortal,
Recíbenos contigo y envíanos a la eternidad.
Corónanos con las diademas celestiales del servicio fructífero,
Y glorificaremos al Padre, al Hijo y a la Santa Influencia.
Que así sea, en todo un universo sin fin.
1623:38 144:5.8
Padre nuestro que resides en los lugares secretos del universo,
Que tu nombre sea honrado, tu misericordia venerada, y tu juicio respetado.
Que el sol de la rectitud brille sobre nosotros a mediodía,
Mientras te suplicamos que guíes nuestros pasos descarriados en el crepúsculo.
Llévanos de la mano por los caminos que tú mismo has escogido,
Y no nos abandones cuando la senda sea dura y las horas sombrías.
No nos olvides como nosotros te olvidamos y abandonamos tan a menudo.
Pero sé misericordioso y ámanos como nosotros deseamos amarte.
Míranos desde arriba con benevolencia y perdónanos con misericordia
Como nosotros perdonamos en justicia a los que nos afligen y nos perjudican.
Que el amor, la devoción y la donación del Hijo majestuoso,
Nos proporcionen la vida eterna con tu misericordia y amor sin fin.
Que el Dios de los universos nos otorgue la plena medida de su espíritu;
Danos la gracia de someternos a las directrices de este espíritu.
Por el ministerio afectuoso de las leales huestes seráficas
Que el Hijo nos guíe y nos conduzca hasta el final de la era.
Haznos siempre cada vez más semejantes a ti mismo
Y cuando llegue nuestro fin, recíbenos en el abrazo eterno del Paraíso.
Que así sea, en nombre del Hijo donador
Para el honor y la gloria del Padre Supremo.
1624:13 144:5.9
Aunque los apóstoles no tenían la libertad de exponer estas lecciones sobre
la oración en sus enseñanzas públicas, todas estas revelaciones les resultaron
muy provechosas en sus experiencias religiosas personales. Jesús utilizó como
ejemplos estos modelos de oración y otros más en conexión con la instrucción
íntima de los doce, y se ha concedido un permiso expreso para transcribir
estos siete modelos de oración en este relato.
6. LA CONFERENCIA CON Los APÓSTOLES DE
JUAN
1624:14 144:6.1 Hacia
primeros de octubre, Felipe y algunos de sus compañeros apóstoles estaban
en un pueblo cercano comprando provisiones, cuando se encontraron con algunos
de los apóstoles de Juan el Bautista. Este encuentro fortuito en la plaza
del mercado tuvo como resultado una conferencia de tres semanas, en el campamento
de Gilboa, entre los apóstoles de Jesús y los apóstoles de Juan, porque Juan,
siguiendo el ejemplo de Jesús, había nombrado recientemente como apóstoles
a doce de sus principales discípulos. Juan había hecho esto debido a la insistencia
de Abner, el jefe de sus leales partidarios. Jesús estuvo presente en el campamento
de Gilboa toda la primera semana de esta conferencia conjunta, pero se ausentó
durante las dos últimas.
1624:15 144:6.2
A principios de la segunda semana de este mes, Abner había reunido a todos
sus compañeros en el campamento de Gilboa y estaba preparado para deliberar
con los apóstoles de Jesús. Durante tres semanas, estos veinticuatro hombres
celebraron sus sesiones tres veces al día y seis días por semana. La primera
semana, Jesús se mezcló con ellos en sus sesiones de la mañana, de la tarde
y de la noche. Querían que el Maestro se reuniera con ellos y presidiera sus
deliberaciones conjuntas, pero él se negó firmemente a participar en sus discusiones,
aunque consintió en hablarles en tres ocasiones. Estas charlas de Jesús a
los veinticuatro trataron de la comprensión, la cooperación y la tolerancia.
1624:16 144:6.3
Andrés y Abner presidieron alternativamente estas reuniones conjuntas de los
dos grupos apostólicos. Estos hombres tenían muchas dificultades que tratar
y numerosos problemas que resolver. Una y otra vez quisieron someter sus inquietudes
a Jesús, sin otro resultado que oírle decir: "Sólo me ocupo de vuestros
problemas personales y puramente religiosos. Soy el representante del Padre
para los individuos, no para los grupos. Si tenéis dificultades personales
en vuestras relaciones con Dios, venid a mí; os escucharé y os aconsejaré
para que solucionéis vuestro problema. Pero si os ponéis a coordinar las interpretaciones
humanas divergentes de las cuestiones religiosas, y a socializar la religión,
estáis destinados a solucionar todos esos problemas con vuestras propias decisiones.
Sin embargo, contad siempre con mi simpatía y mi interés. Cuando lleguéis
a vuestras conclusiones en relación con estos temas sin importancia espiritual,
con tal que estéis todos de acuerdo, os prometo de antemano toda mi aprobación
y mi cooperación sincera. Y ahora, para no estorbaros en vuestras deliberaciones,
os dejo durante dos semanas. No os inquietéis por mí, pues regresaré a vosotros.
Estaré ocupado en los asuntos de mi Padre, porque tenemos otros reinos además
de éste."
1625:1 144:6.4
Después de hablar así, Jesús descendió por la ladera de la montaña y no lo
volvieron a ver durante dos semanas enteras. No supieron nunca donde había
ido ni qué había hecho durante aquellos días. Se quedaron tan desconcertados
por la ausencia del Maestro, que los veinticuatro necesitaron algún tiempo
para ponerse a considerar seriamente sus problemas. Sin embargo, al cabo de
una semana estaban sumergidos de nuevo en sus discusiones, y no podían recurrir
a Jesús para que les ayudara.
1625:2 144:6.5
El primer asunto que el grupo acordó fue adoptar la oración que Jesús les
había enseñado tan recientemente. Votaron por unanimidad que aceptaban esta
oración como la única que los dos grupos de apóstoles enseñarían a los creyentes.
1625:3 144:6.6
A continuación decidieron que mientras Juan viviera, ya sea en la cárcel o
fuera de ella, ambos grupos de doce apóstoles continuarían con su propio trabajo,
y que cada tres meses celebrarían reuniones conjuntas de una semana en lugares
a convenir de vez en cuando.
1625:4 144:6.7
Pero el más grave de todos sus problemas era la cuestión del bautismo. Sus
dificultades se habían agravado mucho más porque Jesús se había negado a pronunciarse
sobre el tema. Finalmente acordaron lo siguiente: Mientras Juan viviera, o
hasta que modificaran esta decisión de manera conjunta, sólo los apóstoles
de Juan bautizarían a los creyentes, y sólo los apóstoles de Jesús completarían
la instrucción de los nuevos discípulos. En consecuencia, desde aquel momento
hasta después de la muerte de Juan, dos apóstoles de Juan acompañaron a Jesús
y sus apóstoles para bautizar a los creyentes, pues el consejo conjunto había
votado por unanimidad que el bautismo se convertiría en el paso inicial de
la alianza exterior con los asuntos del reino.
1625:5 144:6.8
A continuación acordaron que, si Juan moría, sus apóstoles se presentarían
ante Jesús y se someterían a su dirección, y que dejarían de bautizar a menos
que fueran autorizados por Jesús o sus apóstoles.
1625:6 144:6.9
Después votaron que, en el caso de que Juan muriera, los apóstoles de Jesús
empezarían a bautizar con agua, como símbolo del bautismo del Espíritu divino.
La cuestión de si el arrepentimiento debía ligarse o no a la predicación
del bautismo se dejó opcional; no se tomó ninguna decisión obligatoria para
el grupo. Los apóstoles de Juan predicaban: "Arrepentíos y sed bautizados",
y los apóstoles de Jesús proclamaban: "Creed y sed bautizados."
1625:7 144:6.10
Ésta es la historia del primer intento de los seguidores de Jesús por coordinar
los esfuerzos divergentes, ajustar las diferencias de opinión, organizar las
empresas colectivas, regular las observancias externas y socializar las prácticas
religiosas personales.
1625:8 144:6.11
Examinaron otras muchas cuestiones menores y llegaron a un acuerdo unánime
para solucionarlas. Estos veinticuatro hombres tuvieron una experiencia verdaderamente
notable durante las dos semanas que se vieron obligados a enfrentarse con
los problemas y a arreglar las dificultades sin Jesús. Aprendieron a discrepar,
a discutir, a litigar, a orar y a transigir, y desde el principio al fin,
a experimentar simpatía por el punto de vista de la otra persona y a mantener
al menos cierto grado de tolerancia por sus opiniones sinceras.
1625:9 144:6.12
Jesús regresó la tarde de la discusión final sobre los asuntos financieros;
se enteró de sus deliberaciones, escuchó sus decisiones y dijo: "Éstas
son pues vuestras conclusiones; ayudaré a cada uno de vosotros a llevar a
cabo el espíritu de vuestras decisiones conjuntas."
1626:1 144:6.13
Juan fue ejecutado dos meses y medio después, y durante todo este tiempo sus
apóstoles permanecieron con Jesús y los doce. Todos trabajaron juntos y bautizaron
a los creyentes durante este período de actividad en las ciudades de la Decápolis.
El campamento de Gilboa se levantó el 2 de noviembre del año 27.
7. EN LAS CIUDADES DE LA DECÁPOLIS
1626:2 144:7.1 Durante
los meses de noviembre y diciembre, Jesús y los veinticuatro trabajaron tranquilamente
en las ciudades griegas de la Decápolis, principalmente en Escitópolis, Gerasa,
Abila y Gadara. Éste fue realmente el final del período preliminar durante
el cual se hicieron cargo del trabajo y de la organización de Juan. La religión
de una nueva revelación, al socializarse, siempre paga el precio de un compromiso
con las formas y costumbres establecidas de la religión precedente que trata
de salvar. El bautismo fue el precio que pagaron los discípulos de Jesús para
incluir entre ellos, como grupo religioso socializado, a los seguidores de
Juan el Bautista. Los discípulos de Juan, al unirse con los de Jesús, renunciaron
a casi todo, excepto al bautismo con agua.
1626:3 144:7.2
Jesús enseñó poco en público durante esta misión en las ciudades de la Decápolis.
Pasó un tiempo importante enseñando a los veinticuatro y tuvo muchas sesiones
especiales con los doce apóstoles de Juan. Con el tiempo llegaron a comprender
mejor por qué Jesús no iba a visitar a Juan en la cárcel, y por qué no hacía
ningún esfuerzo por conseguir su liberación. Pero nunca pudieron comprender
por qué Jesús no realizaba obras milagrosas, por qué se negaba a manifestar
los signos exteriores de su autoridad divina. Antes de venir al campamento
de Gilboa, habían creído en Jesús principalmente a causa del testimonio de
Juan, pero pronto empezaron a creer como resultado de su propio contacto con
el Maestro y sus enseñanzas.
1626:4 144:7.3
Durante estos dos meses, el grupo trabajó la mayoría del tiempo en parejas;
uno de los apóstoles de Jesús salía con uno de los de Juan. El apóstol de
Juan bautizaba, el apóstol de Jesús instruía, y los dos predicaban el evangelio
del reino tal como ellos lo comprendían. Y conquistaron muchas almas entre
estos gentiles y judíos apóstatas.
1626:5 144:7.4
Abner, el jefe de los apóstoles de Juan, se convirtió en un fervoroso creyente
en Jesús, y más tarde fue nombrado director de un grupo de setenta educadores,
a quienes el Maestro encargó la predicación del evangelio.
8. EN EL CAMPAMENTO CERCA DE PELLA
1626:6 144:8.1 A finales
de diciembre, todos se trasladaron cerca del Jordán, en las proximidades de
Pella, donde reanudaron la enseñanza y la predicación. Tanto los judíos como
los gentiles acudían a este campamento para escuchar el evangelio. Una tarde,
mientras Jesús enseñaba a la multitud, unos amigos íntimos de Juan trajeron
al Maestro el último mensaje que recibiría del Bautista.
1626:7 144:8.2
Juan llevaba ya un año y medio en la cárcel, y la mayor parte de este tiempo
Jesús había trabajado de manera muy discreta; por eso no era de extrañar que
Juan se sintiera inducido a preguntarse qué pasaba con el reino. Los amigos
de Juan interrumpieron la enseñanza de Jesús para decirle: "Juan el Bautista
nos ha enviado para preguntarte: ¿Eres realmente el Libertador, o tenemos
que esperar a otro?"
1626:8 144:8.3
Jesús hizo una pausa para decir a los amigos de Juan: "Volved y haced
saber a Juan que no ha sido olvidado. Contadle lo que habéis visto y oído,
que la buena nueva se predica a los pobres." Después de hablar un poco
más con los mensajeros de Juan, Jesús se volvió de nuevo hacia la multitud
y dijo: "No creais que Juan duda del evangelio del reino. Sólo hace averiguaciones
para tranquilizar a sus discípulos, que son también mis discípulos. Juan no
es débil. A vosotros que habéis escuchado predicar a Juan antes de que Herodes
lo encarcelara, dejadme que os pregunte: ¿Qué habéis visto en Juan -a una
caña sacudida por el viento? ¿A un hombre de humor cambiante, vestido con
prendas suaves? Por regla general, los que están vestidos de manera suntuosa
y viven exquisitamente están en las cortes de los reyes y en las mansiones
de los ricos. Pero ¿qué habéis visto al contemplar a Juan? ¿A un profeta?
Sí, os lo digo, y mucho más que un profeta. De Juan estaba escrito: `He aquí
que envío a mi mensajero por delante de tu presencia; él preparará el camino
delante de ti.'
1627:1 144:8.4
"En verdad, en verdad os digo que de aquellos que han nacido de mujer
no ha surgido ninguno más grande que Juan el Bautista; sin embargo, incluso
el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él, porque ha nacido
del espíritu y sabe que se ha convertido en un hijo de Dios."
1627:2 144:8.5
Muchos de los que escucharon a Jesús aquel día se sometieron al bautismo de
Juan, manifestando así públicamente su entrada en el reino. Desde aquel día
en adelante, los apóstoles de Juan permanecieron firmemente unidos a Jesús.
Este suceso marcó la verdadera unión de los seguidores de Juan y de Jesús.
1627:3 144:8.6
Después de conversar con Abner, los mensajeros se marcharon hacia Macaerus
para contar todo esto a Juan. Éste se sintió muy confortado, y su fe se fortaleció
con las palabras de Jesús y el mensaje de Abner.
1627:4 144:8.7
Aquella tarde, Jesús continuó su enseñanza, diciendo: "¿Con qué compararé
a esta generación? Muchos de vosotros no recibiréis ni el mensaje de Juan
ni mi enseñanza. Sois como los niños que juegan en la plaza del mercado, que
llaman a sus compañeros para decirles: `Hemos tocado la flauta para vosotros
y no habéis bailado; hemos gemido y no os habéis afligido.' Lo mismo sucede
con algunos de vosotros. Juan ha venido, sin comer ni beber, y han dicho que
tenía al demonio. El Hijo del Hombre viene, comiendo y bebiendo, y esas mismas
personas dicen: `¡Observad, es un comilón y un bebedor de vino, un amigo de
los publicanos y de los pecadores!' En verdad, la sabiduría es justificada
por sus hijos.
1627:5 144:8.8
"Parecería que el Padre que está en los cielos ha ocultado algunas de
estas verdades a los sabios y a los arrogantes, mientras que las ha revelado
a los niños. Pero el Padre hace bien todas las cosas; el Padre se revela al
universo mediante los métodos de su propia elección. Venid pues, todos los
que os afanáis y lleváis una carga pesada, y encontraréis descanso para vuestra
alma. Haced vuestro el yugo divino, y experimentaréis la paz de Dios, que
sobrepasa toda comprensión."
9. LA MUERTE DE JUAN EL BAUTISTA
1627:6 144:9.1 Juan el
Bautista fue ejecutado, por orden de Herodes Antipas, la noche del 10 de enero
del año 28. Al día siguiente, algunos discípulos de Juan, que habían ido a
Macaerus, oyeron hablar de su ejecución; se presentaron ante Herodes y solicitaron
su cuerpo, que colocaron en un sepulcro, y lo enterraron más tarde en Sebaste,
la patria de Abner. Al día siguiente, 12 de enero, partieron hacia el norte
en dirección al campamento de los apóstoles de Juan y de Jesús, cerca de Pella,
y contaron a Jesús la muerte de Juan. Cuando Jesús escuchó su informe, despidió
a la multitud, convocó a los veinticuatro y les dijo: "Juan ha muerto.
Herodes lo ha hecho decapitar. Esta noche, reuníos en consejo y arreglad vuestros
asuntos convenientemente. Ya no habrá más dilaciones. Ha llegado la hora de
proclamar el reino abiertamente y con poder. Mañana iremos a Galilea."
1627:7 144:9.2
En consecuencia, el 13 de enero del año 28 por la mañana temprano, Jesús y
los apóstoles, acompañados por unos veinticinco discípulos, se dirigieron
a Cafarnaum y aquella noche se alojaron en la casa de Zebedeo.