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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 148

LA PREPARACIÓN DE Los EVANGELISTAS EN BETSAIDA

 

1. UNA NUEVA ESCUELA DE PROFETAS

1657:6  148:1.1 Pedro, Santiago y Andrés formaban el comité nombrado por Jesús para evaluar a los aspirantes que deseaban ingresar en la escuela de evangelistas. Todas las razas y nacionalidades del mundo romano y de oriente, hasta la India incluída, estaban representadas entre los estudiantes de esta nueva escuela de profetas. El método de esta escuela consistía en aprender y en practicar. Aquello que los estudiantes aprendían por la mañana, lo enseñaban a la asamblea por la tarde al lado del mar. Después de la cena, discutían libremente tanto de lo aprendido por la mañana como de lo que habían enseñado por la tarde.
1658:1  148:1.2 Cada instructor apostólico enseñaba su propio punto de vista sobre el evangelio del reino. No se esforzaban por enseñar exactamente de la misma manera; no existía ninguna formulación uniforme o dogmática de las doctrinas teológicas. Aunque todos enseñaban la misma verdad, cada apóstol presentaba su propia interpretación personal de las enseñanzas del Maestro. Jesús apoyaba esta presentación de la diversidad de experiencias personales en las cosas del reino; durante la sesión semanal de preguntas, armonizaba y coordinaba infaliblemente estos numerosos puntos de vista divergentes del evangelio. A pesar de este alto grado de libertad personal en materia de enseñanza, Simón Pedro tendía a dominar la teología de la escuela evangelista. Después de Pedro, Santiago Zebedeo era quien ejercía la mayor influencia personal.
1658:2  148:1.3 Los más de cien evangelistas instruídos durante estos cinco meses al lado del mar representaron el material del que se obtuvieron más tarde (a excepción de Abner y de los apóstoles de Juan) los setenta instructores y predicadores del evangelio. La escuela de evangelistas no lo poseía todo en común al mismo nivel que los doce.
1658:3  148:1.4 Estos evangelistas enseñaron y predicaron el evangelio, pero no bautizaron a los creyentes hasta que posteriormente Jesús los ordenó y les dio la misión de ser los setenta mensajeros del reino. Del gran número de personas que habían sido curadas en este lugar durante el incidente a la puesta del sol, únicamente siete llegaron a contarse entre estos estudiantes evangelistas. El hijo del noble de Cafarnaum fue uno de los que fueron preparados para el servicio evangélico en la escuela de Pedro.

 

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