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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 175

EL ÚLTIMO DISCURSO EN EL TEMPLO

 

2. LA CONDICIÓN DE Los JUDÍOS

1909:1  175:2.1 El hecho de que los dirigentes espirituales y los educadores religiosos de la nación judía rechazaran en otra época las enseñanzas de Jesús y conspiraran para provocar su muerte cruel, no afecta para nada a la situación de cada judío en su posición ante Dios. Este hecho no debería incitar a los que afirman ser seguidores de Cristo a tener prejuicios contra los judíos como compañeros mortales. Los judíos como nación y como grupo sociopolítico, pagaron plenamente el precio terrible de rechazar al Príncipe de la Paz. Hace mucho tiempo que dejaron de ser los portadores espirituales de la verdad divina para las razas de la humanidad, pero esto no constituye una razón válida para que los descendientes individuales de aquellos antiguos judíos tengan que sufrir las persecuciones que les han infligido algunos seguidores declarados, intolerantes, indignos y fanáticos de Jesús de Nazaret, el cual era también judío de nacimiento.
1909:2  175:2.2 Este odio y esta persecución irrazonables, tan diferentes al espíritu de Cristo, contra los judíos modernos, ha terminado muchas veces en el sufrimiento y la muerte de algún judío inocente e inofensivo, cuyos mismos antepasados, en los tiempos de Jesús, habían aceptado sinceramente su evangelio y luego murieron sin vacilar por aquella verdad en la que creían de todo corazón. ¡Qué estremecimiento de horror recorre a los seres celestiales espectadores, cuando contemplan a los seguidores declarados de Jesús entregarse a perseguir, acosar e incluso asesinar a los descendientes actuales de Pedro, Felipe y Mateo, y de otros judíos palestinos que dieron sus vidas tan gloriosamente como primeros mártires del evangelio del reino de los cielos!
1909:3  175:2.3 ¡Cuán cruel e irrazonable es obligar a unos niños inocentes a que sufran por los pecados de sus progenitores, por unos delitos que ignoran por completo, de los que no pueden ser responsables de ninguna manera! ¡Y llevar a cabo estas acciones perversas en nombre de aquel que enseñó a sus discípulos a que amaran incluso a sus enemigos! En este relato de la vida de Jesús, ha sido necesario describir la manera en que algunos de sus compatriotas judíos lo rechazaron y conspiraron para provocar su muerte ignominiosa; pero queremos advertir a todos los que lean esta narración, que la presentación de este relato histórico no justifica de ninguna manera el odio injusto, ni perdona la actitud mental sin equidad, que tantos cristianos declarados han mantenido durante muchos siglos contra personas judías. Los creyentes en el reino, los que siguen las enseñanzas de Jesús, deben dejar de maltratar al judío individual como alguien culpable del rechazo y de la crucifixión de Jesús. El Padre y su Hijo Creador nunca han dejado de amar a los judíos. Dios no hace acepción de personas, y la salvación es tanto para los judíos como para los gentiles.

 


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