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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 184

ANTE EL TRIBUNAL DEL SANEDRÍN

 

1. EL INTERROGATORIO DE ANÁS

1978:4  184:1.1 Enriquecido por los ingresos del templo, con su yerno como sumo sacerdote en ejercicio, y debido a sus relaciones con las autoridades romanas, Anás era en verdad el individuo más poderoso de la sociedad judía. Era un planificador y un conspirador sofisticado y diplomático. Deseaba dirigir este asunto para deshacerse de Jesús; temía confiar enteramente una empresa tan importante como ésta a su brusco y agresivo yerno. Anás quería asegurarse de que el juicio del Maestro permanecería entre las manos de los saduceos; temía la posible simpatía de algunos fariseos, ya que prácticamente todos los miembros del sanedrín que habían abrazado la causa de Jesús eran fariseos.
1978:5  184:1.2 Anás no había visto a Jesús desde hacía varios años, desde la época en que el Maestro se presentó en su casa y se marchó inmediatamente al observar la frialdad y la reserva con que lo recibió. Anás había pensado aprovecharse de esta antigua relación e intentar de este modo persuadir a Jesús para que abandonara sus pretensiones y se fuera de Palestina. Le repugnaba participar en el asesinato de un hombre bueno y había razonado que quizás Jesús escogería dejar el país en lugar de sufrir la muerte. Pero cuando Anás se encontró delante del fornido y resuelto galileo, supo enseguida que hacer tales proposiciones sería inútil. Jesús era aún más majestuoso y equilibrado de lo que Anás lo recordaba.
1979:1  184:1.3 Cuando Jesús era joven, Anás se había interesado mucho por él, pero ahora sus ingresos estaban amenazados por lo que Jesús había hecho tan recientemente echando del templo a los cambistas y a otros mercaderes. Este acto había suscitado la enemistad del antiguo sumo sacerdote mucho más que las enseñanzas de Jesús.
1979:2  184:1.4 Anás entró en su espaciosa sala de audiencias, se sentó en un gran sillón y ordenó que trajeran a Jesús ante él. Después de observar al Maestro en silencio durante unos momentos, dijo: "Comprenderás que habrá que hacer algo con respecto a tu enseñanza, puesto que estás perturbando la paz y el orden de nuestro país." Mientras Anás miraba de manera indagadora a Jesús, el Maestro lo miró directamente a los ojos, pero no respondió. Anás dijo de nuevo: "¿Cuáles son los nombres de tus discípulos, además de Simón Celotes, el agitador?" Jesús lo miró de nuevo, pero no contestó.
1979:3  184:1.5 Anás estaba considerablemente molesto porque Jesús se negaba a contestar a sus preguntas, de tal manera que le dijo: "¿No te preocupa que yo sea benévolo o no contigo? ¿No tienes consideración por el poder que tengo para determinar las cuestiones de tu próximo juicio?" Cuando Jesús escuchó esto, dijo: "Anás, sabes que no podrías tener ningún poder sobre mí si no fuera permitido por mi Padre. Algunos quisieran matar al Hijo del Hombre porque son ignorantes y no conocen nada mejor; pero tú, amigo, sabes lo que estás haciendo. ¿Cómo puedes, por tanto, rechazar la luz de Dios?"
1979:4  184:1.6 Anás se quedó casi desconcertado por la manera amable en que Jesús le habló. Pero ya había decidido en su interior que Jesús debía irse de Palestina o morir; así pues, reunió su coraje y preguntó: "¿Qué es exactamente lo que intentas enseñar a la gente? ¿Qué pretendes ser?" Jesús contestó: "Sabes muy bien que he hablado abiertamente al mundo. He enseñado en las sinagogas y muchas veces en el templo, donde todos los judíos y muchos gentiles me han escuchado. No he dicho nada en secreto; entonces, ¿por qué me preguntas sobre mi enseñanza? ¿Por qué no llamas a los que me han escuchado y les preguntas a ellos? Mira, todo Jerusalén ha oído lo que he dicho, aunque tú mismo no hayas escuchado estas enseñanzas." Pero antes de que Anás pudiera responder, el administrador principal del palacio, que estaba cerca, abofeteó a Jesús, diciendo: "¿Cómo te atreves a contestarle así al sumo sacerdote?" Anás no reprendió a su administrador, pero Jesús se dirigió a él, diciendo: "Amigo mío, si he hablado mal, testifica contra el mal; pero si he dicho la verdad, entonces ¿por qué me golpeas?"
1979:5  184:1.7 Anás lamentaba que su administrador hubiera abofeteado a Jesús, pero era demasiado orgulloso como para tener en cuenta el asunto. En su confusión, se fue a otra habitación y dejó solo a Jesús casi una hora con los criados de la casa y los guardias del templo.
1979:6  184:1.8 Cuando regresó, se puso al lado del Maestro y dijo: "¿Pretendes ser el Mesías, el libertador de Israel?" Jesús dijo: "Anás, me conoces desde la época de mi juventud. Sabes que no pretendo ser nada más que lo que mi Padre ha decretado, y que he sido enviado a todos los hombres, tanto gentiles como judíos." Entonces Anás dijo: "Me han dicho que has pretendido ser el Mesías; ¿es verdad?" Jesús miró a Anás pero se limitó a contestar: "Tú lo has dicho."
1980:1  184:1.9 Aproximadamente en ese momento, unos mensajeros del palacio de Caifás llegaron para preguntar a qué hora sería llevado Jesús ante el tribunal del sanedrín, y puesto que faltaba poco para el amanecer, Anás pensó que sería mejor enviar a Jesús, atado y custodiado por los guardias del templo, a Caifás. Él mismo los siguió un poco después.

 

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