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ÍNDICE
El libro de UrantiaEdición 1999
DOCUMENTO 189
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
2020:1 189:0.1
POCO después de que Jesús hubiera sido enterrado el viernes por la
tarde, el jefe de los arcángeles de Nebadon, en aquel momento presente en
Urantia, convocó su consejo encargado de la resurrección de las criaturas
volitivas dormidas y se puso a considerar una posible técnica para reconstruir
a Jesús. Estos hijos reunidos del universo local, criaturas de Miguel, actuaban
así bajo su propia responsabilidad; Gabriel no los había convocado. A medianoche,
habían llegado a la conclusión de que la criatura no podía hacer nada para
facilitar la resurrección del Creador. Estaban dispuestos a aceptar el consejo
de Gabriel, el cual les indicó que, puesto que Miguel había "entregado
su vida por su propio libre albedrío, también tenía el poder de recuperarla
de acuerdo con su propia decisión." Poco después de que se suspendiera
este consejo de arcángeles, de Portadores de Vida y de sus diversos asociados
en la tarea de rehabilitación de la criatura y de la creación morontial, el
Ajustador Personalizado de Jesús, que dirigía personalmente las huestes celestiales
reunidas en ese momento en Urantia, dijo lo siguiente a estos observadores
que esperaban con ansiedad:
2020:2 189:0.2
"Ninguno de vosotros puede hacer nada para ayudar a vuestro Creador-padre
a volver a la vida. Como mortal del reino, ha experimentado la muerte humana;
como Soberano de un universo, vive todavía. Lo que observáis es el tránsito
humano de Jesús de Nazaret de la vida en la carne a la vida en la morontia.
El tránsito espiritual de este Jesús concluyó el día en que me separé de su
personalidad y me convertí en vuestro director temporal. Vuestro Creador-padre
ha escogido atravesar toda la experiencia de sus criaturas mortales, desde
el nacimiento en los mundos materiales hasta el estado de la verdadera existencia
espiritual, pasando por la muerte natural y la resurrección de la morontia.
Estáis a punto de observar una fase de esta experiencia, pero no podéis participar
en ella. No podéis hacer por el Creador las cosas que habitualmente hacéis
por la criatura. Un Hijo Creador posee en sí mismo el poder de donarse en
la similitud de cualquiera de sus hijos creados; tiene en sí mismo el poder
de abandonar su vida observable y de recuperarla de nuevo; tiene este poder
a causa de la orden directa del Padre del Paraíso, y sé de lo que hablo."
2020:3 189:0.3
Cuando escucharon al Ajustador Personalizado decir esto, todos adoptaron una
actitud de ansiosa expectativa, desde Gabriel hasta el más humilde querubín.
Veían el cuerpo mortal de Jesús en la tumba; detectaban pruebas de la actividad
de su amado Soberano en el universo; y como no comprendían estos fenómenos,
esperaron pacientemente el desarrollo de los acontecimientos.
1. EL TRÁNSITO MORONTIAL
2020:4 189:1.1
A las dos y cuarenta y cinco del domingo por la mañana, la comisión de encarnación del Paraíso, compuesta por siete personalidades paradisiacas no identificadas, llegó al lugar y se desplegó inmediatamente alrededor de la tumba. A las tres menos diez minutos, intensas vibraciones de actividades materiales y morontiales entremezcladas empezaron a emanar del sepulcro nuevo de José, y a las tres y dos minutos de este domingo por la mañana 9 de abril del año 30, la forma y la personalidad morontiales resucitadas de Jesús de Nazaret salieron de la tumba.
2021:1 189:1.2
Cuando el Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la tierra durante cerca de treinta y seis años yacía todavía allí en el nicho del sepulcro, intacto y envuelto en la sábana de lino, tal como había sido colocado para su descanso el viernes por la tarde por José y sus compañeros. La piedra que tapaba la entrada de la tumba tampoco había sido alterada para nada; el sello de Pilatos permanecía aún intacto; los soldados continuaban de guardia. Los guardias del templo habían estado de servicio sin interrupción; la guardia romana había sido cambiada a medianoche. Ninguno de estos vigilantes sospechaba que el objeto de su desvelo se había elevado a una forma de existencia nueva y superior, y que el cuerpo que estaban custodiando era ahora una envoltura exterior desechada, sin ninguna conexión con la personalidad morontial liberada y resucitada de Jesús.
2021:2 189:1.3
La humanidad es lenta en percibir que, en todo lo que es personal, la materia es el esqueleto de la morontia, y que ambos son la sombra reflejada de la realidad espiritual duradera. ¿Cuánto tiempo necesitaréis para considerar que el tiempo es la imagen móvil de la eternidad, y el espacio la sombra fugaz de las realidades del Paraíso?
2021:3 189:1.4
Por lo que podemos discernir, ninguna criatura de este universo y ninguna personalidad de otro universo tuvo nada que ver con esta resurrección morontial de Jesús de Nazaret. El viernes entregó su vida como un mortal del reino; el domingo por la mañana la recuperó de nuevo como un ser morontial del sistema de Satania en Norlatiadek. Hay muchas cosas sobre la resurrección de Jesús que no comprendemos. Pero sabemos que tuvo lugar tal como lo hemos contado y aproximadamente a la hora indicada. También podemos afirmar que todos los fenómenos conocidos asociados con este tránsito como mortal, o resurrección morontial, se produjeron allí mismo en la tumba nueva de José, donde los restos mortales materiales de Jesús yacían envueltos en los lienzos fúnebres.
2021:4 189:1.5
Sabemos que ninguna criatura del universo local participó en este despertar morontial. Percibimos que las siete personalidades del Paraíso rodearon la tumba, pero no les vimos hacer nada en relación con el despertar del Maestro. En cuanto Jesús apareció al lado de Gabriel, justo por encima del sepulcro, las siete personalidades del Paraíso señalaron su intención de partir inmediatamente para Uversa.
2021:5 189:1.6
Clarifiquemos para siempre el concepto de la resurrección de Jesús efectuando las declaraciones siguientes:
2021:6 189:1.7
1. Su cuerpo material o físico no formaba parte de la personalidad resucitada.
Cuando Jesús salió de la tumba, su cuerpo de carne permaneció intacto en el
sepulcro. Emergió de la tumba sin desplazar las piedras que cerraban la entrada
y sin romper los sellos de Pilatos.
2021:7 189:1.8
2. No surgió de la tumba como un espíritu ni como Miguel de Nebadon; no apareció
con la forma del Soberano Creador, como la que había tenido antes de su encarnación
en la similitud de la carne mortal en Urantia.
2021:8 189:1.9
3. Salió de esta tumba de José con el mismo aspecto que las personalidades morontiales
de aquellos que emergen, como seres ascendentes morontiales resucitados, de
las salas de resurrección del primer mundo de las mansiones de este sistema
local de Satania. La presencia del monumento conmemorativo a Miguel en el centro
del inmenso patio de las salas de resurrección de la mansonia número uno nos
lleva a sospechar que la resurrección del Maestro en Urantia se promovió de
alguna manera en este primer mundo de las mansiones del sistema.
2022:1 189:1.10
El primer acto de Jesús al salir de la tumba fue saludar a Gabriel e indicarle
que continuara con el cargo ejecutivo de los asuntos del universo bajo la
supervisión de Manuel; luego ordenó al jefe de los Melquisedeks que transmitiera
sus saludos fraternales a Manuel. A continuación pidió al Altísimo de Edentia
la certificación de los Ancianos de los Días en cuanto a su tránsito como
mortal; luego se volvió hacia los grupos morontiales congregados de los siete
mundos de las mansiones, reunidos allí para saludar a su Creador y darle la
bienvenida como una criatura de su orden, y Jesús pronunció las primeras palabras
de su carrera postmortal. El Jesús morontial dijo: "Una vez terminada
mi vida en la carne, quisiera detenerme aquí un poco de tiempo en mi forma
de transición para poder conocer mejor la vida de mis criaturas ascendentes
y revelar aún más la voluntad de mi Padre que está en el Paraíso."
2022:2 189:1.11
Después de haber hablado, Jesús hizo señas al Ajustador Personalizado y todas
las inteligencias del universo, que se habían reunido en Urantia para presenciar
la resurrección, fueron enviadas inmediatamente a sus respectivas asignaciones
en el universo.
2022:3 189:1.12
Jesús empezó entonces a tomar contacto con el nivel morontial, y se le inició,
como criatura, a las exigencias de la vida que había escogido vivir durante
un corto período de tiempo en Urantia. Esta iniciación al mundo morontial
necesitó más de una hora del tiempo terrestre, y fue interrumpida dos veces
por su deseo de comunicarse con sus antiguos compañeros en la carne, cuando
éstos vinieron de Jerusalén para asomarse con asombro a la tumba vacía y descubrir
lo que consideraban una prueba de su resurrección.
2022:4 189:1.13
El tránsito de Jesús como ser mortal -la resurrección morontial del Hijo del
Hombre- ya ha terminado. La experiencia transitoria del Maestro como personalidad
a medio camino entre lo material y lo espiritual, ha comenzado. Y ha hecho
todo esto mediante un poder inherente a él mismo; ninguna personalidad le
ha prestado ayuda alguna. Ahora vive como Jesús de morontia, y mientras comienza
esta vida morontial, su cuerpo material de carne yace intacto allí en la tumba.
Los soldados continúan vigilando, y aún no se ha roto el sello del gobernador
colocado alrededor de las rocas.
2. EL CUERPO MATERIAL DE JESÚS
2022:5 189:2.1 A las tres
y diez, mientras el Jesús resucitado fraternizaba con las personalidades morontiales
reunidas de los siete mundos de las mansiones de Satania, el jefe de los arcángeles
-los ángeles de la resurrección- se acercó a Gabriel y le pidió el cuerpo
mortal de Jesús. El jefe de los arcángeles dijo: "No nos está permitido
participar en la resurrección morontial de la experiencia de donación de nuestro
soberano Miguel; pero quisiéramos que se nos entregaran sus restos mortales
para disolverlos inmediatamente. No tenemos la intención de utilizar nuestra
técnica de desmaterialización; deseamos simplemente invocar el proceso de
la aceleración del tiempo. Ya es suficiente con haber visto al Soberano vivir
y morir en Urantia; las huestes celestiales quisieran ahorrarse el recuerdo
de soportar el espectáculo de la lenta putrefacción de la forma humana del
Creador y Sostenedor de un universo. En nombre de las inteligencias celestiales
de todo Nebadon, solicito un mandato que me confiera la custodia del cuerpo
mortal de Jesús de Nazaret y que nos autorice a proceder a su disolución inmediata."
2023:1 189:2.2
Después de que Gabriel hubiera conversado con el decano de los Altísimos de
Edentia, el arcángel portavoz de las huestes celestiales recibió el permiso
de disponer de los restos físicos de Jesús tal como estimara conveniente.
2023:2 189:2.3
Cuando al jefe de los arcángeles le hubieron concedido esta petición, llamó
en su ayuda a un gran número de sus semejantes, así como a una multitud de
representantes de todas las órdenes de personalidades celestiales; luego,
con la ayuda de los medianos de Urantia, procedió a hacerse cargo del cuerpo
físico de Jesús. Este cadáver era una creación puramente material; era literalmente
físico; no podía ser sacado de la tumba tal como la forma morontial de la
resurrección había podido escapar del sepulcro sellado. Con la ayuda de ciertas
personalidades morontiales auxiliares, la forma morontial puede hacerse en
ciertos momentos semejante a la del espíritu, de tal manera que puede volverse
indiferente a la materia común, mientras que en otros momentos puede volverse
discernible y contactable para los seres materiales tales como los mortales
del reino.
2023:3 189:2.4
Mientras se preparaban para sacar el cuerpo de Jesús del sepulcro, antes de
disponer de él de una manera digna y respetuosa mediante la disolución casi
instantánea, los medianos secundarios de Urantia recibieron la misión de apartar
las piedras de la entrada de la tumba. La más grande de estas dos piedras
era una enorme roca redonda, muy parecida a una rueda de molino, que se desplazaba
dentro de una ranura cincelada en la roca, de tal manera que se la podía hacer
rodar hacia adelante y hacia atrás para abrir o cerrar la tumba. Cuando los
guardias judíos y los soldados romanos que estaban de vigilancia vieron, a
la tenue luz de la madrugada, que esta enorme piedra empezaba a desplazarse
aparentemente por sí sola para abrir la entrada de la tumba -sin ningún medio
visible que explicara este movimiento- se sintieron dominados por el temor
y el pánico, y huyeron precipitadamente del lugar. Los judíos huyeron a sus
casas, y más tarde regresaron al templo para informar a su capitán de estos
hechos. Los romanos huyeron hacia la fortaleza de Antonia e informaron al
centurión de lo que habían visto en cuanto éste entró de servicio.
2023:4 189:2.5
Ofreciéndole sobornos al traidor Judas, los dirigentes judíos habían emprendido
la sórdida tarea de desembarazarse supuestamente de Jesús, y ahora, al enfrentarse
con esta situación embarazosa, en lugar de pensar en castigar a los guardias
por haber abandonado su puesto, recurrieron a sobornar a estos guardias y
a los soldados romanos. Pagaron una suma de dinero a cada uno de estos veinte
hombres y les ordenaron que dijeran a todos: "Mientras estábamos durmiendo
por la noche, los discípulos de Jesús nos sorprendieron y se llevaron el cuerpo."
Y los dirigentes judíos prometieron solemnemente a los soldados que los defenderían
ante Pilatos en el caso de que el gobernador se enterara alguna vez que habían
aceptado un soborno.
2023:5 189:2.6
La creencia cristiana en la resurrección de Jesús se ha basado en el hecho
de la "tumba vacía". En verdad es un hecho que la tumba
estaba vacía, pero ésta no es la verdad de la resurrección. La tumba
estaba realmente vacía cuando llegaron los primeros creyentes, y este hecho,
unido al de la resurrección indudable del Maestro, les llevó a formular una
creencia que no era cierta: la enseñanza de que el cuerpo material y mortal
de Jesús había resucitado de la tumba. Puesto que la verdad está relacionada
con las realidades espirituales y los valores eternos, no siempre se puede
construir sobre una combinación de hechos aparentes. Aunque unos hechos individuales
pueden ser materialmente ciertos, eso no significa que la asociación de un
grupo de hechos deba conducir necesariamente a unas conclusiones espirituales
verídicas.
2023:6 189:2.7
La tumba de José estaba vacía, no porque el cuerpo de Jesús había sido rehabilitado
o resucitado, sino porque las huestes celestiales habían recibido el permiso
solicitado para aplicarle una disolución especial y excepcional, una vuelta
del "polvo al polvo", sin la intervención del paso del tiempo y
sin el funcionamiento de los procesos ordinarios y visibles de la descomposición
mortal y la corrupción material.
2024:1 189:2.8
Los restos mortales de Jesús sufrieron el mismo proceso natural de desintegración
elemental que caracteriza a todos los cuerpos humanos en la tierra, excepto
que, en lo que se refiere al tiempo, este modo natural de disolución fue enormemente
acelerado, apresurado hasta tal punto que se volvió casi instantáneo.
2024:2 189:2.9
Las verdaderas pruebas de la resurrección de Miguel son de naturaleza espiritual,
aunque esta enseñanza esté corroborada por el testimonio de numerosos mortales
del reino que se encontraron con el Maestro morontial resucitado, lo reconocieron
y conversaron con él. Jesús formó parte de la experiencia personal de casi
mil seres humanos, antes de despedirse finalmente de Urantia.
3. LA RESURRECCIÓN DISPENSACIONAL
2024:3 189:3.1 Poco después
de las cuatro y media de este domingo por la mañana, Gabriel llamó a su lado
a los arcángeles y se preparó para inaugurar en Urantia la resurrección general
del final de la dispensación adámica. Cuando la enorme multitud de serafines
y de querubines que participaban en este gran acontecimiento fue ordenada
en formación apropiada, el Miguel morontial apareció ante Gabriel, diciendo:
"Así como mi Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo
el tener la vida en sí mismo. Aunque todavía no he reasumido por completo
el ejercicio de la jurisdicción universal, esta limitación autoimpuesta no
restringe de ninguna manera la donación de la vida a mis hijos dormidos; que
se empiece a pasar lista para la resurrección planetaria."
2024:4 189:3.2
El circuito de los arcángeles funcionó entonces por primera vez desde Urantia.
Gabriel y las huestes de arcángeles se trasladaron al lugar de la polarización
espiritual del planeta; y cuando Gabriel dio la señal, su voz se transmitió
como un relámpago al primer mundo de las mansiones del sistema, diciendo:
"Por orden de Miguel, ¡que resuciten los muertos de una dispensación
de Urantia!" Entonces, todos los supervivientes de las razas humanas
de Urantia que se habían dormido desde la época de Adán, y que aún no habían
sido juzgados, aparecieron en las salas de resurrección de mansonia, dispuestos
para la investidura morontial. Y en un instante, los serafines y sus asociados
se prepararon para partir hacia los mundos de las mansiones. Normalmente,
estos guardianes seráficos, asignados anteriormente a la custodia colectiva
de estos mortales supervivientes, habrían estado presentes en el momento de
su despertar en las salas de resurrección de mansonia, pero en este momento
se encontraban en Urantia porque la presencia de Gabriel era necesaria aquí
en relación con la resurrección morontial de Jesús.
2024:5 189:3.3
Aunque innumerables personas que tenían guardianes seráficos personales, y
otras que habían alcanzado el nivel necesario de progreso espiritual de la
personalidad, habían continuado hasta mansonia en las épocas posteriores a
los tiempos de Adán y Eva, y aunque había habido muchas resurrecciones especiales
y milenarias para los hijos de Urantia, ésta era la tercera vez que se pasaba
lista a escala planetaria, o sea una resurrección dispensacional completa.
La primera tuvo lugar en la época de la llegada del Príncipe Planetario, la
segunda durante los tiempos de Adán, y esta tercera señalaba la resurrección
morontial, el tránsito como mortal, de Jesús de Nazaret.
2024:6 189:3.4
Cuando el jefe de los arcángeles recibió la señal de la resurrección planetaria,
el Ajustador Personalizado del Hijo del Hombre renunció a su autoridad sobre
las huestes celestiales reunidas en Urantia, y a todos estos hijos del universo
local los devolvió a la jurisdicción de sus jefes respectivos. Cuando hubo
hecho esto, partió para Salvington a fin de registrar ante Manuel la finalización
del tránsito como mortal de Miguel. Y todas las huestes celestiales cuyos
servicios no se necesitaban en Urantia le siguieron de inmediato. Pero Gabriel
permaneció en Urantia con el Jesús morontial.
2025:1 189:3.5
Y ésta es la narración de los acontecimientos de la resurrección de Jesús,
tal como los vieron aquellos que los presenciaron mientras sucedían realmente,
sin las limitaciones de la visión humana parcial y restringida.
4. EL DESCUBRIMIENTO DE LA TUMBA VACÍA
2025:2 189:4.1 Al acercarse
el momento de la resurrección de Jesús este domingo de madrugada, hay que
recordar que los diez apóstoles se alojaban en la casa de Elías y María Marcos,
donde estaban durmiendo en la habitación de arriba, descansando en los mismos
divanes en los que se habían reclinado durante la última cena con su Maestro.
Este domingo por la mañana, todos estaban reunidos allí, excepto Tomás. Tomás
estuvo con ellos durante unos minutos cuando se reunieron inicialmente a últimas
horas del sábado por la noche, pero la visión de los apóstoles, unida a la
idea de lo que le había sucedido a Jesús, fue demasiado para él. Echó una
ojeada a sus compañeros y abandonó inmediatamente la habitación, encaminándose
a la casa de Simón en Betfagé, donde pensaba lamentarse de sus penas en la
soledad. Todos los apóstoles sufrían, no tanto debido a la duda y a la desesperación
como al temor, la pena y la vergüenza.
2025:3 189:4.2
En la casa de Nicodemo se encontraban reunidos, con David Zebedeo y José de
Arimatea, unos doce o quince discípulos de Jesús de los más sobresalientes
en Jerusalén. En la casa de José de Arimatea había unas quince o veinte de
las principales mujeres creyentes. Estas mujeres eran las únicas que se encontraban
en la casa de José, y habían permanecido encerradas durante las horas del
sábado y la noche después del sábado, de manera que ignoraban que una guardia
militar vigilaba la tumba; tampoco sabían que habían rodado una segunda piedra
delante de la tumba, y que el sello de Pilatos había sido colocado en las
dos piedras.
2025:4 189:4.3
Un poco antes de las tres de este domingo por la mañana, cuando los primeros
signos del amanecer empezaron a aparecer hacia el este, cinco de estas mujeres
partieron para la tumba de Jesús. Habían preparado en abundancia unas lociones
especiales para embalsamar, y llevaban consigo numerosos vendajes de lino.
Tenían la intención de aplicar con más esmero los ungüentos fúnebres en el
cuerpo de Jesús y de envolverlo más cuidadosamente en los nuevos vendajes.
2025:5 189:4.4
Las mujeres que salieron con esta misión de ungir el cuerpo de Jesús fueron:
María Magdalena, María la madre de los gemelos Alfeo, Salomé la madre de los
hermanos Zebedeo, Juana la mujer de Chuza y Susana la hija de Ezra de Alejandría.
2025:6 189:4.5
Eran aproximadamente las tres y media cuando las cinco mujeres, cargadas con
sus ungüentos, llegaron delante de la tumba vacía. En el momento de salir
por la puerta de Damasco, se encontraron con algunos soldados más o menos
sobrecogidos de terror que huían hacia el interior de la ciudad, y esto hizo
que se detuvieran durante unos minutos; pero como no sucedía nada más, reanudaron
su camino.
2025:7 189:4.6
Se quedaron enormemente sorprendidas cuando vieron que la piedra estaba apartada
de la entrada de la tumba, ya que durante el camino habían comentado entre
ellas: "¿Quién nos ayudará a apartar la piedra?" Depositaron su
carga en el suelo y empezaron a mirarse unas a otras asustadas y con una gran
estupefacción. Mientras permanecían allí, temblando de miedo, María Magdalena
se aventuró a rodear la piedra más pequeña y se atrevió a entrar en el sepulcro
abierto. Esta tumba de José estaba situada en su jardín, en la ladera de la
parte oriental de la carretera, y también miraba hacia el este. A esta hora
había la suficiente claridad de un nuevo día como para que María pudiera ver
el lugar donde había reposado el cuerpo del Maestro, y percibir que ya no
estaba allí. En el nicho de piedra donde habían puesto a Jesús, María sólo
vio el paño doblado donde había reposado su cabeza y los vendajes con los
que había sido envuelto, que yacían intactos y tal como habían descansado
en la piedra antes de que las huestes celestiales sacaran el cuerpo. La sábana
que lo cubría yacía a los pies del nicho fúnebre.
2026:1 189:4.7
Después de que María hubo permanecido unos momentos en la entrada de la tumba
(al principio no distinguía con claridad cuando entró en ella), vio que el
cuerpo de Jesús ya no estaba y que en su lugar sólo quedaban estos lienzos
fúnebres, y dio un grito de alarma y de angustia. Todas las mujeres estaban
extremadamente nerviosas; habían tenido los nervios de punta desde que encontraron
a los soldados dominados por el pánico en la puerta de la ciudad, y cuando
María dio este grito de angustia, se aterrorizaron y huyeron a toda prisa.
No se detuvieron hasta que hubieron recorrido todo el camino hasta la puerta
de Damasco. En ese momento, Juana tomó conciencia de que habían abandonado
a María; reunió a sus compañeras y emprendieron el camino de vuelta hacia
la tumba.
2026:2 189:4.8
Mientras se acercaban al sepulcro, la asustada Magdalena, que había sentido
aun más terror cuando no encontró a sus hermanas esperándola al salir de la
tumba, se precipitó ahora hacia ellas, exclamando con excitación: "No
está ahí -¡se lo han llevado!" Las llevó de vuelta a la tumba, y todas
entraron y vieron que estaba vacía.
2026:3 189:4.9
Las cinco mujeres se sentaron entonces en la piedra cerca de la entrada y
discutieron la situación. Aún no se les había ocurrido que Jesús había sido
resucitado. Habían estado solas todo el sábado, y suponían que el cuerpo había
sido trasladado a otro lugar de descanso. Pero cuando reflexionaban sobre
esta solución a su dilema, no acertaban a explicarse la colocación ordenada
de los lienzos fúnebres; ¿cómo podían haber sacado el cuerpo, si los mismos
vendajes en los que estaba envuelto habían sido dejados en la misma posición,
y aparentemente intactos, en la plataforma fúnebre?
2026:4 189:4.10
Mientras estas mujeres estaban sentadas allí a primeras horas del amanecer
de este nuevo día, miraron hacia un lado y observaron a un desconocido silencioso
e inmóvil. Por un momento se asustaron de nuevo, pero María Magdalena se precipitó
hacia él y, pensando que podría ser el jardinero, le dijo: "¿Dónde habéis
llevado al Maestro? ¿Dónde lo han enterrado? Dínoslo para poder ir a buscarlo."
Como el desconocido no le contestaba a María, ésta empezó a llorar. Entonces
Jesús les habló, diciendo: "¿A quién buscáis?" María dijo: "Buscamos
a Jesús, que fue enterrado en la tumba de José, pero ya no está. ¿Sabes dónde
lo han llevado?" Entonces dijo Jesús: "¿No os dijo este Jesús, incluso
en Galilea, que moriría pero que resucitaría de nuevo?" Estas palabras
asustaron a las mujeres, pero el Maestro estaba tan cambiado que aún no lo
reconocían a la tenue luz del contraluz. Mientras meditaban sus palabras,
Jesús se dirigió a Magdalena con una voz familiar, diciendo: "María."
Cuando ella escuchó esta palabra de simpatía bien conocida y de saludo afectuoso,
supo que era la voz del Maestro, y se precipitó para arrodillarse a sus pies,
exclamando: "¡Mi Señor y Maestro!" Todas las demás mujeres reconocieron
que era el Maestro el que se encontraba delante de ellas con una forma glorificada,
y rápidamente se arrodillaron delante de él.
2027:1 189:4.11
Estos ojos humanos fueron capaces de ver la forma morontial de Jesús gracias
al ministerio especial de los transformadores y de los medianos, en asociación
con algunas personalidades morontiales que en ese momento acompañaban a Jesús.
2027:2 189:4.12
Cuando María intentó abrazar sus pies, Jesús le dijo: "No me toques,
María, porque no soy como me has conocido en la carne. Con esta forma permaneceré
con vosotros algún tiempo antes de ascender hacia el Padre. Pero id todas
ahora y decid a mis apóstoles -y a Pedro- que he resucitado y que habéis hablado
conmigo."
2027:3 189:4.13
Después de que estas mujeres se hubieron recobrado del impacto de su asombro,
se apresuraron en regresar a la ciudad y a la casa de Elías Marcos, donde
contaron a los diez apóstoles todo lo que les había sucedido; pero los apóstoles
no estaban dispuestos a creerlas. Al principio pensaron que las mujeres habían
visto una visión, pero cuando María Magdalena repitió las palabras que Jesús
les había dicho, y cuando Pedro escuchó su nombre, salió precipitadamente
de la habitación de arriba, seguido de cerca por Juan, para llegar a la tumba
lo más rápidamente posible y ver estas cosas por sí mismo.
2027:4 189:4.14
Las mujeres repitieron a los otros apóstoles la historia de su conversación
con Jesús, pero no querían creer; y no quisieron ir a averiguarlo por sí mismos
como hicieron Pedro y Juan.
5. PEDRO Y JUAN EN LA TUMBA
2027:5 189:5.1 Mientras
los dos apóstoles corrían hacia el Gólgota y la tumba de José, los pensamientos
de Pedro alternaban entre el miedo y la esperanza; temía encontrar al Maestro,
pero su esperanza se había despertado con la historia de que Jesús le había
enviado un mensaje especial. Estaba casi persuadido de que Jesús estaba realmente
vivo; se acordaba de la promesa de que resucitaría al tercer día. Aunque parezca
extraño, no había pensado en esta promesa desde la crucifixión hasta este
momento en que corría hacia el norte a través de Jerusalén. Mientras Juan
salía precipitadamente de la ciudad, un extraño éxtasis de alegría y de esperanza
brotaba en su alma. Estaba casi convencido de que las mujeres habían visto
realmente al Maestro resucitado.
2027:6 189:5.2
Como Juan era más joven que Pedro, corrió más deprisa que él y llegó primero
a la tumba. Juan permaneció en la entrada contemplando la tumba, que se encontraba
tal como María la había descrito. Simón Pedro llegó corriendo poco después,
entró, y vio la misma tumba vacía con los lienzos fúnebres dispuestos de manera
tan particular. Cuando Pedro salió, Juan también entró y lo vio todo por sí
mismo; luego se sentaron en la piedra para reflexionar sobre el significado
de lo que habían visto y oído. Mientras estaban sentados allí, dieron vueltas
en su cabeza a todas las cosas que les habían dicho sobre Jesús, pero no podían
percibir claramente lo que había sucedido.
2027:7 189:5.3
Pedro sugirió al principio que la tumba había sido saqueada, que los enemigos
habían robado el cuerpo, y quizás sobornado a los guardias. Pero Juan razonó
que la tumba no habría sido dejada de manera tan ordenada si hubieran robado
el cuerpo, y también planteó la cuestión de cómo podía ser que los vendajes
hubieran sido dejados atrás, y aparentemente tan intactos. Y los dos volvieron
a entrar en el sepulcro para examinar más atentamente los lienzos fúnebres.
Cuando salieron de la tumba por segunda vez, encontraron a María Magdalena
que había vuelto y estaba llorando delante de la entrada. María había ido
a ver a los apóstoles con la creencia de que Jesús había resucitado de la
tumba, pero cuando todos se negaron a creer su relato, se sintió abatida y
desesperada. Anhelaba volver cerca de la tumba, donde pensaba que había escuchado
la voz familiar de Jesús.
2027:8 189:5.4
Mientras María permanecía allí después de la partida de Pedro y Juan, el Maestro
se le apareció de nuevo, diciendo: "No dudes; ten el valor de creer en
lo que has visto y oído. Vuelve a donde están mis apóstoles y diles de nuevo
que he resucitado, que me apareceré a ellos, y que pronto los precederé en
Galilea como les prometí."
2028:1 189:5.5
María se apresuró en volver a la casa de Marcos y contó a los apóstoles que
había hablado de nuevo con Jesús, pero no quisieron creerla. Sin embargo,
cuando Pedro y Juan regresaron, dejaron de burlarse y se llenaron de temor
y de aprensión.
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