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ÍNDICE DEL ESTUDIO

Veintiún pasos hacia un despertar espiritual
La sabiduría del Libro de Urantia
de Harry McMullan, III
Traducción de Ángel Sánchez-Escobar

Paso 16: Profundizamos en nuestra comunión con los demás



 Estamos compartiendo nuestra vida espiritual más plenamente con otras personas y creciendo más unidos en la amistad. Cada vez más, apreciamos, respetamos, confiamos y contamos con otras personas.

 La confianza ha de crecer para que florezca la amistad; confianza que sólo brota cuando paulatinamente descubrimos nuestro yo interior a los demás. Hasta que no estemos dispuestos a abrirnos a los demás, nunca podrán los demás saber quiénes somos realmente y lo que de verdad nos preocupa.  Algunos de nosotros guarda su yo interior como en una cámara acorazada, hermética e impenetrable, para que otros no vean nuestra soledad ni el miedo que sentimos por dentro. Los murciélagos vuelan buscando una salida, y si no encuentran ninguna, regresan a la oscuridad de su nido.

 El encerramiento en uno mismo hace que crezcan las húmedas sombras del fingimiento, pero los consejos de un amigo nos dan luz y nos hacen volver a la saludable realidad, logrando que, con una sonrisa, nos distanciemos de nuestras flaquezas y errores. Cuando escondemos nuestras cosas de los seres queridos,  vivimos una mentira, nos robamos a nosotros mismos la salud, la cordura y la felicidad. Confiar en los amigos y compartir con ellos nuestros pensamientos más íntimos nos ayuda a resolver esas contradicciones que nos resultan difíciles de soportar y que casi nos han llevado al derrumbe de nuestro ser. Oír sus palabras de comprensión tiene el efecto de hacer que nuestra soledad se termine, de hacer que la vergüenza que podamos sentir se torne en consuelo, de darnos valor para no fingir nunca más.

 Su amor incondicional les autoriza a ser directos en sus consejos porque les preocupa nuestro bienestar, y nada de lo que hagamos puede disminuir el cariño que sienten por nosotros. ¿Es que vamos a  renunciar a confiar en nuestros amigos y enfrentarnos solos al terror de la noche, cuando desnudar nuestras almas hará que no nos sintamos más avergonzados y que podamos recolectar la cosecha que la vida nos promete? ¿Es que vamos a permitir que nuestra anterior falta de sinceridad nos prive de lo único que nos puede sanar? Nuestros amigos, desde fuera, ven nuestros corazones entre  barrotes oxidados ya por el tiempo, y se preguntan a menudo qué se oculta tras éstos. Cuando nos abrimos a ellos con confianza, lo que más odiamos de nosotros mismos, nuestros más íntimos secretos, adquieren una nueva perspectiva, un nuevo mundo en el que habitar. Quizás podamos construir, con nuestras viejas piedras, un camino al jardín de nuestros amigos para que desde allí las flores del nuestro puedan beneficiarse de su preciada agua.

 Los amigos nos apoyan cuando no sabemos el camino y hay en nuestro cielo muchos restos de sueños rotos. Cuando nos amanece demasiado pronto o no llega nunca la tarde, cuando vemos avecinarse las garras un águila al nido donde tenemos a nuestros pequeños, y no queremos huir, la presencia de un amigo disminuye nuestro miedo como disminuye la fresca lluvia la sequedad de la tierra. Tenemos cerca a nuestros  amigos en momentos de adversidad. Ellos nos salvan de la soledad, nos abrazan con su amor, comparten nuestra alegría y nos fortalecen en la batalla que hemos de luchar día a día. Nos sentimos más seguros y fuertes cuando están cerca, porque si el enemigo llega a romper los muros de nuestra fortaleza, estarán con nosotros en la lucha, lado a lado.

 El aislamiento es doloroso, no importa lo cercano que nos encontremos a Dios. El aislamiento que se refugia en una relaciones superficiales, se torna más real. Sin amigos, incluso en una habitación llena de gente nos encontraremos sin esperanza, indefensos y abatidos. Se sirve con otros en el reino del Padre;  nunca es el reino una experiencia solitaria. Encontramos las fuerzas en el hecho de saber que nuestros amigos se preocupan por nosotros y que nunca traicionarán nuestra confianza. Juntos compartimos el camino de la vida y trabajamos en los objetivos que se nos van presentando a medida que vivimos.

 Los estrechos desfiladeros de nuestras mentes están poblados de rocas deslizantes, sueltas por los temblores que las sacuden desde las profundidades. Comienza a salir polvo como si las rocas estuvieran a punto de ocasionar un gran alud; un polvo de muerte oscurece el cielo al nuestro alrededor. Pero se abre, de momento, una gran grieta entre las rocas, ¿hemos encontrado una salida? Esta entrada en la roca nos lleva a mayor profundidad. Cada vez sentimos más terror, pero no hay vuelta atrás, tenemos que seguir caminando en medio de una extraña oscuridad. Nos duelen las rodillas de los golpes que nos estamos dando al caminar a tientas por la cueva. Escuchamos de repente el tenue deslizarse del agua y comenzamos a caminar en esa dirección. Nos acercamos. El agua suena cada vez con mayor fuerzas; ya comenzamos a sentir algunas gotas  en las mejillas. Con el agua ya cubriéndonos hasta el pecho, nos dejamos llevar por la débil corriente hacia una tenue luz que divisamos.

 Cansados, con el agua ya cubriéndonos por completo, nos sumergimos sin saber lo que nos espera y comenzamos a dirigirnos hacia esa luz. Casi inconsciente por los golpes que nos damos con las rocas del túnel y sin aire ya en los pulmones, nos acurrucamos en forma fetal, la corriente nos arrastra cada vez con mayor fuerzas. De momento nos damos cuenta de que se ha formado una cascada que cae a un lago de aguas cristalinas rodeado de montañas desconocidas cubiertas de verde. Ante nosotros, un camino excavado en la piedra nos lleva hasta un verde valle. No sabemos dónde estamos, pero seguimos caminando hasta que por fin, ante nuestros ojos, se divisa, en un campo bañado de sol, la ciudad de nuestros sueños, con muros de cristal y un gran foso de protección. Aquel es nuestro hogar. Un  puente levadizo sujeto por relucientes cadenas baja para que entremos, libres ya de todo temor.

 El Maestro mandó a sus seguidores de dos en dos para que no se sintieran desalentados por la soledad. Sus mejores amigos estaban entre aquellos que amaban a Dios, entre aquellos que estaban dedicados a cumplir con unos propósitos que venían de lo alto, de más allá de las nubes y a buscar sus sueños sin importarles el riesgo. De dos en dos somos más fuerte, como dos al cuadrado, capaces de soportar los vapores ácidos de la vida en nuestras camisas. De dos en dos hacemos la voluntad del Padre y encontramos su hogar tras las lejanas zarzas de los campos. Nos necesitamos los unos a los otros, porque él vive no solamente en nuestros corazones, sino en la mirada de nuestro hermano. La amistad en la tierra revela a Dios y la vida en los mundos celestiales.
 

Citas de El libro de Urantia

   Estos son los ángeles que intentan liberar a los seres inteligentes de sus vínculos con toda artificialidad, intentando al mismo tiempo facilitar el vínculo entre las criaturas de voluntad sobre una base de la comprensión real de uno mismo y de la genuina apreciación mutua.(p.432§5; 39:3.4)

  Intelectual, social y espiritualmente dos criaturas con capacidad moral no duplican  sus potenciales personales de realización universal al vincularse sino que multiplican casi por cuatro sus posibilidades de logro y realización. (p.494 §10; 43:8.11)

 De todas las formas de maldad, ninguna destruye más la condición de la personalidad que la traición y la deslealtad a los amigos de confianza. Al cometer este pecado deliberado, Caligastia distorsionó tan completamente su personalidad que su mente nunca más ha podido recuperar del todo el equilibrio. (p. 754 §4; 67:1.3)

      El crecimiento espiritual se estimula por la vinculación íntima y mutua con otras personas de inclinación religiosa. [...] (p.1094§2; 100:0.2)

      La felicidad y el gozo tienen su origen en la vida interior. No puedes experimentar verdadero regocijo completamente solo. Una vida solitaria resulta fatal para la felicidad. Incluso las familias y la naciones podrán disfrutar más de la vida si la comparten con otras. (p.1220§6; 111:4.7)

      La personalidad no puede desarrollarse bien aislada. El hombre es por naturaleza  una criatura social; le domina el anhelo de relacionarse con otros. Es literalmente verdad que "ningún hombre vive para sí". (p.1227§6; 112:1.16).

      A veces Tomás conseguía permiso de Andrés para marcharse solo por uno o dos días. Pero pronto se dio cuenta de que este proceder no era prudente; pronto descubrió que era mejor, cuando estaba deprimido, aferrarse a su trabajo y quedarse junto a sus compañeros.[...]   (p.1562§5; 139:8.11)

 Muchos nobles impulsos humanos perecen porque no hay nadie que escuche su expresión. En verdad no es bueno que el hombre esté solo. Un cierto  grado de reconocimiento y una cierta cantidad de apreciación resultan esenciales para el desarrollo del carácter humano. Sin el amor genuino del hogar, ningún niño puede lograr el desarrollo pleno de un carácter normal. El carácter es algo más que mente y sentido de lo moral. De todas las relaciones sociales concebidas para  desarrollar el carácter, la más eficaz e ideal es la amistad afectuosa y comprensiva del hombre y la mujer en su estrecha relación mutua y sensata en el matrimonio. [...] (p.1775 §7; 160:2.6)

 Todo ser humano adquiere, tarde o temprano, un cierto concepto de este mundo y una cierta visión del próximo. Ahora bien, es posible, a través del vínculo entre las personas, unificar estos conceptos de la existencia temporal y de las perspectivas eternas. De este modo la mente de uno aumenta sus valores espirituales porque gana mucho del entendimiento del otro. Así pues, los hombres enriquecen su alma aunando sus respectivas posesiones espirituales. De esta manera, también consigue el hombre escapar de la siempre presente tendencia a caer víctima de una visión distorsionada, de un punto de vista con prejuicios y de una estrechez de juicio. El temor, la envidia y el engreimiento únicamente se pueden prevenir mediante el contacto íntimo con otras mentes. [...] (p. 1776§1; 160:2.7)

 El aislamiento tiende a agotar la reserva de energía del alma. El vínculo con los semejantes es esencial para renovar el entusiasmo  por la vida, e indispensable para mantener el valor que se necesita en las batallas como consecuencia del ascenso a niveles superiores del vivir humano. La amistad intensifica el gozo y glorifica los triunfos de la vida. Los vínculos íntimos y afectivos entre los seres humanos tienden a quitarle dolor  al sufrimiento y mucha amargura a las dificultades. La presencia de un amigo aumenta toda belleza y exalta toda bondad. [...] (p.1776 §2; 160:2.8)

 Los vínculos que se establecen entre personas y el mutuo afecto es un eficaz seguro contra el mal. Las dificultades, el dolor, la decepción y el fracaso son más dolorosos y desalentadores cuando se sufren a solas. Estos vínculos no enderezan el mal, pero contribuye a mitigar mucho el golpe. Dijo vuestro Maestro: "Bienaventurados serán los que están de luto", si hay un amigo cerca que los consuele. Hay una inequívoca fuerza en el conocimiento de que vives para el bienestar de otros, y que estos otros, del mismo modo, viven para tu bienestar y adelanto. El hombre languidece en el aislamiento.[...] (p.1776§3;160:2.9)

 "Judas ya no está con vosotros porque se enfrió su amor y porque se negó a confiar en vosotros, sus leales hermanos. ¿Acaso no habéis leído en las Escrituras donde está escrito: 'No es bueno que el hombre esté solo. Ningún hombre vive para sí mismo'? Y también allí donde dice: ¿'el que quiere tener amigos debe mostrarse amigo'? Y ¿acaso no os envié a enseñar de dos en dos, para que no estuvierais solos y no cayerais en la maldad y las tristezas del aislamiento? También sabéis bien que, cuando vivía en la carne, no me permití a mí mismo estar a solas por largos períodos. Desde el comienzo mismo de nuestra vinculación tuve siempre a dos o tres de vosotros constantemente a mi lado o muy cerca de mí, incluso cuando estaba en comunión con el Padre. Confiad, pues, los unos en los otros.[...]" (p.2055§2; 193:3.2)