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ÍNDICE DEL ESTUDIO

Veintiún pasos hacia un despertar espiritual
La sabiduría del Libro de Urantia
de Harry McMullan, III
Traducción de Ángel Sánchez-Escobar

Paso 17: Servimos a los demás



 
 Estamos trabajando juntos con más  iniciativa y entusiasmo para servir a nuestros semejantes de forma duradera, reconociendo que así servimos y honramos al Padre que está en los cielos.

  La fe constituye la base de nuestra vida espiritual, pero se manifiesta en el servicio a los demás. Bajo la guía de Dios, mediante nuestra presencia, cada día se abren los corazones, se inspiran las mentes y hay  personas que se sienten mejor.

 El hecho de vivir en la serenidad de Dios nunca nos impide que realicemos nuestras responsabilidades diarias o seamos indiferentes al necesitado o al que sufre. Sentimos el dolor de un gorrión cuando lo vemos en nuestro patio revolotear herido de muerte. Sentimos el viento de aguanieve soplar sobre las agrietadas mejillas del pescador y oímos como cruje la nieve bajo las botas sangrientas al paso de los soldados. Se nos cae la piel con el leproso, nos duele el corazón con el agricultor cuando el viento y la sequía le hace perder  su cosecha.

 No nos desalentamos por los pocos hermanos a los que podamos ayudar, porque vemos sus necesidades como parte de un  ilimitado escenario de valor eterno en el que Dios, que todo lo sabe, es responsable último de todo.  No cargamos todo el peso del dolor de  la humanidad sobre nosotros, porque no podemos, pero sabemos que hay Alguien cuya sabiduría y poder son suficientes para resolver cada uno de estos problemas y por cuya gracia somos salvos. Pero, que no seamos personalmente responsables del bienestar de otras personas, no nos lleva a ser indiferentes o pasivos ante sus dificultades, sino que libera nuestras mentes de una preocupación inútil sin dejar de hacer todo lo que podamos. Sostenidos por la fe en el Dios que mueve las olas del mar y que reina sobre todas las circunstancias de la vida , pedimos que permita incluso a almas como las nuestras trabajar para construir su reino.

 ¿Para quién debemos vivir si no es para los demás? ¿Es el propósito de la vida depositar grandes tesoros para que los herederos lo derrochen y lo desperdicien? Sólo lo que hacemos por los demás dura, el resto es polvo y cenizas, templos que los saqueadores desvalijan o quedan enterrados bajo la arena del desierto. El puente que construimos, ¿no es para que se cruce? Nuestras posesiones más duradera, nuestros tesoros en los cielos, son solamente aquellas cosas que hacemos por los demás.

 El escenario de la vida no tiene propósito para aquellos que no están ahí, corriendo el telón o diciendo algunas líneas. Si nunca tenemos un papel en esa gran obra de la vida, nos podremos satisfacer como espectadores solamente; es el dar de nosotros lo que nos hace completos. Se acerca el momento de la tarea. Ya nunca más nos sentaremos a esperar a que se nos llame, porque el Padre hablará a cada uno de nosotros para decirnos de qué manera podemos servir mejor en su reino. Miles de millones de habitantes de la tierra padecen infortunios, esperan a alguien con quien compartir sus penas, a alguien que les cure las heridas y sea su hermano. Los que tienen buen corazón sienten las necesidades y el llanto del que sufre, y saben responder con sensatez ayudando de forma duradera, dando fuerzas a estas personas para que se ayuden a sí mismas. Este servicio, al extenderse, hará que perdure la alegría en los rostros de miles de personas.

 Sólo podemos servir de verdad si sentimos amor, porque sin amor nuestros gestos están vacíos, como el tinte de un tejido que se va con el agua. Para conocer nuestra forma de servir a los demás, debemos pedir al Padre que nos muestre nuestro papel en su plan, porque él nos ha asignado una labor específica que se nos desvelará de una manera intuitiva o posiblemente cuando las oportunidades vayan surgiendo. Hasta que no se nos abra la puerta a nuestro servicio, nuestra labor puede parecerse a la otras muchas personas,  pero la mano del Padre nos guiará para que podamos hacer nuestro propio servicio y realizar nuestro destino.

 El servicio es la manifestación de la fe, y la fe es lo que da fuerzas al servicio. Cuanto más fuerte sea nuestra fe, mayor será nuestro deseo de realizar un servicio eficiente y duradero.
 

Citas de El libro de Urantia
 
 Una de las lecciones más importantes que debéis aprender durante vuestra andadura mortal consiste en trabajar en equipo. [...] Hay pocas tareas en el universo para el que sirve en soledad. Cuanto más alto ascendáis, más solos os sentiréis cuando os encontréis, de forma temporal, sin la compañía de vuestros semejantes. (p.312§1; 28:5.14)

 El Servicio  -el servicio con un fin determinado, no la servidumbre- produce la satisfacción más alta y es expresión de la dignidad más divina. El servicio -más servicio, incremento de servicio, servicio difícil, servicio venturoso y finalmente  servicio divino y perfecto- es la meta del tiempo y el destino del espacio. Pero por siempre se alternarán ciclos de esparcimiento con los ciclos de servicio progresivo. [...] (p.316§4; 28:6.17)

 Cuando se aplican las pruebas espirituales de la grandeza, los elementos morales no se desatienden, pero esa calidad de altruismo revelada en la labor desinteresada para el bienestar de tus semejantes en la tierra, en particular de aquellos seres dignos afligidos y con necesidades, es la verdadera medida de la grandeza planetaria.[...]  (p.317§1; 28:6.20)

      Aprenderás que aumentas tu carga y disminuyes tu posibilidad de triunfo si te tomas demasiado en serio. Nada puede tener prioridad sobre la tarea que te corresponde en tu entorno -en este mundo o en el siguiente-. La tarea de preparación para el próximo entorno es muy importante, pero nada iguala la importancia de la tarea del mundo en el que vivas actualmente. Pero aunque la tarea es importante, el yo no lo es. Cuando te sientes importante, pierdes energía por el desgaste en  conservar la dignidad del ego, de manera que queda poca energía para realizar la tarea. La  importancia que uno se da a si mismo en lugar de la importancia que se da a la tarea agota a las criaturas inmaduras; es el elemento del ego el que agota, y no el esfuerzo del logro. Puedes realizar una labor importante si no te das  importancia a ti mismo; podrás hacer varias cosas tan fácilmente como una sola, si te dejas a ti mismo fuera. [...] . (p. 555&5; 48:6.26)

  Y cuando un ser humano encuentra a Dios, junto a una indescriptible sensación de triunfo, experimenta en su alma un estremecimiento al sentirse impulsado a servir por amor y a acercarse a  semejantes suyos de menor percepción espiritual, no para revelar que ha encontrado a Dios, sino más bien para hacer que la eterna bondad que inunda y desborda su propia alma, los renueve y ennoblezca. La verdadera religión conduce al incremento del  servicio social. (1121§6; 102:3.4)

 "Recuerda siempre que Dios no recompensa al hombre por lo que hace sino por lo que es; por tanto, socorre a tus semejantes sin pensar en recompensas. Haz el bien sin pensar en beneficiarte. [...]" (p.1452§3; 131:8.5)

      Cuando Jesús oyó esto, dijo: "Estad pues dispuestos a cumplir con vuestra responsabilidad y seguirme. Haced el bien en secreto; cuando hagáis limosna, que no sepa vuestra mano izquierda lo que hace vuestra derecha. [...]" (p.1577§5; 140:6.11)

      El Maestro se daba perfecta cuenta de que aparecerían en el mundo ciertos resultados sociales como consecuencia de la diseminación del evangelio del reino; pero era su intención que todas estas manifestaciones sociales deseables aparecieran como crecimientos inconscientes e inevitables, o frutos naturales, de la experiencia personal interior de cada uno de los creyentes, de la comunidad espiritual y de la comunión con el espíritu divino que mora en todos los creyentes y los motiva.   (p.1865§2; 170:5.12)

      "Al que tiene, más le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, incluso lo poco que tiene le será quitado. No podéis quedaros quietos en los asuntos del reino eterno. Mi Padre solicita de todos sus hijos que crezcan en la gracia y en el conocimiento de la verdad. Vosotros que conocéis estas verdades debéis rendir cada vez más los frutos del espíritu y manifestar una devoción creciente al servicio desinteresado de aquellos semejantes que os sirven. Y recordad que, cuando ministréis incluso al más humilde de mis hermanos, a mí hacéis ese servicio. [...]" (p.1917§1; 176:3.5)

 Jesús enseñó que el servicio al prójimo es el concepto más elevado de la hermandad de los creyentes espirituales. La salvación debe darse por sentado por los que creen en la paternidad de Dios. La mayor preocupación del creyente no debe ser el deseo egoísta de la salvación personal sino más bien el impulso desinteresado al amor, y por lo tanto al servicio del prójimo así como Jesús amó y sirvió a los hombres mortales.  (p.2017§4; 188:4.9)

      Al ganar almas para el Maestro, no se transformará al hombre y a este mundo con el paso inicial de la compulsión, el deber o las convenciones, sino más bien con el segundo paso de servicio altruista y devoción amorosa a la libertad, que corresponde dar a los seguidores de Jesús cuando salen para atraer a su hermano en el amor y guiarlo espiritualmente hacia el fin más alto y divino de la existencia mortal. El cristianismo incluso ahora está dando voluntariosamente el primer paso, pero la humanidad languidece y tropieza en las tinieblas morales porque hay tan pocos caminantes genuino que den este segundo paso; hay muy pocos seguidores profesos de Jesús que realmente vivan y amen como él enseñó a sus discípulos a vivir, amar y servir.
      La llamada a la aventura de construir una sociedad humana nueva y transformada por medio del renacimiento espiritual de la hermandad en el reino de seguidores de Jesús debería causar a todos los que creen en él una emoción no sentida por los  hombres desde los días en que caminaban por la tierra como sus compañeros en la carne. (p.2084§5-6; 195:10.5-6 )