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ÍNDICE DEL ESTUDIO

Veintiún pasos hacia un despertar espiritual
La sabiduría del Libro de Urantia
de Harry McMullan, III
Traducción de Ángel Sánchez-Escobar

Paso 18: Compartimos nuestra vivencias espirituales con los demás



 Estamos más dispuestos a aceptar tanto el deber como el privilegio de compartir la buena nueva y estamos deseosos de transmitir a nuestros semejantes este conocimiento del amor de Dios.

  Ahora que sabemos quiénes somos, debemos ayudar a los demás a que ellos sepan también quiénes son. Ahora que vivimos en un promontorio de gracia por encima del agitado mar, podemos rescatar al naufrago y despertar al que está dormido. Pero no es suficiente con impartir instrucciones. Los que se están ahogando se resisten a ser liberados de aguas que les son conocidas y raras veces aceptan la cuerda que le arrojamos. Primero, hay que hacerles ver el  valor que tienen para Dios, porque a muchos no les falta el sentimiento de Dios, sino el hecho de considerarse sus hijos e hijas amados.

 Esos que se resisten han colocado, en el corredor que llega hasta sus almas, rocas perfectamente alineadas capaces de despedir el agua de la vida como lo haría una acera con el agua de la lluvia. El alma es receptiva y sensible pero está encerrada, apartada de la vida exterior. Si se golpean, las rocas se asientan con más firmeza todavía, pero si se tiene la paciencia suficiente, se podrá observar que hay hendiduras en el empedrado por las que el espíritu puede transmitir la vida a la agostada alma que está en el interior. Desde lo alto, el Padre envía su amor, en forma de gotas de lluvia que penetran, por las hendiduras más pequeñas, a esos desiertos del alma, revelándose a sí mismo y preparando para la aventura eterna a esos hijos que han renacido.
 No es posible tener encerrado al espíritu de Dios entre muros tan sombríos, porque deshará la humedad con su calor y fulgor. La acción del espíritu interior no puede anularla ni la aflicción ni el odio, porque su potente caudal se mueve a niveles más profundos que esas emociones más superficiales que atraen nuestra atención día a día. Pero, ¿cómo podemos ayudar a los que sólo saben vivir de la manera que siempre lo han hecho, inconscientes de los designios de Dios? ¿Qué llave es capaz de abrir la puerta de su destino? ¿Somos realmente maestros en tallar una bella figura del retorcido tronco? Sin saber de qué manera ha fluido la savia para formar un tronco así, ¿podemos modelar cada gesto, cada rizo del cabello si se nos echa la noche y sólo disponemos de un cortaplumas mal afilado? ¿Quién guiará nuestras manos para que no tallemos la madera por donde tiene su base?  Pero hay una voz en nuestro interior que nos guía y que sabe el justo momento en que tenemos que hablar o callar ante nuestro hermano. Nuestro espíritu habla con el suyo, y si compartimos en el amor, sus cansados ojos podrán desentrañar y recordar, como en un eco, el lugar del que le hablamos.

 El lenguaje que compartimos está menos en las palabras que en nuestro caminar diario con Dios. El amor se ve con mayor claridad en los silenciosos actos de la vida diaria, incluso más que con las palabras, porque, éstas, por sí mismas, son poco convincentes si no mostramos nuestro amor en lo que hacemos; el verdadero afecto surge de nuestra manera de vivir más que de decir.

 Llegará el momento adecuado para que podamos compartir con nuestro hermano lo que hemos aprendido. Nuestro tiempo en la tierra es corto y pasa demasiado rápido, así que debemos actuar en cuanto podamos, porque cada día resta uno menos. No podemos hablar con cada hermano que nos encontremos por la calle, pero cuando el espíritu interior nos guíe, no debemos vacilar. Entonces Dios puede hacer que esa pequeña chispa de vida que salta inesperada se transforme en una gran llama de vida ineludible que abra grandes ventanales hacia los mundos celestiales.

 Padre nuestro, te damos gracias porque podemos compartir tu labor y transmitir lo que tú nos ha dado. Sabemos poco de ti, Padre celestial, pero sabemos que eres el primero en el amor, y que todas las cosas buenas las hace tu espíritu. Sabemos que amas a todos tus hijos y que deseas estar en comunión con cada uno de ellos como lo estás con nosotros. Guíanos y ayúdanos a traer tu reino aquí a la tierra. Dirígenos para que podamos servir a nuestros hermanos de forma efectiva y duradera para que no te fallemos. Ábrenos a las vías del espíritu para que lo que digamos les sea útil, tenga verdad y les irradie amor. Te amamos, Padre justo. Quédate con nosotros mientras te compartimos con aquellos que menos te conocen.
 

Citas de El libro de Urantia
 
      El desarrollo espiritual depende, en primer lugar, del mantenimiento de un nexo vivo y espiritual  con las verdaderas influencias espirituales, y en segundo término, de la donación continua de los frutos del espíritu, al llevar a nuestros semejantes en nuestro ministerio lo que se ha recibido de los benefactores espirituales. [...] (p.1095§5; 100:2.1)

      "Dejad que os exponga esta verdad eterna de forma categórica: si vosotros, al colaborar con la verdad, aprendéis a dar ejemplo con vuestras vidas de esta hermosa y recta plenitud, vuestros semejantes os seguirán entonces para tener lo que vosotros habéis conseguido. La medida en la que los que buscan la verdad se sienten atraídos hacia vosotros representa la medida de vuestra dotación de la verdad, de vuestra rectitud. El esfuerzo que tengáis que hacer para llegar a la gente con vuestro mensaje es, en cierto modo, la medida de vuestro fracaso para vivir una vida plena o recta, una vida en colaboración con la verdad". (p.1726§2 155:1.5)

 "¿Estáis temerosos, buscáis la comodidad, la facilidad? ¿Tenéis miedo de confiar vuestro futuro en las manos del Dios de la verdad, cuyos hijos sois vosotros? ¿Acaso no confiáis en el Padre, cuyos hijos sois vosotros? ¿Volveréis al fácil camino de la seguridad y de la quietud intelectual de la religión basada en la tradición, o bien os prepararéis para avanzar conmigo en el incierto y atribulado futuro de proclamar las nuevas verdades de la religión del espíritu, del reino del cielo en el corazón de los hombres?" (p.1730§1;155:5.13)

 "El que quiera seguirme, que se olvide de sí mismo, que cargue con su responsabilidad diaria y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida egoístamente, la perderá, pero el que pierda la vida por causa mía y por el evangelio, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿Qué daría un hombre a cambio de la vida eterna? No os avergoncéis de mí y de mis palabras en esta generación pecaminosa e hipócrita, así como yo no me avergonzaré de reconoceros  cuando aparezca en gloria ante mi Padre en la presencia de todas las huestes celestiales. [...]" (p.1760§2; 158:7.5)

      Recordad que estáis encargados de predicar este evangelio del reino -el supremo deseo de hacer la voluntad del Padre combinado con la suprema felicidad de la comprensión mediante la fe de la filiación con Dios- y no debéis permitir que nada desvíe vuestra devoción de este deber único. Que toda la humanidad se beneficie de este flujo de vuestro ministerio espiritual y amoroso, de vuestra comunión intelectual iluminadora, de vuestro servicio social edificante; pero ninguna de estas labores humanitarias, ni todas éstas juntas, debe tomar el lugar de la proclamación del evangelio. Estas formidables ministraciones  son los efectos sociales secundarios de ministraciones incluso más formidables y sublimes y de  transformaciones forjadas en el corazón del creyente del reino por el Espíritu vivo de la Verdad y por la comprensión personal del hecho de que la fe de un hombre nacido del espíritu confiere la certeza de una hermandad viva con el Dios eterno. (p.1931§2; 178:1.11)

      No debéis ser místicos pasivos ni ascetas insulsos; no debéis tornaros soñadores ni vagabundos, que lánguidamente confían en una Providencia ficticia para que les provea incluso sus necesidades vitales. Debéis en verdad ser tiernos en vuestro trato con los mortales que yerran, pacientes en vuestras relaciones con los ignorantes, serenos cuando se os provoque; pero también debéis ser valientes en la defensa de la rectitud, poderosos en la promulgación de la verdad y enérgicos en la predicación de este evangelio del reino, incluso hasta los confines de la tierra. (p.1931§5; 178:1.14)

  No os olvidéis que estáis encargados de salir a predicar sólo la buena nueva. No debéis atacar las viejas costumbres; más bien habéis de mezclar hábilmente la levadura de la nueva verdad en la masa de las antiguas creencias. Dejad que el Espíritu de la Verdad realice su obra. Dejad que la controversia se produzca sólo cuando los que desprecian la verdad os fuercen a ello. Pero cuando os ataca el descreído obstinado, no titubeéis en defender vigorosamente la verdad que os ha salvado y santificado. (p.1932§1; 178:1.16)

 "Id pues por todo el mundo proclamando el evangelio de la paternidad de Dios y de la hermandad de los hombres a todas las naciones y razas, y sed prudentes en vuestra elección de los métodos para presentar la buena nueva a las diferentes razas y tribus de la humanidad. De gracia  habéis recibido de este evangelio del reino, y de gracia daréis la buena nueva a todas las naciones. No temáis la resistencia del mal, porque yo estoy siempre con vosotros, incluso hasta el fin de los tiempos. Y mi paz os dejo". (p.2042§1; 191:4.4)

  A Felipe le dijo: "Felipe, ¿tú me obedeces?" Felipe respondió: "Sí, Señor, te obedeceré incluso con mi vida". Entonces dijo Jesús: "Si quieres obedecerme, ve pues a las tierras de los gentiles y proclama este evangelio. Los profetas te han dicho que obedecer es mejor que sacrificar. Por la fe has llegado a ser un hijo del reino que conoce a Dios. Tan sólo existe una ley que se ha de obedecer: y esa es, el mandamiento de salir a proclamar el evangelio del reino. Deja de temer a los hombres; no tengas temor de predicar la buena nueva de la vida eterna a semejantes tuyos que languidecen en las tinieblas y están sedientos de la luz de la verdad. [...]" (p.2049 §2; 192:2.11)