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ÍNDICE DEL ESTUDIO

Veintiún pasos hacia un despertar espiritual
La sabiduría del Libro de Urantia
de Harry McMullan, III
Traducción de Ángel Sánchez-Escobar

Paso 2: Creímos en Dios


 Comenzamos a creer en Dios, y que él, como Padre espiritual y Amigo amoroso, mora en nosotros.

 Sin Dios, que está en los cielos, ni la tierra ni todo lo que habita en ella tendría significado alguno, ¿dónde está Él para que podamos creer? ¿Dónde estás, Padre, todos estos años sin saber de ti, tantos años de búsqueda sin poderte encontrar? ¿Es que estaba nuestro corazón demasiado apegado a lo superficial y no te buscamos con todo nuestro corazón? ¿Es que esperaste a que nuestras dudas disminuyeran, hasta que nuestros pensamientos egoístas se sosegaran y nos mostraran ese lugar que siempre habías ocupado?

 Una vez que hemos creído en ti y en tu amor, te hemos encontrados en nuestros corazones. Te paseas sobre las nubes; conoces nuestros caminos  y sus porqués, y anhelas conversar con nosotros, tus hijos. Sentimos tu presencia a nuestro lado cuando deambulamos por sendas montañosas, pero sabemos que sólo en el silencio de nuestras almas podemos verdaderamente encontrarte.

 Quizás le hayamos conocido de repente, como el rayo que golpea al olmo que crece solitario al viento de una colina; o quizás de manera paulatina, como esa niebla que se escapa tranquila de un lago de  montaña. Dios habló a Pablo en la luz y la ceguera, a otros de forma sencilla como la última hoja de otoño ante las primeras  nieves. Dios está presente en el aire que respiramos y en cada uno de esos rayos que vemos  en las noches estrelladas, pero hasta que no lo encontremos en nuestras almas, tienen poco significado estas señales que observamos en la naturaleza.

 El Dios de los universos vive en una gloria incognoscible, pero tiene su segundo hogar en el humilde corazón de los hombre. Hasta que no le conozcamos, el Padre mora en la oscuridad de nuestro propia inconsciencia, silencioso como el ligero batir de alas de palomas en el lejano horizonte. Pero, tened en cuenta, que en nuestra misma sombra, detrás de nuestra puerta, lejos de los ruidos de la vida, su presencia siempre estará presente para aquellos que la buscan en cualquier momento y en cualquier lugar. Con la mente serena y atenta, sentimos su espíritu obrar siempre en el amor. Sus brazos nos reconfortan en el terror de la noche, y sus labios acarician nuestras mejillas con un beso mañanero. Su amor, como una melodía, queda flotando con los primeros rayos de la mañana, levantándonos el ánimo ante el nuevo día.

 Creer en Dios abre vías de fe por las que brota una energía universal que sana nuestras emociones, hace renacer nuestras esperanzas y alienta nuestras almas. Un poder que viene de lo alto infunde nuestras vidas, un poder, que apenas  intuíamos antes, se derrama copiosamente sobre nosotros. La vida adquiere un nuevo color, una nueva textura, más brillante y con mayor significado a medida que, en las cosas más comunes, comienzan a revelarse los signos de su propósito eterno. Los sucesos que percibíamos desordenados y  productos del azar nos muestran la intercesión armoniosa y  amorosa de la mano del Padre. Estamos aprendiendo a seguir nuestros impulso espirituales y a disfrutar haciendo lo que es correcto, porque a medida que lo hacemos, la verdad se revela y vemos el rostro de Dios.

 En nuestros corazones, creemos cada vez con mayor convicción que Dios tiene una tarea para nosotros, una gran tarea, un singular papel en el escenario universal, que dará aliento a nuestros cansados corazones como parte del inmenso universo que nos rodea. Anhelamos estar a su servicio, oír y prestar atención a las indicaciones del Director Supremo. Conocemos demasiado bien nuestras torpezas y nuestro aletargamiento, pero también conocemos a un Alguien todopoderoso cuya grandeza absorbe nuestras necesidades. Creador, haz que seamos más sensibles a tu guía generosa.
 

Citas de El libro de Urantia

      El amor del Padre distingue de forma absoluta a todo ser personal como hijo único del Padre Universal, un hijo que no tiene igual en el infinito, una criatura de voluntad irremplazable para toda la eternidad. El amor del Padre glorifica a cada hijo de Dios, iluminando a cada miembro de la familia celestial, perfilando con nitidez la naturaleza singular de cada ser personal frente a los niveles impersonales que se hallan fuera de la vía fraternal del Padre de todos.[...] (p.138§4; 12:7.9)

 Pero no puedes estar tan absolutamente seguro de la realidad de ningún  otro ser como lo puedes estar de la realidad de la presencia de Dios que vive dentro de ti. (p.195§10; 16:9.4)

      Por consiguiente se puede ver que los anhelos religiosos y los impulsos espirituales no son de una naturaleza que simplemente lleve a los  hombres a querer creer en Dios, sino más bien de una naturaleza y poder que imprimen profundamente en los hombres la convicción de que deben creer en Dios. El sentido del deber evolutivo y de las obligaciones que resultan de estar iluminados por la revelación producen una impresión tan profunda sobre la naturaleza moral del hombre, que éste acaba por alcanzar esa condición mental y esa actitud del alma en la que llega a la conclusión de que no tiene derecho a no creer en Dios. La sabiduría más elevada y suprafilosófica de una  persona así iluminada y disciplinada instruye en último término que dudar de Dios o desconfiar de su bondad equivaldría a traicionar la cosa más real y más profunda que hay dentro de la mente y del alma humana: al Modelador divino. (p.1105§4; 101:1.7)

      Dios es tan real y absoluto que no podemos tener evidencia de su realidad infinita mediante pruebas materiales o demostraciones milagrosas. Siempre lo conoceremos porque confiamos en él, y nuestra creencia en él se basa totalmente en nuestra participación personal en las manifestaciones divinas de su realidad infinita.
      El Modelador del Pensamiento interior, de forma indefectible, suscita en el alma del hombre una sed auténtica de perfección a la vez que una inmensa curiosidad que sólo puede satisfacerse de forma idónea en la comunión con Dios, con la divina fuente de ese Modelador. El alma sedienta  del hombre se niega a satisfacerse con algo que sea menos que la realización personal del Dios vivo. (p.1119§4-5; 102:1.5-6)

        De Dios, la más ineludible de todas las presencias, el más real de todos los  hechos, la más vital de todas las verdades, el más amoroso de todos los amigos y el más divino de todos los ideales, tenemos derecho a estar más ciertos que de cualquier otra vivencia en el universo. (p.1127§4; 102:7.10)

      Los hombres se olvidan con demasiada frecuencia de que Dios constituye la más grande vivencia en la existencia humana. Las demás vivencias tienen límites en cuanto a su naturaleza y contenido, pero la vivencia de Dios no tiene límites excepto los impuestos por la capacidad de comprensión de la criatura, y esta misma vivencia aumenta por sí misma dicha capacidad. Cuando los hombres buscan a Dios, lo buscan todo. Cuando encuentran a Dios lo han encontrado todo. [...] (p.1289§2; 117:6.9)

 Mientras permanecían en Amatus, Jesús pasaba mucho tiempo con los apóstoles instruyéndoles sobre el nuevo concepto de Dios; una y otra vez les repitió que Dios es un padre, y no un contable grande y supremo ocupado principalmente en asentar en los libros a sus errados hijos de la tierra, computando sus pecados y maldades para usarlos luego contra ellos cuando, con posterioridad, constituyera el tribunal como justo Juez de toda la creación. [...] (p.1590§4; 141:4.1)

 Cuando el Maestro hubo hablado así, miró el rostro de Tomás y dijo: "Y tú, Tomás, que dijiste que no creerías a menos que me vieras y pusieras el dedo en las señales de los clavos en mis manos [...] ¿qué dirás a tus hermanos? Reconocerás la verdad, porque ya en tu corazón tu habías comenzado a creer, incluso cuando afirmabas tan rotundamente tu falta de creencia. Tus dudas, Tomás, siempre se afirman con mayor persistencia en el momento mismo en que están por derrumbarse. Tomás, te ruego que no te falte la fe sino que creas; y yo sé que creerás con todo tu corazón".(p.2043§2; 191:5.4)