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ÍNDICE DEL ESTUDIO

Veintiún pasos hacia un despertar espiritual
La sabiduría del Libro de Urantia
de Harry McMullan, III
Traducción de Ángel Sánchez-Escobar

Paso 6: Pedimos a los demás que nos perdonaran



 Sin tener en cuenta el coste emocional o económico que resultara, pedimos perdón a todos los que hicimos daño e hicimos lo mejor que pudimos para restituirles por completo, excepto en aquellos casos en los que al hacerlo podíamos haberles ocasionado algún daño mayor.

 Sólo raras veces resulta suficiente con admitir ante un amigo cercano o un consejero, o incluso ante el mismo Dios, que hemos hecho daño a alguien, y quedarnos ahí. Casi siempre, debemos acercarnos a la personas que le provocamos este daño, reconocer lo que hicimos, decirle cuánto lo sentimos e intentar arreglar la situación -devolverle a su situación anterior-. Al menos que rectifiquemos la situación en la medida en la que podamos, nos engañaremos a nosotros mismos imaginando que nuestro arrepentimiento  es genuino.

 Pedir el perdón de Dios y quedarnos ahí es ignorar las consecuencias reales de nuestras reprobables acciones -robo de dinero, malintencionada injuria contra la reputación de otra persona, cualquiera que sea el daño que hicimos-. Este mundo material existe en un continuo sin ruptura con el mundo espiritual; por tanto, nuestras acciones deben validar la condición espiritual que aspiramos tener. Nuestra trayectoria espiritual no es sincera si desatendemos o evitamos nuestra obligaciones terrenales con respecto a los hermanos que hicimos daño.

 A medida que el suceso se aleja en el tiempo y en la memoria, más difícil  nos puede resultar  expresar nuestro pesar, aunque no por ello disminuya nuestra necesidad. Pedir perdón es un acto de humildad, un reconocimiento de que fuimos débiles, falibles, malintencionados o desconsiderados. Pedir perdón hace que nuestra conciencia se despeje ante Dios, quita el obstáculo del camino hacia la paz interior que buscamos y restablece nuestra relación con la persona a la que hicimos mal.

 No podemos controlar el hecho de que la persona a la que hicimos daño quiera o no aceptar nuestras disculpas. Dios no nos pide que supliquemos que se acepten, sólo que sinceramente pidamos perdón e intentemos tener un propósito de enmienda. A partir de ahí, no podemos hacer nada más.

 Al realizar las enmiendas, debemos dar el beneficio de la duda a la persona que hicimos daño. Por ejemplo, si privamos a alguien de un dinero que le pertenecía, debemos devolvérselo con intereses, y si nos resulta imposible devolverle el dinero enseguida, debemos realizarlo con pagos regulares, no basados en nuestra conveniencia, sino en lo que tengamos disponible, sólo reteniendo lo necesario para mantenernos a nosotros mismos y completar toda la devolución.

 En algunas situaciones, sin embargo, pedir disculpas y realizar las enmiendas puede empeorar la situación. Un esposo o esposa que confiesa su infidelidad puede que provoque en la  memoria de su cónyuge una imágenes que hagan más difíciles salvar el matrimonio. Por otro lado, si se ha cometido algún delito grave, es aconsejable asesorarse jurídicamente antes de realizar la enmienda. Con la ayuda de Dios, sin embargo, podemos afrontar todo el mal ocasionado de una manera justa y apropiada, sabiendo que nos producirá un gran bien y una mayor libertad espiritual, a pesar de las consecuencias terrenales que puedan acompañar a nuestras desafortunadas acciones.

 El esfuerzo espiritual requerido para realizar la restitución nunca deja de producir recompensas inmediatas. Al quitarnos de encima los viejos temores, al afrontar de forma total y al acabar por repudiar y olvidar los errores de nuestro pasado, comenzamos a sentir desde lo alto una libertad desconocida hasta este momento. Los grilletes de los pecados cometidos pierden su fuerza y nos encontramos libres tanto espiritual como emocionalmente de todo lo que nos encadenaba, con la capacidad de tener confianza en lo que nos depara el futuro. Los errores que habíamos cometidos cesan de ser una amenaza porque ya no competen a nuestro genuino yo, sino a lo que éramos. Dios nos transforma, haciendo que dejemos a un lado nuestro pasado y que continuemos con valentía con nuestras nuevas vidas en el reino.

 Al reparar el daño que hicimos, hemos demostrado nuestra dedicación al reino. Hacer esto nos ha costado un dinero que apenas teníamos o ha resquebrajado el barniz superficial de nuestra ficticia reputación, pero también nos hace comprobar la profundidad de nuestra dedicación a la nueva vida a la que Dios nos ha llamado y nuestra determinación para no dejar que nada se interponga entre nosotros y el Padre espiritual. La vida en el reino no tiene precio material. El Maestro preguntó,"¿Que recompensa dará el hombre por su alma?" Al enmendar el daño causado, somos guiados por una Ley superior y universal, y en el proceso experimentamos una relación más profunda con Dios, que hace todas las cosas nuevas.
 

Citas de El libro de Urantia

 Pero Caín sabía que, como no portaba marca de tribu alguna, la primera tribu de los alrededores que acertara a tropezarse con él lo mataría. El temor, y algún remordimiento, le llevó a arrepentirse. En Caín nunca había morado un Modelador; siempre había tenido una actitud desafiante hacia la disciplina familiar y había despreciado la religión de su padre. Pero en esta ocasión, acudió a Eva, su madre, y le pidió ayuda y dirección espirituales; y al buscar con honestidad la asistencia divina, moró en él un Modelador.[...] (p.849§2; 76:2.8)

 "Imploramos el perdón del Señor por todas nuestras transgresiones contra nuestros semejantes; y exculpamos a nuestro amigo del mal que nos ha hecho. [...]" (p.1448&3; 131:4.5)

 "Cuando te encuentres en el error, no titubees en confesar tu error y sé presto a enmendarlo. [...]"(p.1453&1;131:9.3)

      "Ningún mortal que conozca a Dios y trate de hacer la voluntad divina podrá rebajarse a tiranizar para conseguir riquezas.[...] Toda riqueza así obtenida debe ser restituida a quien le fuera de esta manera robada o a sus hijos y a los hijos de sus hijos." (p.1464§2; 132:5.8

      "Si cualquier porción de tu fortuna se ha obtenido de forma deliberadamente fraudulenta; si alguna parte de tu riqueza se ha acumulado mediante prácticas deshonestas o métodos no equitativos; si tus riquezas provienen de tratos injustos con tus semejantes, apresúrate a restituir todos estos bienes mal habidos a sus legítimos dueños. Haz plena retribución y de este modo limpia tu fortuna de toda riqueza conseguida de forma deshonesta." (p.1465§1; 132:5.12)

 "Y ya sea lo que os costase en las cosas del mundo, cualquiera que sea el precio que paguéis para entrar en el reino del cielo, recibiréis muchas veces más en gozo y progreso espiritual en este mundo, y vida eterna en la era venidera." (p.1537§1; 137:8.14

 "Y después de encontrarse así, el hijo levantó la vista al rostro bañado de lágrimas de su padre y dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y ante tus ojos, ya no soy digno de ser llamado tu hijo'; pero el muchacho no tuvo oportunidad de completar su confesión, porque el padre regocijado dijo a los siervos que en este momento ya llegaban a la carrera: 'Traedle el mejor vestido, el que yo guardé, y vestidle, y poned en su mano el anillo de hijo y buscad sandalias para sus pies'". (p.1852§2; 169:1.9)

 Entonces Zaqueo se subió sobre un taburete y dijo: "Hombres de Jericó, ¡oídme! Tal vez sea yo publicano y pecador, pero el gran Maestro ha venido a morar en mi casa; y antes de que entre, yo os digo que donaré la mitad de mis bienes a los pobres, y a partir de mañana, si algo he recolectado injustamente de algún hombre, le devolveré cuatro veces tanto. Voy a buscar la salvación con todo mi corazón y a aprender a hacer rectitud ante los ojos de Dios". (p.1874§1; 171:6.2)

 "Deberías aprender que incluso la expresión de un pensamiento bueno debe modularse de acuerdo con el estado intelectual y el desarrollo espiritual del oyente. [...]" ( p.1960§2; 181:2.21