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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 120

LA DONACIÓN DE MIGUEL EN URANTIA

 

4. LA ENCARNACIÓN —LA UNIÓN DE DOS EN UNO

1331:1  120:4.1 Y así es como ciertos hijos indignos de Miguel, que habían acusado a su padre-Creador de buscar egoistamente la soberanía, y se habían atrevido a insinuar que el Hijo Creador se mantenía en el poder de manera arbitraria y autocrática debido a la lealtad ciega de las criaturas serviles de un universo engañado, iban a ser callados para siempre y dejados confundidos y desilusionados por la vida de servicio altruista que el Hijo de Dios empezaba ahora como Hijo del Hombre —siempre sometido a "la voluntad del Padre del Paraíso".

1331:2  120:4.2 Pero no os engañéis: aunque Cristo Miguel era verdaderamente un ser de origen dual, no era una personalidad doble. No era Dios en asociación con el hombre, sino más bien Dios encarnado en el hombre, y siempre fue precísamente este ser combinado. El único factor progresivo en esta relación incomprensible fue la comprensión y el reconocimiento conscientes y graduales (por parte de su mente humana) de este hecho de ser Dios y hombre.
1331:3  120:4.3 Cristo Miguel no se volvió paulatinamente Dios. Dios no se volvió hombre en algún momento vital de la vida terrestre de Jesús. Jesús fue Dios y hombre, siempre y para siempre. Este Dios y este hombre eran, y son ahora, uno, igual que la Trinidad del Paraíso compuesta por tres seres es en realidad una Deidad.
1331:4  120:4.4 Nunca perdáis de vista el hecho de que la meta espiritual suprema de la donación de Miguel era realzar la revelación de Dios.

1331:5  120:4.5 Los mortales de Urantia tienen conceptos variados de lo milagroso, pero para nosotros, que vivimos como ciudadanos del universo local, hay pocos milagros, y entre éstos, las donaciones de encarnación de los Hijos del Paraíso son con mucho las más misteriosas. La aparición de un Hijo divino en vuestro mundo por un proceso aparentemente natural, nosotros la consideramos como un milagro _el funcionamiento de unas leyes universales que sobrepasan nuestro entendimiento. Jesús de Nazaret era una persona milagrosa.
1331:6  120:4.6 A través y en el transcurso de esta experiencia extraordinaria, Dios Padre escogió manifestarse como siempre lo hace, — de la manera habitual — de la manera normal, natural y digna de confianza, de la acción divina.


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