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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 123

Los PRIMEROS AÑOS DE LA INFANCIA DE JESÚS

 

3. Los ACONTECIMIENTOS DEL SEXTO AÑO (AÑO 1 a. de J.C.)

1359:2  123:3.1 Con la ayuda de su madre, Jesús ya había dominado el dialecto galileo de la lengua aramea; ahora, su padre empezó a enseñarle el griego. María lo hablaba poco, pero José hablaba bien el griego y el arameo. El libro de texto para estudiar la lengua griega era el ejemplar de las escrituras hebreas —una versión completa de la ley y de los profetas, incluídos los salmos— que les habían regalado a su partida de Egipto. En todo Nazaret sólo había dos ejemplares completos de las escrituras en griego, y la posesión de uno de ellos por parte de la familia del carpintero hacía de la casa de José un lugar muy solicitado, lo que permitió a Jesús conocer, a medida que crecía, una procesión casi interminable de personas estudiosas serias y de sinceros buscadores de la verdad. Antes de terminar este año, Jesús había asumido la custodia de este manuscrito inestimable, habiéndose enterado el día de su sexto cumpleaños, que el libro sagrado se lo habían regalado los amigos y parientes de Alejandría. Muy poco tiempo después podía leerlo con toda facilidad.

1359:3  123:3.2 La primera gran conmoción en la joven vida de Jesús tuvo lugar cuando aún no tenía seis años. Al chico le parecía que su padre —o al menos su padre y su madre juntos— lo sabían todo. Imaginad pues la sorpresa que se llevó este niño indagador cuando preguntó a su padre la causa de un leve terremoto que acababa de producirse, y oyó que José le respondía: "Hijo mío, en verdad no lo sé". Así empezó una larga y desconcertante cadena de desilusiones, durante la cual Jesús descubrió que sus padres terrestres no eran infinitamente sabios ni omniscientes.
1359:4  123:3.3 El primer pensamiento de José fue decirle a Jesús que el terremoto había sido causado por Dios, pero un instante de reflexión le advirtió que una respuesta semejante provocaría inmediatamente preguntas posteriores aún más embarazosas. Incluso a una edad muy temprana, era muy difícil contestar a las preguntas de Jesús sobre los fenómenos físicos o sociales, diciéndole a la ligera que el responsable era Dios o el diablo. De acuerdo con la creencia predominante del pueblo judío, hacía tiempo que Jesús estaba dispuesto a aceptar la doctrina de los buenos y de los malos espíritus como una posible explicación de los fenómenos mentales y espirituales; pero empezó a dudar muy pronto de que estas influencias invisibles fueran responsables de los acontecimientos físicos del mundo natural.

1359:5  123:3.4 Antes de que Jesús cumpliera los seis años de edad, a principios del verano del año 1 a. de J.C., Zacarías, Isabel y su hijo Juan vinieron a visitar a la familia de Nazaret. Jesús y Juan disfrutaron mucho durante esta visita, la primera que podían recordar. Aunque los visitantes sólo pudieron quedarse unos días, los padres hablaron de muchas cosas, incluyendo los planes para el futuro de sus hijos. Mientras que estaban ocupados en esto, los chicos jugaban en la azotea de la casa con trozos de madera en la arena, y se divertían juntos de otras muchas maneras, como hacen los niños.

1359:6  123:3.5 Después de conocer a Juan, que venía de los alrededores de Jerusalén, Jesús empezó a manifestar un interés extraordinario por la historia de Israel y comenzó a preguntar con mucho detalle por el significado de los ritos del sábado, los sermones de la sinagoga y las fiestas conmemorativas periódicas. Su padre le explicó el significado de todas estas celebraciones. La primera era la fiesta de la iluminación, a mediados del invierno, que duraba ocho días; la primera noche encendían una candela, y cada noche siguiente añadían una nueva. Con esto se conmemoraba la consagración del templo, después de que Judas Macabeo restaurara los oficios mosaicos. A continuación venía la celebración de Purim, a principios de la primavera, la fiesta de Ester que liberó a Israel. Luego seguía la solemne Pascua, que los adultos celebraban en Jerusalén siempre que era posible, mientras que en el hogar los niños debían recordar que no se podía comer pan con levadura en toda la semana. Más tarde venía la fiesta de los primeros frutos, la recogida de la cosecha; y por último la más solemne de todas, la fiesta del año nuevo, el día de la expiación. Algunas de estas celebraciones y ceremonias eran difíciles de comprender para la joven mente de Jesús, pero las examinó con seriedad, y luego participó con gran alegría en la fiesta de los tabernáculos, el período de las vacaciones anuales de todo el pueblo judío, la época en que acampaban en cabañas hechas con ramajes y se entregaban al júbilo y a los placeres.

1360:1  123:3.6 Durante este año, José y María tuvieron dificultades con Jesús a propósito de sus oraciones. Insistía en dirigirse a su Padre celestial como si estuviera hablando con José, su padre terrenal. Este abandono de las formas más solemnes y reverentes de comunicación con la Deidad era un poco desconcertante para sus padres, especialmente para su madre, pero no podían persuadirlo para que cambiara; recitaba sus oraciones tal como le habían enseñado, después de lo cual insistía en tener "una pequeña charla con mi Padre que está en los cielos".
1360:2  123:3.7 En junio de este año, José cedió el taller de Nazaret a sus hermanos y empezó formalmente a trabajar como constructor. Antes de terminar el año, los ingresos de la familia se habían más que triplicado. La familia de Nazaret nunca más conoció el apuro de la pobreza hasta después de la muerte de José. La familia creció cada vez más y gastaron mucho dinero en estudios complementarios y en viajes, pero los ingresos crecientes de José siempre se mantuvieron a la altura de los gastos en aumento.
1360:3  123:3.8 Durante los pocos años que siguieron, José hizo trabajos considerables en Caná, Belén (de Galilea), Magdala, Naín, Séforis, Cafarnaum y Endor, así como muchas construcciones en Nazaret y sus alrededores. Como Santiago había crecido lo suficiente como para ayudar a su madre en los quehaceres domésticos y en el cuidado de los niños más pequeños, Jesús se desplazó frecuentemente con su padre a estas ciudades y pueblos vecinos. Jesús era un observador penetrante y adquirió muchos conocimientos prácticos en estos viajes lejos de su hogar; guardaba asíduamente los conocimientos relacionados con el hombre y su manera de vivir en la tierra.

1360:4  123:3.9 Este año Jesús hizo grandes progresos para adaptar sus sentimientos enérgicos y sus impulsos vigorosos a las exigencias de la cooperación familiar y de la disciplina del hogar. María era una madre amorosa pero bastante estricta en la disciplina. Sin embargo, en muchos aspectos, José era el que ejercía el mayor control sobre Jesús, porque solía sentarse con el muchacho y le explicaba íntegramente las razones reales y subyacentes por las cuales era necesario disciplinar los deseos personales para contribuir al bienestar y la tranquilidad de toda la familia. Cuando se le explicaba la situación, Jesús siempre cooperaba inteligente y voluntariamente con los deseos paternos y las reglas familiares.

1360:5  123:3.10 Cuando su madre no necesitaba su ayuda en la casa, Jesús dedicaba una gran parte de su tiempo libre a estudiar las flores y las plantas durante el día, y las estrellas por la noche. Mostraba una tendencia molesta a permanecer acostado de espaldas contemplando con admiración el cielo estrellado, mucho después de la hora habitual de acostarse en esta casa bien organizada de Nazaret.

 

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