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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 125

JESÚS EN JERUSALÉN

 

1. JESÚS VISITA EL TEMPLO

1378:3  125:1.1 A Jesús le disgustó y le repugnó el espíritu de irreverencia que observó en todos los patios del templo que recorrió. Estimaba que la conducta de las multitudes en el templo no era consecuente con el hecho de estar presentes en "la casa de su Padre". Pero recibió el mayor golpe de su joven vida cuando su padre lo acompañó al patio de los gentiles, donde la jerga ruidosa, las voces y las maldiciones se mezclaban indiscriminadamente con el balido de las ovejas y la cháchara ruidosa que revelaba la presencia de los cambistas y de los vendedores de animales para los sacrificios y otras mercancías diversas.
1378:4  125:1.2 Pero por encima de todo, su sentido de lo adecuado se vió ultrajado al observar las frívolas cortesanas que se pavoneaban por este recinto del templo, iguales a las mujeres repintadas que había visto tan recientemente en una visita a Séforis. Esta profanación del templo suscitó toda su indignación juvenil y no titubeó en expresárselo claramente a José.
1378:5  125:1.3 Jesús admiraba la atmósfera y el servicio del templo, pero le disgustaba la fealdad espiritual que observaba en el rostro de tantos adoradores irreflexivos.
1378:6  125:1.4 A continuación descendieron al patio de los sacerdotes, bajo el borde rocoso delante del templo, donde estaba el altar, para observar la matanza de los rebaños de animales y las abluciones en la fuente de bronce para lavar la sangre de las manos de los sacerdotes que oficiaban la masacre. El pavimento manchado de sangre, las manos ensangrentadas de los sacerdotes y el gemido de los animales agonizantes sobrepasaron lo que podía soportar este muchacho amante de la naturaleza. El terrible espectáculo descompuso a este joven de Nazaret; se agarró al brazo de su padre y le rogó que lo sacara de allí. Regresaron atravesando el patio de los gentiles; incluso las risas groseras y las bromas profanas que escuchó allí fueron un alivio después de lo que acababa de presenciar.
1379:1  125:1.5 José vió cuánto habían afectado a su hijo los ritos del templo y lo llevó sabiamente a ver "la hermosa puerta", la puerta artística hecha con bronce corintio. Pero Jesús ya había visto bastante para esta primera visita al templo. Regresaron al patio superior en busca de María y caminaron durante una hora al aire libre, lejos del gentío, mirando el palacio Asmoneo, la residencia imponente de Herodes y la torre de los guardias romanos. Durante este paseo, José explicó a Jesús que sólo los vecinos de Jerusalén tenían permiso para asistir a los sacrificios diarios del templo, y que los habitantes de Galilea sólo venían al templo tres veces al año para participar en el culto: en la Pascua, en la fiesta de Pentecostés (siete semanas después de la Pascua) y en la fiesta de los tabernáculos en octubre. Estas fiestas habían sido establecidas por Moisés. Analizaron a continuación las dos últimas fiestas establecidas, la de la dedicación y la de Purim. Después regresaron a su alojamiento y se prepararon para celebrar la Pascua.

 

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