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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 125

JESÚS EN JERUSALÉN

 

2. JESÚS Y LA PASCUA

1379:2  125:2.1 Cinco familias de Nazaret habían sido invitadas por la familia de Simón de Betania, o se asociaron a ella, para celebrar la Pascua. Simón había comprado el cordero pascual para todo el grupo. La masacre de un número tan enorme de estos corderos es lo que había afectado tanto a Jesús en su visita al templo. Habían planeado comer la Pascua con los parientes de María, pero Jesús persuadió a sus padres para que aceptaran la invitación de ir a Betania.
1379:3  125:2.2 Aquella noche se reunieron para los ritos de la Pascua, comiendo la carne asada con el pan ázimo y las hierbas amargas. Como Jesús era un nuevo hijo de la alianza, se le pidió que relatara el origen de la Pascua, y lo hizo muy bien, pero desconcertó un poco a sus padres con la inclusión de numerosos comentarios que reflejaban moderadamente las impresiones que habían hecho en su mente joven, pero reflexiva, las cosas que había visto y oído tan recientemente. Éste fue el comienzo de los siete días de ceremonias de la fiesta pascual.
1379:4  125:2.3 Incluso en esta fecha temprana, y aunque no dijo nada a sus padres sobre este asunto, Jesús había empezado a darle vueltas en la cabeza a la idea de si sería adecuado celebrar la Pascua sin sacrificar el cordero. Estaba mentalmente seguro de que este espectáculo de la ofrenda de los sacrificios no complacía al Padre celestial y, con el paso de los años, estuvo cada vez más resuelto a establecer algún día la celebración de una Pascua sin derramamiento de sangre.
1379:5  125:2.4 Jesús durmió muy poco aquella noche. Su descanso se vio enormemente alterado por pesadillas de matanzas y sufrimientos. Tenía la mente aturdida y el corazón desgarrado por las inconsistencias y el carácter absurdo de la teología de todo el sistema ceremonial judío. Sus padres durmieron poco también. Estaban bastante desconcertados por los acontecimientos del día que acababa de terminar. Tenían el corazón completamente trastornado por la actitud del muchacho, que les parecía extraña y decidida. María estuvo nerviosamente agitada durante la primera parte de la noche, pero José permaneció tranquilo, aunque también estaba perplejo. Los dos temían hablar francamente con el joven de estos problemas, aunque Jesús hubiera conversado gustosamente con sus padres si se hubieran atrevido a estimularlo.
1379:6  125:2.5 Los oficios del día siguiente en el templo fueron más aceptables para Jesús y contribuyeron mucho a mitigar los recuerdos desagradables del día anterior. A la mañana siguiente, el joven Lázaro se hizo cargo de Jesús y empezaron a explorar sistemáticamente Jerusalén y sus alrededores. Antes de terminar el día, Jesús había descubierto los diversos lugares alrededor del templo donde se daban conferencias de enseñanza y respondían a las preguntas de los asistentes; aparte de algunas visitas al santo de los santos, donde se preguntaba maravillado qué había realmente detrás del velo de separación, la mayor parte del tiempo la pasó alrededor del templo en las conferencias de enseñanza.
1380:1  125:2.6 Durante toda la semana de la Pascua, Jesús ocupó su lugar entre los nuevos hijos del mandamiento; esto significaba que tenía que sentarse fuera de la barrera que separaba a todas las personas que no tenían la plena ciudadanía de Israel. Como se le recordaba de esta manera lo joven que era, se contuvo y no hizo todas las preguntas que se amontonaron en su mente; al menos se contuvo hasta que terminó la celebración de la Pascua y se levantaron las restricciones que se habían impuesto a los jóvenes recién consagrados.

1380:2  125:2.7 El miércoles de la semana de la Pascua, Jesús fue autorizado a ir a casa de Lázaro para pasar la noche en Betania. Aquella noche, Lázaro, Marta y María escucharon a Jesús disertar sobre las cosas temporales y eternas, humanas y divinas, y desde aquella noche los tres lo amaron como si hubiera sido su propio hermano.
1380:3  125:2.8 Al final de la semana, Jesús vio menos a Lázaro porque éste ni siquiera podía entrar en el círculo exterior de las discusiones del templo, aunque asistió a algunos discursos públicos que se pronunciaron en los patios exteriores. Lázaro tenía la misma edad que Jesús, pero en Jerusalén, los jóvenes eran admitidos raramente a la consagración de los hijos de la ley antes de que cumplieran los trece años de edad.
1380:4  125:2.9 Durante la semana de la Pascua, los padres de Jesús encontraron repetidas veces a su hijo sentado a solas y profundamente pensativo, con su joven cabeza entre las manos. Nunca lo habían visto comportarse de esta manera y estaban dolorosamente perplejos, sin saber hasta qué punto la confusión reinaba en su mente y la perturbación en su espíritu, a causa de la experiencia que estaba atravesando; no sabían qué hacer. Se alegraban de que terminara la semana de la Pascua y deseaban ver a su hijo, que actuaba de manera extraña, felizmente de regreso en Nazaret.
1380:5  125:2.10 Día tras día, Jesús volvía a pensar en todos sus problemas. Al final de la semana ya había efectuado muchos ajustes; pero cuando llegó la hora de regresar a Nazaret, su joven mente aún hervía de perplejidad y estaba acosada por un montón de preguntas sin respuestas y de problemas sin resolver.
1380:6  125:2.11 Antes de que José y María partieran de Jerusalén, tomaron las medidas oportunas, en compañía del maestro de Jesús en Nazaret, para que Jesús regresara a Jerusalén cuando cumpliera los quince años, a fin de empezar un largo ciclo de estudios en una de las academias rabínicas más famosas. Jesús acompañó a sus padres y a su profesor en sus visitas a la escuela, pero los tres se entristecieron al observar la indiferencia que aparentaba ante todo lo que hacían y decían. María estaba profundamente apenada por sus reacciones a la visita a Jerusalén, y José enormemente perplejo por los extraños comentarios y la conducta insólita del muchacho.
1380:7  125:2.12 Después de todo, la semana de la Pascua había sido un gran acontecimiento en la vida de Jesús. Había disfrutado de la oportunidad de conocer a decenas de muchachos de su misma edad, candidatos como él a la consagración, y utilizó estos contactos como medio para enterarse de cómo vivía la gente en Mesopotamia, Turquestán y Partia, así como en las provincias más occidentales de Roma. Ya conocía bastante bien cómo se desarrollaba la vida de los jóvenes de Egipto y de otras regiones cercanas a Palestina. En aquel momento había miles de jóvenes en Jerusalén, y el muchacho de Nazaret conoció personalmente y entrevistó de manera más o menos extensa a más de ciento cincuenta. Estaba particularmente interesado por los que venían de Extremo Oriente y de los países lejanos de Occidente. Como resultado de estos intercambios, el joven empezó a sentir el deseo de viajar por el mundo con objeto de aprender cómo trabajaban los diversos grupos de sus contemporáneos para ganarse la vida.

 

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