ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 126 Los DOS AÑOS CRUCIALES
3. EL DECIMOQUINTO AÑO (AÑO 9 d. de J.C.)
1389:4 126:3.1 A mediados de este decimoquinto año —contamos el tiempo de acuerdo con el calendario del siglo veinte, y no según el año judío— Jesús había cogido firmemente las riendas de la administración de los asuntos de su familia. Antes de finalizar este año, sus ahorros casi habían desaparecido, y se encontraron en la necesidad de vender una de las casas de Nazaret que José poseía en común con su vecino Jacobo.
1389:5 126:3.2 Rut, la más pequeña de la familia, nació la noche del miércoles 17 de abril del año 9. En la medida de sus posibilidades, Jesús se esforzó por ocupar el lugar de su padre, consolando y cuidando a su madre durante esta prueba penosa y particularmente triste. Durante cerca de veinte años (hasta que empezó su ministerio público) ningún padre ha podido amar y educar a su hija con más afecto y fidelidad de como Jesús cuidó a la pequeña Rut. Fue igualmente un buen padre para todos los demás miembros de su familia.1389:6 126:3.3 Durante este año, Jesús formuló por primera vez la oración que enseñó posteriormente a sus apóstoles, y que muchos conocen con el nombre de "Padre Nuestro". En cierto modo, fue una evolución del culto familiar; tenían muchas fórmulas de alabanza y diversas oraciones formales. Después de la muerte de su padre, Jesús trató de enseñar a los niños mayores a que se expresaran de manera individual en sus oraciones —como a él tanto le gustaba hacer— pero no podían comprender su pensamiento y retrocedían invariablemente a sus formas de rezar aprendidas de memoria. En este esfuerzo por estimular a sus hermanos y hermanas mayores para que dijeran oraciones individuales, Jesús trató de mostrarles el camino con frases sugerentes; y pronto se descubrió que, sin intención alguna por su parte, todos utilizaban una forma de rezar ampliamente basada en las ideas directrices que Jesús les había enseñado.
1389:7 126:3.4 Al final, Jesús renunció a la idea de que cada miembro de la familia formulara oraciones espontáneas. Una noche de octubre, se sentó cerca de la pequeña lámpara rechoncha, junto a la mesa baja de piedra; cogió una tablilla de cedro pulido de unos cincuenta centímetros de lado, y con un trozo de carboncillo escribió la oración que sería en adelante la súplica modelo de toda la familia.1389:8 126:3.5 Durante este año, Jesús estuvo muy inquieto debido a sus reflexiones confusas. Sus responsabilidades familiares habían alejado, de manera bastante eficaz, toda idea de desarrollar enseguida un plan que se adecuara al mandato recibido en la visita de Jerusalén para que "se ocupara de los asuntos de su Padre". Jesús razonaba, con acierto, que velar por la familia de su padre terrenal debía tener prioridad sobre cualquier otro deber, que mantener a su familia debía ser su primera obligación.
1390:1 126:3.6 En el transcurso de este año, Jesús encontró en el llamado Libro de Enoc un pasaje que le incitó más tarde a adoptar la expresión "Hijo del Hombre" para designarse durante su misión donadora en Urantia. Había estudiado cuidadosamente la idea del Mesías judío y estaba firmemente convencido de que él no estaba destinado a ser ese Mesías. Deseaba intensamente ayudar al pueblo de su padre, pero nunca pensó en ponerse al frente de los ejércitos judíos para liberar Palestina de la dominación extranjera. Sabía que nunca se sentaría en el trono de David en Jerusalén. Tampoco creía que su misión como liberador espiritual o educador moral se limitaría exclusivamente al pueblo judío. Así pues, la misión de su vida no podía ser de ninguna manera el cumplimiento de los deseos intensos y de las supuestas profecías mesiánicas de las escrituras hebreas, al menos no de la manera en que los judíos comprendían estas predicciones de los profetas. Asímismo, estaba seguro de que nunca debería aparecer como el Hijo del Hombre descrito por el profeta Daniel.
1390:2 126:3.7 Pero cuando le llegara la hora de presentarse públicamente como educador del mundo, ¿cómo se llamaría a sí mismo? ¿De qué manera definiría su misión? ¿Con qué nombre lo llamarían las gentes que se pondrían a creer en sus enseñanzas?1390:3 126:3.8 Mientras le daba vueltas a estos problemas en su cabeza, encontró en la biblioteca de la sinagoga de Nazaret, entre los libros apocalípticos que había estado estudiando, el manuscrito llamado "El Libro de Enoc". Aunque estaba seguro que no había sido escrito por el Enoc de los tiempos pasados, le resultó muy interesante, y lo leyó y releyó muchas veces. Había un pasaje que le impresionó particularmente, aquel en el que aparecía la expresión "Hijo del Hombre". El autor del pretendido Libro de Enoc continuaba hablando de este Hijo del Hombre, describiendo la obra que debería hacer en la tierra y explicando que este Hijo del Hombre, antes de descender a esta tierra para aportar la salvación a la humanidad, había cruzado los atrios de la gloria celestial con su Padre, el Padre de todos; y había renunciado a toda esta grandeza y a toda esta gloria para descender a la tierra y proclamar la salvación a los mortales necesitados. A medida que Jesús leía estos pasajes (sabiendo muy bien que gran parte del misticismo oriental incorporado en estas enseñanzas era falso), sentía en su corazón y reconocía en su mente que, de todas las predicciones mesiánicas de las escrituras hebreas y de todas las teorías sobre el libertador judío, ninguna estaba tan cerca de la verdad como esta historia incluída en el Libro de Enoc, el cual sólo estaba parcialmente acreditado; allí mismo y en ese momento decidió adoptar como título inaugural "el Hijo del Hombre". Y esto fue lo que hizo cuando empezó posteriormente su obra pública. Jesús tenía una habilidad infalible para reconocer la verdad, y nunca dudaba en abrazarla, sin importarle la fuente de la que parecía emanar.
1390:4 126:3.9 Por esta época ya tenía decididas muchas cosas relacionadas con su futuro trabajo en el mundo, pero no dijo nada de estas cuestiones a su madre, que seguía aferrada a la idea de que él era el Mesías judío.
1390:5 126:3.10 Jesús pasó ahora por la gran confusión de su época juvenil. Después de haber definido un poco la naturaleza de su misión en la tierra, o sea "ocuparse de los asuntos de su Padre" —mostrar la naturaleza amorosa de su Padre hacia toda la humanidad— empezó a examinar de nuevo las numerosas declaraciones de las escrituras referentes a la venida de un libertador nacional, de un rey o educador judío. ¿A qué acontecimiento se referían estas profecías? Él mismo, ¿era o no era judío? ¿Pertenecía o no a la casa de David? Su madre afirmaba que sí; su padre había indicado que no. Él decidió que no. Pero, ¿habían confundido los profetas la naturaleza y la misión del Mesías?
1391:1 126:3.11 Después de todo, ¿sería posible que su madre tuviera razón? En la mayoría de los casos, cuando en el pasado habían surgido diferencias de opinión, era ella quien había tenido razón. Si él era un nuevo educador y no el Mesías, ¿cómo podría reconocer al Mesías judío si éste aparecía en Jerusalén durante el tiempo de su misión terrestre, y cuál sería entonces su relación con este Mesías judío? Después de que hubiera emprendido la misión de su vida, ¿cuáles serían sus relaciones con su familia, con la religión y la comunidad judías, con el Imperio Romano, con los gentiles y sus religiones? El joven galileo le daba vueltas en su mente a cada uno de estos importantes problemas y los examinaba seriamente mientras continuaba trabajando en el banco de carpintero, ganándose laboriosamente su propia vida, la de su madre y la de otras ocho bocas hambrientas.1391:2 126:3.12 Antes de finalizar este año, María vio que los fondos de la familia disminuían. Transfirió la venta de las palomas a Santiago. Poco después compraron una segunda vaca y, con la ayuda de Miriam, empezaron a vender leche a sus vecinos de Nazaret.
1391:3 126:3.13 Los profundos períodos de meditación de Jesús, sus frecuentes desplazamientos a lo alto de la colina para orar y todas las ideas extrañas que insinuaba de vez en cuando, alarmaron considerablemente a su madre. A veces pensaba que el joven estaba fuera de sí, pero luego dominaba sus temores al recordar que, después de todo, era un hijo de la promesa y, de alguna manera, diferente a los demás jóvenes.
1391:4 126:3.14 Pero Jesús estaba aprendiendo a no expresar todos sus pensamientos, a no exponer todas sus ideas al mundo, ni siquiera a su propia madre. A partir de este año, sus informaciones sobre lo que pasaba por su mente fueron reduciéndose cada vez más; es decir, hablaba menos sobre cosas que las personas corrientes no podían comprender, y que podían conducirle a ser considerado como un tipo raro o diferente de la gente común. Según las apariencias, se volvió vulgar y convencional, aunque anhelaba encontrar a alguien que pudiera comprender sus problemas. Deseaba vivamente tener un amigo fiel y de confianza, pero sus problemas eran demasiado complejos para que pudieran ser comprendidos por sus compañeros humanos. La singularidad de esta situación excepcional le obligó a soportar solo el peso de su carga.