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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 126

Los DOS AÑOS CRUCIALES

 

2. LA MUERTE DE JOSÉ

1388:1  126:2.1 Todo fue bien hasta aquel martes fatal 25 de septiembre, cuando un mensajero de Séforis trajo a esta casa de Nazaret la trágica noticia de que José había sufrido graves lesiones al caerse una grúa de pescante, mientras trabajaba en la residencia del gobernador. El mensajero de Séforis se había detenido en el taller antes de llegar al domicilio de José. Informó a Jesús del accidente de su padre, y los dos juntos fueron a la casa para comunicar la triste noticia a María. Jesús deseaba ir inmediatamente al lado de su padre, pero María no quería saber nada que no fuera salir corriendo para estar junto a su marido. Decidió que iría a Séforis en compañía de Santiago, que por entonces tenía diez años, mientras que Jesús permanecería en la casa con los niños más pequeños hasta su regreso, pues no conocía la gravedad de las heridas de José. Pero José había muerto a consecuencia de sus lesiones antes de que llegara María. Lo trajeron a Nazaret y al día siguiente fue enterrado con sus antepasados.

1388:2  126:2.2 Justo en el momento en que las perspectivas eran buenas y el futuro parecía sonreírles, una mano aparentemente cruel golpeaba al cabeza de familia de Nazaret. Los asuntos de este hogar saltaron en pedazos y todos los planes con respecto a Jesús y su futura educación quedaron destruidos. Este joven carpintero, que acababa de cumplir catorce años, tomó conciencia de que no sólo tenía que cumplir la misión recibida de su Padre celestial, o sea revelar la naturaleza divina en la tierra y en la carne, sino que su joven naturaleza humana tenía que asumir también la responsabilidad de cuidar de su madre viuda y de sus siete hermanos y hermanas —sin contar la que aún no había nacido. Este joven de Nazaret se convertía ahora en el único sostén y consuelo de esta familia tan súbitamente afligida. Así se permitió que sucedieran en Urantia unos acontecimientos de tipo natural que forzaron a este joven del destino a asumir bien pronto unas responsabilidades considerables, pero altamente pedagógicas y disciplinarias. Se convirtió en el jefe de una familia humana, en el padre de sus propios hermanos y hermanas; tenía que sostener y proteger a su madre y actuar como guardián del hogar de su padre, el único hogar que llegaría a conocer mientras estuvo en este mundo.
1388:3  126:2.3 Jesús aceptó de buena gana las responsabilidades que cayeron tan repentinamente sobre él y las asumió fielmente hasta el final. Al menos un gran problema y una dificultad prevista en su vida se habían resuelto trágicamente —ya no se esperaba que fuera a Jerusalén para estudiar con los rabinos. Siempre fue verdad que Jesús "no era el discípulo de nadie". Siempre estaba dispuesto a aprender incluso del niño más humilde, pero su autoridad para enseñar la verdad nunca la obtuvo de fuentes humanas.
1388:4  126:2.4 Aún no sabía nada de la visita de Gabriel a su madre antes de su nacimiento; sólo lo supo por Juan el día de su bautismo, al comienzo de su ministerio público.

1388:5  126:2.5 A medida que pasaban los años, este joven carpintero de Nazaret valoraba cada vez mejor las instituciones de la sociedad y las costumbres de la religión con un criterio invariable: ¿Qué hacen por el alma humana? ¿Traen a Dios más cerca del hombre? ¿Llevan al hombre hacia Dios? Aunque este joven no descuidaba por completo los aspectos recreativos y sociales de la vida, cada vez consagraba más su tiempo y sus energías a dos únicas metas: cuidar a su familia y prepararse para hacer en la tierra la voluntad celestial de su Padre.
1389:1  126:2.6 Este año, los vecinos cogieron la costumbre de dejarse caer por la casa durante las noches de invierno, para escuchar a Jesús tocar el arpa, oír sus historias (pues el muchacho era un excelente narrador) y escuchar cómo leía las escrituras en griego.
1389:2  126:2.7 Los asuntos económicos de la familia continuaron rodando bastante bien, porque disponían de una suma considerable de dinero en el momento de la muerte de José. Jesús no tardó en demostrar que poseía un juicio penetrante para los negocios y sagacidad financiera. Era desprendido, pero moderado, y ahorrativo, pero generoso. Demostró ser un administrador prudente y eficaz de los bienes de su padre.
1389:3  126:2.8 Pero a pesar de todo lo que hacían Jesús y los vecinos de Nazaret para traer alegría a la casa, María, e incluso los niños, estaban llenos de tristeza. José ya no estaba. Había sido un marido y un padre excepcional, y todos lo echaban de menos. Su muerte les parecía aun más trágica cuando pensaban que no habían podido hablar con él o recibir su última bendición.

 

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