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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 126

Los DOS AÑOS CRUCIALES

 

1. SU DECIMOCUARTO AÑO (AÑO 8 d. de J.C.)

1387:1  126:1.1 Este año 8 es, según el calendario, el de su decimocuarto cumpleaños. Había aprendido muy bien a hacer yugos y a trabajar bien con la lona y el cuero. También se estaba convirtiendo rápidamente en un experto carpintero y ebanista. Este verano subía con frecuencia a la cima de la colina, situada al noroeste de Nazaret, para orar y meditar. Gradualmente, se iba haciendo más conciente de la naturaleza de su donación en la tierra.
1387:2  126:1.2 Hacía poco más de cien años que esta colina había sido el "alto lugar de Baal", y ahora se encontraba allí la tumba de Simeón, un santo varón famoso en Israel. Desde la cumbre de la colina de Simeón, Jesús dominaba con la vista todo Nazaret y la región circundante. Divisaba Meguido y recordaba la historia del ejército egipcio que ganó allí su primera gran victoria en Asia; y cómo posteriormente, un ejército semejante derrotó a Josías, el rey de Judea. No lejos de allí podía divisar Taanac, donde Débora y Barac derrotaron a Sísara. En la distancia podía ver las colinas de Dotán donde, según le habían enseñado, los hermanos de José lo vendieron como esclavo a los egipcios. Luego, al volver la vista hacia Ebal y Gerizim, rememoraba las tradiciones de Abraham, Jacob y Abimelec. Así es como recordaba y repasaba en su mente los acontecimientos históricos y tradicionales del pueblo de su padre José.
1387:3  126:1.3 Continuó con sus cursos superiores de lectura bajo la dirección de los profesores de la sinagoga, y también se ocupaba de la educación familiar de sus hermanos y hermanas a medida que iban alcanzando la edad apropiada.
1387:4  126:1.4 A primeros de este año, José empezó a ahorrar los ingresos procedentes de sus propiedades de Nazaret y Cafarnaum, para pagar el largo ciclo de estudios de Jesús en Jerusalén; se había planeado que Jesús iría a Jerusalén en agosto del año siguiente, cuando cumpliera los quince años.
1387:5  126:1.5 Desde los comienzos de este año, José y María tuvieron dudas frecuentes sobre el destino de su hijo primogénito. Era ciertamente un muchacho brillante y amable, pero muy difícil de comprender y muy arduo de sondear; además, nunca había sucedido nada de extraordinario o de milagroso. Su madre, orgullosa, había permanecido decenas de veces en una expectativa sin aliento, esperando ver a su hijo realizar alguna acción milagrosa o sobrehumana; pero sus esperanzas siempre terminaban en una cruel decepción. Todo esto era desalentador e incluso descorazonador. La gente piadosa de aquellos tiempos creía sinceramente que los profetas y los hombres de la promesa demostraban siempre su vocación, y establecían su autoridad divina, realizando milagros y haciendo prodigios. Pero Jesús no hacía nada de esto; por ello, la confusión de sus padres aumentaba sin cesar a medida que consideraban su futuro.
1387:6  126:1.6 El mejoramiento de la situación económica de la familia de Nazaret se reflejaba de muchas maneras en el hogar, especialmente en el aumento del número de tablillas blancas y lisas que se utilizaban como pizarras para escribir; la escritura la efectuaban con un carboncillo. A Jesús también se le permitió reanudar sus clases de música, pues le encantaba tocar el arpa.

1387:7  126:1.7 Se puede decir en verdad que, a lo largo de este año, Jesús "creció en el favor de los hombres y de Dios". Las perspectivas de la familia parecían buenas y el futuro se presentaba resplandeciente.

 

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