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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 128

Los PRIMEROS AÑOS DE LA VIDA ADULTA DE JESÚS

 

6. EL VIGÉSIMO QUINTO AÑO (AÑO 19 d. de J.C.)

1415:1  128:6.1 Este año empezó con toda la familia de Nazaret en buena salud y fue testigo del final de la escolaridad regular de todos los niños, a excepción de algunos trabajos que Marta tenía que hacer para Rut.

1415:2  128:6.2 Jesús era uno de los ejemplares humanos más vigorosos y refinados que habían aparecido en la tierra desde la época de Adán. Su desarrollo físico era espléndido. Su mente era activa, aguda y penetrante —comparada con la mentalidad media de sus contemporáneos, había alcanzado proporciones gigantescas— y su espíritu era en verdad humanamente divino.

1415:3  128:6.3 El estado financiero de la familia se encontraba en las mejores condiciones desde que se liquidaron las propiedades de José. Se habían efectuado los últimos pagos del taller de reparaciones de las caravanas; no debían nada a nadie y, por primera vez en muchos años, contaban con algunos fondos. Por todo ello, y puesto que había llevado a sus otros hermanos a Jerusalén para que participaran en sus primeras ceremonias pascuales, Jesús decidió acompañar a Judá (que acababa de terminar sus estudios en la escuela de la sinagoga) en su primera visita al templo.
1415:4  128:6.4 Fueron a Jerusalén por el valle del Jordán y regresaron por el mismo camino, porque Jesús se temía que podría tener algún problema si atravesaba Samaria con su joven hermano. En Nazaret, Judá ya había tenido varias veces pequeñas dificultades a causa de su carácter impulsivo, unido a sus violentos sentimientos patrióticos.
1415:5  128:6.5 Llegaron a Jerusalén a su debido tiempo e iban de camino para efectuar una primera visita al templo, cuya sola visión había excitado y entusiasmado a Judá hasta lo más profundo de su alma, cuando se encontraron por casualidad con Lázaro de Betania. Mientras Jesús charlaba con Lázaro y trataba de arreglar las cosas para celebrar juntos la Pascua, Judá inició un incidente muy serio para todos ellos. Cerca de allí se encontraba un guardia romano que hizo unos comentarios indecentes sobre una muchacha judía que pasaba en ese momento. Judá enrojeció de indignación y no tardó en expresar su resentimiento por esta descortesía, haciéndolo de manera directa y al alcance del oído del soldado. Los legionarios romanos eran muy sensibles a todo lo que se pareciera a una falta de respeto por parte de los judíos; así pues, el guardia arrestó inmediatamente a Judá. Esto fue demasiado para el joven patriota, y antes de que Jesús pudiera prevenirlo con una mirada de advertencia, ya había dado rienda suelta a una voluble declaración de sentimientos antirromanos reprimidos, lo que no hizo más que empeorar la situación. Judá, con Jesús a su lado, fue llevado de inmediato a la prisión militar.
1415:6  128:6.6 Jesús trató de conseguir una audiencia inmediata para Judá, o bien que lo liberaran a tiempo para poder celebrar la Pascua aquella noche, pero fracasó en sus esfuerzos. Puesto que el día siguiente era un día de "santa asamblea" en Jerusalén, ni siquiera los romanos se atrevían a oir acusaciones contra un judío. En consecuencia, Judá continuó encarcelado hasta la mañana del segundo día después de su arresto, y Jesús permaneció con él en la prisión. No estuvieron presentes en el templo en la ceremonia de recepción de los hijos de la ley como plenos ciudadanos de Israel. Judá no participó en esta ceremonia oficial hasta varios años después, cuando se encontró de nuevo en Jerusalén durante otra Pascua, en conexión con su trabajo de propaganda a favor de los celotes, la organización patriótica a la que pertenecía y en la que era muy activo.
1415:7  128:6.7 A la mañana siguiente de su segundo día en la cárcel, Jesús compareció ante el magistrado militar en nombre de Judá. Presentó sus excusas por la juventud de su hermano y efectuó una exposición aclaratoria, pero juiciosa, de la naturaleza provocativa del incidente que había llevado al arresto de su hermano. Jesús manejó el asunto de tal manera, que el magistrado expresó la opinión de que el joven judío pudiera haber tenido alguna excusa válida que justificara su violenta explosión. Después de advertir a Judá que no se atreviera otra vez a ser culpable de semejante temeridad, dijo a Jesús al despedirlos: "Harías bien en vigilar al muchacho; es capaz de crearos muchos problemas a todos". El juez romano tenía razón. Judá causó muchísimos problemas a Jesús, y siempre eran de la misma naturaleza: encontronazos con las autoridades civiles a causa de sus estallidos patrióticos imprudentes e insensatos.
1416:1  128:6.8 Jesús y Judá se desplazaron hasta Betania para pasar la noche, explicaron por qué no habían acudido a la cena pascual, y al día siguiente salieron para Nazaret. Jesús no contó a la familia el arresto de su joven hermano en Jerusalén, pero unas tres semanas después de su regreso, tuvo una larga conversación con Judá sobre este incidente. Después de esta conversación con Jesús, el mismo Judá contó el suceso a la familia. Nunca olvidó la paciencia y la indulgencia que manifestó su hermano-padre durante toda esta penosa experiencia.
1416:2  128:6.9 Ésta fue la última Pascua en la que Jesús acompañó a un miembro de su propia familia. El Hijo del Hombre iba a desligarse cada vez más de los estrechos lazos que le unían a los de su propia carne y sangre.

1416:3  128:6.10 Este año, sus períodos de profunda meditación fueron interrumpidos a menudo por Rut y sus compañeros de juego. Jesús siempre estaba dispuesto a posponer la consideración de su trabajo futuro para el mundo y el universo, a fin de compartir la alegría infantil y el regocijo juvenil de estos mozalbetes, que nunca se cansaban de escucharle contar las experiencias de sus diversos viajes a Jerusalén. También disfrutaban mucho con sus historias sobre los animales y la naturaleza.
1416:4  128:6.11 Los niños siempre eran bienvenidos al taller de reparaciones. Jesús ponía arena, pedazos de madera y piedras al lado del taller, y los niños acudían en bandadas para entretenerse allí. Cuando se cansaban de sus juegos, los más atrevidos miraban a hurtadillas dentro del taller, y si el dueño no estaba ocupado, se arriesgaban a entrar diciendo: "Tío Josué, sal y cuéntanos un cuento largo". Entonces lo hacían salir tirándole de las manos hasta que se sentaba en su piedra favorita junto a la esquina del taller, con los niños sentados en semicírculo en el suelo delante de él. ¡Cómo disfrutaban estos pequeñuelos con su tío Josué! Aprendían a reirse, y a reirse con ganas. Uno o dos de los más pequeños tenían la costumbre de trepar hasta sus rodillas y se sentaban allí, contemplando embelesados las expresiones de su rostro mientras narraba sus historias. Los niños amaban a Jesús, y Jesús amaba a los niños.
1416:5  128:6.12 A sus amigos les resultaba difícil comprender la amplitud de sus actividades intelectuales, cómo podía pasar de manera tan súbita y completa de las profundas discusiones sobre la política, la filosofía o la religión, a las travesuras alegres y gozosas de estos pequeños de cinco a diez años de edad. A medida que sus propios hermanos y hermanas crecían, a medida que disponía de más tiempo libre y antes de que llegaran los nietos, prestaba una gran atención a estos pequeños. Pero no vivió suficiente tiempo en la tierra como para disfrutar mucho de los nietos.

 


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