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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 130

EN EL CAMINO DE ROMA

 

5. EN LA ISLA DE CRETA

1436:2  130:5.1 Al ir a Creta, los viajeros no tenían otra intención que la de distraerse, pasear por la isla y escalar las montañas. Los cretenses de esta época no disfrutaban de una reputación envidiable entre los pueblos vecinos. Sin embargo, Jesús y Ganid consiguieron que muchas almas realzaran sus niveles de pensamiento y de vida, estableciendo así las bases para la rápida aceptación de las enseñanzas evangélicas posteriores, cuando llegaron los primeros predicadores de Jerusalén. Jesús amaba a estos cretenses, a pesar de las duras palabras que Pablo pronunció más tarde sobre ellos, cuando envió a Tito a la isla para reorganizar sus iglesias.
1436:3  130:5.2 En la ladera de una montaña de Creta, Jesús tuvo su primera larga conversación con Gonod sobre la religión. El padre se quedó muy impresionado y dijo: "No me extraña que el chico se crea todo lo que le dices; pero yo no sabía que tuvieran una religión así en Jerusalén, y mucho menos en Damasco". Fue durante la estancia en esta isla cuando Gonod propuso por primera vez a Jesús que fuera con ellos a la India, y Ganid estuvo encantado con la idea de que Jesús pudiera aceptar este arreglo.
1436:4  130:5.3 Cierto día, Ganid preguntó a Jesús por qué no se había dedicado a enseñar públicamente, y éste le respondió: "Hijo mío, todo debe aguardar su hora. Has nacido en el mundo, pero ninguna cantidad de ansiedad y ninguna manifestación de impaciencia te ayudarán a crecer. En todos estos asuntos hay que darle tiempo al tiempo. Sólo el tiempo hace que la fruta verde madure en el árbol. Una estación sucede a la otra y el atardecer sigue al amanecer únicamente con el paso del tiempo. Ahora estoy camino de Roma con tu padre y contigo, y esto es suficiente por hoy. Mi mañana esta enteramente en las manos de mi Padre celestial". Entonces contó a Ganid la historia de Moisés y de sus cuarenta años de espera vigilante y de preparación contínua.
1436:5  130:5.4 Durante la visita a Buenos Puertos se produjo un incidente que Ganid no olvidó nunca. El recuerdo de este episodio siempre le despertó el deseo de hacer algo para cambiar el sistema de castas de su India natal. Un borracho degenerado estaba atacando a una joven esclava en la vía pública. Cuando Jesús vió el apuro de la muchacha, se abalanzó y alejó a la doncella del asalto del perturbado. Mientras la niña aterrorizada se agarraba a él, Jesús mantuvo al hombre enfurecido a una distancia prudencial con su poderoso brazo derecho extendido, hasta que el pobre tipo se agotó de tanto lanzar golpes furiosos en el aire. Ganid sintió el fuerte impulso de ayudar a Jesús a manejar este incidente, pero su padre se lo prohibió. Aunque no hablaban el idioma de la muchacha, ésta podía entender su acto de misericordia y les manifestó su profunda gratitud mientras los tres la acompañaban hasta su casa. En toda su vida encarnada, probablemente Jesús nunca estuvo tan cerca de pelearse con uno de sus contemporáneos como en esta ocasión. Aquella tarde le costó trabajo hacer entender a Ganid por qué no había golpeado al borracho. Ganid pensaba que este hombre debería haber recibido por lo menos tantos golpes como había dado a la joven.

 


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