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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 134

Los AÑOS DE TRANSICIÓN

 

8. LA ESTANCIA EN EL MONTE HERMÓN

1492:8  134:8.1 Después de pasar algún tiempo en las proximidades de Cesarea de Filipo, Jesús preparó sus provisiones, adquirió una bestia de carga, contrató a un muchacho llamado Tiglat y se dirigió por el camino de Damasco hasta un pueblo conocido en otro tiempo como Beit Jenn, en los cerros al pie del Monte Hermón. Aquí, poco antes de mediados de agosto del año 25, estableció su campamento, dejó sus provisiones al cuidado de Tiglat y ascendió las laderas solitarias de la montaña. Durante este primer día, Tiglat acompañó a Jesús en su subida hasta un punto determinado a unos 2000 metros sobre el nivel del mar, donde construyeron un recipiente de piedra en el que Tiglat tenía que depositar alimentos dos veces por semana.
1493:1  134:8.2 El primer día después de dejar a Tiglat, Jesús sólo había ascendido un corto trayecto de la montaña cuando se detuvo para orar. Entre otras cosas, pidió a su Padre que enviara de vuelta a su serafín guardián para que "acompañara a Tiglat". Solicitó que se le permitiera subir solo hacia su última contienda con las realidades de la existencia mortal, y esta petición le fue concedida. Participó en la gran prueba con la única ayuda y apoyo de su Ajustador interior.

1493:2  134:8.3 Jesús comió frugalmente mientras estuvo en la montaña; sólo se abstuvo de todo alimento un día o dos a la vez. Los seres superhumanos que se enfrentaron con él en esta montaña, con quienes luchó en espíritu y a quienes derrotó en poder, eran reales; eran sus mayores enemigos del sistema de Satania; no eran fantasmas de la imaginación, producidos por los desvaríos intelectuales de un mortal debilitado y hambriento que no pudiera distinguir la realidad de las visiones de una mente enajenada.
1493:3  134:8.4 Jesús pasó las tres últimas semanas de agosto y las tres primeras de septiembre en el Monte Hermón. Durante estas semanas, terminó la tarea mortal de alcanzar los círculos de comprensión mental y de control de la personalidad. Durante todo este período de comunión con su Padre celestial, el Ajustador interior también finalizó los servicios que se le habían asignado. La meta mortal de esta criatura terrestre fue alcanzada allí. Sólo quedaba por consumar la fase final de armonización entre su mente y el Ajustador.
1493:4  134:8.5 Después de más de cinco semanas de comunión ininterrumpida con su Padre del Paraíso, Jesús estuvo absolutamente seguro de su naturaleza y de la certeza de su triunfo sobre los niveles materiales de manifestación de la personalidad en el espacio-tiempo. Creía plenamente en el predominio de su naturaleza divina sobre su naturaleza humana, y no dudó en afirmarlo.

1493:5  134:8.6 Hacia el final de su estancia en la montaña, Jesús pidió a su Padre que se le permitiera celebrar una conferencia con sus enemigos de Satania en su calidad de Hijo del Hombre, como Josué ben José. Esta petición le fue concedida. La gran tentación, la prueba del universo, tuvo lugar durante la última semana en el Monte Hermón. Satanás (en representación de Lucifer) y Caligastia, el Príncipe Planetario rebelde, estaban presentes junto a Jesús y los hicieron plenamente visibles para él. Esta "tentación", esta prueba final de lealtad humana frente a las falsedades de las personalidades rebeldes, no tenía que ver con el alimento, los pináculos del templo o los actos presuntuosos. No tenía que ver con los reinos de este mundo, sino con la soberanía de un poderoso y glorioso universo. El simbolismo de vuestras escrituras estaba destinado a las épocas atrasadas del pensamiento infantil del mundo. Las generaciones siguientes deberían comprender la gran lucha que mantuvo el Hijo del Hombre aquel día memorable en el Monte Hermón.
1493:6  134:8.7 A las numerosas proposiciones y contraproposiciones de los emisarios de Lucifer, Jesús se limitó a responder: "Que prevalezca la voluntad de mi Padre del Paraíso, y a ti, mi hijo rebelde, que los Ancianos de los Días te juzguen divinamente. Soy tu Creador-padre; difícilmente puedo juzgarte con justicia, y ya has despreciado mi misericordia. Te confío a la decisión de los Jueces de un universo más grande".
1494:1  134:8.8 A todos los arreglos y artimañas sugeridos por Lucifer, a todas las proposiciones engañosas relativas a la donación de la encarnación, Jesús se limitó a responder: "Que se haga la voluntad de mi Padre del Paraíso." Cuando la dura prueba terminó, el serafín guardián que se mantenía apartado volvió al lado de Jesús y le aportó su servicio.

1494:2  134:8.9 Una tarde a finales del verano, en medio de los árboles y del silencio de la naturaleza, Miguel de Nebadon ganó la soberanía incontestable de su universo. Aquel día concluyó la tarea establecida para los Hijos Creadores de vivir hasta la saciedad la vida encarnada en la similitud de la carne mortal, en los mundos evolutivos del tiempo y del espacio. Esta proeza importantísima no se anunció al universo hasta el día de su bautismo, meses más tarde, pero en verdad tuvo lugar aquel día en la montaña. Cuando Jesús descendió de su estancia en el Monte Hermón, la rebelión de Lucifer en Satania y la secesión de Caligastia en Urantia estaban prácticamente arregladas. Jesús había pagado el último precio que se le exigía para obtener la soberanía de su universo, que en sí misma regula el estado de todos los rebeldes y determina que toda sublevación futura de este tipo (si llega a producirse jamás) puede ser tratada de manera sumaria y eficaz. En consecuencia, se puede observar que la llamada "gran tentación" de Jesús tuvo lugar algún tiempo antes de su bautismo, y no inmediatamente después.
1494:3  134:8.10 Al final de su estancia en la montaña, mientras Jesús descendía se encontró con Tiglat, que subía para acudir a la cita con los alimentos. Al indicarle que se volviera, solamente le dijo: "El período de descanso ha terminado; tengo que volver a los asuntos de mi Padre". Se mantuvo silencioso y muy cambiado durante el viaje de regreso hacia Dan, donde se despidió del muchacho, regalándole el asno. Luego se dirigió hacia el sur por el mismo camino que había venido, hasta llegar a Cafarnaum.

 

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