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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 134

Los AÑOS DE TRANSICIÓN

 

9. EL PERÍODO DE ESPERA

1494:4  134:9.1 Ahora estaba próximo el final del verano, por la época del día de la expiación y la fiesta de los tabernáculos. El sábado, Jesús tuvo una reunión familiar en Cafarnaum y al día siguiente partió para Jerusalén con Juan, el hijo de Zebedeo, dirigiéndose por el este del lago y Gerasa, y descendiendo por el valle del Jordán. Aunque departió de vez en cuando con su compañero mientras viajaban, Juan notó un gran cambio en Jesús.
1494:5  134:9.2 Jesús y Juan se detuvieron en Betania para pasar la noche con Lázaro y sus hermanas, y a la mañana siguiente salieron temprano para Jerusalén. Estuvieron casi tres semanas en la ciudad y sus alrededores, al menos así lo hizo Juan. Muchos días, Juan fue solo a Jerusalén mientras Jesús deambulaba por las colinas cercanas y se dedicaba a numerosos períodos de comunión espiritual con su Padre celestial.
1494:6  134:9.3 Los dos asistieron a los oficios solemnes del día de la expiación. Juan estaba muy impresionado con las ceremonias de este día importante en el ritual religioso judío, pero Jesús permaneció como un espectador pensativo y silencioso. Para el Hijo del Hombre, este espectáculo resultaba lastimoso y patético. Lo veía todo como una falsa representación del carácter y de los atributos de su Padre celestial. Consideraba los acontecimientos de este día como una parodia de los hechos de la justicia divina y de la verdad de la misericordia infinita. Ardía en deseos de proclamar la auténtica verdad sobre el carácter amoroso y el comportamiento misericordioso de su Padre en el universo, pero su fiel Monitor le advirtió que su hora aún no había llegado. Sin embargo, aquella noche en Betania, Jesús dejó caer numerosos comentarios que perturbaron mucho a Juan, el cual nunca comprendió por completo el verdadero significado de lo que Jesús dijo en la conversación que tuvieron aquella noche.
1495:1  134:9.4 Jesús planeó quedarse con Juan toda la semana de la fiesta de los tabernáculos. Esta fiesta era la festividad anual de toda Palestina, la época de las vacaciones de los judíos. Aunque Jesús no participó en el júbilo de la ocasión, era evidente que le causaba placer y experimentaba satisfacción al contemplar cómo los jóvenes y los viejos se entregaban a la alegría y al gozo.
1495:2  134:9.5 A mediados de la semana de esta celebración y antes de que terminaran las festividades, Jesús se despidió de Juan diciendo que deseaba retirarse a las colinas, donde podría comulgar mejor con su Padre Paradisiaco. Juan hubiera querido acompañarlo, pero Jesús insistió para que se quedara hasta el fin de las festividades, diciendo: "No se te exige que lleves el peso del Hijo del Hombre; sólo el vigilante debe estar en vela mientras la ciudad duerme en paz." Jesús no regresó a Jerusalén. Después de pasar casi una semana solo en las colinas cercanas a Betania, partió para Cafarnaum. Camino del hogar, pasó un día y una noche a solas en las laderas del Gilboa, cerca del lugar donde el rey Saúl se había quitado la vida; cuando llegó a Cafarnaum, parecía más alegre que en el momento de dejar a Juan en Jerusalén.
1495:3  134:9.6 A la mañana siguiente, Jesús fue al arca que contenía sus efectos personales, que se habían quedado en el taller de Zebedeo, se puso su delantal y se presentó al trabajo, diciendo: "Es conveniente que permanezca ocupado mientras espero a que llegue mi hora." Y trabajó varios meses en el astillero, al lado de su hermano Santiago, hasta enero del año siguiente. Después de este período de trabajo con Jesús, Santiago nunca más abandonó real y totalmente su fe en la misión de Jesús, a pesar de las dudas que oscurecían su comprensión de la obra de la vida del Hijo del Hombre.
1495:4  134:9.7 Durante este período final de trabajo en el astillero, Jesús pasó la mayor parte de su tiempo acabando los interiores de algunas grandes embarcaciones. Ponía un gran cuidado en toda su obra manual, y parecía experimentar la satisfacción del logro humano cada vez que terminaba una pieza digna de elogio. Aunque no perdía el tiempo con pequeñeces, era un artesano cuidadoso cuando confeccionaba los detalles esenciales de un encargo determinado.

1495:5  134:9.8 A medida que pasaba el tiempo, llegaron rumores a Cafarnaum sobre un tal Juan que predicaba mientras bautizaba a los penitentes en el Jordán. La predicación de Juan era: "El reino de los cielos está cerca; arrepentíos y sed bautizados." Jesús escuchó estos informes a medida que Juan remontaba lentamente el valle del Jordán desde el vado del río más cercano a Jerusalén. Pero Jesús continuó trabajando construyendo barcas, hasta que Juan llegó río arriba a un lugar cercano a Pella, en el mes de enero del año siguiente, el año 26. Entonces dejó sus herramientas, declarando "Ha llegado mi hora", y poco después se presentó ante Juan para ser bautizado.
1495:6  134:9.9 Un gran cambio se había producido en Jesús. De la gente que había disfrutado de sus visitas y servicios mientras recorría el país de arriba abajo, pocos reconocieron después, en el maestro público, a la misma persona que habían conocido y amado como individuo particular en años anteriores. Había una razón que impedía a sus primeros beneficiarios reconocerlo en su papel posterior como educador público lleno de autoridad: La transformación de su mente y de su espíritu se había estado desarrollando a lo largo de muchos años, y había finalizado durante la permanencia extraordinaria en el Monte Hermón.

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