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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 135

JUAN EL BAUTISTA

 

8. EL ENCUENTRO DE JESÚS Y DE JUAN

1503:4  135:8.1 En el mes de diciembre del año 25, cuando Juan llegó a las proximidades de Pella en su viaje remontando el Jordán, su fama se había extendido por toda Palestina, y su obra se había convertido en el tema principal de conversación de todas las ciudades cercanas al Lago de Galilea. Jesús había hablado favorablemente del mensaje de Juan, lo que hizo que muchos habitantes de Cafarnaum se unieran al culto de arrepentimiento y de bautismo de Juan. Santiago y Juan, los hijos pescadores de Zebedeo, habían ido al vado en diciembre, poco después de que Juan se instalara a predicar cerca de Pella, y se habían ofrecido para ser bautizados. Iban a ver a Juan una vez por semana, y traían a Jesús las noticias directas y recientes de la obra del evangelista.
1503:5  135:8.2 Santiago y Judá, los hermanos de Jesús, habían hablado de ir a ver a Juan para ser bautizados. Ahora que Judá había venido a Cafarnaum para los oficios del sábado, después de escuchar el discurso de Jesús en la sinagoga, tanto él como Santiago decidieron pedirle consejo con respecto a sus planes. Esto sucedía el sábado 12 de enero del año 26 por la noche. Jesús les pidió que aplazaran la discusión hasta el día siguiente, y entonces les daría su respuesta. Durmió muy poco aquella noche, pues estuvo en estrecha comunión con el Padre celestial. Había acordado almorzar con sus hermanos a mediodía y aconsejarles con respecto al bautismo de Juan. Aquel domingo por la mañana, Jesús estaba trabajando como de costumbre en el astillero. Santiago y Judá habían llegado con el almuerzo y lo estaban esperando en el almacén de madera, pues aún no había llegado la hora del descanso de mediodía, y sabían que Jesús era muy formal en estas cuestiones.
1504:1  135:8.3 Poco antes de la pausa de mediodía, Jesús dejó sus herramientas, se quitó su delantal de trabajo y anunció simplemente a los tres trabajadores que estaban con él en el taller: "Ha llegado mi hora." Fue en busca de sus hermanos Santiago y Judá, repitiendo: "Ha llegado mi hora —vamos a ver a Juan." Partieron inmediatamente para Pella, tomándose el almuerzo mientras viajaban. Esto ocurría el domingo 13 de enero. Se detuvieron para pasar la noche en el valle del Jordán y llegaron al lugar donde Juan estaba bautizando hacia el mediodía del día siguiente.

1504:2  135:8.4 Juan acababa de empezar a bautizar a los candidatos del día. Decenas de penitentes formaban cola esperando su turno, cuando Jesús y sus dos hermanos ocuparon su lugar en esta fila de hombres y mujeres sinceros que se habían hecho creyentes en la predicación de Juan sobre el reino venidero. Juan había preguntado por Jesús a los hijos de Zebedeo. Estaba enterado de los comentarios de Jesús sobre su predicación, y día tras día esperaba verlo llegar a aquel lugar, pero no había imaginado encontrarlo en la cola de los candidatos al bautismo.
1504:3  135:8.5 Como estaba absorto con los detalles de bautizar rápidamente a un número tan elevado de conversos, Juan no levantó la vista para ver a Jesús hasta que el Hijo del Hombre estuvo delante de él. Cuando Juan reconoció a Jesús, interrumpió las ceremonias unos momentos mientras saludaba a su primo carnal y le preguntaba: "Pero ¿por qué bajas hasta el agua para saludarme?" Jesús respondió: "Para someterme a tu bautismo." Y Juan replicó: "Pero soy yo quien necesita ser bautizado por ti. ¿Por qué vienes hasta mí?" Y Jesús le susurró a Juan: "Sé indulgente conmigo ahora, pues conviene que demos este ejemplo a mis hermanos que están aquí conmigo, y para que la gente pueda saber que ha llegado mi hora."

1504:4  135:8.6 La voz de Jesús tenía un tono firme y terminante. Juan temblaba de emoción al prepararse para bautizar a Jesús de Nazaret en el Jordán, a mediodía del lunes 14 de enero del año 26. Así fue como Juan bautizó a Jesús y a sus dos hermanos, Santiago y Judá. Y cuando Juan hubo bautizado a los tres, despidió a los demás hasta el día siguiente, anunciando que reanudaría los bautismos al mediodía. Mientras la gente se marchaba, los cuatro hombres, que aún permanecían en el agua, oyeron un sonido extraño, y acto seguido se produjo una aparición durante unos instantes inmediatamente por encima de la cabeza de Jesús, y oyeron una voz que decía: "Éste es mi hijo amado en quien me siento muy complacido." Un gran cambio se produjo en el semblante de Jesús; salió del agua en silencio y se despidió de ellos, dirigiéndose hacia las colinas del este. Nadie lo volvió a ver durante cuarenta días.
1504:5  135:8.7 Juan siguió a Jesús la distancia suficiente como para contarle la historia de la visita de Gabriel a su madre antes de que nacieran los dos, tal como lo había escuchado tantas veces de labios de su madre. Dejó que Jesús continuara su camino, después de haberle dicho: "Ahora sé con seguridad que tú eres el Libertador." Pero Jesús no respondió.

 

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