ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 136 EL BAUTISMO Y Los CUARENTA DÍAS
1. Los CONCEPTOS DEL MESÍAS ESPERADO
1509:3 136:1.1 Los judíos poseían diversas ideas sobre el libertador esperado, y cada una de estas diferentes escuelas de enseñanza mesiánica podía citar pasajes de las escrituras hebreas como prueba de sus argumentos. De manera general, los judíos consideraban que su historia nacional empezaba con Abraham y culminaría con el Mesías y la nueva era del reino de Dios. En los siglos anteriores habían concebido a este libertador como "el siervo del Señor", luego como "el Hijo del Hombre", mientras que más recientemente, algunos incluso habían llegado a referirse al Mesías como el "Hijo de Dios". Pero, que le llamaran "la simiente de Abraham" o "el hijo de David", todos estaban de acuerdo en que tenía que ser el Mesías, el "ungido". Así pues, el concepto evolucionó desde "siervo del Señor" a "hijo de David", y de "Hijo del Hombre" a "Hijo de Dios".
1509:4 136:1.2 En los tiempos de Juan y de Jesús, los judíos más cultos habían desarrollado la idea del Mesías venidero como que sería un israelita perfeccionado y representativo, que reuniría en sí mismo como "siervo del Señor" el triple cargo de profeta, sacerdote y rey.
1509:5 136:1.3 Los judíos creían devotamente que, al igual que Moisés había liberado a sus padres de la esclavitud egipcia mediante prodigios milagrosos, el Mesías esperado liberaría al pueblo judío de la dominación romana mediante milagros de poder aún más grandes y maravillas de triunfo racial. Los rabinos habían reunido casi quinientos pasajes de las Escrituras que, a pesar de sus contradicciones aparentes, eran profecías, según ellos, del advenimiento del Mesías. En medio de todos estos detalles de tiempo, de técnicas y de funciones, casi perdieron de vista por completo la personalidad del Mesías prometido. Esperaban la restauración de la gloria nacional judía —la exaltación temporal de Israel— en lugar de la salvación del mundo. Es evidente pues que Jesús de Nazaret no podría satisfacer nunca este concepto mesiánico materialista de la mente judía. Si los judíos hubieran sabido ver estos pronunciamientos proféticos bajo una luz diferente, muchas de sus predicciones supuestamente mesiánicas hubieran preparado sus mentes de manera muy natural para reconocer en Jesús a aquel que cerraría una era e inauguraría una dispensación de misericordia y de salvación nueva y mejor para todas las naciones.1510:1 136:1.4 Los judíos habían sido educados en la creencia de la doctrina de la Shekinah. Pero este pretendido símbolo de la Presencia Divina no estaba visible en el templo. Creían que la venida del Mesías efectuaría su restauración. Tenían ideas confusas sobre el pecado racial y la supuesta naturaleza maligna del hombre. Algunos enseñaban que el pecado de Adán había causado la maldición de la raza humana, y que el Mesías destruiría esa maldición y restituiría al hombre en el favor divino. Otros enseñaban que al crear al hombre, Dios había puesto dentro de su ser una naturaleza buena y otra mala; que cuando observó el resultado de esta combinación, se había desilusionado mucho, y que "se arrepintió de haber creado así al hombre". Los que enseñaban esto creían que el Mesías tenía que venir para redimir al hombre de esta naturaleza maligna innata.
1510:2 136:1.5 La mayoría de los judíos creía que continuaban languideciendo bajo el poder romano debido a sus pecados nacionales y a la frialdad de los prosélitos gentiles. La nación judía no se había arrepentido de todo corazón; por eso el Mesías retrasaba su llegada. Se hablaba mucho de arrepentimiento, lo que explica la atracción poderosa e inmediata de la predicación de Juan: "Arrepentíos y sed bautizados, porque el reino de los cielos está cerca". Y para cualquier judío piadoso, el reino de los cielos sólo podía significar una cosa: la venida del Mesías.
1510:3 136:1.6 La donación de Miguel contenía una característica que era completamente ajena al concepto judío del Mesías; esta característica era la unión de las dos naturalezas: la humana y la divina. Los judíos habían concebido al Mesías de distintas maneras: como humano perfeccionado, como superhumano e incluso como divino, pero nunca habían pensado en el concepto de la unión de lo humano y lo divino. Este fue el gran escollo de los primeros discípulos de Jesús. Captaban el concepto humano del Mesías como hijo de David, tal como había sido presentado por los primeros profetas; también comprendían al Mesías como Hijo del Hombre, la idea superhumana de Daniel y de algunos de los últimos profetas, e incluso como Hijo de Dios, tal como lo habían descrito el autor del Libro de Enoc y algunos de sus contemporáneos. Pero nunca llegaron a considerar, ni por un solo instante, el verdadero concepto de la unión, en una sola personalidad terrestre, de las dos naturalezas: la humana y la divina. La encarnación del Creador en forma de criatura no había sido revelada de antemano. Sólo fue revelada en Jesús. El mundo no sabía nada de estas cosas hasta que el Hijo Creador se hizo carne y habitó entre los mortales del planeta.