ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 136 EL BAUTISMO Y Los CUARENTA DÍAS
1510:4 136:2.1 Jesús fue bautizado en el apogeo de la predicación de Juan, cuando Palestina estaba inflamada con la esperanza de su mensaje —"el reino de Dios está cerca"— y todo el pueblo judío se dedicaba a un análisis de sí mismo serio y solemne. El sentido judío de la solidaridad racial era muy profundo. Los judíos no sólo creían que los pecados de un padre podían afectar a sus hijos, sino que también creían firmemente que el pecado de un individuo podía maldecir a la nación. Por consiguiente, no todos los que se sometían al bautismo de Juan se consideraban culpables de los pecados específicos que Juan denunciaba. Muchas almas piadosas eran bautizadas por Juan para el bien de Israel; temían que un pecado de ignorancia por su parte pudiera retrasar la venida del Mesías. Sentían que pertenecían a una nación culpable y maldita por el pecado, y se sometían al bautismo para manifestar de este modo los frutos de una penitencia racial. Por lo tanto, es evidente que Jesús no recibió de ninguna manera el bautismo de Juan como rito de arrepentimiento o para la remisión de los pecados. Al aceptar el bautismo de manos de Juan, Jesús no hacía más que seguir el ejemplo de muchos israelitas piadosos.
1511:1 136:2.2 Cuando Jesús de Nazaret bajó al Jordán para ser bautizado, era un mortal del mundo que había alcanzado el pináculo de la ascensión evolutiva humana en todos los aspectos relacionados con la conquista de la mente y la identificación del yo con el espíritu. Ese día, estuvo de pie en el Jordán como un mortal perfeccionado de los mundos evolutivos del tiempo y del espacio. Una sincronía perfecta y una comunicación plena se habían establecido entre la mente mortal de Jesús y su Ajustador espiritual interior, el don divino de su Padre del Paraíso. Desde la ascensión de Miguel a la jefatura de su universo, un Ajustador como este reside en todos los seres normales que viven en Urantia, excepto que el Ajustador de Jesús había sido preparado previamente para esta misión especial, habiendo habitado de manera similar en Maquiventa Melquisedec, otro superhumano encarnado en la similitud de la carne mortal.
1511:2 136:2.3 Ordinariamente, cuando un mortal del planeta alcanza estos altos niveles de perfección de la personalidad, se producen esos fenómenos preliminares de elevación espiritual que culminan finalmente en la fusión definitiva del alma madura del mortal con su Ajustador divino asociado. Aparentemente, un cambio de esta naturaleza debía producirse en la experiencia de la personalidad de Jesús de Nazaret el mismo día que descendió al Jordán con sus dos hermanos para ser bautizado por Juan. Esta ceremonia era el acto final de su vida puramente humana en Urantia, y muchos observadores superhumanos esperaban presenciar la fusión del Ajustador con la mente que habitaba, pero todos estaban destinados a sufrir una desilusión. Ocurrió algo nuevo y mucho más grandioso. Mientras Juan imponía sus manos sobre Jesús para bautizarlo, el Ajustador residente se despidió para siempre del alma humana perfeccionada de Josué ben José. Unos instantes después, esta entidad divina regresó de Divinington como Ajustador Personalizado y jefe de sus semejantes en todo el universo local de Nebadon. Jesús pudo así observar a su propio espíritu divino anterior regresar y descender sobre él de forma personalizada. Y entonces oyó hablar a este mismo espíritu originario del Paraíso, que decía: "Éste es mi Hijo amado en quien tengo complacencia". Juan y los dos hermanos de Jesús también oyeron estas palabras. Los discípulos de Juan, que estaban al borde del agua, no las oyeron ni tampoco vieron la aparición del Ajustador Personalizado. Sólo los ojos de Jesús contemplaron al Ajustador Personalizado.1511:3 136:2.4 Cuando el Ajustador Personalizado retornado y ahora exaltado hubo hablado así, todo fue silencio. Y mientras los cuatro interesados permanecían en el agua, Jesús levantó la mirada hacia el cercano Ajustador y oró: "Padre mío que reinas en el cielo, santificado sea tu nombre. ¡Que venga tu reino!. Que tu voluntad se haga en la tierra, así como se hace en el cielo". Cuando terminó de orar, "se abrieron los cielos", y el Hijo del Hombre contempló la imagen de sí mismo como Hijo de Dios, presentada por el Ajustador ahora Personalizado, tal como era antes de venir a la tierra en la similitud de la carne mortal, y tal como volvería a ser cuando terminara su vida encarnada. Jesús fue el único que presenció esta visión celestial.
1512:1 136:2.5 Lo que Juan y Jesús oyeron fue la voz del Ajustador Personalizado, hablando en nombre del Padre Universal, porque el Ajustador proviene del Padre del Paraíso y es semejante a él. Durante el resto de la vida terrenal de Jesús, este Ajustador Personalizado estuvo asociado con él en todas sus obras; Jesús permaneció en constante comunión con este Ajustador exaltado.1512:2 136:2.6 Cuando Jesús fue bautizado, no se arrepintió de ninguna mala acción y no hizo ninguna confesión de pecado. Se trataba de un bautismo de consagración a la realización de la voluntad del Padre celestial. En su bautismo escuchó la llamada inequívoca de su Padre, la citación final para que se ocupara de los asuntos de su Padre, y se retiró a solas durante cuarenta días para meditar sobre estos múltiples problemas. Al retirarse así durante cierto tiempo de todo contacto personal activo con sus asociados terrenales, Jesús, tal como era y en Urantia, estaba siguiendo el mismo procedimiento que prevalece en los mundos morontiales, cuando un mortal ascendente fusiona con la presencia interior del Padre Universal.
1512:3 136:2.7 Este día de bautismo marcó el final de la vida puramente humana de Jesús. El Hijo divino ha encontrado a su Padre, el Padre Universal ha encontrado a su Hijo encarnado, y se hablan el uno al otro.1512:4 136:2.8 (Jesús tenía casi treinta y un años y medio cuando fue bautizado. Aunque Lucas dice que fue bautizado en el decimoquinto año del reinado de Tiberio César, lo que nos daría el año 29 puesto que Augusto murió en el año 14, hay que recordar que Tiberio fue coemperador con Augusto durante dos años y medio antes de la muerte de este último, habiéndose acuñado monedas en su honor en octubre del año 11. El decimoquinto año de su reinado efectivo fue, por tanto, este mismo año 26, el del bautismo de Jesús. Éste fue también el año en que Poncio Pilatos empezó a mandar como gobernador en Judea.)