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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 136

EL BAUTISMO Y Los CUARENTA DÍAS

 

9. LA QUINTA DECISIÓN

1521:4  136:9.1 Habiendo establecido el criterio a seguir en lo referente a sus relaciones individuales con las leyes naturales y el poder espiritual, dirigió su atención hacia la elección de los métodos que emplearía para proclamar y establecer el reino de Dios. Juan ya había iniciado este trabajo; ¿cómo podría Jesús continuar el mensaje?. ¿Cómo debería seguir con la misión de Juan?. ¿Cómo debería organizar a sus seguidores para que el esfuerzo resultara eficaz y la cooperación inteligente?. Jesús estaba llegando ahora a la decisión final que le impediría seguir considerándose el Mesías judío, al menos tal como la población concebía al Mesías en aquella época.
1522:1  136:9.2 Los judíos se imaginaban a un libertador que llegaría con un poder milagroso para derribar a los enemigos de Israel y establecer a los judíos como gobernantes del mundo, libres de la miseria y de la opresión. Jesús sabía que esta esperanza no se materializaría nunca. Sabía que el reino de los cielos concernía a la victoria sobre el mal en el corazón de los hombres, y que se trataba de un asunto puramente espiritual. Reflexionó sobre la conveniencia de inaugurar el reino espiritual con una brillante y deslumbrante demostración de poder —esta línea de conducta hubiera sido permisible y estaba totalmente dentro de la jurisdicción de Miguel— pero adoptó una posición totalmente contraria a este plan. No quería compromisos con las técnicas revolucionarias de Caligastia. Había ganado potencialmente el mundo, sometiéndose a la voluntad del Padre, y se propuso terminar su obra como la había empezado, y como Hijo del Hombre.
1522:2  136:9.3 ¡Es difícil que podáis imaginar lo que hubiera sucedido en Urantia si este hombre-Dios, ahora potencialmente investido con todo el poder sobre el cielo y la tierra, hubiera decidido desplegar una sola vez el estandarte de la soberanía, y hubiera puesto en orden de batalla a sus legiones hacedoras de maravillas!. Pero rechazó el compromiso. No se pondría al servicio del mal, para que se pudiera suponer que la adoración de Dios se derivaba de ello. Permaneció fiel a la voluntad del Padre. Proclamaría a un universo que lo observaba: "Adoraréis al Señor vuestro Dios, y a él solo serviréis".
1522:3  136:9.4 A medida que pasaban los días, Jesús percibía con mayor claridad la clase de revelador de la verdad que iba a ser. Discernía que el camino de Dios no iba a ser un camino fácil. Empezó a darse cuenta de que el resto de su experiencia humana podría ser un amargo cáliz, pero decidió beberlo.
1522:4  136:9.5 Incluso su mente humana dice adiós al trono de David. Paso a paso, esta mente humana se mueve en el sendero de lo divino. La mente humana todavía hace preguntas, pero acepta invariablemente las respuestas divinas como regla final, en esta existencia combinada de vivir como un hombre en el mundo, mientras se somete todo el tiempo, de forma incondicional, a hacer la voluntad eterna y divina del Padre.
1522:5  136:9.6 Roma era la dueña del mundo occidental. El Hijo del Hombre, ahora en su aislamiento, tomando estas importantes decisiones, con las huestes del cielo a sus órdenes, representaba la última oportunidad de los judíos para conseguir el dominio del mundo; pero este judío de nacimiento, dotado de una sabiduría y de un poder tan extraordinarios, no quiso emplear sus dones universales para encumbrarse personalmente ni para entronizar a su pueblo. Veía, por decirlo así, "los reinos de este mundo", y poseía el poder para apoderarse de ellos. Los Altísimos de Edentia habían puesto estos poderes en sus manos, pero no los quería. Los reinos de la tierra eran cosas mezquinas, indignas del interés del Creador y Soberano de un universo. Sólo tenía un objetivo: la revelación posterior de Dios al hombre, el establecimiento del reino, la soberanía del Padre celestial en el corazón de los hombres.
1522:6  136:9.7 Las ideas de batallas, contiendas y masacres repugnaban a Jesús; no quería nada de eso. Aparecería en la tierra como el Príncipe de la Paz para revelar a un Dios de amor. Antes de su bautismo había rechazado de nuevo otra oferta de los zelotes para encabezar su rebelión contra los opresores romanos. Ahora, tomó la decisión final con respecto a los pasajes de las Escrituras que su madre le había enseñado, tales como: "El Señor me ha dicho: `Tú eres mi Hijo; te he engendrado hoy. Pídeme, y te daré a los paganos por herencia, y los confines de la tierra como posesion. Los quebrantarás con mano de hierro; los despedazarás como una vasija de alfarero'".
1522:7  136:9.8 Jesús de Nazaret llegó a la conclusión de que estas citas no se referían a él. Por último, y de una vez por todas, la mente humana del Hijo del Hombre barrió por completo todas estas dificultades y contradicciones mesiánicas —las escrituras hebreas, la educación de los padres, la enseñanza del chazán, las expectativas de los judíos y los ambiciosos deseos humanos. Decidió su línea de conducta de manera definitiva. Regresaría a Galilea y empezaría tranquilamente la proclamación del reino, confiando en su Padre (el Ajustador Personalizado) para elaborar los detalles cotidianos de actuación.

1523:1  136:9.9 Con estas decisiones, Jesús sentó un digno ejemplo para todas las personas de todos los mundos de un vasto universo, al negarse a utilizar pruebas materiales para probar los problemas espirituales, al negarse a desafiar presuntuosamente las leyes naturales. Y dio un ejemplo inspirador de lealtad universal y de nobleza moral cuando se negó a coger el poder temporal como preludio de la gloria espiritual.

1523:2  136:9.10 Si el Hijo del Hombre tenía dudas acerca de su misión y de la naturaleza de ésta, cuando subió a las colinas después de su bautismo, ya no tenía ninguna cuando volvió entre sus compañeros, después de los cuarenta días de aislamiento y de decisiones.
1523:3  136:9.11 Jesús ha elaborado un programa para establecer el reino del Padre. No va a alimentar las satisfacciones físicas de la gente. No va a distribuir pan a las multitudes como vió hacer tan recientemente en Roma. No va a atraer la atención haciendo prodigios, a pesar de que los judíos esperan precísamente un libertador de esta índole. Tampoco va a intentar que acepten su mensaje espiritual, mediante una exhibición de autoridad política o de poder temporal.
1523:4  136:9.12 Al rechazar estos métodos que realzarían el reino venidero a los ojos de los judíos que lo esperaban, Jesús contaba con que estos mismos judíos rechazarían a fin de cuentas y con seguridad todos sus derechos a la autoridad y a la divinidad. Sabiendo todo esto, Jesús trató de evitar durante mucho tiempo que sus primeros discípulos hablaran de él como si fuera el Mesías.
1523:5  136:9.13 Durante todo su ministerio público, tuvo que enfrentarse constantemente con tres situaciones recurrentes: el clamor para ser alimentados, la insistencia en ver milagros, y la petición final de que permitiera a sus seguidores coronarlo rey. Pero Jesús no se apartó nunca de las decisiones que había tomado durante estos días de aislamiento en las colinas de Perea.

 


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