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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 139

Los DOCE APÓSTOLES

 

12. JUDAS ISCARIOTE

1565:9  139:12.1 Judas Iscariote, el duodécimo apóstol, fue escogido por Natanael. Había nacido en Queriot, una pequeña ciudad del sur de Judea. Cuando era un muchacho, sus padres se mudaron a Jericó, donde vivió y estuvo trabajando en las diversas empresas comerciales de su padre, hasta que se interesó por la predicación y la obra de Juan el Bautista. Los padres de Judas eran saduceos, y repudiaron a su hijo cuando éste se unió a los discípulos de Juan.

1566:1  139:12.2 Cuando Natanael lo encontró en Tariquea, Judas estaba buscando trabajo en una empresa desecadora de pescado en el extremo sur del Mar de Galilea. Tenía treinta años y estaba soltero cuando se unió a los apóstoles. Era probablemente el más instruido de los doce y el único judeo de la familia apostólica del Maestro. Judas no tenía ningún rasgo destacado de virtud personal, aunque poseía exteriormente muchas características aparentes de cultura y de buena educación. Era un buen pensador, pero no siempre un pensador verdaderamente honrado. Judas no se comprendía en realidad a sí mismo; no era realmente sincero consigo mismo.
1566:2  139:12.3 Andrés nombró a Judas tesorero de los doce, un puesto para el que estaba eminentemente preparado, y hasta el momento de traicionar a su Maestro, cumplió con las responsabilidades de su cargo de manera honesta, fiel y con la mayor eficacia.

1566:3  139:12.4 Judas no admiraba ningún rasgo especial de Jesús, aparte de la personalidad generalmente atractiva y exquisitamente encantadora del Maestro. Judas nunca fue capaz de superar sus prejuicios de judeo contra sus compañeros galileos; llegó incluso a criticar, en su mente, muchas cosas de Jesús. Este judeo satisfecho de sí mismo se atrevía a criticar a menudo, en su propio fuero interno, a aquel a quien once de los apóstoles consideraban como el hombre perfecto, como "el único enteramente amable y el más sobresaliente entre diez mil". Albergaba realmente la noción de que Jesús era tímido y de que tenía cierto miedo a afirmar su propio poder y autoridad.

1566:4  139:12.5 Judas era un hombre de negocios sobresaliente. Se necesitaba tacto, habilidad y paciencia, así como una devoción concienzuda, para administrar los asuntos financieros de un idealista como Jesús, sin mencionar la lucha contra los métodos desordenados de algunos de sus apóstoles en el tema de los negocios. Judas era realmente un gran ejecutivo, un financiero previsor y capaz, y un defensor de la organización. Ninguno de los doce criticó nunca a Judas. Hasta donde eran capaces de percibir, Judas Iscariote era un tesorero incomparable, un hombre culto, un apóstol leal (aunque crítico a veces) y un gran acierto en todos los sentidos de la palabra. Los apóstoles amaban a Judas; era realmente uno de ellos. Debe haber creído en Jesús, pero dudamos de que amara realmente al Maestro con todo su corazón. El caso de Judas ilustra la verdad del proverbio: "Hay un camino que le parece justo a un hombre, pero cuyo final es la muerte". Es completamente posible caer víctima del engaño sosegado de la agradable adaptación a los caminos del pecado y de la muerte. Estad seguros de que, en el aspecto financiero, Judas siempre fue leal a su Maestro y a sus compañeros apóstoles. El dinero nunca hubiera podido ser el motivo de su traición al Maestro.
1566:5  139:12.6 Judas era el hijo único de unos padres poco sabios, que lo consintieron y mimaron cuando era pequeño; fue un niño malcriado. Creció con una idea exagerada de su propia importancia. No era un buen perdedor. Tenía ideas vagas y retorcidas sobre la justicia; era dado a entregarse al odio y a la desconfianza. Era un experto en tergiversar las palabras y las acciones de sus amigos. Durante toda su vida, Judas había cultivado el hábito de desquitarse con aquellos que suponía que lo habían maltratado. Su sentido de los valores y de las lealtades era defectuoso.

1566:6  139:12.7 Para Jesús, Judas era una aventura de la fe. El Maestro comprendió plenamente desde el principio la debilidad de este apóstol y conocía muy bien los peligros de admitirlo en la confraternidad. Pero es propio de la naturaleza de los Hijos de Dios el dar a todos los seres creados una oportunidad plena e igual de salvación y supervivencia. Jesús quería que no sólo los mortales de este mundo, sino también los observadores de otros innumerables mundos, supieran que si existen dudas sobre la sinceridad y el entusiasmo de la devoción de una criatura hacia el reino, los Jueces de los hombres tienen la costumbre invariable de aceptar plenamente al candidato dudoso. La puerta de la vida eterna está abierta de par en par para todos; "todo el que quiera puede venir"; no hay restricciones ni limitaciones, salvo la fe del que viene.
1567:1  139:12.8 Ésta es precísamente la razón por la cual Jesús permitió que Judas continuara hasta el fin, haciendo siempre todo lo posible por transformar y salvar a este apóstol débil y confundido. Pero cuando la luz no se recibe con honradez ni se vive en conformidad con ella, tiende a convertirse en tinieblas dentro del alma. Judas creció intelectualmente en cuanto a las enseñanzas de Jesús sobre el reino, pero no progresó en la adquisición de un carácter espiritual, como lo hicieron los otros apóstoles. No consiguió realizar un progreso personal satisfactorio en su experiencia espiritual.

1567:2  139:12.9 Judas se dedicó a cavilar cada vez más sobre sus desilusiones personales, y finalmente se convirtió en una víctima del resentimiento. Sus sentimientos habían sido heridos muchas veces, y se volvió anormalmente desconfiado con sus mejores amigos, e incluso con el Maestro. Pronto se obsesionó con la idea de desquitarse, de hacer lo que fuera para vengarse, sí, incluso traicionando a sus compañeros y a su Maestro.
1567:3  139:12.10 Pero estas ideas perversas y peligrosas no cobraron forma definitiva hasta el día en que una mujer agradecida rompió un costoso frasco de incienso a los pies de Jesús. Esto le pareció a Judas un despilfarro, y cuando Jesús rechazó tan radicalmente su protesta pública allí mismo en presencia de todos, aquello fue demasiado para él. Este suceso desencadenó la movilización de todo el odio, el da o, la maldad, los prejuicios, los celos y los deseos de revancha acumulados durante toda una vida, y decidió desquitarse con quien fuera. Pero cristalizó toda la maldad de su naturaleza sobre la única persona inocente de todo el drama sórdido de su vida desgraciada, simplemente porque dió la casualidad de que Jesús era el actor principal en el episodio que marcó su pasaje desde el reino progresivo de la luz al dominio de las tinieblas escogido por él mismo.
1567:4  139:12.11 En muchas ocasiones, tanto en público como en privado, el Maestro había advertido a Judas que se estaba desviando, pero las advertencias divinas son generalmente inútiles cuando se dirigen a una naturaleza humana amargada. Jesús hizo todo lo posible y compatible con la libertad moral del hombre para evitar que Judas escogiera el camino equivocado. La gran prueba acabó por llegar. El hijo del resentimiento fracasó; cedió a los dictados agrios y sórdidos de una mente orgullosa y vengativa que exageraba su propia importancia, y se hundió rápidamente en la confusión, la desesperación y la depravación.
1567:5  139:12.12 Judas dio comienzo entonces a la intriga vil y vergonzosa de traicionar a su Señor y Maestro, y rápidamente llevó a cabo su nefasto proyecto. Durante la ejecución de sus planes de pérfida traición, concebidos en la cólera, experimentó momentos de pesar y de vergüenza, y en esos intervalos de lucidez concebía tímidamente la idea, para justificarse en su propia mente, de que Jesús quizás podría ejercer su poder y salvarse en el último momento.
1567:6  139:12.13 Cuando este asunto sórdido y pecaminoso hubo terminado, este mortal renegado, que con tanta ligereza había vendido a su amigo por treinta monedas de plata para satisfacer las ansias de venganza que había alimentado durante tanto tiempo, salió precipitadamente y cometió el acto final del drama consistente en huir de las realidades de la existencia mortal —se suicidó.
1567:7  139:12.14 Los once apóstoles se quedaron horrorizados, anonadados. Jesús se limitó a mirar con lástima al traidor. Los mundos han encontrado difícil perdonar a Judas, y se evita pronunciar su nombre en todo un vasto universo.

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